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lunes, diciembre 31, 2007

Parashat VaErá 5768

El auténtico coraje

En nuestra Parashá, las plagas comienzan a caer sobre Egipto. Primero fue la sangre, luego las ranas, luego los piojos, y así continuaría la historia con las siete plagas restantes.

Sin embargo, ocurría algo muy interesante en esta pulseada entre Moshé, Aharón y el faraón. Moshé y Aharón ejecutaban las plagas y los magos lograban imitarlo. Si Aharón golpeaba las aguas y las convertía en sangre, los magos del faraón hacían lo mismo. Si Aharón golpeaba el río con su vara y subían las ranas sobre Egipto, los magos del faraón también lo hacían.

Seguramente, el faraón y sus brujos creían que estaban poniendo en rídiculo a Moshé, a Aharón y al mismísimo Dios de Israel.

Pero después de la plagas de los piojos, esta la historia comienza a dar un giro sin retorno: los brujos del faraón viendo que la plaga de los piojos se volvía incontenible proclaman ante el faraón (Shemot 8, 15) Etzvá Elo-him Hi (Esto es el dedo de Dios).

¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?

Los magos egipcios entienden que ellos pueden imitar las plagas, pero no pueden erradicarlas. Ellos pudieron imitar la plaga de la sangre y la plaga de las ranas. Pero erradicar la plaga ya era otra cuestión: sólo Di-s podía hacer eso. El poder de Dios tenía esa peculiaridad inimitable.

Los brujos egipcios logran comprender en la tercera plaga algo que al faraón le demandaría otras siete: el auténtico poder no se expresa trayendo la peste, sino erradicándola.

En el mundo de las relaciones internacionales ocurre algo similar. Hacer la guerra siempre ha sido un acto de coraje. Pero el auténtico coraje se expresa cuando toda esa energía que se deposita en la batalla, se vuelca para el lado de la paz.

Así como el poder de Dios se demostró cuando erradicó las plagas y no cuando las trajo, así también el auténtico poder de los gobiernos terrenales se aprecia cuando están dispuestos a erradicar la guerra y no a hacerla.

Estoy seguro que Itzjak Rabin Z’L, Menajen Beguin Z’L y tantos otros más líderes judíos y no judíos a lo largo de la historria, tuvieron que vencer más miedos al extender sus manos al enemigo del que tuvieron cuando empuñaron la espada para matarlo.

No se cuantas veces un gobernante fue asesinado por emprender un acto de guerra. Pero sí se de muchos que pagaron con su vida por haber emprendido un acto de paz.

A menudo pareciera que la resistencia de una sociedad a la sóla idea de la paz, es mucho más fuerte que la resistencia a hacer la guerra. A menudo siento que la palabra ‘Paz’ pasó de moda en nuestro país.
En los setenta y en los ochenta todo chico israelí le cantaba a la paz. Hoy quien habla de paz enseguida es tildado como un ‘romántico’ o –peor- como un ‘nostálgico’.

Hoy aprendimos en Israel a conformarnos con mucho menos. Un alto de fuego ya nos alcanza. Dormir tranquilos por las noches ya nos alcanza. Aprendimos a ser conformistas, que es mucho más triste que ser un ‘nostálgico’.

Quiera Dios dotarnos con el coraje de mirar hacia delante sin resignación y, a nuestros dirigentes, la valentía para hacer la paz sin cavilación y temor.

lunes, diciembre 17, 2007

Parashat VaIeji 5768

Hace frío ahí afuera

Una cuestión que a menudo preocupa a los padres es cómo generar en nuestros hijos los anticuerpos para que puedan manetener los valores cultivados en casa sin que se hallen amenazados por "valores" nocivos productos de la socidedad que los circunda.

Y no sólo me refiero a aspectos de la identidad judía. Esta cuestión es también relevante cuando pensamos en temas como el tabaquismo, el alcohol o las drogas.

¿Cuánta influencia tendrá el predicamento paterno en la educación del hijo? ¿Cuánto estarán influenciados por sus pares?

En la Parashá de esta semana encontramos sugerida dicha tensión. Nuestro patriarca Iaacov sabe que sus días están contados, y llama a sus doce hijos a fin de bendecirlos.

Sin embargo, ante todo, Iaakov bendice a sus dos nietos, Efraím y Menashe. "Y les bendijo en aquel día diciendo: En vuestro nombre bendecirán a los hijos de Israel, diciendo: ¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!"(Bereshit 48, 20).

Con el correr de las generaciones, este versículo dio forma al "Birkat HaBanim", la bendición que dicen los padres sobre sus hijos en el Shabat y en la víspera de Iom HaKipurim. La pregunta es por qué razón esta bendición es protagonizada por Efraím y por Menashé. ¿Por qué fueron ellos "recompensados" con este honor? ¿Por qué no bendecir: "Haga Di-s que seas como Abraham, Itzjak e Iaakov", de la misma forma que las hijas son bendecidas "Haga Di-s que seas como Sara, Rivka, Rajel y Lea"?

El Rabino Shmuel Hominer Z"L nos da una respuesta a este interrogante en su libro "Eved HaMelej":

De todas las tribus, sólo Efraim y Menashé nacieron y fueron críadas en la impureza egipcia. En su hogar -tal como se acostumbra en la casa de todo virrey- siempre ingresaban los ministros y los magos egipcios.

Allí -en una tierra no judía, lejos de la sagrada Tierra de Israel- moraron durante largos años. No ocurrió lo mismo con las diez tribus restantes. Ellas crecieron y fueron educadas en la casa de Iaakov Avinu; su espíritu yacía sobre ellas.

A pesar de ello, cuando Iaakov llegó a Egipto vio que Efraim y Menashé no fueron trás la impureza del lugar, y no aprendieron los usos y las costumbres de dicha nación. Por el contrario, vio que fueron críados y educados sobre las rodillas de Iosef en un ambiente de Torá y temor al Cielo, a punto que estuvieron aptos para ser contados dentro de las doce sagradas tribus de Di-s.

Las palabras del Rabino Shmuel Hominer son sumamente relevantes; sugiere que aquellos dos niños -entre todas las otras tríbus- tenían la mayor probabilidad de elegir un camino diferente al de sus antepasados. ¿Cuánto tiempo podrán sostenerse los valores de su familia frente a un entorno tan amenazante?

"¡Haga Di-s que seas como Efraím y como Menashé!" no es una póliza de seguro...Es una oración desde el fondo de nuestro corazón para que nuestros hijos sigan nuestros pasos, porque hace frío ahí afuera.


lunes, diciembre 03, 2007

Parashat Miketz (Januka) 5768

Cuerpo y Espiritu

En el capítulo 10 de Sefer Bereshit, se nos cuenta acerca de los hijos de Noaj que fueron los antepasados de todas las naciones del mundo.

El primer hijo fue Shem. Todos sabemos el significado de la palabra "Shem" (Nombre). El nombre es la esencia del ser humano, el universo del espíritu. Nuestro antepasado Abraham era descendiente de Shem de manera que -en efecto- todos nosotros, como judios, somos descendientes suyo.

El nombre Jam, segundo hijo de Noaj, deriva de la palabra "Jom", que significa "calor". El mismo nombre remite al mundo de lo físico, lo instintivo y -a menudo- lo primitivo. Los cananeos fueron descendientes de Jam.

El tercer hijo fue Iafet, palabra que deriva del vocablo "Iofi", que significa "belleza". Él es el arquetipo del mundo del arte y la estética. No es casual que la Torá nos cuente que Iafet engendró a Iaván (Grecia), imperio que ha sido insuperable en estas areas.

Para comprender el sentido profundo de la festividad de Januka, debiéramos pensar en la naturaleza esencial de Noaj y sus hijos. La guerra de los Jashmonaim no fue sólo una guerra para asegurar la supervivencia física del pueblo judío, sino también una guerra para asegurar su supervivencia espiritual. Se trató de una guerra entre los valores que se desprenden de la esencia de Iefet y de la esencia de Shem. Con ésto, no quiero decir que el pueblo judío esté en contra de la estética, el arte y el deporte. La tradición judía jamás se opuso a la belleza externa, pero nunca permitió que el cuerpo prevalezca sobre el espíritu. El conocido versículo que afirma que "La gracia es engañosa y vana es la belleza; la mujer que teme al Eterno será alabada" (Mishlei 31, 30), no niega el valor de la gracia y de la belleza, sino que afirma que sin belleza espiritual ambas carecen de valor.

Iosef, sobre quien leemos en la Parashá de la semana, fue un hombre de una gran belleza (Ifé Toar Vifé Maré). Sin embargo , los sabios nunca se refieren a él como "Iosef, el bonito", sino como "Iosef, el Justo (HaTzadik)", prueba de que Iosef logró vencer el acoso de la esposa de Potifar.

Si me preguntan cuál es la razón de la supervivencia del pueblo judío después de tantas persecusiones y sangre, sólo hay una respuesta: el pueblo judío jamás se vio sometido al mundo material; ni a monumentos, ni a la tierra, y ni siquiera a las Tablas de la Ley.

Hemos aprendido a renacer después de la destrucción del Templo. Hemos crecido como nación, incluso en los difíciles tiempos del exilio. Supimos escribir libros después de la pérdida de las Tablas de la Ley.

Por otra parte, los pueblos que hicieron culto del cuerpo y del mundo material aparecen hoy en los libros de historia. Eso sólo deuestra que se puede destruir el cuerpo, pero nunca el espíritu.


