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jueves, octubre 17, 2013

Parashat VaIerá 5774

A un paso de la muerte.

Hay ciertas historias en la Torá que leo cada año y espero infructuosamente que tengan un final diferente.

Cada año espero que el faraón se convenza del poder de Di-s en la primera plaga y no en la décima. Pero no será así. Su obstinación se repetirá año tras año y los egipcios seguirán sufriendo su soberbia e impericia.

Cada año espero que Moshé no le pegue a esa roca; que le hable, tal como Di-s le había pedido. Pero tampoco ocurrirá de esa forma. Moshé le pega...Año tras año ocurrirá lo mismo.

Cada año espero que Di-s lo perdone. Sin embargo Moshé mirará la Tierra Prometida siempre a la distancia.

Existe otra historia en la Torá que podría haber tenido un final diferente. Me refiero a la expulsión de Hagar e Ishmael que es mencionada en nuestra Parashá.

En lo que algunos definen como el primer ‘Sí, querida’ de la historia de la humanidad, Abraham escucha la voz de su mujer Sara y decide expulsar a la sirvienta Hagar y a su hijo primogénito Ishmael.

Temprano por la mañana, Abraham Avinu besó a su hijo y a su madre, les dio pan y agua y los despidió al desierto de Beer Sheva.

Al cabo de un tiempo, habiéndoseles acabado la provisión de agua, Hagar coloca a su hijo debajo de un árbol y observa como el fruto de su vientre va lentamente muriendo de sed. En ese momento de desesperación, Di-s abre los ojos de Hagar y ella aprecia a la distancia un pozo de agua con el que logra saciar la sed de su hijo.

RaSHI comenta que en ese preciso instante, los cielos fueron testigos de un breve diálogo entre los ángeles y el Creador de todas las cosas.

Fueron justamente los ángeles quienes pretendían que esta historia tenga un final diferente...

"Los ángeles acusaban (a Ishmael) en aquel momento y decían: "¡¿Es posible que hagas aparecer un pozo (de agua) ante quien irá a matar de sed a tus hijos en el futuro?!". Y Él les respondía: "¿En este momento (Ishmael) es justo o es malvado?". Le respondieron los ángeles: "Justo". Les dijo: "Es juzgado por sus actos presentes y no por sus acciones futuras" (RaSHI a Bereshit 21, 17).

Muchos podrán pensar con cinismo –incluso hoy- al modo de los ángeles.


¡Cuantas desgracias, lágrimas y sufrimiento se hubiera evitado nuestro pueblo si Ishmael, padre de la nación árabe, hubiera muerto de sed en ese momento!Sin embargo, veremos que la respuesta divina a los ángeles es la contracara del plan del faraón de Egipto. Éste entendía que a fin de frenar el crecimiento demográfico de los hijos de Israel y evitar riesgos futuros debía arrojar al Nilo a todo hijo varón recién nacido (Shemot 1, 22).

RaSHI trae aquí una idea que merece ser destacada por su talla moral: los judíos no comulgamos con la idea del "Castigo Preventivo".

Un niño siempre es un niño, aun cuando su padre sea terrorista y aun cuando la probabilidad que éste lo sea en el futuro sea enorme.

RaSHI enseña que Di-s juzga los actos presentes, nunca el hipotético futuro...

miércoles, octubre 02, 2013

Parashat Noaj 5774

Alto en la Torre

Todo nuevo olé que ha llegado a Israel ha sufrido algún episodio de índole lingüístico. Es inevitable. Uno se integra a una cultura nueva, en la que la barrera idiomática es sólo un eslabón de una larga cadena de diferencias. Gestos, tonos al hablar y conductas distintas, hacen que la integración definitiva al país se extienda por años. Tal vez nunca concluya...

Recuerdo una historia que se contaba en el Merkaz Klitá de la ciudad Raanana hacia el año 2002.

