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miércoles, diciembre 28, 2016

Parashat Miketz (Shabat Januká) 5777

Renaciendo de las cenizas

Januká tiene una particularidad que la distingue del resto de las festividades de Israel: ninguna otra fiesta en el calendario hebreo es celebrada en dos meses diferentes. Los primeros días de Januká son celebrados en mes de Kislev, mientras que los últimos coinciden con los primeros días del mes de Tevet.

¿Qué puede enseñarnos ésto?

En el imaginario judío, el Rosh Jodesh –inicio del mes- representa la idea de renovación. De hecho, éso es lo que ocurre con la luna. Hacia el final del mes va decreciendo hasta desaparecer por completo, y luego vuelve a renacer y a crecer progresivamente hasta recuperar su forma. 

Januká es una festividad que encierra un mensaje similar.

En arameo existe una expresión que dice "MiBira Amikta LeIgra Rama" (desde el fondo del pozo hasta lo alto del techo). En días del milagro de Januká una negra sombra se cernía sobre el pueblo judío. A punto estuvimos de desaparecer como pueblo, olvidar nuestra Torá y perder nuestra identidad asimilándonos con otra nacíon. Sin embargo, con la ayuda de Di-s y con el coraje de los Jashmonaim, se encendió un destello de esperanza y finalmente logramos recuperar la soberanía nacional y reinagurar el Templo de Jerusalem profanado por las huestes de Antiojus Epifanes.

...

El Talmud trae en el Tratado de Shabat las leyes del encendido de las velas de Januká. Dicho precepto, establecido por nuestros Rabinos, está regulado por una amplia gama de leyes. El Talmud nos cuenta cuántas velas se deben encender, en qué horario de debe practicar el ritual, en dónde se coloca la vela etc.

Entre dichas leyes se nos enseña -en nombre de Rabí Tanjum- que la vela de Januká no puede colocarse por encima de los veinte codos de altura (aproximadamente diez metros). Inmediatamente después –en nombre del mismo Rabí Tanjum- el Talmud trae un midrash sobre Iosef, cuya historia comenzó en Parashat VaIeshev y continúa en la Parashá de esta semana. 

Pregunta Rabí Tanjum: ¿Por qué respecto del pozo al que fue arrojado Iosef se nos dice: "Y el pozo estaba vacío, no tenía agua" (Bereshit 37, 24). Si estaba vacío...¡obviamente no tenía agua! Rabí Tanjum explica que la aclaración es necesaria, dado que el pozo no tenía agua, pero sí tenía serpientes y escorpiones.

¿Qué relación tiene la vela de Januká con el pozo de Iosef? ¿Por qué razón el Talmud trae en nombre de Rabí Tanjum dos comentarios tan disímiles?

Podríamos justificar dicho detalle argumentando que el texto talmúdico no es lineal. Muchas veces, la Guemará se desarrolla de manera asociativa, y dos o más comentarios bien pueden estar vinculados por el nombre del Rabino disertante, Rabí Tanjum en este caso.

Sin embargo, prefiero hacer una lectura diferente. La vida de Iosef se  desarrolló de manera similar a la historia de Januká: comenzó en el fondo del pozo y terminó en lo alto del techo.

De esclavo a virrey de Egipto.
De la fosa al palacio del faraón.
De la angustia a la esperanza.

El hecho de que la festividad de Januká esté dividida en dos meses diferentes sugiere una idea similar. Y posiblemente este mensaje de esperanza pueda ser trasladado a cada uno de los ámbitos de nuestra vida, tanto en lo colectivo como en lo personal: detrás de las nubes más grises y atemorizantes, siempre se esconde el sol en todo su esplendor. Y aun  cuando la luna desaparezca por unos instantes, siempre volverá a renacer.


lunes, diciembre 05, 2016

Parashat VaIetzé

La eterna postergada

Los hijos de Rajel -la amada por Iaakov- demorarían en llegar.

"Dame hijos, y si no, me muero" (Bereshit 30, 1), dijo en una ocasión Rajel a Iaakov al borde de la desesperación. Iaakov, nuestro patriarca, no se muestra cauto en el arte de la empatía: "¿Acaso soy yo, en lugar de Di-s, quien vedó de tí fruto de vientre?" (Bereshit 30, 2), le dirá.

Rajel, en este sentido, está en las antípodas de Leá. 

Mientras que para Leá, los hijos son un medio para ser amada y aceptada por su marido, para Rajel los hijos son un fin. Leá busca amor; Rajel busca hijos. Ninguna de las dos logra lo que desea. Leá desea que su marido la tenga en cuenta; Rajel, que su marido la haga sentir madre.

Luego de una sufrida espera, Rajel dará a luz a Iosef.

El ansiado nacimiento de éste resultó también una justa reparación para la más jóvenes de las hermanas.

