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jueves, noviembre 13, 2014

Parashat Jaie Sará 5775

Un plus de generosidad

Parashat Jaie Sará relata el encuentro entre Eliezer -siervo de Abraham- y nuestra matriarca Rivká.

Abraham Avinu temía que su hijo Itzjak tome por esposa a una mujer cnaanita y decide enviar a su siervo a Aram Naaraim a fin de encontrar una candidata apta para nuestro segundo patriarca.

Eliezer fijó un criterio claro a la hora de su búsqueda.

"He aquí que yo estoy parado junto a la fuente del agua, y las hijas de los hombres de la ciudad salen para sacar agua. Y será la moza a quien le diré: "Inclina, por favor, tu cantaro y beberé", y dijere: "Bebe y también a tus camellos daré de beber", a ella destinaste para tu siervo, para Itzjak; y en ella sabré que hiciste merced con mi señor" (Bereshit 24, 13-14).  

Eliezer no está bucando una mujer bella ni una candidata de linaje. Tampoco quiere una mujer que descolle por su inteligencia. Eliezer busca una mujer sensible y piadosa. Pero ésto tampoco era suficiente; buscaba una mujer que manifieste un plus de generosidad. Sabía que a través de sus camellos iría a descubrir la virtud de aquella moza.

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En Octubre de 2012 arribé a Nueva York en vísperas del huracán Sandy. Para mi se trataba de un viaje de trabajo y de paseo. Finalmente no logré hacer ni una cosa ni la otra. Pasé una larga semana en casa de mi hermana, en un barrio de Queens habitado mayormente por israelíes.

Por lo general se puede reconocer a los israelíes del lugar por el modo en el que conducen o estacionan sus vehículos en doble fila. Sin embargo,  en dicho viaje pude apreciar ciertos rasgos distintivos de la población israelí que se vinculan con la figura de nuestra matriarca Rivká.

Los destrozos de Sandy -como se preveía- fueron de importancia. Hubo decenas de víctimas fatales, heridos y una amplia zona de la ciudad de Nueva York se vio desbordada por las aguas. Éstas hicieron colapasar el transporte subterraneo y clausuraron los puentes de acceso a Manhattan.

Cientos de miles de americanos se vieron desplazados de sus hogares y fueron alojados en casas particulares o en refugios públicos. Pude ver en aquellos días el inapreciable valor de la mitzvá de Hajnasat Orjim (hospitalidad con los huéspedes).

Miles de personas pasaron semanas viviendo en casa de los pocos afortunados que no fueron afectados por el temporal. Allí podían recibir un plato caliente, una ducha reparadora, y una conección a Internet (a menudo pareciera que quedarse sin Facebook fuera más serio que quedarse sin agua...).

Una de las consecuencias secundarias de aquel terrible huracán fue la falta de combustible.

Las estaciones de servicio en el area de Nueva York se asemejaban a las de un país del tercer mundo en vísperas de un aumento; medio día de espera para abastecer a los autos de gasolina.

La gente comenzó a racionalizar el uso del auto por más de una semana. Muchos se quedaron sin combustible –siquiera- para llegar a la estación de servicio barrial. Millones de personas tenían que viajar al trabajo o al médico o a la despensa y no tenían cómo hacerlo. Las distancias en Nueva York son extensas y el americano medio no está muy acostumbrado a andar sin auto.   

Entre las muestras de solidaridad, se destacó una vecina de mi hermana.


La mujer –de nacionalidad israelí- viajaba todos los días a Connecticut y traía de allí bidones de combustibles para los vecinos de la cuadra. Se trató de una actitud tan original, puntual e inmediata que mereció el rápido reconocimiento de sus vecinos. Se trataba claramente de un gesto que supereba con creces lo esperado. En Connecticut las estaciones de servicios trabajaban con relativa regularidad y la generosidad de aquella mujer trajo gran alivio a sus vecinos.

Cierto es que no dio de beber a los camellos al modo de nuestra matriarca Rivká. Sin embargo, atender un vehículo "sediento" en aquellas circunstancias no es algo que deba darse por sobreentendido ¡También éso puede ser una gran miztvá! La mujer supo dar un plus de solidaridad y generosidad, exactamente lo que buscaba el siervo de Abraham en aquella candidata. 

De haber andado Eliezer por Queens en días del huracán Sandy, sin dudas hubiera tomado nota. Aquella mujer era una candidata más que apta para compañera de Itzjak. No todas las mujeres tienen el mismo ADN de nuestra matriarca Rivká...

jueves, noviembre 06, 2014

Parashat VaIerá 5775

El Ejemplo de Abraham

La Parashá de esta semana comienza diciendo: ‘VaIerá HaShem Elav BeElonei Mamre’ (Bereshit 18, 1). ‘Y se le apareció a Abraham Dios en el encinar de Mamre’.

¿Quién era Mamré? 

El midrash cuenta que Abraham tenía tres amigos. 

Uno se llamaba Aner, otro Eshkol y el tercero Mamré. 

Cuando Di-s se le apareció a Abraham hacia el final de la Parashá pasada y le habló de practicarse el brit milá, Abraham fue a pedir consejo a sus tres amigos. Aner, el primero, le dijo: ‘¿¡Estas loco!? Vas a lastimarte y cuando vengan tus enemigos a perseguirte no vas a poder escaparte...’. Eshkol, el segundo, le dijo: ‘Sos viejo ya...No vas a poder soportar el brit milá...’. Mamré, el tercero, le dijo: ‘Cumple con la voluntad de Di-s, que Él sabrá como protegerte...’ (Ver Tanjuma Vaierá 3).

Abraham siguió el consejo del tercero. Se circuncidó a la edad de noventa y nueve años y circuncidó a su hijo Ishmael cuando este tenía trece años. La misma Torá lo dice: Primero se circuncidó él, luego circuncidó a Ishmael y luego a todos los varones de su casa (Bereshit 17, 26-27).

Pero cabe preguntarse: Si Abraham tenía que practicarle el brit milá a todos los hombres de sus casa...¿no convenía que se circuncide último? Abraham, el hombre de la buena retórica, quien podía convencer a todos por el arte de su palabra...¿con qué fuerza iba a convencer a los hombres de su casa con el dolor que llevaba a cuestas?

Ocurre que el hombre de la palabra convincente entiende que hay un punto en el cual las palabras no alcanzan y hay que educar con el ejemplo. Las ejemplos hablan más fuerte que las palabras.

Todos somos Abraham...Todos en algún momento debemos tomar la iniciativa y servir como ejemplo para alguien. Podemos ser ejemplos como Rabinos, como maestros, como dirigentes, como padres e incluso como hijos. Si queremos que alguien nos siga, que alguien nos escuche, debemos ir adelante.

Una ejemplo vale más que mil palabras, ya que el ejemplo mueve a la acción y las palabras no siempre lo hacen.

Quiera Di-s inspirarnos y dotarnos de fuerza para que podamos ser hombres y mujeres de iniciativa contagiando a nuestros prójimos con nuestra voluntad, nuestros ejemplos y nuestra fuerza.