Podemos entender esta idea del relato sobre Rabí Janina ben Tradion, uno de los diez mártires del Impreio Romano. Cuando los romanos lo llevaron a ser ejecutado, se le envolvió con un rollo de la Torá y se le prendió fuego. Mientras su cuepo ardía, sus alumnos le preguntaron: "Rabí, ¿qué ve usted?". Él les contestó: "Veo que el pergamino se quema, pero las letras levantan vuelo" (TB Avodá Zara 18b). Los malvados pudieron quemar a un Rabino envuelto en el rollo de una Torá, sin embargo jamás lograron quemar la esencia eterna de aquel Texto. 

Las velas de Januka son un testimonio del triunfo del espíritu, valor que ningún poder terrenal puede destruir.


lunes, octubre 15, 2007

Parashat Lej lejá 5768

El costo de los sueños

Al comienzo de Parashat Lej Lejá, escucharemos nuevamente el llamado a Abraham Avinu: "Y dijo Di-s a Abram: Ve para ti de tu tierra y de tu parentela y de la casa paterna, a la tierra que te señalaré. Y te haré por pueblo grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás una bendición" (Bereshit 12:1-2).

RaSHI es sensible a la multiplicidad de bendiciones que son mencionadas en dichos versículos. Está escrito: "Y te haré por pueblo grande", "Y te bendeciré", "Y engrandecré tu nombre". ¿No era acaso suficiente que la Torá diga "Y serás una bendición"?

RaSHI responde a dicho interrogante de manera formidable:

(¿Por qué son necesarias tres bendiciones para Abram?)

Dado que los viajes suelen afectar tres aspectos (claves en la vida de una persona): Afectan la capacidad procreativa, disminuyen la riqueza (de la persona) y lastiman su nombre. Por ello fueron necesarias estas tres bendiciones; Él (Di-s) le prometió hijos, riqueza y un buen nombre (RaSHI a Bereshit 12:2).

RaSHI sugiere que toda persona suele pagar un alto precio al momento de elegir un nuevo camino. Su familia, sus bienes y su buen nombre pueden verse afectados seriamente por la decisión.

No obstante sería erroneo concluir que es preferible quedarse quieto en lugar de transitar nuevos caminos y experimentar nuevas búsquedas. Los visionarios siempre asumen riesgos.

Podemos graficar esta idea mediante el siguiente ejemplo:

Cuando hoy viajamos por una ruta, sabemos que la misma fue ideada por ingenieros y profesionales de múltiples áreas.

Sin embargo cabe preguntarse: ¿Quién eligió el trayecto de dicha ruta?

En la era moderna, los constructores de caminos se apoyan en tecnología de última punta -como la fotografía satelital- a la hora de trazar senderos. No obstante, en ciertas ocasiones solemos circular por caminos cuya senda fue trazada hace cientos de años por algún intrepido viajante que buscó un camino por entre las montañas.

Muchos fueron los que siguieron sus pasos, hasta que un día aquellas primeras huellas se transformaron en una senda de tierra. Los años hicieron que aquella senda de tierra, se viera cubierta un buen día por empedrado, hasta que el cabo de un tiempo aquel empedrado fue cubierto por asfalto.

Hoy día, nuestro viaje se ha tornado sencillo. Sabemos bien cómo llegar a destino e incluso podemos saber cuánto demorará nuestro viaje. Pero aquel pionero que se hizo un camino por entres la montañas, asumió riesgos...

No sabía con qué habría de encontrase más allá del monte; no sabía si su buey o su burro tolerarían las inclemencias del camino; no sabía...

Ésto es exactamente lo que ocurrió con Abraham Avinu.

Hace un tiempo leí que Thomas Edison realizó dos mil intentos hasta llegar a inventar la bombita eléctrica. Luego de realizado el invento, un joven periodista le preguntó que había sentido con tantos fracasos. Edison respondió: "Yo no fracasé ni una sóla vez. Invente la bombita electrica...Lo mío solo fue un proceso de dos mil pasos".

Un viejo adagio dice que "todos los comienzos son difíciles" a lo que yo agregaría: "Y si no es difícil, eso significa que aun no has comenzado".

Tendemos a creer que el camino de Abram rumbo a la tierra de Cnaán comienza en Parashat Lej lejá. Sin embargo, si prestamos atención, veremos que hacia el final de Parashat Noaj se encuentra el punto en el cual Abram abandona Ur.

"Y tomó Teraj a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo y a Sarai su nuera, mujer de Abram, su hijo, y salieron con ellos de ur de los Casdeos, para ir a la tierra de Cnaán. y llegaron hasta Jarán, y se establecieron allí. Y fueron los días de Teraj doscientos cinco años, y murió Teraj en Jarán" (Bereshit 11:31-32).

La Torá nos cuenta algo sumamente interesante: también Teraj quiso llegar hasta la tierra de Cnaán. Sin embargo, al llegar a Jarán, prefirió quedarse allí. Por lo visto, Teraj no tenía ningún desvelo por llegar a aquella tierra.

Abraham escuchó la voz de Di-s y siguió adelante, aun cuando supo que asumía riesgos. Sin embargo, los visionarios siempre pagan un costo por sus decisiones.

Ser visionario no es algo propio de unos pocos elegidos, como Abraham Avinu. También nosotros, corremos en pos de sueños más humildes en nuestras pequeñas vidas. También nuestras vidas contienen esos puntos de inflexión en los cuales debemos elegir si seguimos para adelante o no quedamos quietos a fin de no asumir riesgo alguno.

Y en dicho punto, sólo nosotros habremos de decidir si seguiremos adelante en pos de nuestro sueño -a pesar de los riesgos que ésto conlleva consigo- o si proseguiremos nuestra vida adelante dejando pasar de largo una nueva oportunidad.


miércoles, octubre 10, 2007

Parashat Noaj 5768

¿Piedra o ventana?

La historia de Noaj es una de las historias favoritas de los niños debido a sus animales, sus pajaros y su arcoiris multicolor.

Tendemos a imaginarnos a Noaj mirando la lluvia bajo el techo de la cubierta del arca junto al elefante, la jirafa y los monos, pero al leer la descripción del arca en la Tora, vemos que la misma difiere notablemente de la idea que tenemos en nuestra mente. No había en el arca techo bajo el cual guarecerse y de hecho tampoco existía cubierta alguna.

De hecho, el arca se asemejaba más a un submarino que a un barco. Había una única ventana en el arca y sólo a través de ella los que moraban en su interior sabían de aquello que ocurría afuera.

Sin embargo, este es también un punto polémico e la exégesis bíblica.

La palabra "Jalon" (ventana) no aparece en nuestra porción de la Torá, sino más bien la palabra "Tzohar" que tiene más de un significado. Algunos la traducen como "claraboya", que es una clase de ventana, mientras que otros prefieren traducirla como "piedra preciosa" (RaSHI).

El Rabino Shlomo Kluger hace al respecto un comentario interesante: ¿Cuál es la diferencia entre una piedra preciosa y una ventana? , pregunta el Rabino.

Una ventana deja pasar la luz y a través de ella vemos aquello que ocurre afuera. Una piedra preciosa, por su parte, logra absorver la dentro suyo, pero no nos permitirá jamás ver a través suyo.

Esta diferencia coincide con la controversial personalidad de Noaj. Hay quienes sostienen que su corazón y sus pensamientos estaban con aquello que estaba ocurriendo en el exterior mientras que otros opinan que Noaj sólo se ocupaba de pensar en los suyos olvidándose del dolor que se abatía sobre el genero humano y que era bañado por el agua allí afuera.


El arca, en la historia de Noaj, simboliza la seguridad, la burbuja o la torre de la marfil.

Cada uno en su propia vida se sienta dentro de sus propias torres de la marfil. Están los que gozan de estabilidad económica y se olvidan de que en el mundo –y tal vez en la casa del vecino- existe pobreza y hambre. Están quienes habitan la torre de marfil de la calidez familiar y olvidan que mucha gente en el mundo sufre de una soledad lacerante.

Son muchas las burbujas que pueden cobijarnos....

Hay una famosa polémica en la Gemará (Megila 24b) entre Rabí Iehudá y los sabios acerca de si una persona ciega está obligada a recitar la bendición de las luminarias en la oración matutina.

¿Cómo puede un hombre ciego decir "quien forma la luz y crea la oscuridad" (Iotzer Or Uboré Joshej) si jamás ha visto la luz en su vida?

Rabí Iosei señala en el Talmud que siempre se vio perturbado por aquel versículo que dice: "Y estarás palpando en el mediodía, como palpa el ciego en la tiniebla" (Devarim 28:29). ¿Qué diferencia tiene para una persona ciega si hay claridad o hay tieniebla? ¡En todo caso él no puede ver!

El mismo Rabí Iosei responde a su interrogante mediante una historia de la que fue protagonista:

En una ocasión -cuenta Rabí Iosei- caminaba en la oscuridad de la noche y percibió que un hombre ciego caminaba en dirección suya con una antorcha en la mano.

Le preguntó: "Hijo mío...¿qué función cumple esa antorcha?

El hombre ciego le respondió: “Mientras llevo la antorcha en mi mano, la gente puede verme andar y ayudarme a no tropezar”.

El propósito de la luz es no sólo iluminar el camino para nosotros, sino también permitirnos ver a nuestro prójimo y a su propio mundo.

