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jueves, junio 24, 2010

Parashat Balak 5770

El Síndrome Balak

Hace algunos años, recién llegado a Israel, pregunté a un olé vatik acerca del proceso de klita y de aclimatación al país.

Recordaré siempre lo que me dijo: "El proceso es simple; tiene tres etapas".

"La primera etapa es cuando –recién llegado- te enojas con la Sojnut".

"La segunda etapa, comienza alrededor del tercer año: es cuando comienzas a enojarte con el gobierno".

"La tercera etapa, es la última. Es cuando comienzas a enojarte con los vicios de los olim jadashim, que van llegando al país". Y entonces finalizó y me dijo: "Cuando llegues a esa etapa, es porque tu klitá terminó".

Aun cuando no estoy seguro que los plazos mencionados en esta parábola sean del todo correctos, lo que sin duda es cierto es que tenemos una formidable capacidad para quejarnos y mostrar insatisfacción por las cosas que ocurren en nuestra sociedad.

Que la gente aquí es muy ruidosa.
Que la Sojnut no cumple lo prometido.
Que la gente no conoce los buenos modales.
Que el gobierno de aquí se parece al gobierno de allí.

Son todos argumentos que tienen una pizca de verdad, pero que están empapados de un síndrome muy israelí, al que me gusta llamar el "Síndrome Balak".

¿Qué es el "Síndrome Balak"?

Balak ben Tzipor era rey de Moab y había contratado a Bilam ben Beor, a fin de maldecir a Israel. Balak sabía que Bilam tenía un poder muy especial: aquel a quien bendecía era bendito y aquel a quién maldecía era maldito.

La Torá nos cuenta que Balak lleva a Bilam a la punta de un cerro para que pronuncie la esperada maldición que acabe con la gracia de los hijos de Israel. Pero ocurrió lo inesperado; cuando de boca de Bilam debían salir palabras de maldición, sólo salieron perlas, elogios y bendiciones para los hijos de Israel.

Desorientado Balak por la ‘falta de oficio’ de su contratado decide subirlo a otro cerro para que vea desde allí a Israel.

‘Y le dijo Balak: Ven conmigo a otro lugar del cual podrás verlo. Pero sólo su extremo verás y maldícelo para mí desde allí’ (BeMidvar 23, 13).

Balak, que seguramente conocía perfectamente la topografía del lugar, decide subir al brujo a un lugar desde el cual sólo puede observar un extremo del pueblo.

¿Por qué?

Ese es el Síndrome Balak. Si algo es malo, TODO es malo.
Los defectos de una parte se transforman en defectos del conjunto.
Balak necesitaba conseguir la maldición de Bilam. Para hacerlo, lo mejor era que Bilam viera sólo una sección del pueblo. Que invalide a un pueblo entero por tener aspectos defectuosos.

El "Síndrome Balak" nos envenena.

Nosotros tenemos ese mismo síndrome cuando miramos solo aquellos aspectos de esta sociedad que nos lastiman y nos duelen.

Pero además del "Síndrome Balak" existe el "Síndrome Bilam", no menos peligroso. Bilam, de acuerdo a nuestros sabios, era ciego de un ojo. Ese síndrome también nos envenena.

Nada mejor –para maldecir- que ver solo una parte del pueblo con el único ojo del que disponemos.

Di-s nos regaló dos ojos no sólo porque es estético. Lo hizo porque sólo con dos ojos, podemos tener una mirada profunda de tres dimensiones.

Es peligroso ver el mundo "a la Bilam". Es peligroso mirarlo desde donde lo mira Balak.

Y es cierto que la gente aquí a menudo es muy ruidosa.
Que la Sojnut alguna promesa no cumplió.
Que algunos no conocen los buenos modales.
Que el gobierno de aquí por momentos se parece al gobierno de allí.

Pero eso es solo una parte de la historia. Esa es la mirada de un solo ojo.

Si abrimos el otro ojo y miramos el cuadro completo nos habremos curado del "Síndrome Balak" y del "Síndrome Bilam".

miércoles, junio 16, 2010

Parashat Jukat 5770

B"H
Los protocolos de los Sabios de Estambul


Parashat Jukat relata la súbita muerte de Aharón el Sumo Sacerdote y hermano mayor de Moshé. Su deceso, no sólo dejó un espacio difícil de llenar en cuanto a su liderazgo, sino que –de acuerdo a nuestros Sabios- dejó al pueblo de Israel literalmente indefenso.

El Talmud nos cuenta que por mérito de Aharón las nubes de Gloria acompañaban a los hijos de Israel durante su marcha en el desierto y los protegían de peligros externos (Talmud de Babilonia, Taanit 9a). Estas nubes, según se nos cuenta, tenían un efecto disuasivo. Pero al morir Aharón, esas nubes se retiraron e Israel quedó expuesto a los embates de sus enemigos. Ésto resulta más que evidente por la forma en que se desarrollan los acontecimientos. Nos dice la Torá: "Y vio toda la comunidad que murió Aharón" (BeMidvar 20, 29) e, inmediatamente después, "Y oyo el cananeo, rey de Arad, morador del sur...y peleó con Israel" (21, 1).

¿Qué es lo que oyo el cananeo? Dice el Talmud: "Escuchó que murió Aharón y que se retiraron las nubes de gloria y entendió que tenía permiso para luchar contra Israel" (Taanit, ibid.). La Torá nos cuenta que Israel repelió el ataque con la anuencia divina y la victoria militar fue aplastante

Sin embargo, este episodio no amedrentó a los enemigos. Hacia el final de la Parashá se nos cuenta que dos nuevos reyes quieren torcer el brazo de los hijos de Israel por la vía armada. El primero es Sijón, rey de los emoreos, y el segundo será Og rey de Bashán junto con sus respectivos ejércitos (BaMidvar 21, 21-25; 21, 33-35). Sus tierras son conquistadas y en ellas –de acuerdo al libro de Ieoshúa- se establecerán las tríbus de Gad, Reuvén y media tribu de Menashé (véase Ieoshúa 1, 12-18).

Habiendo llegado a la conclusión de que Di-s no abandonará a Israel en la batalla, los enemigos de Israel comienzan a ser elaborar sofisticados y originales métodos en su afanosa búsqueda de destrucción. En la Parashá de la próxima semana, veremos que Balak rey Moav ya no enfrentará a Israel por medio de su ejército sino que lo hará a través de un hechicero llamado Bilam, quien tenía el poder de la maldición en su boca. El rey moabita no pudo prever que Di-s iría a poner en boca de Bilaam bendición en lugar de maldición.

Mas original y destructivo resultó el método utilizado por los midianitas que enviaron a una prostituta al campamento de Israel para pervertir la moral de los israelitas (BeMidvar 25, 6-9). Aquella mujer se llamaba Cozbi, y era hija de Tzur, uno de los reyes midianitas. Tan grande era el odio profesado por Midián que no dudaron en degradar a una hija de la realeza para pervertir sexualmente a Israel. Se sabe, desde entonces, que el odio por Israel no conoce límites.

En el plan midianita se puede adivinar una clara intención. No es necesario movilizar la maquinaria militar para derrotar a Israel. Israel –en la mezquina lógica de sus adversarios- se autodestruirá por obra de su propia depravación. El estratagema de Midián fue tristemente efectivo. La ira divina produjo veinticuatro mil bajas entre los hijos de Israel.