Dicen nuestros sabios que su infertilidad se había transformado para ella en oprobio. De acuerdo al Midrash, la gente murmuraba diciendo: "De haber sido merecedora de ello, ya hubiera dado a luz..." (Midrash HaGadol a Sefer Bereshit 537).

"Y concibió y parió un hijo y dijo: Quitó Di-s mi oprobio" (Bereshit 30, 23).

Llama la atención esta reacción de Rajel.

No pareciera ser una reacción natural de una mujer que soñó durante años por ser madre. Su alegría se concentra en un sentimiento negativo y se aleja de la pureza emocional que embargaría a toda mujer en situación semejante.

Su expresión muestra un manifiesto sentimiento de revancha hacia aquellos que se burlaban de ella. Rajel da el nombre a su hijo mirando hacia atrás: "Quitó (Heb. Asaf [1]) Di-s mi oprobio".

Sin embargo rápidamente se libera de este pasado que la avergonzaba y comienza a mirar hacia adelante dando una segunda etimología al nombre de su primogénito: "Aumente (Heb. Iosef) el Eterno otro hijo", dirá.

El léctor sentado en alguna butaca del siglo veintiuno, comprenderá que –en tiempos bíblicos- toda mujer en la posición de Rajel hubiera sentido la cruda presión social sobre sus espaldas. No obstante, la segunda etimología del nombre Iosef (Aumente el Eterno otro hijo) es de la clase de versículos que transforman a la Torá en una obra de todos los tiempos. "Sufrí, recé, parí, vencí...¡quiero más!", pareciera decir Rajel en ese instante. 

Dar vida es algo demasiado sublime, para quedarse con semejante sentimiento de revancha.

El nacimiento de Iosef cambiaría rápidamente el panorama dentro de la familia de Iaakov. Rajel ya no es sólo la amada y preferida del patriarca, sino que recupera también su autoestima. E Iaakov no perderá ocasión para demostrar quién era la "reina" de su hogar.

Cuando en Parashat VaIshlaj la Torá nos cuente del encuentro entre Iaakov y su hermano Esav –luego de haber escapado con sus mujeres y sus hijos de la casa de Laván- veremos como la angustia embarga el corazón de nuestra patriarca.

Iaakov decide separar a sus mujeres y a sus hijos en cuatro grupos. "Si viene Esav y golpea al primer campamento, el campamento restante podrá escapar" (Bereshit 32, 9).

Nuestro patriarca ubica  en una primera linea a las dos siervas y a sus hijos, luego a Leá y a sus niños, y por último –alejados del peligro- ubica a Rajel y a Iosef (33, 2). RaSHI interpretaría este acto con una frase que quedará para la posteridad de la lengua hebrea: Ajarón, Ajarón, Javiv (el último es el más querido).

El nacimiento de Biniamín, el menor de los hijos de Rajel e Iaakov pondrá un trágico broche a la vida de nuestra matriarca. Rajel muere en el parto y es sepultada en el camino en la cercanía de Beit Lejem. E inmediatamente a continuación de su deceso, la Torá nos narra un extraño suceso que nuevamente tiene como protagonista a Reuvén, primogénito de Leá e Iaakov.

"Y fue al morar Israel, en esta tierra, que fue Reuvén y se acostó con Bilhá, concubina de su padre" (Bereshit 35, 22).

Este oscuro episodio, es comentado por nuestros sabios de manera peculiar. Y aun cuando se aleja de la lectura textual de las Escrituras -que sugieren contacto carnal entre Reuvén y la concubina de su padre- este comentario no deja de ser sugestivo.

RaSHI, basado en el Talmud, nos dice:

Dado que desordenó la cama de Iaakov, el Texto considera cual si se hubiera acostado con ella [con Bilhá].

¿Y por qué desordenó su cama?

Dado que cuando murió Rajel, Iaakov tomó su cama (i.e. la de Iaakov) –ubicada permanentemente en la tienda de Rajel y no en otras tiendas- y la mudó a la tienda de Bilhá.

Vino Reuvén a demandar la humillación de su madre.

Dijo: "Si la hermana de mi madre (Rajel) fue rival de mi madre...¡¿corresponde que la sierva de la hermana de mi madre sea rival de mi madre (también ahora)?! Fue entonces que desordenó (la cama cama de Iaakov).

Si bien el hecho de que Reuvén haya cambiado las camas de lugar [2] se aleja de la literalidad del Texto, dichos comentarios agregan un condimento trágico a la biografía de Leá. Rajel, acababa de morir; pero Leá –a los ojos de Iaakov- estaba "muerta" desde hacía rato.

Siquiera  a la hora de la muerte de su amada Rajel, Leá logró sentarse en el trono.

Posiblemente ésto logre explicar gran parte del odio que los hijos de Leá experimentaban hacia Iosef, primogénito de Rajel. El universo de Iaakov –al menos a los ojos de los hijos de Leá- era demasiado estrecho para que dos compartan la misma corona. 