La controversia con respecto a la palabra "Tzohar" no es una mera discusión semántica. Es una controversia que nos ayuda a pensar acreca de si una sociedad mejor es posible.

"¡Sal del arca!" (Bereshit 8:16), dice Di-s a Noaj cuando las aguas bajan. "Sal del arca, porque hay un mundo fuera de las paredes de tu burbuja".

Solamente Noaj decidirá si transformará al "Tzohar" en "Zohar" (brillo) y traerá luz al mundo, o si la convertirá en "Sohar" (una prisión) y se la quedará sólo para él.

viernes, octubre 05, 2007

Parashat Bereshit 5768

Los Ojos de Di-s

Nuestros sabios nos enseñan que si un hombre es atacado por el Ietzer HaRa (por su impulso del mal) y siente que no lo puede controlar, debe vestirse de negro e irse a un lugar donde nadie lo conozca para hacer allí lo que su corazón desea que haga y no profanar el nombre de Di-s en público (Jaguigá 16a).

Cuenta una historia que a un Rabino le ocurrió esto.

Un buen día, sintió unas ganas descomunales de comer cerdo, un "manjar" que le estaba vedado desde hacía largos años.

Siguiendo el consejo del Talmud, vistió de negro tomó con su auto la carretera hacia el sur y luego de andar casi quinientos kilómetros se detuvo en una inhóspita posada, en la cual –de seguro- nadie lo conocía.


Nervioso, tomó asiento, y llamándo al mozo pidió un cerdo entero. Al cabo de unos minutos, sintió que un imponente omnibus estaba arribando al lugar, por cuya puerta descendía gente que el conocía más que bien. Todos los madrijim de su congregación, todos los janijim y algún que otro dirigente de su sinagoga estaban ingresando súbitamente al lugar, en el precsio momento en el que el mozo salía de la cocina, bandeja en mano y con un enorme cerdo que atenazaba entre sus dientes una deliciosa manzana colorada.

Sorprendidos ante el particular pedido de su Rabino, la gente ya había perdido la respiración.

El Rabino tragó saliva, los miró y les dijo: ‘¡Increíble! Uno viene hasta estos lugares, se pide una manzana completa y...¡miren lo que le traen!’.

.....

Podremos correr, tomar la ruta hacia el sur y escaparnos de los ojos de los otros.Podremos incluso engañarlos, si es que nos toman por sorpresa a la hora de la transgresión.

Pero...¿dónde podremos correr para escaparnos de los ojos de Di-s?¿Existe acaso algún lugar en el cual podamos escondernos de Sus ojos? Ya la misma Torá nos cuenta en la Parashá de esta semana que cuando Adam y Java comieron del árbol, se escondieron entre los árboles del gan eden al escuchar la voz de Di-s que se acercaba...

Di-s preguntaba: ‘¿Dónde estas?’, no porque no sabía dónde estaban, sino porque quería ver su reacción.

Tal vez recuerden que de pequeños nos ocurría algo parecido.

Un domingo de lluvia de tarde, hora de la siesta, aburridos como hongos en casa, sin nada para hacer, comenzábamos a insistir para que papá o mamá jugaran con nosotros a las escondidas.

Después de mucho insistir accedían a nuestro pedido. Corríamos a escondernos, y escuchábamos ‘¿Dónde estas?’.

Sólo en nuestra ingenuidad pensábamos que no nos encontraban por lo bien que nos habámos escondido.

Pero...¡Cómo no iban a econtrarnos si conocían cada rincón de la casa! Por bueno que fuera el escondite...¡cómo no nos iban a encontrar!.

No sé si recordarán la película ‘The Truman Show’ que se vio hace algunos años.

Un hombre que sin saberlo era filmado por decenas de cámaras día y noche y observado por una multitud a través de las pantallas de TV, que espiaba su vida y su intimidad...¿Y si fuera que en realidad no nos espía una multitud, sino que el que nos espía es Di-s?

¿Y si fuéramos nosotros mismos los protagonistas de esta miniserie celestial que se inmiscuye hasta en el más mínimos detalle de nuestra intimidad.

Nuestra generación ha perdido, en cierta medida, esta dimensión de la religiosidad. Dejó de sentir los ojos de Di-s posados sobre sus espaldas...

Olvidamos que Di-s no atiende únicamente en la sinagoga. Olvidamos que Di-s también está presente en nuestro dormitorio, o incluso en la caja registradora de nuestros comercios.

Olvidamos que hay algo más que una multitud de mirones que nos observan, y de los cuales sí nos podríamos esconder, y a los cuales sí podríamos engañar si así lo quisiéramos...

Cuando enfermó Raban Iojanán ben Zakai, sus alumnos ingresaron a verlo y le pidieron una bendición.

‘Maestro...¡Bendícenos!’, le dijeron.

Y el maestro, con el último aliento les dijo: ‘Sea la voluntad de Di-s que vuestro temor al Cielo esté sobre vosotros de la misma manera que está sobre vosotros el temor a la gente. Que así como se cuidan de aquello que dirá la gente, se cuiden de aquello que dirá Di-s’ (Berajot 28b).

Que esta bendición se haga extensiva a todos nosotros.


lunes, agosto 27, 2007

Parashat Ki Tavó 5767

Baruj HaShem

La Parashá de esta semana habla sobre la mitzvá de los Bikurim.

Los primeros frutos de nuestro campo no debían ser comidos por aquellos que trabajaron la tierra. Debían colocarse en una canasta y llevarlos hasta el sacerdote quien los ofrendaba delante del altar divino.

Y en el momento de la ofrenda se deía decir:

‘Un arameo errante era mi padre, y descendió a Egipto y residió allí con poca gente, y se convirtió allí en un pueblo grande, fuerte y numeroso. Y nos maltrataron los egipcios, y nos oprimieron, y nos dieron trabajo duro. Y clamamos al Eterno, Di-s de nuestros padres y escuchó el Eterno nuestra voz y vio nuestra aflicción, y nuestro trabajo, y nuestra opresión. Y nos sacó el Eterno de Egipto, con mano poderosa, y con brazo extendido, y con terror grande, y con señales y con prodigios. Y nos trajo a este lugar, y nos dio este país, tierra que mana leche y miel. Y ahora he aquí que traje las primicias del fruto de la tierra que me diste, Eterno’.
Este pasaje, resume prácticamente la Torá en seis lineas. En seis versículos la Torá llega desde Iaakov y su llegada a Egipto, pasando por los cuarenta años en el desierto y llegando hasta las mismísimas puertas de la Tierra Prometida, lugar en el cual de desarrolla físicamente la Parashá de la semana.

En el momento del agradecimiento, en el momento en el cual se ve que la semilla dio frutos, las imágenes vienen a nuestra mente como un torbellino de ideas.

Pienso, por ejemplo, en un padre que ve a su hijo llegando a la edad de las mitzvot y que lo escucha por primera vez leyendo de la Torá. Allí, en ese momento, trece años de vida pasarán por su cabeza en veinte segundos, los mismos veinte segundos que tarda en leerse la declaración de los Bikurim y que resumen casi trescientos años de historia en seis renglones.

La gratitud es el motor de la solidaridad y de la entrega. Si ustedes ven una sociedad poco solidaria, de seguro que es una sociedad ingrata...

Por ello, no es casual que luego del pasaje de los Bikurim, la Parashá hable sobre la Tzedaká. La gratitud hace aflorar los sentimientos más nobles que yacen en nuestros corazones.

ViHi Noam HaShem Elokeinu Aleinu, Umaase Iadenu Konena Alenu, Umaase Iadenu Konenehu. Sea la gracia de Di-s sobre nosotros, afirmando con ella, las obras de nuestras manos. Afirma, Di-s, las obras de nuestras manos.

martes, agosto 21, 2007

Parashat Ki Tetze 5767

Un Pueblo de Paso

Hacia el final de Parashat Ki Tetzé se encuentra la mitzvá de recordar lo hecho por Amalek a nuestra salida de Egipto.

‘Recuerda la que te hizo Amalek en el camino a vuestra salida de Egipto. Que te encontró por el camino, y mató de ti, todos los débiles que iban tras de ti, y tú estabas cansado y fatigado; y no temió a Di-s’, leeremos mañana en la Torá (Devarim 25:17-19).

Todas las naciones del mundo sabían ya del poder de Di-s y temían por entonces a Israel. Amalek no.

Por eso RaSHI compara a Amalek con un hombre que se sumerge en una bañadera de agua hirviendo. Se quema hasta las pestañas, pero se la enfría a los demás. Amalek es quien inaugura la triste sucesión de ataques y traiciones que el pueblo judío vivió a lo largo de su historia.

Amalek no tenía miedo a Israel. No creía en Di-s, ni creía en la justicia, ni en los valores morales, no creía en nada.


No es casual que en gematria la palabra Amalek sume 240 al igual que la palabra Safek (duda).

Pero Amalek no ataca en cualquier lado; Amalek ataca ‘en el camino’. Y casi diría: Amalek ataca porque no puede soportar que Israel tenga un camino...

Israel tenía una razón de ser, una razón para luchar, una razón para creer y una razón para vivir. Amalek no.

Algunos historiadores suelen decir que el pueblo judío es una especie de anomalía histórica. Todos los pueblos funcionan de forma bastante parecida. Nacen, se organizan, dejan algún legado para el género humano, y luego llega su ocaso.