Tanto en tiempos bíblicos como en nuestros días, los enemigos de Israel buscarán nuevos y originales caminos para provocar la destrucción de nuestro pueblo. Ayer fue un hechicero o una prostituta midianita; hoy, bien puede ser un convoy de ayuda "humanitaria" para vulnerar el bloqueo israelí y egipcio a la Franja de Gaza.

El odio a Israel siempre produjo pactos políticos inesperados. Uno de ellos fue la coalición de Midián y Moab a fin de planificar la ofensiva contra Israel. El Midrash los compara a dos perros pendencieros, que se dejan de lado sus peleas para vencer al lobo (véase Tanjuma Balak 3). El lejano espectador sentado en alguna butaca del siglo veintiuno posiblemente no sepa que el odio entre estos dos pueblos era ancestral y su reunión a fin de destruir a Israel resultó sorprendente y –al mismo tiempo- patética. Problamente en mil años, cuando se analice la página de la historia que estamos escribiendo en nuestros días, pocos analistas detengan su atención en la patética defensa de Abu Mazen, presidente de la autoridad palestina, por la suerte del bloqueo destinado a debilitar al Hamas, quien lo expulsara a fuerza de balas de la franja de Gaza en el 2007.

Respecto a dicho bloqueo ocurre algo –al menos- curioso. Cuando la prensa pública anti-israelí analiza los móviles del Hamás para lanzar sus cohetes contra el territorio israelí, encoje sus hombros y dice "¿Y qué quieren que hagan? ¡No tienen alternativa!". Cuando analizan la negativa de Hamás por permitir visitas médicas al soldado israelí Guilad Shalit, cautivo desde Junio del 2006, dirán: "¡Lógico! Si permiten visitas se descubrirá el lugar de su confinamiento...".

¿Y acaso Israel tiene alternativa a este bloqueo? La alternativa militar no será mejor vista por dicha prensa. Retirar las colonias judías de la Franja de Gaza pareció ser una buena idea, pero tampoco funcionó. Firmar un tratado de paz será una quimera, en tanto Hamás no reconozca el derecho de autodeterminación del pueblo judío en las fronteras del 67'. El suicidio tampoco entra en los calculos de nadie. Y mientras tanto la psicótica y surrealista narrativa del Hamás y sus acólitos sigue sumando adeptos entre la izquierda adelantada del mundo occidental.

Esta narrativa sostiene que el sionismo es racismo y que el hogar natural de los judíos es Europa (demás está decir que el trato que se les dio a los judíos cuando estaban en "su hogar" no alcanzó los standares de hospitalidad y buenos modos requeridos, sobre todo entre los años 1933-1945). Quien "compra" dichos postulados, lo hace imbuído de un profundo sentimiento antisemita. Como afirmaron las cabecillas del buque Marvi Marmara cuando fueron llamados a detener su marcha por la marina israelí: "¡Vuelvan a Auschwitz!", respondieron por radio.

En los años posteriores al Holocausto, ser antisemita se transformó en algo retrogrado. No obstante –a no engañarse- el antisemita siempre estuvo al asecho, agazapado y esperando la oportunidad para dar el zarapazo. Al judío (en su fina retórica ya no hablarán de judíos, sino de israelíes) ya no hay que "limpiarlo" por "judío", sino por criminal de guerra, usurpador de tierras ajenas y aliado del imperio. Y esta narrativa también comienza a sumar adeptos en el mundo "civilizado".

Desde el año 48', fecha del establecimiento del Estado de Israel, se han sucedido un sinfin de guerras y escaladas que han costado cerca de sesenta mil vidas entre los vecinos países árabes, siendo apróximadamente un diez por ciento de éstos palestinos. El número es espeluznante, y cualquier habitante de este mundo que corra sangre por sus venas, no podrá sino horrorirarse ante semejante número de víctimas. Pero no menos cierto es que desde entonces y hasta la fecha han muerto más de trece millones de árabes y musulmanes por mano de sus propios hermanos o por obra de potencias extranjeras ocupantes. Ésto ha ocurrido en Argelia, en Sudán, en Afganistán (por parte de la ex URSS), en Somalía, en Bangladesh, en Indonesia, en Irak, en Jordania y en un sinfin de conflictos armados y guerras civiles (mientras escribo estas lineas, leo que se reportan dos mil muertos por choques étnicos en Kirguistan).

Los números son aterradores. Vivimos en un mundo donde -tristemente- millones de personas mueren por década en luchas por porciones de tierra, por antagonismos religiosos o, bien, empujados por el odio fundamentalista. Quien critica a Israel no es antisemita; quien aísla malintencionadamente a Israel de este aterrador contexto mundial, sí lo es.

Las críticas del primer ministro turco Erdugan apuntan a Israel, pero no caben dudas que están destinadas al consumo interno. Israel es "presa" cómoda para cualquier líder mundial de tendencias populistas, como Erdugan. Criticarlo no supone riesgo alguno, pero el aplauso es fácil y el rédito político –al menos en Turquía- es enorme.

En algún sótano oscuro, algún grupo de expertos del odio se está encargando de avivar estas brasas antisemitas que parecían consumidas desde el fin del Holocausto. Yo imagino ese cuartel bajo alguna oficina gubernamental en Estambul o en Teherán.

Puedo imaginarme la mesa larga y la pantalla gigante de fondo para escuchar la opinión de algun "experto" ausente por compromisos asumidos con anterioridad. Seguramente alrededor de esa mesa están sentados grupos antagónicos unidos por el "común enemigo", tal como ocurriera en tiempos bíblicos con Midián y Moab.
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Ya se sabe, no hay nada nuevo bajo el sol...

Rabino Gustavo Surazski
Kehillat Netzach Israel
Ashkelon, Israel

miércoles, junio 09, 2010

Parashat Koraj 5770

Maldito Carisma

Vivimos en la cultura del rating, una cultura donde los números mandan.

Fácilmente podemos equivocarnos y decir que el programa más visto, el que tiene 40 puntos de rating, es el mejor programa de la TV, podemos decir que el artista que más discos vende es el artista del momento, o decir que el político que más gente convoca es el que más beneficios le puede reportar a una sociedad.

También ocurre con los seres humanos. Con suma facilidad solemos fascinarnos con el carisma de ciertos personajes, sin atender al mensaje que se esconde detrás de sus palabras.

Afirmar que el carisma de un personaje es por sí sólo una señal de su calidad, puede llegar a ser tan ridículo como afirmar que una radio es buena sólo porque tiene una antena de largo alcance.
Hemos conocido miserables carismáticos, seres de largo alcance, que fascinaron a las masas –a millones- con su dialéctica. Hitler, Mussolini y tantos otros, son sólo ejemplos que la historia nos brinda de esta clase de personajes. Y a su vez, hemos conocido hombres nobles y virtuosos, que han sido vapuleados y burlados por la gente sólo por el hecho de no tener carisma.

Parashat Koraj, nos presenta a uno de estos miserables carismáticos.

‘Koraj era un hombre inteligente’, nos dice el Midrash. No sólo eso. Se nos dice que Koraj tenía condiciones para ser el sucesor de Moshé.

Sin embargo –lo sabemos- un hombre inteligente puede ser sumamente peligroso cuando sus móviles no son nobles.

Motivado por la envidia, las ansias de poder, la demagogia y el populismo, Koraj aprovecha el descontento del pueblo para cuestionar la autoridad de Moshé y de Aharón.