Pero lo más paradójico en esta triste historia de Leá es que al final -a la hora de su muerte- Iaakov compartirá el lecho con aquella con la que nunca quiso compartir la cama.







[1] . Este versículo sugiere una de las etimilogías del nombre Iosef.
[2] . Posiblemente haya puesto la cama de su madre, Leá, en lugar de la cama de Bilhá.





miércoles, noviembre 23, 2016

Parashat Jaiei Sará 5777

No soy de aquí ni soy de allá 

Desde aquel épico llamado de Dios a Abraham, en Parashat Lej Lejá, la Torá muestra a nuestro patriarca mirando siempre hacia adelante, reafirmando el paso dado.

Sin embargo, en nuestra Parashá, Jaiei Sará, Abraham por primera vez mirará hacia atrás y pedirá a su siervo Eliezer regresar a su patria y buscar allí mujer para su hijo Itzjak.

"Sino que a mi tierra y a mi parentela irás, y tomarás mujer para mi hijo, para Itzjak" (Bereshit 24, 4).

Resulta algo extraño.

Seguramente entre todas aquellas almas que Abraham y Sará hicieron en Jarán (ver RaSHI a Bereshit 12, 5) había alguna muchacha apta para Itzjak Avinu. ¿Por qué pedir a Eliezer que regrese a buscar una mujer en Aram Naharaim?

Tal vez la respuesta a este interrogante se esconda en los primeros versículos de nuestra Parashá. Cuando Abraham se dirige a los hijos de Jet para adquirir la cueva de Majpelá, que servirá de sepultura a nuestros patriarcas, se presenta a sí mismo como "Forastero y morador" (Bereshit 23, 4).

En apariencia, existe una gran contradicción en esta expresión. ¡Quien es "forastero" no es "morador" y quien es "morador" no es "forastero"!

Ocurre que Abraham, como casi todo olé jadash, convivía con esa paradoja.

Era extranjero, y venía de una tierra extraña. Pero también nuevo morador en la Tierra que Dios le señalara (ver RaSHI a Bereshit 23, 4).

¿A qué olé jadash no le ocurrió alguna vez algo similar?

En mi caso, viviendo en la Argentina, yo me interesaba por la actualidad israelí. Pero al hacer aliía, comencé a estar pendiente de las novedades de Argentina. Allí escuchaba música en hebreo, y aquí comencé a amar el tango. Allí me emocionaba al saborear el Humus, y aquí busco dulce de batata debajo de las baldozas.

¿Qué olé jadash no es –al mismo tiempo- "extranjero" y "morador"?
"No soy de aquí, ni soy de allá", como diría Facundo Cabral.

El escritor israelí Asher Barash dice que el hombre se asemeja al árbol del campo. Está quien -cual rama blanda- echará raíces en toda tierra donde sea sembrado...y está quien, para sobrevivir en un nuevo suelo, debe ser transplantado con una porción de su tierra de origen.

Llama la atención que Abraham Avinu, arquetipo del "sionismo" bíblico, diga a Eliezer "Sino que a mi tierra...irás, y tomarás mujer para mi hijo, para Itzjak". ¿Cuál es su tierra? ¿Ur? ¿Acaso no es la Tierra que Dios le señaló?

Pero evidentemente, con Abraham ocurrió lo que sugiere Asher Barash.  También él necesita una porción de su tierra de origen, para echar raíces en la nueva tierra.

Sin embargo Abraham sabía bien lo que quería para su hijo "sabra".
Hay quienes dicen que Abraham se transforma en olé jadash en Parashat Lej Lejá.
Es cierto.

Pero su proceso de "absorción" concluye en Parashat Jaiei Sará, cuando dice a Eliezer que -si bien la candidata debe ser de allí- "guárdate de no tornar a mi hijo allí" (Bereshit 24, 6).

A menudo se puede mirar hacia atrás cuando se sabe hacia donde se marcha. Se puede traer una porción de tierra de origen, para echar raíces en en nuevo suelo. Sin embargo, "Aram Naaraim" era el pasado de Abraham, no el de Itzjak. 

Abraham no quería sacrificarlo de nuevo.

jueves, noviembre 10, 2016

Parashat Lej Lejá 5777

Dios, luces y sombras

Rabino Gustavo Surazski

Cuando el escritor portugués José Saramago presentó su libro "Caín" en 2009 generó un revuelo en la prensa mundial. Declaró entonces que la Biblia es "un libro de malas costumbres" y que "el Dios de la Biblia no es de fiar, es mala persona y vengativo".

De acuerdo a la novela de Saramago, el deseo real de Caín fue matar a Dios, dado que Éste le había dado la espalda. Al no poder lograrlo, decidió asesinar a su hermano...

"La humanidad sería distinta sin la Biblia. Seguramente mejor", concluyó Saramago.

Los argumentos de Saramago no son nuevos. Son muchos los que sostienen que el mundo se vería mucho mejor sin religiones.