En términos cósmicos, podríamos decir que duran en la historia tan solo un momento y solo podemos saber de ellos a través de sus ruinas, únicas testigos y guardianes del pasado.

En nuestro caso es diferente.
Los testigos de nuestro pasado somos nosotros mismos.

Somos parte de ese camino y de esa misión que le fuera conferida a nuestros patriarcas.
Somos eslabón y somos cadena...

El mensaje de Amalek es que el camino no importa.
Tampoco importa el propósito ni el futuro.

La Torá nos cuenta poco y nada de la vida de Amalek como pueblo.
No sabemos qué aporte hizo al género humano ni como vivían. Sólo sabemos cómo Amalek no dejaba vivir a los demás.

No se nos ordena recordar a Amalek sólo para rememorar su traición ni la de aquellos que siguieron y siguen sus huellas (que son muchos).

Se nos ordena recordar para rememorar siempre ese camino en el que fuimos atacados, para no desviarnos jamás de él y seguir conservando bien alto el orgullo de pertenecer a un pueblo con un camino y no simplemente a un pueblo de tránsito.
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lunes, agosto 13, 2007

Parashat Shoftim 5767

La Torá del rey

Somos demasiado frágiles, y rara vez lo reconocemos. Sólo envueltos en el dolor y en la tragedia, tomamos conciencia de nuestras numerosas limitaciones. Sin embargo, cuando la suerte nos muestra su cara más bella creemos ser, tal vez por unos pocos segundos, los soberanos del universo.

Esta sensación de poder, no siempre es efímera. En los puestos dirigenciales, por ejemplo, se corre el riesgo de experimentar la omnipotencia durante un tiempo más prolongado.

Los reyes, en el mundo antiguo, pertenecían a esta clase de individuos. La vida y la muerte dependía de sus palabras y -por qué no- de sus caprichos. El pueblo de Israel, guardaba un enorme respeto por su monarca. La investidura real era respetada hasta en los detalles más pequeños. Resultaba fundamental, entonces, la imposición de una norma que ayude al rey a dominar sus impulsos de poder.

Es entonces que leemos en la Torá:
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‘Y será cuando (el rey) se sentare sobre el trono de su reino, escribirá para él la copia de esta ley sobre un libro...y estará con él, y la leerá todos los días de su vida’ (Devarim 17, 18-19).

Este precepto, a mi entender, desea transmitir al monarca el siguiente mensaje: ‘En aquel momento que seas nombrado rey de Israel, escribirás esta ley sobre un libro, estarás con ella y la leerás todos los días de tu vida para recordar que tu poder es limitado, que hay un Di-s que está por encima tuyo y una ley que debe regir todas tus acciones de gobierno’.

Al cumplir este precepto el monarca debe comprender que existen pueblos sin rey pero no reyes sin pueblo y que toda su grandeza proviene de Di-s.

Ninguno de nosotros rige los destinos de Israel. Sin embargo, el poder también coquetea a nuestro alrededor en búsqueda de un alma pequeña que le quiera dar mal uso.

No es necesario ser rey de Israel, para caer en el pecado del autoritarismo. Podemos hacerlo desde un púlpito, desde el frente de un aula, detrás de un mostrador o sentados trás un escritorio. Podemos ser soberbios como padres o como hijos. Podemos cometer abusos como dirigentes o como pueblo. Podemos ser autoritarios como maestros o como alumnos.

Quiera Di-s concedernos en este santo Shabat la inspiración y la humildad suficiente para caminar con dignidad por Su mundo. VeTaher Libenu LeOvdeja BeEmet. Purifica nuestros corazones para servirte con sinceridad, devoción y modestia.
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lunes, agosto 06, 2007

Parashat Reé 5767

Dos montes, dos mundos

Cuando hablamos de montañas celebres en la Torá, enseguida se nos viene a la mente el monte Sinaí o el monte Moriá. Sin embargos, las montañas bíblicas, son mucho más de lo que pensamos hoy cuando hablamos de montañas.

No solamente son el sitio elegido para la foto del viaje de alumnos, ni el lugar apto para unas formidables vacaciones de ski, sino el punto en donde la voluntad de Di-s y la devoción del hombre se unen.

No en vano Moshé sube a una montaña para recibir la Torá.

La porción semanal de la Torá, Parashat Reé, nos habla sobre la existencia de dos montes, bastante menos célebres, llamados Gerizim y Eival, que muestran un fuerte contraste en su apariencia.

Gerizim, al sur del valle de Shejem presenta un agradable declive verde que está cubierto, hasta la cumbre, por terrazas de frutas.

Eival, hacia el norte, es escarpado, infecundo y frío y ligeramente más alto que Gerizim.

Sin embargo, y esto resulta ser lo más llamativo, las dos montañas yacen una frente a la otra, se elevan sobre el mismo terreno, son regadas por las mismas lluvias y el mismo rocío, en ambas se respira el mismo aire, ambas ven flotar el mismo polen y -aún así- Eival es fría e infecunda mientras que Gerizim está vestida de vegetación hasta su cima.
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De acuerdo a la Parashá, al momento de cruzar el río Jordán, aquellos dos montes serían el escenario elegido para el ritual de compromiso popular con las palabras de la Torá (véase Ieoshua 8:33-35).
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El alma religiosa también puede compararse con estos dos montes.

La observancia ciega y compulsiva puede trastocarse en maldición y alimentar, en el ser humano, sentimientos de fanatismo, odio y violencia. Es entonces que el corazón pasa a ser terreno infecundo y escarpado, similar al monte Eival.

Pero la vida -gracias a Di-s- nos muestra la otra faceta. Un individuo regado por idéntica lluvia, y rodeado del mismo aire, puede transformar las palabras de la Torá en fuente de bendición y fertilizar su corazón para albergar sentimientos de amor y sensibilidad hacia Di-s y hacia Sus criaturas.

Recuerdo hace unos años, el Rabino Felipe Yafe, por entonces décano del Seminario Rabínico Latinoamericano, me conto una anécdota que resulta gráfica al respecto.

Años atrás, mientras el Rabino Yafe vivía en Israel, se encontraba caminando por las calles de Jerusalén en el preciso momento en el que el Shabat estaba finalizando.

Allí, un comerciante apurado por abrir su negocio, estaba levantando la cortina del mismo minutos antes de la hora exacta de la salida del Shabat. Fue entonces, cuando un grupo de judíos ultra-ortodoxos, indignados por su irreverencia, rompieron la vidriera de su comercio a piedrazos.

El Rabino Yafe, observaba la escena azorado. Vino a su mente la frase que su maestro, el Rabino Marshall Meyer, solía repetir día a día: Kol Israel Arevim Ze BaZe (Shvuot 39ª). (Cada judío es responsable por su prójimo).

Entendió, entonces, que permanecer callado era un acto de cobardía y se sintió comprometido a ayudar a aquel judío en desgracia. Se acercó al lugar de los hechos y, al pedir explicaciones a los fanáticos, ellos le respondieron con la misma frase que lo movilizó a él: Kol Israel Arevim Ze BaZe.
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¿Cómo podía ser?, preguntó el Rabino. ¡Si fueran responsables por él, no le estarían destrozando el negocio!

‘Justamente por ello lo hacemos; rompemos su negocio porque somos responsables por él. Es nuestra responsabilidad judía enseñarle a ser un buen judío, y reprenderlo por el incumplimiento del Shabat’.

Hace años que atesoro esta anécdota en mi memoria. Supongo que logra graficar el increíble impacto que tiene la Torá en los judíos.

Lo que para uno representa vida, para el otro representa muerte. Lo que a uno lo mueve a crear, al otro lo mueve a destruír. Lo que a uno lo motiva a amar, al otro lo motiva a odiar. Lo que para uno es Gerizim, para el otro es Eival.
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lunes, julio 30, 2007

Parashat Ekev 5767

Temprana Edad

El barrio ultraortodoxo de Mea Shearim es un micomundo en el cual las paredes hablan, en el cual cada publicidad o cada panfleto reflejan el modo de pensar y de vivir de aquella gente que habita en estas calles de Jerusalén.

Unos años atrás, andando por el barrio, me detuve frente a un cartel que decía:

‘El concejo rabínico de los Sabios de la Torá advierte que la conección de todo temeroso de Di-s a la Internet constituye una flagrante violación a la Ley Judía’.

Sorpendido ante semejante postulado comprendí rápidamente que en el siglo diecinueve salir del ghetto era ir a la universidad o vestir indumentaria moderna. Pero hoy si un joven ‘temeroso de Di-s’ vive en Meá Shearim y está conectado a la Internet, estará fuera del ghetto aun cuando viva físicamente en él.

Hoy el judaísmo contiene también el otro extremo. Un extremo tan peligroso para la salud del pueblo de Israel como el que pregona este cartel.

No son pocos los judíos para los cuales su mayor orgullo es justamente vivir fuera el ghetto: no mandan a sus hijos a estudiar judaísmo, no los circuncidan por considerar al Brit Milá una práctica primitiva. No son pocos los judíos para los cuales la sola mención de la palabra TORÁ puede provocar una estampida de dimensiones astronómicas.