Y comenzó a arrojar leña al fuego...Y las multitudes lo aclamaban...Los encandilaba con sus palabras. Era un agitador…¡pero todos los escuchaban! Y Moshé, portador de un mensaje auténtico, era ignorado…

Mientras que los humanos nos dejamos encandilar por las luces exteriores, Di-s atiende al corazón del hombre.

El hombre suele valorar a su prójimo por lo que ve. Di-s valora al hombre por lo que es. No le importa cuánto "venden" nuestras palabras ni a cuántos logran seducir. Importa el mensaje...

Sólo nosotros, humanos, con nuestra visión mezquina, podemos quedarnos con el envase. Pero lo que cuenta…lo importante, es lo de adentro, la auténtica diferencia entre Moshé y Koraj.

lunes, mayo 10, 2010

Parashat BeMidvar 5770

En Singular

Cuentan JaZaL (Bereshit Rabá 1, 10) que durante veintiséis generaciones la letra alef estuvo quejándose delante del sillar del Santo Bendito y le decía: ‘¡Soberano del mundo!, soy la primera de las letras del alfabeto y no has creado Tu mundo conmigo [sino que lo hiciste con la bet, que es la primera letra de la Torá]’.

Pero el Santo Bendito la tranquilizó diciendo: ‘El mundo y su contenido no fueron creados sino por la Torá...Por lo tanto comenzaré contigo cuando en el futuro entregue la Torá en Sinaí, y diga "Anoji" ("Yo soy el Eterno, tu Di-s", que comeinza con la letra alef).

¿Por qué tanto tiempo tardó Di-s en entregar la Torá?

Cuando en el libro de Shemot se relata la reunión de los hijos de Israel al pie del Sinaí, la Torá utiliza un lenguaje bastante peculiar: "Y viajaron de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto, y acampó allí Israel frente al monte" (Shemot 19, 2).

El versículo tiene todos los verbos conjugados en plural a excepción del último (VaIján, "Y acampó"). De acuerdo al midrash, ésto nos muestra que en ese momento ellos tenían un único corazón, una única voluntad y había paz entre ellos. Di-s retrasó la entrega de la Torá hasta este momento (Tanjuma, Itro).

Pareciera que, de acuerdo a este Midrash, Di-s no tenía planificado de un comienzo la fecha de la entrega de la Torá. Fueron los hijos de Israel los que asignaron con su actitud el tiempo de su entrega.

En Parashat BeMidvar, también se habla del campamento de Israel, especialmente se habla acerca de la forma en que acampaban y marchaban los hijos de Israel en el desierto.

El Ohel Moed estaba en el centro (BeMidbar 2, 17). Y alrededor suyo acampaban las tribus de Israel.

Desconozco el valor de los bienes inmobiliarios en el desierto (supongo que no serán muy caros), sin embargo también allí hubieron peleas…

Moshé comenzó a lamentarse.

Dijo: ‘Ahora habrá disputa entre las tribus. Si le digo a la tribu de Iehudá que acampe en el este, dirá: ‘¡No deseo (hacerlo) sino en el sur!’. Y así (ocurrirá) con Reuvén y así con Efraim; y así con cada una de las tribus.

Le dijo el Santo Bendito: ‘¿Qué te interesa Moshé? Ellos no te necesitan para (hacer) esta cosa. Ellos -por sí mismos- conocen su lugar (de campamento). ¿Por qué? Porque de parte de su padre Iaakov tienen la enseñanza de cómo deben acampar con los estandartes.

Así como rodearon su último lecho (después de la muerte de Iaakov) y lo trasladaron, así deben rodear al tabernáculo. Por ello dice: ‘según las insignias de la casa paterna, acamparán los hijos de Israel’. Tal como rodearon el lecho de su padre, así acamparán (BeMidbar Rabá 2, 8)

La realidad es que no era tan importante cómo acampaban los hijos de Israel. Lo trascendente aquí era que todos tenían en claro que aquello que marchaba en el centro, transformaba a esa masa de hombres, mujeres y niños en un pueblo.

Tal vez resulte difícil revivir ese espíritu de corazón, voluntad y paz única que reinó 3300 años atrás durante la entrega de la Torá. Sin embargo, también nosotros, pueblo judío, debemos tener en claro la centralidad de los valores que nos dieron forma como pueblo.

Debemos detenernos a pensar si esos valores siguen marchando en el centro de nuestro majané.

¿Qué queremos para Medinat Israel a sesenta y dos años de su creación? ¿Cuáles son los valores que debemos enarbolar para ser una sociedad de la que podamos sentirnos orgullosos? ¿Qué queremos para nuestros hijos y para nuestros nietos?

Sin embargo, debemos saber que no es sencillo marchar juntos, con un único corazón y una única voluntad (Tampoco las tribus lo hacían; una miraba al santuario desde la izquierda y otro desde la derecha).

Esa es la guerra más dura que enfrenta Israel.

Entender que aquel que mira desde la derecha y aquel que mira desde la izquierda están en un mismo barco. Que somos Am Ejad.

Que puede haber un Kikar Rabin que grite SI, y a la semana siguiente otra Kikar Rabin que grite NO, y aun somos uno.

Que unos pueden escribir BLANCO en los periódicos y otros escribirán NEGRO y aun somos Am Ejad.

Que podemos ser uno, no porque tenemos un único corazón (algo único y pareciera que irrepetible) sino A PESAR de tener varios corazones y diferentes voluntades.
Asimilar este mensaje nos transformará en una sociedad ejemplar.


lunes, abril 19, 2010

Parashat Ajarei Mot - Kedoshim 5770

Desintoxicación Sabática

Y mis sábados guardaréis (Vaikrá 19, 3)


Guardar el Shabat es mucho más que un deber religioso; es una necesidad imposible de reemplazar por otra actividad. Necesitamos desconectarnos de tantas tensiones, tantas noticias y tantas corridas ocupándonos por veinticuatro horas de nuestras ‘almas contaminadas’.

No hablo de distraernos. No es eso lo que necesitamos.

No es casualidad que el primer versículo de Parashat Kedoshim nos diga ‘Kedohim Tihiu’ (Santos seréis) y el segundo nos diga ‘VeEt Shabtotai Tishmoru’ (Y Mis Shabatot guardaréis).

Desde hace miles de años, la receta para desintoxicar nuestro alma y recuperar esa chispa de santidad y vitalidad que se aloja en nosotros, tuvo que ver con la vivencias sabáticas y el espíritu de este día.

Uno puede entender cómo se puede contaminar un río o el aire. Pero…¿cómo se contamina un alma? ¿De qué estamos hablando cuando decimos ‘almas contaminadas’?

Saben ustedes que el cuerpo tiene ventanas y el alma respira, se alimenta y vive a través de ellas. Tenemos una boca, dos orificios nasales, dos ojos y dos oídos.

De la misma forma en que el polvo ingresa a casa a través de las ventanas, así también las ventanas del cuerpo en sus funciones semanales contribuyen a la saturación de nuestra alma.

No se si prestaron atención, pero al terminar el Shabat en la Havdalá dedicamos una bendición a cada uno de estos sentidos.

Empezamos con la brajá del vino, dedicada a la boca. Luego pasamos a la nariz, recitando la bendición de los besamim (las especies aromáticas). En tercer lugar, bendecimos sobre la luz de la vela trenzada, iluminando nuestros ojos. Y por último, tan sólo prestamos oídos y escuchamos la distinción entre la santidad del Shabat que finaliza y lo ordinario de la semana que empieza.