Es cierto que las religiones han sido causantes de odio y derramamiento de sangre a lo largo de la historia. Pero no menos cierto es que la religiones –cuando fueron interpretadas correctamente- han sido motor de un un infinito caudal de amor y muestras de entrega por parte de sus fieles (Por desgracia, la mayoría de la humanidad posee suficiente "religión" para odiar, pero no la suficiente para amar).

...

Volviendo al judaísmo y a la Biblia hebrea, cabe de todos modos hacer un aclaración.

Los judíos no leemos la Torá sino a través de sus comentaristas.

Ciertos pasajes de la Torá escrita –en su más extrema literalidad- pueden ser extremadamennte severos. Pero los judíos no leemos la Torá de manera literal. Los comentaristas de cada generación han sido los responsables de encontrar la Voz divina en el Texto a fin de que éste conserve su relevancia con el trancurso de los siglos.

Saramago no es el primero en "asustarse" al leer literalmente la Torá. Ésto ha pasado por siglos, incluso en el seno del pueblo judío. Los éxegetas bíblicos vienen confrontándose con la literalidad de la Torá desde tiempos remotos. Autoridades rabínicas de renombre, que forman parte de la columna vertebral de nuestro pueblo, han sabido interpretar la letra escrita con creatividad y originalidad a fin de que ésta refleje el sistema de valores reinante en cada lugar y generación.

En Parashat Lej Lejá, Dios se dirige a Abraham y le anuncia el cambio de su nombre.

"No será llamado más tu nombre Abram, y será tu nombre Abraham (אברהם)" (Bereshit 17, 5). Algunos versículos más tarde, Dios también anunciará el cambio de nombre de su esposa Sará: "A Sarai tu mujer, no llamarás su nombre Sarai, porque Sará (שרה) es su nombre" (17, 15). 

De acuerdo al Talmud, el cambio de nombre de nuestros patriarca y de su esposa repercutirá sobre sus destinos. Prueba de ello es que luego del cambio, Abraham y Sará gozarán de la bendición de la paternidad, algo que les estaba vedado como pareja hasta entonces (Rosh HaShaná 16b).  

Sin embargo, es posible que estos nuevos nombres representen una auténtica revolución teológica.

Por primera vez Dios, por propia Voluntad, decide tomar una de las letras de su Sagrado Nombre (la letra ה') y añadirla al nombre de dos mortales.

Dios, a través de dicha alteración, le anuncia el mundo que Él desea apegarse a lo bueno y a aquellos que tienen atributos nobles, tal fue el caso de Abraham y Sará. A aquellos que riegan el mundo de sangre y violencia en nombre de Dios y de la religión –cualquier religión- Dios les dará indefectiblemente la espalda.

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Existe un poderosísmo comentario rabínico referido a la creación de la luz y de la oscuridad.

Al ser éstas creadas -en el primer día de la creación- nos anuncia la Torá: "Y llamó Dios a la luz ‘Día’, y a la oscuridad llamó ‘Noche’" (Bereshit 1, 5).

Preguntan nuestros sabios en el Midrash: ¿Por qué dice "Y llamó Dios a la luz 'Día'" "y a la oscuridad llamó 'Noche'? ¿Acaso no debiera decir "y a la oscuridad llamó Dios 'Noche'"? ¿Dónde está Dios cuando crea la oscuridad?

Concluyen nuestros Sabios: EIN HAKADOSH BARUJ HU MEIAJED SHEMO AL HARAA (Jamás unirá Dios Su Nombre con el mal), por ello al hablar de la oscuridad Dios prefiere alejarse y hacerse a un lado (Bereshit Rabá 3, 6).

Los comentaristas bíblicos enseñan que la milenaria tensión existente entre bien y mal, paz y discordia o bien entre luz y oscuridad, Dios nunca será un mero espectador.

Dios –a la luz de nuestros Sabios- dista de ser un Ser cruel, vengativo y sediento de sangre, como afirma Saramago.

Dios nunca mira de costado.
Dios no es neutral.

Siempre se apegará a lo bueno, tal como añadió Su esencia al nombre de nuestro patriarca Abraham y de nuestra matriarca Sará.


jueves, noviembre 03, 2016

Parashat Noaj 5777

Después de mi, el diluvio

Rabino Gustavo Surazski

Hace unas semanas me senté con mi hija menor a preparar la tarea para la escuela y supongo que logré ingresar al libro de los Guiness: ¡Dos horas y media!

De todos modos, leyendo la Parashá y a sus comentaristas veo que el record Guiness de tarea para el hogar le pertenece a Noaj, quien le da su nombre a nuestra sección semanal.

Según el Midrash, Noaj demoró ciento veinte años (!) en culminar con la tarea encomendada por Di-s de construir su arca (ver Tanjuma Noaj 5).

¿Por qué tanto tiempo?