Dice Parashat Ekev:

‘Y enseñareis estas palablas a vustros hijos para hablar de ellas, al estar en tu casa, y al andar por el camino, y al acostarte y al levantarte’ (Devarim 11, 19)

Y nos enseña RaSHI en referencia a este versículo: KsheHaTinok Matjil Ledaver, Aviv Mesiaj Imo BeLashon HaKodesh Umelamdó Torá, VeIm Lo Asa Jen, Harei Hu Kehilu Kovró.

"Desde el momento en el que un niño comiemza a hablar, su padre debe comenzar a hablarle en la lengua sagrada y a enseñarle Torá, y si así no lo hiciere será considerado como si lo enterrara (en vida)".

Con estas palabras tan duras de digerir, RaSHI nos enseña que la educación judía debe nacer en el hogar y a la más temprana edad. Sino es así, la identidad correrá serios riesgos de quedar sepultada.

Cuenta una anécdota que una joven pareja había ido a visitar al célebre Jafetz Jaim en busca de su sabio consejo. Ella estaba en el octavo mes de gestación y querían saber cómo debían actuar con su futuro hijo para llevarlo siempre por la senda de la Torá. El Jafetz Jaim los miró y les dijo: ‘Espero poder orientarlos….pero quiero que sepan que han llegado ocho meses tarde’.
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lunes, julio 23, 2007

Parashat VaEtjanán 5767

Nuestro Mayor Consuelo


Consolad, consolad a Mi pueblo, 
dice vuestro Di-s (Ishaiahu 40, 1).

El Shabat posterior a Tishá BeAv recibe el nombre de Shabat Najamú debido a las primeras palabras de la Haftará semanal que marca el inicio de las siete Haftarot de consuelo (Sheva DeNejamata) que separan a Tishá BeAv de Rosh HaShaná.

Najamu, Najamu Ami Omar Elo-heijem. Consolad, consolad a Mi pueblo, dice vuestro Dios (Ishaiahu 40, 1).

Una de las preguntas que más ha ocupado a los comentaristas al respecto de esta Haftará, tiene que ver justamente con su inicio. ¿Cuál es la razón de la repetición inicial? ¿Por qué motivo Di-s dice primero ‘Consolad’ y luego dice ‘Consolad a Mi pueblo’?

El Maguid de Duvno –como de costumbre- responde con una parábola:

Dos hombres abandonaron a sus mujeres y viajaron lejos. El primero lo hizo en busca de sustento para su familia. El segundo -un acaudalado millonario- partió lejos huyendo de su malvada mujer.

Pasó un largo tiempo y las mujeres nada supieron de sus maridos.

Comenzaron a indagar, hasta que arribó al lugar un poderoso comerciante que traía saludos para las dos mujeres. El hombre contó que había hablado con sus esposos y traía consigo cartas que ellos les habían escrito. Sin embargo, les pidió un tiempo para descansar del viaje, desarmar los bultos y entregarles las misivas.

La esposa del millonario se marchó feliz a su casa. Sin embargo, la esposa del pobre no quiso abandonar al comerciante y le insistió por ver la carta de su marido.

Cuando el comerciante le preguntó por qué su insistencia era mayor a la de la otra mujer, ésta le dijo: ‘Ella tiene mucho dinero y su único temor es que su marido la haya abandonado para siempre. Saber que su marido preguntó por ella y le envió una carta, es de por sí un motivo de consuelo. Yo no tengo nada, ni para vestirme ni para comer. Necesito leer esa carta con urgencia para saber si mi marido consiguió sustento’.

De igual manera dice el profeta a Israel. ‘Consolad’ -ésto solo ya representa de por sí un consuelo. Pero el ‘Consolad a Mi pueblo, dice vuestro Di-s’ -el hecho de que Di-s les envíe palabras de consuelo y diga que aun es nuestro Di-s representa el mayor de los consuelos.

Aun después de los golpes de la vida, como de las tragedias recordadas en Tishá BeAv, podemos estar seguros de que Di-s está de nuestro lado. Ese es nuestro mayor consuelo.


lunes, julio 16, 2007

Parashat Devarim 5767

El Llanto más largo

Parashat Devarim siempre es leída el Shabat previo a Tishá BeAv, aniversario –entre otras cosas- de la destrucción de los dos Templos de Jerusalén.

La Parashá de la semana comienza hablando de aquellos doce hombres –los meraglim- que habían ido a Eretz Israel y que, al regresar, atemorizaron al pueblo ante la inminente conquista de la Tierra prometida, sumiendo a Israel en la desesperanza y en el llanto.

Aquella noche, según el Talmud, era Tisha BeAv. Di-s, viendo al pueblo llorando condenó a los hijos de Israel a vagar durante cuarenta años en el desierto, y repudió a aquella generación decretando que no iría a ingresar a la Tierra Prometida.

‘Hoy lloran un llanto vano’, dijo Di-s. ‘En el futuro, y en esta misma fecha llorarán por generaciones’ (Taanit 29a).

Según la tradición talmúdica, los Templos de Jerusalén, no sólo fueron destruídos por los invasores, sino que el mismo pueblo con sus conductas motivó la destrucción. Jerusalén no sólo fue destruída por voluntad de otros, sino también por errores propios. El paganismo, el derramamiento de sangre y las relaciones incestuosas causaron la destrucción del Primer Templo, mientras que el segundo fue destrudído por el odio gratuito y el apego desmedido al dinero (Ierushalmi Iomá).

Cuatro mil años después de aquella fatídica noche en la que lloramos aquel llanto vano al regreso de los doce meraglim, aquí estamos. Muchas veces hemos sido derribados; muchas volvimos a levantarnos.

Tal vez en estos días que corren, en los que nostros somos la página de la historia que será estudiada en cien años, podamos aprender la lección de Di-s y de nuestra historia.

Entender que la historia de la destrucción de Jerusalén fue desencadenada por una sumatoria de faltas humanas y que no es imposible que se repita. Que sigue habiendo, aun hoy, mucho odio gratuito entre hermanos y muchos enemigos afuera y adentro del mismo pueblo dispuestos a encender –¡Jas VeShalom!- la llama de una nueva destrucción. Comprender en estos tiempos cruciales que atraviesa Israel y que marcará sin duda su futuro, que no se puede ser indiferente…que la indiferencia es criminal. También por ello fue detruída Ierushalaim.

Y por sobre todo, que este nuevo Tisha BeAv nos pueda terminar de convencer que no existe futuro si no ejercitamos Ahavat Israel (el auténtico amor a Israel), recordando siempre que por ello hemos vagado durante dos mil años por los confines de la tierra.
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jueves, julio 12, 2007

Parashat Matot-Masei 5767

La Paz Perfecta

Y subió Aharón el sacerdote al monte de Or…y murió allí (BeMidbar 33, 38)


Esta semana leeremos acerca de la muerte de Aharón.

Aharón es una personalidad extraña dentro de la Torá.

Por lo pronto, parece poseer una pasividad exasperante. Hubiéramos esperado alguna palabra suya de reprimenda en el episodio del becerro de oro o mayor compromiso en circunstancias en la que el liderazgo de Moshé fue puesto en duda. Sin embargo, y aunque parezca mentira, el pueblo sintió más la muerte de Aharón que la muerte del mismísimo Moshé.

Aharón fue amado por Israel porque fue mucho más que el hermano de Moshé: fue el hermano de Israel. Tal como sugiere Pirkei Avot (1, 13): Trata de continuar con las enseñanzas de Aharón, que amaba la paz y corría en pos de ella; que amaba a sus semejantes y los acercaba a la Torá.

Nadie ama la pasividad. La pasividad exaspera y la indiferencia irrita. Pero Aharón no era pasivo. Era un buscador de consensos y nadie como él pudo vivir en paz la travesía de cuarenta años por el desierto.

Un pueblo peleaba a su lado contra los fantasmas del pasado y los temores del futuro. Y Aharón no sólo que vivía en paz, sino que también la buscaba. No se puede buscar la paz si no se vive en paz. Aharón era el auténtico equilibrio del pueblo.

Se cuenta que una vez un rey ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera pintar la paz perfecta. Finalmente, sólo dos pinturas le agradaron al rey y tuvo que escoger entre ellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas cubiertas por un cielo azul con tenues nubes blancas.

La segunda pintura también tenía montañas. Pero eran escabrosas y sin verde. Sobre ellas había un cielo furioso del cual caía un impetuoso aguacero con rayos y truenos. Montaña abajo parecía retumbar un espumoso torrente de agua. Pero cuando el rey observó cuidadosamente, miró tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca en donde estaba sentado plácidamente un pajarito en el medio de su nido.

El rey escogió la segunda. Y explicó: Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, o sin dolor. Paz significa que a pesar de estar en medio de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón.

De eso se trató la paz de Aharón.


domingo, julio 01, 2007

Parashat Pinjás 5767

Una de Cal y otra de Arena

El calendario hebreo está, por estos días, teñido de negro. Comenzamos a atravesar las tres semanas de aflicción que separan al 17 de Tamuz y al 9 de Av, fechas recordatorias de la destrucción de Jerusalem. Son tres semanas de destrucción física y espiritual en las que el judío observante se derrumba recordando los cachetazos del pasado y siente a flor de piel las milenarias heridas de nuestro pueblo.

E insertos en esta dolorosa temporada de aflicción, llamada Bein HaMetzarim, abrimos la Torá y vemos un ambiente festivo. Sólo dos porciones de la Torá, recuerdan todas las fiestas de Israel: Parashat Emor (en el libro de ‘Vaikrá’) y la Parashá que leemos en el transcurso de esta semana, Parashat Pinjás.