Di-s regala una bendición a cada ventana, para guardarlas y protegerlas en aquel momento en el que vuelven a salir al ruedo y nuevamente comienza a entrar polvo por las ventanas de nuestros cuerpos.

En siete días volveremos a vivenciar un nuevo Shabat y estaremos tan ‘contaminados’ como estamos hoy. Realmente –lamento defraudarlos- no creo que las noticias de la próxima semana sean mejores, ni que tengamos que correr menos, ni que baje nuestro nivel de stress.

Pero al menos un día a la semana tenemos este regalo de veinticuatro horas para desintoxicarnos. Para recuperar, al menos por un rato, esa chispa de kedushá que anida en nuestras almas.


domingo, abril 11, 2010

Parashat Tazria-Metzora 5770

Marchas, Manchas y Manchados

La Torá presenta en Parashat Metzorá la problemática de las manchas en la piel.

No obstante no se está hablando aquí de un Tratado de Dermatología. Las manchas de la piel -de acuerdo a la Torá- tienen un trasfondo netamente espiritual.

Sin embargo, la Torá aborda esta problemática como un tema genérico. No da nombres. Más bien se habla de manchas, no de manchados…

Al llegar al capítulo 12 del libro de BeMidbar, no obstante, la "Teoría de las Manchas" de nuestra Parashá dará lugar a la práctica. Se trata de Miriam, quien había cometido el pecado de la murmuración (LaShón HaRá) en contra de su hermano Moshé.

Miriam no era una mujer más ¡No hay mujer durante toda la travesía de Israel por el desierto que tenga la trascendencia que tuvo Miriam! Pero la ley era igual para todos. Miriam fue alejada del campamento durante siete días, tal como establecía la Torá.

Moshé sólo atinó a rezar: ‘¡Te ruego, oh Dios, cúrala!’ (BeMidbar 12, 13), la oración más corta que alguna vez haya salido de boca de Moshé. Pero lo más importante aquí, es que el pueblo detuvo su marcha durante esos siete días. Nadie le dijo a Miriam: ‘Nosotros seguimos...después nos alcanzas’.

¿Por qué el pueblo se detiene si el pecado había sido de Miriam?

Seguramente, porque entiende que aun cuando cada hombre y cada mujer es responsable de sus actos, existe también una responsabilidad del conjunto que no se puede evadir.

Una sociedad indiferente ante las manchas de sus miembros, no tiene derecho a seguir marchando como si nada tuviera que ver con el manchado. Nadie libra a Miriam de su pecado. Pero esa mujer manchada por su transgresión, no era más que el producto de una sociedad.

Una sociedad puede tener miembros sanos, pero estar enferma como conjunto. Es como el cuerpo humano. Nos podrá doler una muela, pero aun al brazo –que está sano- le costará actuar y moverse.

Toda sociedad tiene vicios, defectos, viciosos y defectuosos. Mirar para el otro lado no es la solución. Argumentar que esos vicios son ajenos, es sólo una verdad a medias. Es cierto que es el manchado el que debe alejarse del campamento…pero la marcha la deben detener TODOS.

Eso se llama responsabilidad colectiva.


martes, abril 06, 2010

Parashat Sheminí 5770

El Defecto de la Cigüeña

Una extensa sección de Parashat Shemini que leemos este Shabat se ocupa de las leyes del kashrut, en general, y de la clasificación de los animales impuros en particular.

Según se nos cuenta, Adam -el primer hombre- observó con profundidad la esencia de cada animal y llamó a cada uno de ellos por su nombre. Y ocurre algo maravilloso en el idioma hebreo al respecto.

El burro (Jamor), por ejemplo, se caracteriza por llevar a cuestas pesadas cargas. El nombre "Jamor" deriva de la raíz hebrea "Jomer" (materia). El burro representa el universo de la materia, el mundo físico.

El perro (Kelev) es otro buen ejemplo, al respecto. Este animal se caracteriza por su generoso corazón, y de hecho su nombre contiene la palabra "Lev" (corazón). Un tercer ejemplo -y muy interesante a la vez- tiene que ver con el cerdo (Jazir). Dicen nuestros Rabinos que el nombre "Jazir" (Cerdo) procede de la raíz hebrea "J.Z.R." (volver) ya que en el futuro este animal se tornará rumiante y volverá a estar permitida su ingestión (Or HaJaim a Vaikrá 11, 7).

¿Y qué hay respecto a la cigüeña (Jasidá)?

El Gaón de Vilna explica que la cigüeña se llama Jasidá (Piadosa), ya que siempre se sumerje en el agua después del apareamiento. RaSHI, por su parte, explica que se llama así debido a la piedad que demuestra al compartir la comida con sus pares.

Si esto es así...¿por qué la Torá califica a la cigüeña como impura? ¡No tiene sentido! ¿Acaso existe algo más kasher que realizar actos piadosos?

Rabí Itzjak Meir de Gur, trae una excelente observación al respecto. La piedad y generosidad de la cigüeña se limita sólo a su círculo inmediato y hace caso omiso de los que no son parte de su pequeño grupo. Ésta no es la clase de piedad en la que cree la tradición judía. Por esa razón, el ave es impuro. Rabí Itzjak Meir de Gur dice que piedad y rectitud no son necesariamente la misma cosa.

En los años 90' fui capellán judío en la carcel de Villa Devoto, el principal centro penitenciario de la Ciudad de Buenos Aires. Semanalmente -durante casi tres años- visité a los internos judíos proporcionándoles apoyo espiritual.

Una de las mayores lecciones que atesoro de aquella experiencia es que la lealtad y la generosidad del hombre no conoce límites, incluso en situaciones como aquellas.

Recuerdo haber llegado en una oportunidad al Penal en Jol HaMoed Pesaj. Teníamos progamada una comida festiva junto a los internos judíos para la cual había llevado a prisión matzot y alimentos típicos de Pesaj preparados especialemente para la ocasión.

Sin embargo al llegar se me hizo saber que uno de los presos estaba haciendo huelga de hambre. Ninguno de los internos quiso comer como señal de identificación con la lucha de su amigo.

Posiblemente hacía meses (¡sino años!) que no participaban de semejante banquete en prisión. Se trataba de criminales, que habían robado, engañado e incluso asesinado. Muchos de ellos siquiera mostraban signos de arrepentimiento. Sin embargo, supieron ser compasivos y leales con su par en desgracia.

Hace un tiempo leí un interesante artículo sobre la vida de los vampiros.

Un vampiro que tiene éxito en la búsqueda de su "víctima", succiona una cantidad de sangre que representa del 50% al 100% de su peso corporal (y su naturaleza le exige esa cantidad todas las noches). Sin embargo, si al regresar a su nido encuentra un compañero hambriento, dará parte de "su" sangre hasta que su compañero pueda encontrar a su propia víctima.

Se trata de un instinto básico para su supervivencia. Y aún con toda esa lealtad y compasión a cuestas, el vampiro seguirá siendo cruel y sanguinario.

Ocurre que rectitud y piedad no son la misma cosa. Ese es el defecto de la cigüeña.

viernes, marzo 26, 2010

Parashat Tzav - Shabat HaGadol 5770

De Generación en Generación

Desde un punto de vista científico podemos afirmar –sin temor a equivocarnos- que somos entidades biológicas radicalmente diferentes a lo que fuimos siete años atrás.

