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sábado, abril 22, 2006

Parashat Tazria-Metzora 5766

Exposición a la Santidad

…Y al día octavo, será circuncidada la carne de su prepucio (VaIkrá 12, 2-3)

¿Por qué la mitzvá del Brit Milá se cumple al día octavo y no al séptimo?

La respuesta la trae el Midrash (Mejiltá Shemot 31) cuando dice: ¡Cuán importante es el Shabat, que el niño no es circuncidado sino louego de que un Shabat pasa sobre él!.

El Brit Milá, al día octavo, asegura que ese niño sea elevado por un Shabat antes de ingresar al pacto de Abraham.

Es una idea sumamente profunda la que nos acerca el Midrash. Los valores sagrados de nuestra tradición –nos dice- tienen el poder de agregar un plus a nuestra existencia.

Algo similar ocurre con las leyes respectivas a la escritura del Sofer. Seguramente sabrán que los nombres de Di-s no pueden borrarse. Tomemos por ejemplo el nombre Elo-him. La palabra Elo-him, esta claro, no puede borrarse. Ahora…¿Qué ocurre si se trata de la palabra Le-Elo-him? ¿Puedo borrar esa letra lamed? Y…¿qué pasará si está escrito Elo-henu? ¿Puedo borrar la nun y la vav?

La Halajá es contundente. Toda letra escrita antes de un Nombre (como la lamed de LeElohim), puede ser borrada. Pero toda letra escrita después del Nombre (como la nun y la vav de Elohenu) no puede borrarse ya que el Nombre que las precede las consagra y les confiere santidad.

Hace unos años en Argentina, después de participar en la postura de tefilín de un joven Bar Mitzvá, se me acercó un conocido y me dijo:

‘¿Para qué hacemos todo esto? Este joven –posiblemente- no se coloque tefilin nunca más en su vida. ¡Los tefilín ni siquiera son suyos! ¡Esto es un circo!’.

Me vi tentado a decirle que tenía razón. Pero no. Realmente no lo creo así.

Creo fervientemente en el poder transformador de la santidad y de los valores sagrados de nuestra tradición.

Aun cuando un joven haya decidido ese jueves al levantarse que nunca más colocará sus tefilín, creo que el sólo hecho de colocarlos tiene el poder de vencer su resistencia.

Tal vez no lo haga…Pero nadie sabe en qué momento una chispa comienza a hacerse fuego.

A eso lo llamo ‘Exposición a la santidad’.

La misma exposición que tiene una criatura cuando pasa por el Shabat antes de incesar al pacto de Abraham. La misma exposición que tiene la nun y la vav escritas después de uno de los sagrados Nombres de Di-s. La misma exposición que tiene un joven cuando coloca sus tefilín por primera vez en su vida.


miércoles, abril 19, 2006

Parashat Sheminí 5766

Ángeles y Bestias 

Dice el Midrash en Bereshit Rabá (8, 11) que Di-s al crear al hombre se inspiró tanto en los ángeles como en las bestias

Dijo Di-s mirando a los ángeles: El hombre estará de pie, hablará, comprenderá y mirará como los ángeles. Y luego, mirando a las bestias, dijo: El hombre comerá, beberá, hará sus necesidades, se procreará y morirá como las bestias.

Somos una creación única. Tenemos algo de ángeles y tenemos también algo de bestias. Sabemos que somos solo polvo y ceniza frente a la inmensidad de Di-s. Pero, al mismo tiempo, sabemos que nuestro intelecto nos ubica por encima de las bestias.

Sabemos que el género humano ya puede fabricar robots con forma humana. Una carcaza metálica reemplaza al esqueleto humano. Una suma de motores, poleas y engranajes imita al sistema muscular. Un complejo sistema de cámaras y sensores le brinda una mínima capacidad para sentir.

¿Pero cómo hacerle entender a ese robot que a una sopa le falta sal? ¿Cómo hacer para que un robot, además de ser práctico, sea creativo e intuitivo? ¿Cómo hacer para sembrar en su oxidado corazón la semilla de la humildad, el ánimo de superación, la devoción por Di-s?

Resulta imposible. Un robot podrá ganarle una partida de ajedrez a Garri Kasparov, pero no podrá jamás levantarse una mañana y leer espontáneamente un Salmo de alabanza a Di-s por tener todos los engranajes en su lugar. Y tampoco un animal podría hacerlo...

El género humano ha sido creado con todos estos dones, que al modo de pequeñas semillas habitan en nuestro interior. Dependerá de cada uno el que esas semillas den frutos.

Parashat Sheminí nos habla acerca de las normas alimenticias judías –el kashrut- mencionando una larga lista de alimentos prohibidos y permitidos.

Podríamos preguntarnos: ¿Por qué no puedo comer lo que quiero? ¿Soy una mala persona por comer un sandwich de jamón crudo?

La respuesta es NO. Hay buenas personas que comen sandwiches de jamón crudo y hay malas personas que comen únicamente pastrón kasher…Pero no es ese el fin de las normas del Kashrut.