Todo lector sensible se sentirá golpeado por el Texto:

¿Por qué tanta alegría en medio de semejante tragedia?
¿Qué necesidad tenemos de recordar las festividades de Israel en esta época de angustia y pesar?

En realidad esta aparente discordancia termina siendo una excelente radiografía de nuestras vidas. Nuestra cotidianeidad no está teñida ni de negro ni de blanco. Son escasos los momentos de alegrías incontenibles o de tristezas insoportables; por lo general, nuestras existencias son una constante sucesión de grises que alternan sinsabores y gozos. “Una de cal y una de arena”, se suele decir. Por un lado, el doloroso recuerdo de la destrucción; por el otro, el animado festejo de las celebraciones de Israel.

Tal vez la Torá desee mostrarnos que aun allí, donde impera el dolor y la angustia, puede salir el sol; que aún en horas de tragedia puede haber lugar para la esperanza y para regresar a aquellos días de fiesta, mencionados por nuestra Parashá, y que otrora festejáramos en nuestra radiante Ierushalaim. Tal como dice el profeta Zejaria: ‘Así dice el Di-s de los ejércitos, diciendo: El ayuno del mes cuarto, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, serán para la casa de Judá alegría y regocijo’ (Zejaria 8, 19)

Quiera Di-s ayudarnos a abrir nuestros ojos para poder hallar la alegría y el equilibrio en este mundo -tantas veces- cruel y despiadado y poder apreciar la belleza y el gozo que a menudo se ocultan de nosotros por nuestra estrecha visión de la realidad.


miércoles, junio 27, 2007

Parashat Balak 5767

Esa es la Diferencia

Cuenta el midrash (BeMidbar Rabá 20, 4) que, al ver acercarse a Israel, los moabitas fueron a preguntar a sus vecinos midianitas acerca de la personalidad de Moshé.

Moab sabía que Moshé Rabenu había crecido en Midián. Fue justamente por ello que la información suministrada por Midián resulta crucial para el desarrollo posterior de nuestra Parashá.

Los ancianos de Midián informaron a los moabitas que la fuerza de Moshé residía en su palabra. Y fue así que Balak, rey de Moab, decide luchar en el ‘terreno fuerte’ de Moshé y contrata a Bilam el hechicero, un hombre dotado de espíritu profético y del don de la palabra, para maldecir y derrotar al pueblo de Israel.

‘Sé que al que bendices es bendito, y al que maldices, es maldito’ (BeMidbar 22, 6) envió a decir Balak al hechicero a fin de tentarlo para llevar a cabo su plan.

Hay un aspecto de la Parasha que llama poderosamente la atención.

La primera vez que Bilam es llamado para ir hacia Balak, Di- le impide el viaje. Sin embargo, al cabo de un tiempo, cuando el rey moabita lo llama por segunda vez Di-s lo deja ir.

¿Qué es lo que hizo cambiar de opinión a Di-s?

El Rabino Shimon Schwab trae una explicación sumamente lúcida para explicar este cambio.

La primera vez -explica el Rabino Schwab- los mensajeros no ofrecen a Bilam retribución alguna por sus servicios. Esta, hubiese sido una maldición sumamente peligrosa y poderosa. Sería la maldición altruísta de un hombre que no busca recompensa alguna a la hora de ejecutar su plan.

La segunda maldición, no lo era tanto. Allí los mensajeros ya le ofrecen a Bilam dinero y honores a cambio de su labor. Cuando hay dinero de por medio, el poder de la maldición ya no es el mismo. Dejaría de ser una ‘maldición ideológica’ para pasar a ser una mera prestación de servicios. Bilam, ya lo haría por amor al dinero, más que por desprecio hacia Israel. Es por eso que allí Di-s lo deja marchar…

El fuego de las convicciones ideológicas es uno de los motores más poderosos que tiene la humanidad. Los actos más nobles y los más salvajes en la historia del género humano estuvieron protagonizados por hombres alimentados por ese fuego. Un hombre con ideas firmes, que actúa motivado por su ideología y no por intereses espurios, deja de ser inofensivo.

Esa es la diferencia.


lunes, junio 18, 2007

Parashat Jukat

Impaciencia Contagiosa

Parashat Jukat contiene en sus lineas el episodio de Moshé y la roca que terminó marcando la suerte del Profeta.

El pueblo de Israel llevaba cuarenta años vagando por el desierto y estaba sediento e irritado. La impaciencia del pueblo terminó irritando a Moshé. Y le dijo Di-s a Moshé: ‘Toma la vara y reúne a la comunidad, tú y Aharón tu hermano, y hablaréis a la roca ante sus ojos y dará agua’.

Moshé tomó la vara en sus manos y con la misma impaciencia que tenía el pueblo golpeó la roca dos veces antes de ver agua fluyendo de ella. Moshé debía tan sólo hablarle; sin embargo la golpeó -no una- sino dos veces. Este error resultó fatal; el decreto de Moshé ya estaba sellado…

Lo que ocurrió a Moshé en pequeña escala nos suele ocurrir a menudo. Pensemos cuando compramos un nuevo electrodoméstico para casa. Después de tanto ahorrar, moneda tras moneda, finalmente lo tenemos. Morimos por estrenarlo. Pero al abrirlo, nos encontramos con un cuadernillo forrado en nylon y una etiqueta que dice: LEÁSE AQUÍ ANTES DE USAR. El hombre paciente, seguramente lo hará. El impaciente dejará el cuadernillo de lado, lo archivará en un cajón y en poco menos de dos minutos, posiblemente, tenga su nuevo electrodoméstico inutilizable.

La impaciencia de Moshé provocó algo más grave que la rotura de un simple smartphone. La roca, el bastón y el agua cambiaron radicalmente su vida y la vida de Israel. Hay errores y aciertos en nuestras vidas que también terminan archivados en un cajón. Pero hay otros de los cuales no hay retorno y nos terminan marcando para siempre.

Posiblemente este sea el episodio más conmovedor de la Torá. Di-s le comunica a Moshé Su decisión de no permitirle ingresar a la Tierra, tal como Moshé lo había soñado. Moshé rezará y suplicará y, sin embargo, no entrará. Di-s entiende que Moshé ya era uno más de ellos. La impaciencia del pueblo y la impaciencia de Moshé eran ya una misma cosa.

No hay peor remedio para un pueblo desesperado, que un líder impaciente. Iesohúa, aquel que pudo confrontarse a los diez espías que blasfemaron contra la tierra y no estuvo condicionado por lo que dijo el resto, sería el sucesor.


lunes, junio 11, 2007

Parashat Koraj 5767

Sembrar en Vida

Algún día –por mucho que nos duela asumirlo- ya no pisaremos este mundo. Quedaremos ligados con los lazos de la vida eterna y sólo quedará de nosotros el buen o el mal nombre que supimos construir. Quedará el recuerdo de nuestra entrega a Di-s y al prójimo y el ejemplo para los que vengan detrás nuestro.

Somos -en definitiva- artífices del recuerdo que dejaremos luego de nuestra partida; no todos vamos a abandonar este mundo con idéntico prestigio.

¿Cómo es posible evaluar desde nuestra fragilidad humana la reputación de aquel que ya no está y que abandona este mundo? ¿En qué momento podemos decir: Aquel fue un gran maestro, aquel otro, un gran padre, un gran líder o una gran persona? ¿Existe algún parámetro o criterio de evaluación?

Es complicado. Pero Parashat Koraj nos invita a reflexionar al respecto.

Cuando el liderazgo de la tribu de Leví fue cuestionado por el pueblo, Di-s dice: ‘Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa paterna...y el nombre de Aharón escribirás sobre la vara de Leví...Y será que del varón que yo eligiere, su vara florecerá’ (17,17-20).

La señal iba a ser el florecimiento de la vara. La vara de la tribu elegida iría a dar flores, brotes y frutos.

¿Por qué? ¿Qué quiere mostrarnos esta señal? La vara podría haber levantado vuelo, o podría haberse transformado en oro puro. ¿Por qué justamente da flores?

Alguna vez hice esta pregunta a mi maestro el Rabino Manes Kogan y él me respondió que Di-s aprecia de manera muy especial a aquellos que logran dar frutos, ya sea como líderes, como padres, como amigos.

Las virtudes de un gran líder –por ejemplo- son generalmente valoradas después de su muerte. La figura de Moshé -por ejemplo- cobra exacta dimensión, cuando el pueblo de Israel comprende que puede sobrevivir sin su presencia.

Los grandes líderes diseñan estructuras que permanecen inconmovibles luego de su desaparición física. Sus proyectos jamás estarán sostenidos sólo por su carisma e imagen. Moshé morirá pero el pueblo permanecerá vivo.

Lo mismo ocurre con nosotros. Podemos pasar la vida, construyendo tan sólo para nosotros o bien, podemos crear estructuras y soñar proyectos que puedan trascender nuestra existencia terrenal…y dar frutos.

Quiera Di-s sembrar en nuestros corazones esta semilla de grandeza.

lunes, junio 04, 2007

Parashat Shelaj Leja 5767

El Bien más preciado

Todos conocemos, más o menos, la historia de los meraglim. Doce espías, uno por tribu y todos distinguidísimos personajes de Israel, son enviados a la Tierra Prometida para ‘fotografiar’ su futuro y conocer a esa tierra de cerca.

