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viernes, febrero 27, 2015

Parashat Tetzavé 5775

¿Y Dónde Está Moshé?

Nuestros sabios nos cuentan que el amor, el odio y la búsqueda de honores obnubilan al hombre.

Lo del amor lo aprendemos de Abraham Avinu. La Torá nos cuenta que el día de la Akedá, Abraham se levantó temprano para ensillar a su asno. Muchos sirvientes podrían haberlo hecho por él. Sin embargo, el gran amor que sentía Abraham por Di-s lo obnubiló, de la misma forma que suelen obnubilarse los enamorados.

Lo del odio lo aprendemos de Bilam, el malvado. También él tenía muchos sirvientes y sin embargo se levantó temprano a ensillar a su asna a fin de salir a maldecir a Israel. El gran odio que sentía por nuestro pueblo le hizo perder los estribos de la misma forma que pierde los estribos aquel que busca venganza.

Y lo del honor, lo aprendemos de Ierovaam ben Nabat. Ierovaam ben Nabat fue un reconocido rey de Israel, que finalmente hizo desviar al pueblo tras la idolatría y produjo la división del reino de Israel en dos.

El Talmud nos cuenta que Di-s le da una última oportunidad a Ierovaam, lo toma de su ropa y le dice: ‘Arrepiéntete y acompáñame a dar un paseo junto al rey David por el gan eden’.

Pero Ierovaam quería saber quién iba a caminar primero. Di-s le responde que David caminaría primero, a lo que Ierovaam responde diciendo que no irá (Sanhedrín 102a).

Parashat Tetzavé es la única sección de la Torá desde el inicio del libro de Shemot y hasta el libro de Devarim en la cual Moshé no es mencionado.

¿A qué se debe esta particularidad?.
Cuando Moshé entiende que Di-s no va a perdonar al pueblo por el pecado del becerro de oro, le dice: ‘(Si no perdonas a este pueblo) bórrame del libro que has escrito’ (Shemot 32, 32).

Resulta increíble.

Moshé tenía el futuro asegurado. Di-s ya le había dicho que acabaría con Israel y haría de él otra gran nación. Pero Moshé pensó que éso no tenía sentido. Sentía que también él había fracasado en ese episodio...Y como Di-s no desea borrarlo del libro, lo borra sólo aquí, en la semana del 7 de Adar, fecha que conmemora su muerte.

Ya se preguntaron nuestros sabios: ¿Quién alcanza el honor? Aquel que se escapa de honor, ya que el honor lo persigue (Eruvin 13). Y vaya paradoja...en esta Parashá en la que Moshé está ausente, está más presente que nunca...



martes, febrero 17, 2015

Parashat Trumá 5775

Di-s vino a casa

Parashat Trumá, trata sobre la construcción del Mishkán y sus utensilios. De hecho, éste será el tema dominante en la segunda mitad del libro de Shemot.

Uno de los versículos que mejor grafican el espíritu de este precepto es mencionado en las primeras lineas de nuestra Parashá: "Y me harán un santuario y moraré entre ellos" (Shemot 25, 8).

El Rabino Iaakov Chinitz Z"L hace un interesante paralelismo entre este versículo y un segundo pasuk que aparece en el libro de Devarim en el que el mismo concepto es mencionado en forma inversa. Allí se nos dice: "Pues el Eterno, tu Di-s, anda entre tus campamentos...y será tu campamento santo" (Devarim 23, 15).

La pregunta aquí es cuál es la "causa" y cuál la "consecuencia". ¿Acaso la construcción del mishkán va a atraer a Di-s hacia el campamento de Israel, o acaso la presencia de Di-s en el campamento de Israel transforma en sagrada a dicha morada?

Si nos guiamos por el versículo de nuestra Parashá, debiéramos aseverar que es la construcción la que atrae la presencia divina. "Si me hacen un Santuario –dice Di-s- tendré una morada y viviré entre ustedes". Y también hacia el final del libro de Shemot, podemos apreciar que ésta es la dirección: "Y levantó Moshé el tabernáculo...Y cubrió la nube la tienda del plazo, y la Gloria del Eterno llenó el tabernáculo" (Shemot 40, 18-34). Sólo cuando el tabernáculo estuvo listo, la presencia divina descendió y llenó el tabernáculo de contenido.

Sin embargo, debo confesar que me siento más cercano al versículo de Devarim. El hombre –ante todo- encuentra a Di-s, y este encuentro confiere santidad al espacio. Y cuando esta experiencia religiosa es intensa,  el hombre buscará construir una morada para Di-s -un Santuario, un Templo o una sinagoga- para que ésta contenga la presencia divina.

Los edificios debieran ser consecuencia del encuentro con Di-s; no su causa. La construcción de santuarios no necesariamente conduce a este experiencia.

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Se cuenta de un judío injustamente excomulgado por su comunidad al que se le prohibió el ingreso a la sinagoga.

El judío sufrió la condena y elevando una plegaria dijo: "Di-s mío, mis hermanos me han prohibido el ingreso a Tu casa". Y en dicho momento, una poderosa voz emergió de lo alto y le dijo: "¡¡Tampoco mis hijos me dejan entrar allí!!".

Una sinagoga bien puede estar colmada de gente y -sin embargo- la presencia de Di-s permanece afuera.

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Más allá del versículo mencionado en Devarim, existe otra historia en la Torá en la cual se ve plasmada esta idea.

Al inicio de Parashat VaIetzé encontramos el célebre sueño de la escalera de Iaakov.

Iaakov huía de su hermano Esav saliendo de Beer Shevá y dirigiéndose a Jarán.

Súbitamente, le ocurrió algo que suele ocurrirle a los caminantes (algo que no necesariamente debiera ser una experiencia religiosa). La noche cae e Iaakov siente que debe encontrar un lugar para dormir.

No obstante, esta experiencia profana, terminó transformándose en una de las experiencias religiosas más intensas relatadas en la Torá. Iaakov comienza a recolectar de las piedras del lugar, queda dormido y sueña con ángeles ascendiendo y descendiendo por una esclarea y ve la presencia de Di-s sobre ella.

Lo interesante, es la reacción de Iaakov al despertar de su sueño: 

"Y madrugó Iaakov, por la mañana y tomó la piedra que puso a su cabecera, y púsola por estela y vertió aceite sobre su ápice...e hizo Iaakov un voto, diciendo: "Si estuviere Di-s conmigo y me cuidare en este camino en que yo ando...y tornare en paz a casa de mi padre, será el Eterno para mí por Di-s. Y la piedra ésta que puse por estela, será la casa de Di-s" (Bereshit 28:18-22).

Iaakov no tuvo un sueño al haber ingresado a un santuario. Ocurre aquí exactamente lo contrario: El sueño y la intensidad de aquella experiencia religiosa transforman un lugar profano en sagrado y lo elevan por encima del resto de los lugares de la faz de la tierra.

En dicho lugar, finalmente, terminó construyéndose el Templo de Jerusalem, la casa de Di-s, tal como dijo Iaakov. Y todo había comenzado con un sueño.