No somos ángeles…Pero tampoco somos bestias. Las bestias comen de acuerdo al dictado de su instinto. El Kashrut es una forma de expresar nuestra devoción por Di-s, haciendo lo que Él nos indica en lugar de hacer lo que nos indica nuestro cuerpo. Es la herramienta que nos brinda nuestra tradición para elevarnos por sobre nuestros instintos, aun cuando todos sabemos que no somos ángeles.


sábado, abril 08, 2006

Shabat Jol HaMoed Pesaj 5766

B"H
Un Ejercicio de Sensibilidad

Pesaj es el ejercicio anual de la sensibilidad judía. Un ejercicio de siete días en el que se nos enseña que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante el sufrimiento humano, ante la exclusión, ante la marginalidad, y ante la pobreza.

En unos pocos días diremos Kol Dijfin Ietei VeIejul (que venga todo aquel que tenga hambre). Abrimos la puerta de nuestra casa en el seder; pero si no abrimos nuestro corazón ante el que sufre durante el resto del año, la Hagadá quedará sólo en palabras, de la misma forma que pueden quedar en palabras las promesas de cambio y los golpes de pecho durante los Iamim Noraim...

El célebre Maguid de Duvno cuenta la historia acerca de un hombre había enfermado. Su dolencia era seria y se llamó al mejor de los médicos para que atienda su mal. El doctor, observó al paciente, y vio que el cuadro era grave pero tenía cura. Sacó su libreta del bolsillo, escribió la receta y dijo a la familia: ‘Tres veces por día, dénle esto’.

La familia pagó al médico sus honorarios, tomó la receta en sus manos, y tomando una tijera en sus manos cortó la receta en pedazos y tres veces por día administraba al enfermo esa medicina: un vaso de agua, y un pedacito de papel.

De más está decir que el cuadro del enfermo empeoró hasta límites insospechados. Fueron a buscar al médico: ‘¡Ladrón!’, le dijeron. ‘¡Nos ha estafado!’.

El médico sabía que su receta no fallaba. Pero sospechó que tal vez, en un fallido, equivocó la receta. Al solicitar la receta a la familia y viendo el papel hecho trizas, descubrió la verdad. ‘¡No me refería a la receta, señores; hablaba de su contenido! ¿Cómo piensan curar a un enfermo con un pedazo de papel?’.

De igual manera ocurre con Pesaj. Y el verdadero desafío de esta festividad será entender que no debemos ‘masticar’ el papel de la Hagadá, sino saborear su contenido, y decidir si esta historia es de papel o es la nuestra. Si la recordamos con nostalgia como una historia vieja, o nos sumamos a esta historia sintiendo al Éxodo de Egipto como propio y obrando en consecuencia.

sábado, abril 01, 2006

Parashat Tzav 5766

Barriendo las Cenizas

Y vestirá el sacerdote su vestidura de lino, y calzones de lino vestirá sobre su cuerpo; y apartará la ceniza que consumiere el fuego el holocausto sobre el altar y la pondrá al lado del altar’ (VaIkrá 6, 3)


El holocausto era un sacrificio especial que se ofrendaba y que se quemaba por entero en el altar, quedando de él solamente cenizas.

La jornada del sacerdote, entonces, comenzaba con la escoba en sus manos. El sacerdote, acostumbrado a su pertenencia a la elite, debía comenzar su jornada vistiendo sus ropas más sencillas y ocupándose de las cenizas de los holocaustos.

Antes de ocuparse del presente, de las ofrendas que irían a dedicarse en la jornada por comenzar, debía ocuparse de lo hecho el día anterior. Ante todo, debía ocuparse de limpiar los despojos de los holocaustos pasados.

¿Por qué empezar el día barriendo?

Tal vez el relato de la destrucción de Sedom y Amorá (Sodoma y Gomorra), en el capítulo 19 de Sefer Bereshit, pueda ayudarnos a entender la razón de esta rutina diaria.

La creencia generalizada supone que la mujer de Lot quedó transformada en sal por mirar hacia sus espaldas cuando se producía la destrucción de las ciudades Sedom y Amorá.

Sin embargo, si leemos detenidamente el Texto, veremos que esto no es del todo exacto: La mujer de Lot quedó paralizada por mirar las espaldas de su marido, no las suyas...No dice la Torá: VaTabet Ishtó MEAJOREHA (Y miró la mujer a sus propias espaldas) sino VaTabet Ishtó MEAJARAV (Y miró la mujer a espaldas de él, de su marido). Nada nos produce mayor parálisis que observar el pasado a espaldas de nuestros prójimos, en lugar de mirarlo a espaldas nuestras.

Algo similar ocurría con el sacerdote. El vivía codeándose con el pasado de los demás. Cada ofrenda podía ser un pecado. Cada sacrificio podía ser una transgresión. Por eso, la orden de barrerlos; conductas como la de la mujer de Lot pueden ser muy peligrosas…

De aquí aprendemos, que no se le debe recordar la condición de pecador a aquel que trajo su sacrificio ante Di-s y confesó su pecado. Barrer los vestigios del sacrificio y olvidarlo constituye, de esta manera, una auténtica mitzvá. Recordar esos vestigios constituye una de las peores transgresiones.