El inicio de Parashat Shelaj Lejá que leemos esta semana comienza mencionando a estos doce elegidos.

Por la tribu de Reuvén: Shamúa ben Zakur. Por la tribu de Shimón: Shafat ben Jori. Por la tribu de Iehudá: Kaleb ben Iefuné. Por la tribu de Isajar: Igal ben Iosef. Por la tibu de Efraim: Ioshúa bin Nun. Etc. etc…

Según el RaMbaN las tribus son nombradas en orden según la grandeza personal de cada uno de los espías. Es decir, aquellas tribus cuyos espías tenían mayor envergadura personal -ya sea por sabiduría o por prestigio- son mencionados en primer término.

Resulta increíble, pero Shamúa ben Zakur fue en su momento quien mejor nombre tenía de entre todos los meraglim y uno de los hombres más respetados del pueblo de Israel. Hoy nadie lo recuerda. Shafat ben Jori, tenía un nombre más reconocido que el de Ioshúa bin Nun y Caleb ben Iefuné. ¿Qué fue de él y de su buen nombre? Toda su reputación quedó en la nada al cabo de cuarenta días cuando regresaron de Eretz Israel y blasfemaron en contra de la tierra.

Cuando una persona adquiere un buen nombre, debe sentir el yugo y comportarse en consecuencia.

El día que esos doce representantes fueron enviados a Eretz Israel, todo el pueblo supo por qué habían sido elegidos. Pero a su regreso –cuarenta días después- les esperaba la auténtica prueba: demostrar que habían sido merecedores de ese honor.

El buen nombre es el bien más preciado que puede tener un ser humano. Y hay una diferencia con el resto de los bienes que podemos conseguir en vida.

Para tener dinero en la vida siempre existirán dos caminos. El uno, es trabajar y transpirar. El otro, es ser hijo de un Rotschild o un Rockefeller.

Pero el buen nombre, por el contrario, no se hereda. Allí importa menos quién era tu padre o quién era tu abuelo Adquirir buena reputación es asunto personal, no es un bien de familia. Allí no hay Rotschild’s ni Rockefeller’s que valgan. Allí solo cuenta uno, sus acciones y sus omisiones, sus palabras y sus silencios.

Pero sobre todo, cuenta la capacidad que tenemos para mantenerla y poder mantener siempre la corona del buen nombre sobre nuestras cabezas.


domingo, mayo 27, 2007

Parashat BeHaalotjá 5767

Profecía peligrosa

Moshé estaba agotado. Aquel pueblo impaciente y disgustado estaba consumiendo la poca fuerza vital que aún le quedaba.

Di-s le propone reunir setenta ancianos, anunciándole que aquellos lo ayudarían a llevar la carga de aquella generación. Y tomando de la capacidad profética que alimentaba el corazón de Moshé, Di-s dota a estos ancianos de los mismos dones espirituales del maestro.

¿A qué se parecía Moshé en este momento?, pregunta RaSHI.

A una vela que iba encendiendo un candelabro. Todas las velas tomaban fuego de ella, y ella no perdía fuerza…(RaSHi a BeMidbar 11, 17). Aun con su fatiga a cuestas, el espíritu de Moshé logró dotar de dones proféticos a setenta ancianos de Israel.

Sin embargo, dos de aquellos ancianos –Eldad y Meidad- se ‘salieron del libreto’ y permanecieron profetizando en el campamento en lugar de dirigirse a la Tienda del Plazo de acuerdo al plan convenido.

RaSHI nos cuenta el contenido de su profecía. Eldad y Meidad profetizaban que Moshé iría a morir en el desierto y que Ieoshúa ingresaría a Israel a la Tierra Prometida (RaSHI a BeMidbar 11, 28). Y la Torá nos cuenta que Ieoshúa, al enterarse de aquella profecía, se dirige a Moshé y pide prisión para aquellos profetas descarriados.

Ieoshúa bien podría haber callado. Él era el ‘favorecido’ en aquella profecía de Eldad y Medad. No obstante, reaccionó con la evidente intención de resguardar a su maestro. Aquella profecía -suponía Ieoshúa- era peligrosa. Estaba lastimando aun más el delicado equilibrio anímico del maestro y, al mismo tiempo, anunciaba al pueblo que la labor del líder quedaría inconclusa.

Y Moshé, por su parte, responde a Ieoshúa con grandeza. A pesar de que aquellos hombres estaban profetizando su propia muerte Moshé reacciona con coraje y entereza: ‘¿Celas tú por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo del Eterno fuese profeta, para que el Eterno pusiese Su epíritu sobre ellos!’ (BeMidbar 11, 29). ‘No te preocupes, Ieoshúa’, parece decir Moshé. Es preberible estar rodeado de profetas que preanuncien tu muerte, y no de un pueblo mediocre y superficial que te garantice vida eterna.

Este episodio, tal vez como pocos relatos en la Torá, contribuye a engrandecer en gran medida los atributos humanos de Moshé y de Ieoshúa quienes, carentes de todo egoísmo, saben dejar a un lado su beneficio personal.


jueves, mayo 24, 2007

Parashat Nasó 5767

Parecido, pero Diferente

Esta semana leeremos en Parashat Nasó acerca de la inauguración del Mishkán y las donaciones que trajeron los doce príncipes de cada tribu a modo de ofrenda.

Lo extraño es que todos trajeron exactamente lo mismo como donación: una fuente y un caldero de plata llenas de harina se sémola mezclada con aceite, una cuchara de oro llena de incienso y veintiún animales diferentes para los sacrificios.

Y más extraño aun es que la Torá en lugar de sintetizar y mencionar a los doce príncipes juntos y a la donación que hicieron, los va mencionando de a uno con la correspondiente ofrenda.

En definitiva, la Parashá podría tener más o menos setenta versículos menos. Sin embargo la reiteración de las ofrendas una y otra vez la terminan transformando en la sección más extensa de toda la Torá con ciento setenta y seis versículos.

De más chico pensaba que esta Parashá podía ser la pesadilla de cualquier Baal Koré. Pero no. En realidad, la Parashá –si bien es larga- es bastante reiterativa.

¿Por qué la Torá repite doce veces lo mismo? ¿Qué sentido tiene?

La respuesta es que las doce ofrendas no eran exactamente iguales, aun cuando lo parecían.
Si bien es cierto que exteriormente sí lo eran, cada una llevaba en su interior un entusiasmo y una devoción diferente propia de cada uno de los doce príncipes de Israel.

Cada momento de entrega y cada persona que entrega contiene un entusiasmo diferente.

Imaginen que cumplen años y doce de los invitados a su fiesta les regalan la misma tarjeta festiva.

Formalmente, son doce tarjetas. Pero la dedicatoria y el amor de cada uno cambian, porque cada corazón tiene un sentimiento diferente.

Es como aquellas obras de teatro que se mantienen durante veinte años en cartel. Millones de personas van a verla; muchos lo hacen más de una vez (y no interesa) porque la entrega de los artistas y las sensaciones cambian aun cuando el texto se repita letra por letra, palabra por palabra durante veinte años.

Porque aun cuando las formas nos encandilen, debemos dejarnos encandilar por los corazones. Tal como dice Pirkei Avot: Al Tistakel BaKankan, Ela BeMa SheIesh Bo.No prestes atención al cántaro; presta atención a su contenido.

lunes, mayo 14, 2007

Parashat BeMidbar 5767

¿Quién es tu Papá?

Aun cuando en español "BeMidbar" significa ‘En el desierto’, en castellano este cuarto libro es conocido por el nombre de ‘Números’. La razón de este nombre tiene mucho que ver con el inicio de nuestra Parashá. Di-s pide a Moshé emprender un censo entre los hijos de Israel y establecer la cantidad de varones aptos para la guerra ante el inminente ingreso a la Tierra Prometida.

Nadie los estaría esperando allí con flores, ni con cantos de bienvenida. Una cruel guerra los estaría aguardando, y era imprescindible saber cuántos hombres habrían de participar en dicha contienda.

Pero este censo era más que un simple registro de presentismo. RaSHI nos dice al respecto que ‘Heviu Sifrei Ijuseihem VeEidei Jezkat Leidatam’. Además de ser contados, RaSHI nos dice que cada uno trajo por escrito su filiación y testigos de su nacimiento (RaSHI a BeMidvar 1, 18).

¿No bastaba acaso con contar a los soldados? ¿Para qué era necesario saber de qué clase de familia venían?

El célebre Rabino Shimshom Rafael Hirsch responde a estas preguntas: Al elegir soldados –nos dice- la gran mayoría de las naciones del mundo prestan atención a la fuerza de los guerreros para que puedan matar a cantidades de enemigos. En cambio la Torá nos enseña que las cualidades requeridas para los guerreros de Israel eran una familia acorde y una ascendencia sin tacha...

¿Y por qué? Porque existe el riesgo de que los guerreros utilicen libertinamente sus espadas en el campo de batalla y derramen innecesariamente sangres inocentes.

Por ello la Torá exige que los guerreros de Israel provengan de familias destacadas para evitar derramar sangres inocentes a fin de alcanzar la victoria sobre el enemigo.

Por ello, cuando en Israel un soldado comete un atropello en la guerra, es juzgado con rigor. Porque la Torá exige a sus soldados humanidad...y nos hace entender que aun cuando la guerra es muchas veces consecuencia inevitable de una situación insostenible, aquellos que la hacen deben ser hombres y no bestias.