Todas la células de nuestro cuerpo (a excepción de las neuronas y los ovulos, en las mujeres) se renuevan en su totalidad cada siete años, lo que demuestra que el "cuerpo" que tenemos a nuestra disposición hoy no es el mismo que tuvimos a nuestras disposición al momento de nacer.

Esta afirmación también podría extenderse a otros ámbitos de nuestra existencia. Muchos son los aspectos de nuestras vidas que cambian con el transcurso del tiempo.

Nuestro lugar de trabajo puede ser otro. Nuestro marco social también suele ser cambiante; tal vez, incluso, nuestras parejas. La familia se agranda y se achica simultáneamente. Algunos nacen; otros, a nuestro pesar, se van de nuestro lado.

¿Cómo es posible, entonces, que seamos tan diferentes y aun así sintamos ser las mismas personas que fuimos en el pasado?

Supongo que la respuesta está vinculada a la memoria. Los recuerdos son la columna vertebral que une las diferentes etapas de la vida de todo hombre.

Aun cuando hoy seamos radicalmente diferentes a lo que fuimos ayer, la memoria une al "Yo" del presente con aquel del pasado.

De igual manera podemos afirmar que los eslabones generacionales de un pueblo se reúnen por obra y gracia de la memoria colectiva.

El pueblo judío de la Edad Media es radicalmente diferente al pueblo judío de nuestros días. Los tiempos son otros y también han cambiado sus líderes y sus instituciones.

Sin embargo, los relatos, las costumbres y la pasión que escuchamos de nuestros ancestros y transmitiremos a nuestros hijos, son quienes transformarán diferentes generaciones en un sólo pueblo.

Recuerdo la primera vez que escuché a mi hija cantar el "Ma Nishtaná", las cuatro preguntas que sirven de disparador para el relato del éxodo de Egipto en la noche del Seder. Paralelamente a la emoción natural de todo padre, sentí una gran carga sobre mis espaldas.

Ella es mi próxima generación y recibirá mi "mochila". ¿Podré contarle la historia tal como la recibí yo? ¿Podrá ella conservarla tal como yo la conservé? ¿En cuánto depende ésto de ella y en cuánto depende de mí?

El Jafetz Jaim solía contar un hecho del que fue protagonista.

En el invierno de la ciudad de Radín -allí donde nació- solían calentar el agua de la mikve volcando un gigantesco termo de agua hirviendo dentro del agua helada.

Una gélida mañana invernal, el Jafetz Jaim preguntó al encargado de la mikve si había calentado el agua. Ante la respuesta afirmativa del balán, el Rabino ingresó al agua y notó que ésta estaba a punto de congelarse.

El Jafetz Jaim salió de la mikvé y fue corriendo a revisar la temperatura del termo. Introdujo su mano en él y notó que el agua del termo estaba tan sólo tibia.

Entonces dijo: "Hoy he aprendido una gran lección: Cuando el agua del termo esta hirviendo, el agua de la mikve estará tibia. Pero si el agua del termo estuviere tibia, el agua de la mikve sólo podrá estar helada".

Rabenu Tam solía decir: "Las palabras que salen del corazón, ingresarán al corazón. Pero aquellas que no salen del corazón -sino de la boca- no atravesarán siquiera el umbral del oído".

Quiera Di-s que podamos transmitir nuestro
fuego a las generaciones futuras a fin de que nuestras palabras logren entibiecer su corazón.

jueves, marzo 18, 2010

Parashat VaIKrá 5770

Espejo de Muchos

Una anécdota para esta época de año...

Hace algunos años, en un barrio ortodoxo de Jerusalem, un Rabino tuvo un inconveniente sanitario bastante habitual en toda casa unos pocos días antes de la festividad de Pesaj: la rajadura de un inodoro.

Viendo que el problema no tenía otra solución, decidió comprar un inodoro nuevo, sacando el inodoro viejo a la calle.

Los vecinos, alumnos del Rabino, al ver a su maestro sacando el inodoro a la calle, pensaron: ‘¡Cuán piadoso es el Rabino!
Se acerca Pesaj, y el se cuida de que no haya Jametz siquiera en el baño’.

A los pocos días, y para regocijo de los comerciantes de sanitarios, medio barrio había ya cambiado sus instalaciones, y una pila de inodoros poblaba ya las calles, esperando al camión recolector de desperdicios.

...

Dos son las conclusiones que extraigo de esta anécdota:

¡Cuán ciega es a menudo la dependencia de un líder, o de un maestro, dependencia que logra inhibir la propia capacidad de pensar y de decidir!

Pero al mismo tiempo...¡Cuán grande es la responsabilidad de un líder o de un maestro! Debe saber el líder, que esta dinámica, podrá gustarle o no, pero lo catapultará a desempeñar el rol de ejemplo, y será el espejo en el que buscará reflejarse su gente.

Parashat Vaikrá, que abre el tercer libro de la Torá, habla de los sacrificios.

En tiempos en que el Templo de Jerusalem, estaba en pie, toda persona que transgredía involuntariamente tenía que ofrendar un animal a Di-s, sacrificio de expiación que recibía el nombre de Jatat.

Hoy día, los mecanismos de expiación no resultan tan claros. ¿Qué puedo hacer yo si involuntariamente cometo una transgresión en Shabat, por ejemplo?

No queda otra opción que entregarse a la gracia de Di-s o bien seguir el camino de Rabí Ishmael ben Elisha que cuando transgredía involuntariamente, sacaba una libretita del bolsillo y escribía: ‘Cuando se reconstruya el Beit HaMikdash habré de traer al Templo un animal relleno a modo de Jatat (Shabat 12b).

Lo cierto es que mientras el común de la gente debía traer como ofrenda una ovejita la Torá nos dice: ‘Si el sacerdote ungido (es el que) pecare para culpa del pueblo, ofrecerá por su pecado que pecó, un novillo si defecto al Eterno, como expiación’ (VaIkrá 3, 3).

La relación existente entre una oveja y un novillo, guarda evidente relación con las responsabilidades del uno y del otro. Cuando un particular se equivoca, los coletazos de su error serán menores, pequeños como una oveja.

Ahora, cuando el que se equivoca es un Rabino, un maestro, un sacerdote, o el presidente de los EEUU, los coletazos de un error traen consecuencias más graves.

Todos, absolutamente todos, somos ejemplo para alguien. Algunos tal vez, para mayor cantidad de gente; otros, tal vez para unos pocos.

Podemos ser modelos, como maestros, padres o hermanos mayores, y lo que es peor, no podemos evaluar a priori los alcances de nuestras conductas en aquellos que nos toman como espejos.

Un padre no puede sentarse delante de su hijo y preguntarle: ¿Cómo repercutirá en ti, hijo mío, el día de mañana, el que me haya quedado con un vuelto en el trabajo? O un líder religioso preguntarle a su feligresía: ¿Cómo repercutirá en ustedes, el que me hayan sorprendido transgrediendo los preceptos en público?

Y ese es justamente el mensaje de la Torá en este pasaje. Cuanto mayor sea tu responsabilidad, mayor repercusión tendrán tus errores y tus faltas.