Uno de los primeros trámites que todo olé debe efectuar al arribar a Israel es asociarse a una cobertura de salud. Una pareja de olim -con un hebreo muy elemental- caminaban rumbo a las oficinas del seguro médico. No tenían la dirección precisa del lugar, y decidieron consultar a un agente de policía que pasaba por el lugar. El uniformado notó que se trataba de nuevos inmigrantes, y gesticulando con las manos les dijo que la oficina del seguro médico se hallaba "BaRejov Ha-Makvil" (En la calle paralela a la avenida por la cual caminaban). Estos olim comenzaron a buscar en los carteles de la vía pública una calle llamada "HaMakvil". Al llegar a calle siguiente, notaron que el nombre de la calle no coincidía con el nombre buscado. Nuevamente detuvieron a un transeúnte y le preguntaron: "¿Dónde queda el "Rejov Ha-Makvil"?". Este hombre, también gesticulando con las manos, les señaló que el "Rejov HaMakvil", era la calle paralela a aquella por la que venían caminado. El periplo, finalmente, duró más de dos horas; siempre el "Rejov Ha-Makvil" va a encontarse a una cuadra de distancia.

Vivir en una sociedad multicultural y multilingüística puede transformar nuestra cotidianeidad en una aventura -en el mejor de los casos- o en una pesadilla, en el peor de los escenarios. 

Recuerdo a aquel olé que recién llegado al país tuvo el antojo de comer un caqui. La única que hablaba algo de hebreo era su pequeña hija de 8 años. Fue así que le pidió ingresar a la frutería y comprar un kilo de caquis. La niña, orgullosa de comunicarse por primera vez en hebreo, se dirigió al frutero y le dijo: "Aní Rotzá Kaki" ("Quiero caqui"). El frutero le señaló la puerta del baño. "Caqui", en hebreo, se dice "afarsemón"...

¡¿Cuántos papelones y malos ratos se hubieran evitado de no ser por la Torre de Babel?!

Todos esos malentendidos idiomáticos tuvieron origen en aquella generación llamada Dor Ha-Palagá (La generación de la división) que decidió edificar aquella torre.

¿Cuál fue el pecado de aquella gente? Aquella generación –finalmente- sólo quería acercarse a Di-s a su manera. Tal vez la forma no fue la ideal, pero no parece ser un pecado tan grave el querer construir una torre para acercarse al Cielo.

Explica el Prof. Ishaiahu Leibovitz Z"L:

Entiendo que el decreto de dispersión (de aquella generación) no fue un castigo, sino más bien una enmienda en favor de la humanidad. El mensaje fundamental de la sección de la Torre de Babel nada tiene que ver con la construcción de la torre en sí. Más bien tiene que ver con lo que dice al inicio de la sección: Que toda la tierra –la renovada humanidad post-diluviana- poseía una "sóla lengua y similares palabras" (Bereshit 11, 1). Luego del fracaso en la construcción de la torre surgieron diversos idiomas  y –por ende- palabras diferentes. Entiendo que el fundamento del pecado de la "Generación de la División" consiste en haber querido concentrar artificialmente a todos sus miembros a fin de sostener la realidad de "una sola lengua y similares palabras", algo que en términos modernos solemos llamar "Totalitarismo".

El Prof. Leibovitz Z"L describe una sociedad en donde el individuo no tiene cabida, sino que es preso de un modelo que lo supera, controlando su vida y su forma de expresión. Un modelo en el cual la diversidad es poco menos que una mala palabra.

El pueblo judío y el moderno Estado de Israel se han enriquecido enormemente con la multiculturalidad. A lo largo de nuestras diásporas, hemos aprendido sabiduría babilónica, escatología persa, filosofía griega, matemática árabe, y academia alemana y norteamericana.

Y aun cuando no hayamos aprendido –aún- a preparar asado como argentinos, podemos asegurar que la multiculturalidad, el haber estado en contacto con sociedades diferentes, con distintos idiomas y distintas palabras, sólo nos ha beneficiado.

Posiblemente, sin estas diásporas, aun seguiríamos sentados en tiendas como lo hicieron nuestros antepasados.