Por estos tiempos, los ojos del mundo están nuevamente sobre Israel y sus soldados. Pocas veces el mundo ha imaginado al pueblo de Israel empuñando armas, no ha sido ese el estereotipo aceptado. En sus infames arquetipos, el judío ha sido siempre frágil, pálido, encorvado y sometido.

Tal vez por ello no comprendan cómo a la hora de la guerra, y en lugar de preguntarle al soldado por su crueldad y sangre fría, tan sólo le preguntemos curiosos e intrigados por la reputación de su papá.

lunes, mayo 07, 2007

Parashat BeHar-BeJukotai 5767

Desencanto Potencial

Parashat BeJukotai contiene uno de los pasajes más estremecedores de la Torá, conocido en hebreo como Tojajá (Admonición). Esta reprensión divina no es más que una seguidilla de potenciales maldiciones ante la desobediencia de la Ley.

La advertencia es dura. ‘Y si no me escuchareis y no hicieres todos estos mandamientos…tornaré vuestros cielos como hierro, y vuestra tierra como cobre…Y enviaré contra vosotros la fiera del campo, y os dejarán sin hijos…y enviaré peste entre vosotros, y seréis entregados en manos del enemigo…y comeréis la carne de vuestros hijos, y la carne de vuestras hijas comeréis’. Las palabras sobran para definir esta terrible Admonición. Tan dura es la Tojajá, que acostumbramos a leerla en público en voz baja y en un ritmo levemente acelerado.

¿Por qué es tan duro este pasaje? ¿Es realmente Di-s tan cruel como se presenta aquí?
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Me inclino a entender el pasaje de la Admonición no como una amenaza, sino como una reflexión divina. Después de haber pasado todo un libro dictando leyes, Di-s comprende que Su pueblo las podrá cumplir o no. Compararía a Di-s con un padre que pasó años criando a sus hijos, y finalmente comprende que sus hijos podrán desobedecerla y desviarse de la senda señalada. Entonces el padre pensará desencantado: ‘Si mi hijo no se transforma en una persona de bien después de todo lo que le di y aconsejé, ¡¡Lo mato!! ¡¡Juro que lo mato!!’. Y no hay que tomar literalmente sus pensamientos, porque sabemos que el amor hacia su hijo es incondicional y -por lo tanto- jamás podrá llevar a la práctica estas ideas.

Algo similar ocurre con Di-s; es el potencial desencanto, lo que Lo lleva a pronunciar esta Admnonición. Di-s nos buscó como pueblo porque nos necesita. Darle la espalda es para tan duro para Él, como duro es para nosotros leer la Tojajá. Es Su peor pesadilla.


Di-s ha educado a su pueblo hacia una vida santa y comprende que la obediencia del pueblo no está asegurada. Pero a la vez sabe que Su amor hacia sus hijos es incondicional y, por lo tanto, la Admonición será solamente la expresión de Su potencial desencanto. Es la ira que solo puede ser expresada por aquellos que aman en serio, tal como Di-s ama a Su pueblo.
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jueves, mayo 03, 2007

Parashat Emor 5767

Lo Último que se Pierde…

¿Dónde va un hombre sin esperanza? Así como los automóviles pasan un mal rato cuando se les acaba el combustible, los seres humanos pasamos un mal rato cuando la esperanza se nos agota.

A menudo, el abatimiento nos invade. Sentimos que ‘todo nos sale mal’ y padecemos el peso de la vida sobre nuestras espaldas.

Parashat Emor, bien puede servirnos de mapa de ruta ante estas sensaciones que a menudo nos atacan y entorpecen nuestro andar. En Parashat Emor, el duelo y la alegría se codean llamativamente. La Parashá comienza hablando de la muerte, advirtiendo a los kohanim de no impurificarse con los muertos, y por último finaliza con una extensa mención de las festividades de Israel, días de descanso y de regocijo para los judíos.

Esta reunión temática –el dolor inicial y la fiesta final- nos trae una lección ejemplar tanto en lo individual como en lo colectivo. Aun en días de amargura, tenemos PROHIBIDO caer en los abismos de la desesperanza, aun cuando la vida nos resulte una carga pesada de llevar. Debemos sobreponernos al decaimiento y aguardar esperanzados la llegada de los buenos días, los días de fiesta y regocijo.

Así como Parashat Emor habla en su inicio de padecimientos y congojas, y finaliza hablando de fiestas y alegrías, así también nosotros debemos saber que después detrás de los más densos nubarrones de tormenta siempre se encuentra el sol con ansias de asomar. Y si bien es cierto que un presente de luz, puede volverse negro en cuestión de segundos, no menos cierto es que un presente oscuro puede, rápidamente, dar lugar a la salida del sol. Exactamente el mismo orden que presenta Parashat Emor.

Posiblemente no exista en toda la Creación energía alguna con mayor poder que la esperanza. Cuando creemos y confiamos en que se puede avanzar, nuestras posibilidades de crecer, prosperar y seguir soñando se incrementan.

Cuenta una historia acerca de seis mineros que trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra.

De repente un derrumbe los dejó aislados del afuera sellando la salida del túnel.

De un vistazo calcularon su situación. Se dieron cuenta, con su experiencia, de que el gran problema sería el oxígeno.


Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, cuando mucho tres horas y media. La gente de afuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría perforar otra vez la tierra y horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. La pregunta era...¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?

Pero como estos mineros eran expertos, decidieron que para ahorrar oxígeno debían hacer el menor desgaste físico posible. En por ello que apagaron las lámparas que llevaban y se tiraron al piso en silencio.

Incidentalmente sólo uno de ellos tenía reloj.
Hacia él iban todas las preguntas: ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto falta?

El tiempo se hacía eterno. Cada par de minutos parecía una hora, y la desesperación ante cada respuesta agravaba aún mas la tensión.

El jefe de mineros se dio cuenta de que si seguían asi la ansiedad los haría respirar mas rápidamente y esto los podía matar. Y ordenó al que tenía el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo.

Nadie haría mas preguntas, él avisaría a todos cada media hora. Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su máquina. Y al cabo de primera media hora pasó, dijo a sus compañeros ‘ha pasado media hora’.

El hombre del reloj se dio cuenta que con el paso del tiempo, iba a ser mas terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media hora, habían pasado en realidad cuarenta y cinco minutos.

No había manera de notar la diferencia así que nadie siquiera desconfió.

Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. Dijo que pasó otra media hora y sus cinco compañeros creyeron haber pasado encerrados sólo una hora y media...

Así continuó el del reloj y a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.

La cuadrilla llegó a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos. Pero no. Encontraron vivos a cinco de ellos.

Solamente uno había muerto de asfixia...EL DEL RELOJ.

Sin esperanza, estamos verdaderamente perdidos. Con esperanza, no existen imposibles.

Tal como reza Sefer Tehilim en su capítulo 27: Kave El Adonai, Jazak VeIeametz Liveja VeKavé El Adonai. Ten esperanza en Dios, anímese y fortalézcase tu corazón y confía en Di-s.

lunes, abril 23, 2007

Parashat Ajarei Mot - Kedoshim 5767

La Otra Cara del Poder

Y habló Di-s a Moshé, después de morir los dos hijos de Aharón (VaIkrá 16, 1)

El Midrash no es muy contemplativo con Nadav y Avihu hijos de Aharón. 

La Torá nos cuenta que habiendo acercado un fuego extraño sobre el altar, murieron en confusas circunstancias. Pero además nos comentan nuestros Sabios que ambos miraban a su padre y a su tío con envidia y deseaban reemplazarlos en la conducción del pueblo. '¿Cuándo se morirán estos dos viejos?', decía Nadav a Avihu. Les dijo el Santo Bendito: ‘Veremos quién entierra a quién’. (VaIkrá Rabá 20). 

Los hijos de Aharón vivieron poco tiempo más. Intentaron apresurar el mañana, y el mañana nunca llegó; sus sueños de poder murieron con ellos. Ahora, el mensaje es para su padre...Aquel que controla el culto de Israel debe ser modelo de conductas y actitudes. El poder es algo más que un dulce caramelo. 

Parashat Ajarei Mot, describe detalladamente el ritual del Día del Perdón, día de la expiación de los pecados y de la purificación del alma. Era Aharón, el Sumo Sacerdote, quien tenía sobre sus espaldas la pesada carga de expiar por los pecados de Israel. Sin embargo, el mensaje de la Torá es contundente.

Leemos en Vaikrá 16, 6: "Y ofrecerá Aharón el novillo de la expiación...y expiará por él y por su casa". Primero debía expiar por él, debía reconocer sus fallas y quedar limpio de pecado. Debía mostrarse vulnerable y adquirir la autoridad moral que debe poseer un líder para expiar por las falencias de su pueblo.

Aharón debía ser el primero entre los puros de Israel. El poder no es una luz verde para adquirir honores y beneficios. No es tan solo el privilegio de caminar frente al pueblo, tal como soñaban Nadav y Avihu. El poder es ante todo responsabilidad y, a menudo, sinsabores y privaciones.

En estos tiempos donde abundan por doquier los liderazgos soberbios y corruptos, carentes de toda autoridad moral, quiera Di-s iluminar a nuestros dirigentes, a todos aquellos que conducen nuestros destinos y nuestros sueños, para transformarlos en fuentes de luz a la hora de señalar rumbos y enseñar caminos.