No es lo mismo una oveja que un novillo...



miércoles, marzo 03, 2010

Parashat Ki Tisá 5770

Decisiones con Eco

La Historia es una sucesión de hechos que se van encadenando; una seguidilla de causas y efectos. Y esto ocurre con los pueblos e -incluso- con nuestras propias historias familiares.

No es casual que mi padre haya trabajado durante más de treinta años en una fábrica de tejidos en la Argentina. Él lo hizo, porque su padre ya trabajaba con telas y telares en Polonia. Y mi bisabuelo, a su vez, también heredó ese oficio de su propio padre.

Tampoco es casual que yo sea la primera generación de mi familia paterna -¿en más de ciento cincuenta años!- que NO tenga una fábrica de tejidos. Mi abuelo vino de Europa a la Argentina sin saber que, a cincuenta de su llegada, mantener una fábrica en ese país sería una proeza similar al lanzamiento de un transbordador al espacio.

¿Y qué tiene que ver esto con la Torá?

Tres mil quinientos años atrás, un hombre subió durante cuarenta días a un monte para recibir las Tablas de la Ley. Un pueblo impaciente lo esperaba allí abajo y, creyendo que su líder jamás regresaría, tuvo la ocurrente y desgraciada idea de construir un becerro de oro para reemplazar a su demorado maestro.

Sólo una de las tribus -la tribu de Leví- se mantuvo ajena a esta empresa. Y esa virtud le fue recompensada tiempo después con el privilegio de acompañar el culto a Di-s en en el mishkán (el Tabernáculo) y luego en el Beit HaMikdash (el Templo de Jerusalem).

De esta tribu (y no de otra) surgen los cohanim, los sacerdotes designados para el servicio de Di-s.

En nuestra Parashá podemos apreciar que existe un desequilibrio notable en la distribución de las aliot a la Tora. La primera aliá tiene cuarenta y cinco versículos y la segunda cuarenta y siete. Las siguientes cinco aliot son llamativamente más cortas, algunas de ellas con sólo cinco versículos. Es decir que la primera y la segunda aliá de la Parashá cubren dos terceras partes de la sección semanal, que contiene ciento treinta y nueve versículos.

¿Acaso este detalle tiene alguna explicación?

Posiblemente la razón sea que los sabios de Israel distribuyeron las aliot de tal forma que sea justamente un leví quien lea la segunda aliá en la cual se nos cuenta acerca del pecado de beccero de oro.

Cuenta una anécdota que Rabí Shimon, un joven Rabino, había visitado al célebre Rabí Israel Meir HaCohen (más conocido como el Jafetz Jaim, autor del Mishná Brurá) durante un Shabat.

En un cierto momento, durante ese Shabat, Rabí Israel Meir le preguntó a este joven Rabino si era Cohen o Leví.

Rabí Iaakov le dijo que no, que era Israel, a lo que el Jafetz Jaim (que era Cohen) dijo tajantemente: ‘Pronto el Templo será reconstruido y todos los judíos irán hacia él. Un guardián los recibirá en la puerta y te hará la misma pregunta que yo te he formulado (¿Eres Cohen o Leví?). Es una pena Rev Shimon que seas Israel, ya que el guardián solo permitirá el ingreso de cohanim y leviim; tú te quedarás afuera como todos los demás...’, dijo con antipatía el Jafetz Jaim.

‘¿Sabes por qué o eres Cohen?’, le preguntó a Rabí Shimon. Rabí Shimo respondió lo obvio: ‘¡No soy cohen porque mi padre no fue cohen!’.
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‘¿Y sabes por qué tu padre no fue cohen?’.

Rabí Iaakov entendió entonces que el Jafetz Jaim no se estaba refiriendo a una cuestión de linaje; comprendió que detrás de esa pregunta había una enseñanza mucho más profunda.

Entonces continuó el Jafetz Jaim: ‘¿Sabes por qué mi padre FUE cohen y tu padre NO FUE cohen?. Porque miles de años atrás, cuando Moshé bajó del monte, vio el becerro y preguntó ‘Mi LaHaShem’ (¿Quién está del lado de Di-s?), mi abuelo respondió el llamado, y el tuyo NO’.

El Jafetz Jaim -espero lo hayan comprendido- no estaba ‘chapeando’ con su linaje con intención de humillar a su invitado. Estaba diciéndole que en la vida hay decisiones que repercuten en las generaciones futuras.

Decisiones claves, que a menudo tomamos livianamente pensando que solo habrán de repercutir sobre nosotros sin tomar en cuenta que también habrán de dejar huella en las futuras generaciones.

El leví que este próximo shabat suba a la Torá, recibirá dicho honor por la sencilla razón de que su abuelo supo mantenerse al margen del fervor popular que llevó a la construcción del becerro. 

Cuando hablamos de desiciones que dejan huella, estamos hablando de nosotros y de nuestras propias historias. Estamos hablando de la educación judía y de la centralidad que le asignamos en nuestras vidas. Estamos hablando de nuestro apego por los valores morales que emanan de nuestra Torá. Estamos hablando de nuestro egoísmo y la miopía que muchas veces nos ataca y nos impide mirar más allá de nuestras narices.

Éso también habrá de repercutir en las generaciones futuras, porque nuestras decisiones –las acertadas y las erradas- tienen eco por cientos de años.

Recuerdo uno de los días más tristes de mi vida.

Tenía 12 años cuando mis padres decidieron que la escuela secundaria que escogí para asistir junto con todos mis amigos "no era para mí". Desde mis tempranos ocho años quise ser arquitecto y asistir a una escuela con dicha especialidad.

Mis padres, por razones que por entonces desconocía, decidieron que mi futuro se encontraba en una escuela judía en el centro de Buenos Aires, donde el 90% de los alumnos eran...alumnas.

Lloré toda la noche. No tenía amigos allí, mis amigos se burlaban de mí diciendo que iba a una escuela de mujeres. Pero fundamentalmente lloré porque quería ser arquitecto...¡no estudiar judaísmo! Sólo hoy, a la edad de 39 años, entiendo cuán justificada fue la decisión de mis padres y cuántas implicancias tuvo en mi vida. Si no fuera por aquella decisión hoy sería, probablemente, un arquitecto desocupado más manejando un taxi por las calles de Buenos Aires.

Si no fuera por la decisión de mis padres, el próximo sábado a las 5 de la madrugada estaría terminando mi turno nocturno con el taxi y otro Rabino estaría escribiendo esta columna semanal de Parashat HaShavúa.

Pero como ustedes saben, las cosas no funcionan de esa manera. La Historia es una sucesión de hechos que se van encadenando; una seguidilla de causas y efectos. Y en lugar de manejar mi taxi, hoy soy Rabino en Kehilat Netzach Israel en la ciudad de Ashkelon (Israel).

Ciertas decisiones, tienen eco para toda la vida.
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martes, febrero 23, 2010

Parashat Tetzavé - Shabat Zajor 5770

Ladrón Nocturno

Este Shabat previo a Purim recibe el nombre de Shabat Zajor (¡Recuerda!), Shabat en el que recordaremos el ataque de Amalek a nuestros antepasados en el desierto.

¿Por qué nuestra tradición nos impone recordar a Amalek y no a otros de los tantos pueblos que nos han atacado a lo largo de los siglos?