Nuestros Sabios enseñan que Di-s estaba esperando el arrepentimiento de la generación del diluvio, algo que –como todos sabemos- nunca llegó.

Sin embargo, tampoco Noaj asumió una actitud pro-activa para generar dicha teshuvá. Fue más bien indiferente e insensible por el destino de aquella generación. Si bien la frase "Después de mí, el diluvio" suele adjudicársele a Luis XV, rey de Francia, posiblemente Noaj haya acuñado dicha expresión con anterioridad...

En cierto modo, se podría comparar la figura de Noaj con la figura de Ioná el profeta. Ambos se escapan, el uno de manera física (Ioná) y el otro fruto de su actitud apática. Ambos son fugitivos y viven una odisea en aguas turbulentas. Por último, una paloma (Ioná, en hebreo) es quien "anuncia" el fin del diluvio a Noaj.

Sin embargo, existe un aspecto en la vida de Ioná que lo diferencia enormemente de Noaj. Luego de hacer teshuvá en el vientre del gran pez, Ioná va a Ninive a cumplir la función que le fuera encomendada por Di-s. El profeta Ioná comprende hasta qué punto una palabra dicha en el momento justo por la persona correcta puede generar cambios en la gente.

Ioná dice una profecía (Ioná 3, 4) de tan sólo cinco palabras: Od Arbaim Iom VeNinve Nehpajet (En cuarenta días Ninive será derribada). (¡Cinco palabras y logró entrar en el podio selecto de los profetas de Israel!...A Ishaiahu le tomó más de sesenta capítulos...). Inmediatamente el rey de Ninive y todo su pueblo hacen ayuno, cubren sus cabezas con ceniza y retornan a la buena senda.

Un líder debe ser consciente del impacto de sus palabras.

Noaj fue un hombre justo para su generación, pero luego del diluvio es decripto como un hombre común, un "hombre de la tierra" (Bereshit 9, 20). Un hombre que no logró tener impacto alguno en sus congéneres. Un hombre destacado –como sin duda lo fue Noaj- debe saber hasta qué punto sus palabras puede construir o derrumbar mundos.

Hace unos días leí una hermosa anécdota en uno de los escritos del Rabino Jack Bloom.

El Rabino Bloom cuenta que un día, por la calle, encontró a un hombre que había celebrado su Bar Mitzvá con él veinticinco años atrás.

El hombre reconoció al Rabino y se le presentó. Comenzaron a conversar. En cierto punto de la charla, el Rabino preguntó al hombre por su ocupación actual y éste le dijo que era científico. Le preguntó entonces cómo es que había llegado a convertirse en investigador y el joven le contó que al concluir los rezos de su Bar Mitzvá su padre se acercó al Rabino y palmeando al joven en la espalda dijo: "¿Ha visto, Rabino, qué bien y rápido ha estudiado mi hijo la Haftará?". El Rabino miró al joven a los ojos y le dijo: "Hijo...debes saber que un judío debe aprender algo nuevo cada día".

Concluye el hombre: "Esa frase que dijo aquel día, fue la que me transformó en científico".

El Rabino Bloom cuenta que dijo aquella frase tal como dijo mil frases similares antes y otras mil frases después. Muchas palabras salen de boca de un Rabino. No todas son especialemente interesantes. No todas pueden quedar grabadas en su memoria. Sin embargo para aquel joven, aquella frase marcó el rumbo de su vida, por haber sido dicha por el hombre adecuado en el lugar apropiado.

Éso fue lo que pasó con Ioná.
Éso fue lo que no logró entender Noaj.


Gustavo Surazski es Rabino de Kehillat Netzach Israel, la comunidad conservadora de la ciudad de Ashkelon.


viernes, octubre 07, 2016

Parashat VaIelej - Shabat Shuvá 5777

Golpeando la puerta de los cielos

Rabino Gustavo Surazski

Se cuenta que en una oportunidad -en tiempos de sequía- un Rabino congregó un minián para rezar por la caída de lluvias.

Al cabo de unos minutos, alguien susurró al oído del Rabino que una gran parte de los participantes en el minián eran conocidos ladrones.

"No importa...", dijo el Rabino.
"Si las puertas de la misericordia no se abren, ya tenemos "expertos" que  las abrirán a la fuerza".

....

Uno de los motivos más recurrentes en la oración de Iom Ha-Kipurim es el concepto de "Puerta".

La lista es larga:

"Avinu Malkenu, abre las puertas del cielo ante nuestras plegarias", diremos al cabo de cada oración.
"Las puertas del palacio, abrénos rapidamente", diremos antes de la Kedushá en Neilá.
"Abrenos una puerta, al momento en que la puerta de cierra", diremos luego al inicio de las Selijot.

Pero no necesitaremos de "expertos" para abrir esas puertas.

Porque el Soberano de todo, con su infinita piedad, nos brinda año a año este regalo Celestial llamado Iom HaKipurim.