Seguramente, porque lo de Amalek fue un ataque estratégicamente estudiado. Ya nos dice RaSHI: El pueblo estaba sediento, como está escrito: ‘Y el pueblo allí estaba sediento por agua’ (Shemot 17, 3). Y enseguida dice: ‘Y vino Amalek’ (Shemot 17, 8). Amalek tal como sugiere RaSHI, esperó que el pueblo esté cansado para atacarlo; perdió aquella batalla, pero mostró el camino a los demás. El mismo RaSHI comparó esta situación con una bañadera de agua hirviendo en la que nadie podía entrar, hasta que vino uno y se metió. Se quemó hasta las narices, pero se la enfrío a los demás. Aun cuando Amalek se quemó hasta las narices, le enseñó al mundo que siempre es mejor atacar al enemigo en sus zonas frágiles y por la retaguardia.

El Talmud se pregunta en el Tratado de Baba Kama (79b): ¿Qué es más grave un ladrón que actúa a la luz del día o un ladrón que roba por las noches? Y concluye: Un ladrón que actúa por las noches es peor ya que se cuida de los hombres, aun cuando no tiene miedo de Di-s. Quien roba durante del día no teme ni a Di-s ni a los hombres y por ello es menos grave.

Y resulta extraña la conclusión de la Guemará. A priori debiera ser más grave quien roba durante el día, porque no teme ni a Di-s ni a los hombres. ¿Por qué entonces es más severa con el ladrón nocturno? Dijo Rabí Iosef Soloveitchik: El ladrón nocturno saca cuentas, estudia el terreno, analiza fragilidades. Quien roba durante el día es un inconsciente; quien roba por la noche es un cobarde.

En este Shabat recordamos esa cobardía fría y estudiada de Amalek tan similar a la de los ladrones nocturnos. Desde pequeños se nos ha enseñado que de la misma forma en que auto se queda por el camino cuando se le acabe la gasolina, un pueblo se quedará por el camino cuando se le acabe la memoria. Por ello es que a los judíos siempre se nos llama a recordar. Como en este Shabat Zajor. Nada nos hace sentir más vivos que ello.


jueves, febrero 18, 2010

Parashat Trumá 5770

Radiografía de Bolsillo

Dice el Talmud en el Tratado de Eruvin (65b), que al hombre se lo conoce por tres cosas: BeKiso, BeKoso UBeKaaso. Traducido al español, este juego de palabras sugiere que al hombre se lo conoce por su bolsillo, por su copa (de vino) y por su enojo. La verdadera esencia del hombre, enseña el Talmud, se conoce a la hora de su ira (BeKaaso), cuando toma alguna copa de más (BeKoso) y –por último- al momento en que se le pide dinero (BeKiso). Allí aflorará la real naturaleza de cada mortal…

Gran parte de esta máxima talmúdica cobra relevancia al principio de Parashat Trumá. Parashat Mishpatim, la Parashá de la semana pasada, finaliza con una de las mayores expresiones de sumisión popular a la palabra de Di-s: Naasé VeNishmá (Haremos y escucharemos). ‘Estamos tan dispuestos a cumplir con la voluntad de Di-s –parece que dijera Israel- que ni siquiera tenemos necesidad de escucharla’.

¡Sublime!

Y entonces, Di-s pone en prueba la sinceridad de aquella sumisión al principio de nuestra Parashá. Daver El Benei Israel VeIkjú Li Trumá (Shemot 25, 2). 'Habla a los hijos de Israel y tomen para Mí una ofrenda'. ‘¿Así que están dispuestos a cumplir con Mi voluntad aun antes de escucharla? ¡Veremos qué opina su bolsillo!’, parece que dijera Di-s. Y ahí nomás solicita una ofrenda económica para la construcción del Mishkán, el santuario que habría de contener la presencia de Dios durante la travesía del desierto.

La sumisión de Israel, sintetizada por aquel 'Naase VeNishmá', es puesta bajo lupa al inicio de esta Parashá con el pedido de esta ofrenda. Tenemos demasiada propensión a hacer proclamas vanas de compromiso por aquellos valores en los que creemos. Proclamas que rápidamente se esfuman y quedan en la nada.

¿Crees en algo? ¡Comprométete!, es el mensaje de la Torá.

Y este mensaje se puede aplicar a diversas realidades.
¿Crees en la santidad de la Torá? ¡Comprométete con ella!
¿Crees en tu país? ¡Haz algo por él!
¿Crees en la misión de tu kehilá? ¡Da una parte de ti para ella!
¿Crees en algo? ¡Comprométete! Pues si no te comprometes, es porque no crees.

miércoles, febrero 03, 2010

Parashat Itró 5770

Aprendiendo a ser Gansos

Durante el Birkat HaMazón, la bendición que solemos decir después de las comidas (o más puntualmente, después de la ingestión de pan) solemos recordar a Di-s diciendo ‘ShAtá Zan Umefarnes Otanu Tamid, BeJol Iom UveJol Et UveJol Shaá’ (Di-s nos provee nuestro sustento, siempre, cada día, cada momento y cada hora).

Todos sabemos que Di-s no tiene horarios de visita ni guardias nocturnas. Tal como dice el Birkat HaMazón, atiende siempre.

Tal vez en su ánimo por imitar los caminos de Di-s, es que Moshé decidió no tener horarios de visita. Cientos, miles de reclamos diarios. Preguntas, dudas, consultas...

Y Moshé no daba abasto (¿Se habrá olvidado que a Dios se lo puede imitar, pero nunca igualar?).

Por lo visto, su suegro Itró vio su cara de agotamiento y le dijo: "¿Qué es esto que tú haces al pueblo? ¿Por qué estas sentando solo y todo el pueblo parado, cerca de ti, desde la mañana hasta la tarde?" (Shemot 18, 14).

‘¡Sólo no vas a poder!’, le dijo Itró. ‘Te vas a debilitar –no solamente vos- sino también el pueblo. ¡No se puede conducir a un pueblo en soledad!’.

El tema en cuestión no ha perdido actualidad. Hoy día en muchos países del mundo se sigue hablando en sintonía con el consejo de Itró. Es cierto que los tiempos han cambiado; hoy día se habla de reforma del Estado, por ejemplo, o de la reducción de los costos de la política.

Bien vale la pena escuchar el consejo de Itró. El problema de un país, no es que la política cueste plata. El problema de un país es que la política sea ineficiente.

Casi podríamos decir que Itró recomienda a Moshé elevar los ‘costos’ de la política. Itró le hace notar a Moshé que había muy pocos funcionarios, que había que nombrar agentes de justicia menores que lo ayuden a conducir al pueblo. Le enseña a Moshé que resultará imposible para él dirimir cada cuestión menor; Moshé debía ocuparse sólo de lo trascendente, de aquello para lo cual era imprescindible.

Debía ejercitar la renuncia (que es muy distinto a renunciar). Debía aprender a delegar funciones pero por sobre todo, rodearse de ‘Anshei Jail Irei Elohim, Anshei Emet Sonei Batza’ (Shemot 18, 21) (Varones capaces, temerosos de Di-s, varones amantes de la verdad y que aborrezcan el dinero mal habido).

La cantidad de funcionarios es algo absolutamente secundario en nuestra Parashá. No es ese un parámetro de transformación. Lo que realmente deja huella, es la calidad humana de aquellos que conducen los destinos de una nación. Su apego por la verdad, su rectitud y sus ansias de trabajar por el bien común.

Seguramente, alguna vez viajando por la ruta observaron a una formación de gansos volando en formación. No se si notaron –seguramente sí- que los gansos, como así también otros pájaros, vuelan formando una letra V.