El escritor argentino Alejandro Dolina dijo en una ocasión que las puertas –al abrirse y cerrarse- tienen la naturaleza única de poder mutar de estado.

De hecho, dice Dolina, una puerta que nunca se abre no es una "puerta" sino una pared. Y una puerta que nunca se cierra, no es una "puerta" sino un agujero...

Esto es el que transforma a Iom HaKipurim en el día más sagrado del año.

Creemos que este día es "Et Ratzón" (Un Tiempo oportuno para la plegaria). Un día en el cual las puertas del cielo se abren de par en par a fin de que podamos examinarnos y reconciliarnos con la chispa divina que anida en nuestros corazones. Y al cabo del ayuno, volverán a cerrarse.

Ni pared, ni agujero...¡Puertas!

En ese sentido, Iom HaKipurim es el día en el que Cielo y tierra se reúnen.

No olvidemos que según la tradición talmúdica, Iom HaKipurim es el día en el que las segundas Tablas son traídas por Moshé y Di-s perdona finalmente el pecado del becerro de oro (Baba Batra 121a).

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De acuerdo a la Torá, el Cielo y la tierra se aproximaron en dos ocasiones.

La primera de las veces, fue durante la generación de la torre de Babel hacia el final de Parashat Noaj. La segunda vez ocurrió en el sueño de la escalera de Iaakov al principio de Parashat VaIetzé.

Respecto a la torre de Babel, nos cuenta la Torá que cada varón dijo a su compañero: "Edifiquémonos ciudad y torre, y que su cima llegue a los cielos" (Bereshit 11, 4).

Respecto a Iaakov, las Escrituras nos enseñan que en su sueño aparecía una escalera que estaba apoyada en tierra y cuya "cima llegaba a los cielos" (Bereshit 28, 12).

No obstante, existe una diferencia crucial respecto al lugar de las puertas celestiales.

El Prof. Avigdor Shinán, enseña que el sueño de Iaakov propone una alternativa a la antiquísima creencia babilónica de que las puertas de los dioses se encontraban en el cielo (Ese es, de hecho, la etimología de la palabra Bab-El o Babylon: Puerta de los dioses).

Los babilonios creían que sólo se podía llegar a los dioses yendo hacia arriba y que la puerta de los dioses se hallaba en el firmamento. La historia de la tore de Babel, narra el intento fallido de la humanidad por lograr este cometido.

Iaakov, por su parte, llega a la conclusión opuesta.

Luego de despertar de su sueño dice: "Cierto, el Eterno está en este lugar, y yo no lo sabía...no es esto sino la casa de Dios, y esta es la puerta de los cielos" (Bereshit 28, 16-17). La Torá no sólo nos enseña que cielo y tierra se pueden juntar, sino también que la puerta del cielo se halla en "este lugar".

Eso es precisamente los que intentaremos hacer en las veinticinco horas más sagradas del año hebreo.

Iaalé Tajanunenu....que suba nuestra súplica
Iaalé Kolenu....que suba nuestra voz.

Con nuestras plegarias, aquí en la tierra, construiremos una escalera que ligue a la tierra con el cielo.

La puerta del cielo estará acá abajo...En las relaciones inter-personales, y en el vínculo que creamos con nuestros prójimos a fin de cumplir con el propósito con el que fuimos creados hace 5777 años.

Y de la misma manera en que las puertas del cielo se abren en estos días, Iom HaKipurim nos invita a "forzar" aquellas puertas terrenales que se encuentran frente a nosotros y que no nos animamos a cruzar.

Porque no siempre tenemos el coraje y los recurson anímicos para hacerlo.

....

En una tierra en cruda guerra, había un rey que causaba espanto... Siempre que capturaba prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una gran sala, oscura y de fuertes muros de piedra, en la que había un grupo de arqueros de su ejército.

Sobre uno de los lados de esa terrorífica sala, estaban reunidos los arqueros, y sobre la otra pared, había, cerrada con una tranca, una puerta de pesadas y atormentadoras hojas, sobre la cual había dibujada aterradoras imágenes.

En esta sala el rey les ordenaba a los prisioneros formar un círculo, y dirigiéndoles la palabra les decía: "Ustedes podrán elegir entre morir en forma rápida y segura, flechados por mis arqueros, o pasar por aquella pesada puerta, la que por mí mismo será trancada, una vez que hayan pasado".

Todos escogían ser muertos en forma rápida, por los arqueros del rey.

Al finalizar la guerra, un soldado que por mucho tiempo había servido al rey, dirigiéndose a su soberano, le dijo: "Señor, ¿le puedo hacer una pregunta? ¿Qué cosa hay detrás de tan asustadora y temida puerta?".

"¡¡¡Vaya y vea por usted mismo!!!", le respondió el rey.

El valiente soldado, entonces, abre temerosamente la puerta y a medida que lo hizo, los rayos fueron entrando y aclarando el ambiente.

Finalmente descubrió, absolutamente incrédulo y sorprendido, que la terrorífica puerta se abría sobre un camino que conducía a su libertad....

....

¿Cuántas puertas no abrimos por miedo al cambio?

Para muchos puede ser, por miedo al fracaso, o a volar más alto sin "red de seguridad" a nuestros pies.

"Yo abriré una puerta", parece decir Dios en Iom HaKipurim ¿¿¿Y qué hay de ustedes...???".

La pregunta acerca de qué puertas deseamos abrir en el transcurso de año entrante debe ser parte constitutiva de nuestro examen personal de Iom HaKipurim.

Las puertas del cielo se cerrarán al cabo de veinticnco horas de ayuno y plegaria, pero allí –frente nuestro- quedarán otras puertas clamando por la llave que pueda franquearlas.

Y si no hay llave, lo haremos como "expertos"...¡por la fuerza!

Porque solo cruzando esas puertas, tendremos el envión necesario para nuestro crecimiento, como seres humanos, como judíos y como comunidad.

"Haznos regresar a Ti, Dios, y regresaremos. Renueva nuestros días como antaño".

Guemar Jatimá Tová

miércoles, septiembre 14, 2016

Parashat Ki Tetzé

Como dos extraños

Uno de los preceptos mencionados en la Parashá es el que prohibe arar con "buey y asno juntos" (Devarim 22, 10).

A la luz de este imperativo bíblico, cabe formularse dos preguntas:

En primer lugar: ¿Cuál es el mensaje que encierra este precepto?
Y en segundo término: ¿Qué puede el hombre contemporáneo aprender de esta particular mitzvá?

En lo personal, es muy posible que nunca tenga la posibilidad de cumplirla. No tengo campo, y tampoco sabría cómo dedicarme a su cuidado.

(Toyota, Honda y otras empresas automotrices, producen desde hace algunos años vehículos "híbridos" que combinan gasolina y electricidad en su andar. Posiblemente esto sea lo más cercano al espíritu bíblico que pueda encontrar en mi vida real).

RaSHI enseña que dicha prohibición es también relevante para cualquier otro par de especies animales que sean reunidas a fin de realizar una tarea en común.

Y Sefer HaJinuj agrega que esta prohibición no se limita al arado del campo, sino también a su siembra o incluso a la combinación de buey y asno con fines de transporte, por ejemplo.

¿Qué es, en definitiva, lo que nos enseña este precepto?

Jizkuni aporta tres razones para esta prohibición:

a. El buey es un animal rumiante y el asno no lo es. Mientras uno continúa masticando (el buey), el otro (el asno) sufre viendo que no tiene más comida.  
b. Dado que el buey es el rey de las bestias y su figura adorna el sitial divino (Iejezkel 1, 10) y el asno es un animal despreciable. Por lo tanto, su reunión no resulta compatible.
c. Dios siente piedad por todas sus criaturas, y la capacidad física de ambos animales es dispar.

Deseo ampliar el espectro de respuestas planteados por Jizkuni, sirviéndome de una historia atribuída a Rabí Simja Bunim de Peshisja:

Un hombre de negocios de fama mundial oyó hablar de una gran feria de caballos que se llevaba a cabo en una lejana ciudad.

Al saber que se trataba de una exposición prestigiosa, tomó dos de sus caballos más preciados -el uno de raza egipcia y el segunda de raza india- los ató a su carro y salió al camino.

No pasó mucho tiempo, hasta que el hombre se encotró hundido en el barro con sus dos preciados corceles.

Furioso, el hombre tomó su látigo y comenzó a golpear a los animales a diestra y siniestra. Sin embargo, todo fue en vano. Los caballos no lograban salir del pantanal.

Agotado y preocupado, el hombre permaneció en el lugar pensando en una solución alternativa. Fue entonces, que al levantar la vista vio a un anciano cruzando el pantanal con un carro desvencijado tirado por dos caballos viejos y demacrados.

El hombre no pudo creer lo que veían sus ojos. ¿Cómo era posible que aquellos pobres animales lograban hacer lo que sus preciados caballos no lograban?

Se acercó, pues, al anciano y le preguntó por el don de sus escuálidos caballos.

El anciano, le preguntó a aquel acaudalado hombre: "¿Y de dónde son tus caballos?".

Orgulloso, respondió hombre: "El uno es egipcio, y el otro de raza india".

"Exactamente ahí reside la diferencia", le dijo el anciano.

"Tus caballos son distinguidos por separado, pero juntos no van a ningún lado. Los míos, en cambio, son hermanos; crecieron en el mismo establo, bebieron del mismo estanque y se alimentaron del mismo heno. Por ello cuando yo golpeo con el látigo a uno, enseguida el otro acude a su ayuda para que su hermano no sufra. Los tuyos, mientras tanto, van por la ruta como dos extraños...el uno tira para un lado y el segundo para el otro y cada uno atiende su juego".