La ciencia ha descubierto la razón por la vuelas de esa forma. Se ha comprobado que cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire que ayuda a volar al pájaro que va detrás suyo. Se ha comprobado que la bandada, volando en formación es un 70% más potente del poder que tendría cada pájaro si volara solo.

Es por eso que cuando un ganso sale de la formación enseguida siente la resistencia del aire, se da cuenta de la dificultad de volar solo y enseguida vuelve a la formación.

Pero se han descubierto otras cosas al respecto del vuelo de los gansos. Cuando el líder de los gansos se cansa, sigue volando, pero se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Los gansos que va detrás graznan para alentar a los que van delante a mantener su velocidad.

Finalmente, cuando un ganso se enferma o cae herido por un disparo otros dos gansos se salen de la formación y lo acompañan para ayudarlo y protegerlo.

Varias enseñanzas podemos aprender de este fenómeno de la naturaleza, muchas de ellas similares a las que Itró transmitiera a Moshé. Trabajar en grupo siempre es ventajoso. Si bien, es uno sólo el que va a la cabeza, los que van detrás contribuyen en la eficacia del vuelo.

Se nos enseña que los gansos relegados, deben graznar. Su graznido ayuda a volar a los que van al frente; Si bien no pueden mirar siempre para atrás, deben saber que ellos no vuelan solos.

Se nos enseña que hay que saber resignar el liderazgo. Un ganso cansado que vuela al frente, termina perjudicando al conjunto de la formación. Si se va detrás, puede seguir siendo útil.

Y por último, se nos enseña que los gansos deben sentirse comprometidos por el dolor de sus compañeros. Que cada ganso es fundamental y que su dolor y su herida debiera dolerle a todos.

En estos tiempos de individualismos a ultranza, bien podemos escuchar la voz de Itró en el consejo que diera a Moshé casi tres mil años atrás. En estos tiempos en los que algunos siguen pensando que pueden salvarse solos, puede ser todo un elogio el que a uno le digan que es un GANSO.

domingo, enero 17, 2010

Parashat Bo 5770

El Motor del Pueblo

Moshé y el faraón se encontraban ya hacia el final de la pulseada. Una pulseada que duró doce meses y que costó vidas, sufrimiento y dolor a los egipcios.

Moshé quería demostrarle al faraón que ya no había lugar para más discusiones.

‘Está bien’, dijo el faraón después de tanto pulsear. ‘Vayan y sirvan a su Di-s al desierto tal como desean. ¿Quiénes son los que van?’, quiso saber.

El faraón parecía entregado. Ya no hablaba con voz de trueno...su voz era la de un hombre vencido...

Y Moshé, enérgico y resuelto, dio la letra, como correspondía: ‘BiNearenu UbiZkenenu Nelej’ dijo Moshé. ‘Con nuestros jovenes y con nuestros ancianos iremos’ (Shemot 10, 9).

Lo Jen Leju Na HaGuevarim VeIvdu Et Adonai. ‘No va a ser así’, dijo el faraón. ‘Vayan solamente los hombres y sirvan a Dios’ (Shemot 10, 11).

¿Qué es esta nueva pulseada? ¿Por qué para Moshé es tan importante ir con los jóvenes? ¿Por qué el faraón quiere que los jóvenes se queden en Mitzraim?

Los dos saben que la fuerza de un pueblo está en la juventud. Moshé sabe que el pueblo no podrá mantenerse en pie sin jóvenes. Sabe que los jóvenes son el principal motor de todo grupo social. Sabe que allí está la frescura, las dudas, la iniciativa.

El faraón, por su parte, sabe que si logra quedarse con los jóvenes, Israel no va a poder ir muy lejos...
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Ningún auto puede llegar lejos con el motor vencido...Ningún pueblo puede llegar lejos sin juventud.

Esos jóvenes por los que peleaban Moshé y el faraón eran el motor de los hijos de Israel. Y Moshé lo sabía muy bien. Tal como dijo alguna vez el Rabino Iosef Kahanman: Moshé pone el enfásis aquí en los jóvenes porque el futuro del pueblo judío depende de la nueva generación, depende de la juventud. Ya el Talmud lo dice en el tratado de Shabat: ‘Toda ciudad en donde los niños no estudian Torá, finalmente es destruída’ (Shabat 119b). Toda ciudad en donde los jóvenes son dejados de lado y no se les permite adentrarse en el maravilloso mundo del judaísmo, donde se escatiman recursos para la educación de los más pequeños, esa ciudad está destruída aun cuando no caiga una sóla flecha entre sus habitantes.

Y Rabí Iosef Kahanman concluye diciendo: ‘Un niño es llamado huérfano cuando no tiene padres, un pueblo es llamado huérfano cuando no tiene jóvenes’.


viernes, enero 08, 2010

Parashat Shemot

Estadista, Místico y Pastor

Si por algo pudiéramos definir a nuestra época, es por la falta de un liderazgo positivo. Pueden ser muchos los que quieren tomar el PODER…pero pocos son lo que quieren tomar el TIMON.

Tomar el timón es un acto de responsabilidad; tomar el poder, no siempre...

Tal vez entonces –y ante esta falta de conductores- podríamos inspirarnos en la figura de Moshé y en la revelación de la zarza ardiente, episodio fundacional de su liderazgo.

‘Y Moshé pastoreaba el rebaño de Itró, su suegro, sacerdote de Midián; y guió las ovejas a través del desierto y llegó hasta el monte de Dios, a Jorev’ (Shemot 3, 1).

Muchos fueron los comentaristas que se preguntaron por qué este ‘proyecto de líder’ llamado Moshé fue a pastorear las ovejas de su suegro al desierto.

RaSHI opina que las llevó allí para evitar caer en el robo. Siendo el desierto tierra de nadie, no habría peligro de que coman hierba de campos ajenos.

El segundo comentario es de Seforno. De acuerdo a su opinión, el motivo de su ida al desierto fue para disponer de un espacio para meditar.

El Midrash Rabá, por su parte, nos cuenta cómo Moshé corría en el desierto detrás de las ovejas sedientas. Le dijo Dios: ‘Si tienes piedad para conducir las ovejas; también podrás apacentar a Mi rebaño Israel’. (Shemot Rabá 2, 2).

Estos tres comentarios -en apariencia contradictorios- no son otra cosa que las triple faceta de un mismo líder.

RaSHI hace hincapié, en la LEY. La búsqueda constante de lo que es correcto debe ser su desvelo. Moshé lleva a pastorear a las ovejas por el desierto, no sea cosa que –¡Jas VeShalom!- las ovejas se alimenten de hierba ajena.

Seforno hace hincapié en la SOLEDAD. Un líder debe saber tomar distancia. Los problemas de un pueblo pueden ser tan variados y tan pesados, que debe el líder debe saber retirarse, meditar, regresar y actuar.

El Midrash hace hincapié en la COMPASION. Dios probó a Moshé por medio de las ovejas. Si era sensible con las ovejas, también sería sensible con las necesidades de un pueblo. El líder debe ser sobre todas las cosas compasivo y considerado.

Un buen líder, es un perfecto cóctel de Estadista, Místico, y Pastor.

Moshé tenía aquellas virtudes que logran transformar a un hombre del montón, corriente y ordinario, en un líder inmortal. En aquellos líderes que dejan huella con los siglos y cuya memoria el tiempo no logra borrar.