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Posiblemente esta sea otra de las razones para dicha prohibición bíblica. ¿Cómo pedirle a un buey que se compadezca del sufrimiento de un asno?

No olvidemos que la esclavitud en Egipto, finalizó cuando un joven llamado Moshé salió donde sus "hermanos y vió sus trabajos pesados" (Shemot 2, 11). Cuando uno ve el rostro del prójimo y ve a un hermano, el camino a la empatía y a la mancomunión es corto.

No solo se trata aquí, por lo visto, de bueyes y asnos.


Se trata aquí de un fundamento que es clave para la construcción de toda sociedad equitativa,  justa y ordenada. 

miércoles, septiembre 07, 2016

Parashat Shoftim 5776

Recalculando

Al inicio de nuestra sección semanal leemos acerca de las regulaciones referidas a los jueces de Israel.

"No tuerzas el juicio, no seas parcial y no tomes soborno; pues el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte la palabra de los justos" (Devarim 16, 19).

Existe una vieja parábola del Maguid de Duvno acerca del poder "transformador" del soborno.

Se cuenta que vino un perro a quejarse delante del león.

Le dijo: "Oye amigo. Ambos somos animales impuros...¿por qué a tí te quieren tanto y a mí no? Contigo adornan el Arón Ha-Kodesh y bordan con tu imagen el vestido de los sifrei Torá...¿por qué a mí me dejan siempre de lado?

Le respondió el león: "Es simple. Yo no hago diferencia entre mis víctimas. Si tengo hambre y veo a un humano, me le tiro encima y lo devoro. En cambio tú tienes hambre y le ladras a todo el mundo. Pero si alguno te arroja un hueso, enseguida mueves la cola".

Tal es el poder del sobormo. Los jueces juzgan a todos con la misma vara, pero un "hueso" cambia todo el panorama.

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Resulta interesante que Moshe Rabenu, al momento de referirse al Soberano del mundo, utiliza un lenguaje similar al utilizado para hacer referencia a los jueces de Israel.

"Que el Eterno, vuestro Di-s, es el Di-s de de los dioses y Señor de los señores...que no es parcial y no toma soborno" (Devarim 10, 17).

Y aun así, existe una cierta tensión en nuestras fuentes acerca de si Di-s acepta o no el "soborno" de los mortales.

Pergunta el Midrash (Midrash Tehilim, Salmo 17):

¿Y cuál es el soborno que toma (el Santo Bendito) de los malvados en este mundo? El arrepentimiento (Teshuvá), la plegaria (Tefilá) y las obras de benevolencia (Tzedaká).

Dijo el Santo Bendito: "En tanto los pórticos de la plegaria permanezcan abiertos, hagan Teshuvá, dado que Yo tomo soborno en este mundo. No obstante, cuando me siente en el juicio en los tiempos por venir, no tomaré soborno".

El Midrash logra resolver dicha tensión afirmando que en tanto habitemos este mundo Di-s efectivamente toma soborno. No así en el mundo venidero.

Precisamente, esa fue la brillante idea que vino a la mente de Rabí Israel Salanter.

En una ocasión, salió Rabí Israel a la calle a pocos días de Rosh Ha-Shaná. Era bien entrada la noche y a través de una ventana logró ver a un zapatero trabajando a la luz de la vela.

Se acercó Rabí Israel y le preguntó: "¿Por qué trabajas hasta estas horas?". Y el zapatero le respondió: "Mientras la vela arda, aun se puede arreglar".

Rabí Israel salió a la calle y coemnzó a gritar: "Hermanos judíos...¿han escuchado? Mientras la vela arde...¡aun se puede arreglar!".

...

¿Cómo debiéramos entender la afirmación de que se puede sobornar a Di-s?

Sería un error quedarnos en la literalidad del texto. Entiendo que nuestros Sabios nos están enseñando aquí que el destino del hombre nunca está cerrado.

Los antiguos griegos, por ejemplo, consideraban que el destino del hombre estaba dictado de antemano.

La tradición judía entiende que el judío va moldeando su destino, controla sus impulsos y corrige sus caminos. Y aquello que haga aquí abajo halla eco en las alturas celestiales.

No he visto ningún zapatero, ni ninguna vela ardiendo entrada la noche. Sin embargo, un episodio del que fui protagonista hace unos días despertó en mí un pensamiento similar al de Rabí Israel Salanter.

Salía de Jerusalem rumbo a Ashkelon bien entrada la noche. Me encontraba en los barrios orientales de Jerusalem y, algo desorientado, decidí programar el GPS.

Súbitamente me encontré que el GPS me llevaba por una ruta muy oscura e intransitada y decidí detener el auto para retomar la ruta conocida.

Reprogramé el GPS, y éste pensó por unos segundos.
"RECALCULANDO", me dijo.

Posiblemente no exista adagio más adecuado que este del GPS para el mes de Elul y los Iamim Noraim: RECALCULANDO