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domingo, diciembre 30, 2018

Parashat VaErá

Una mirada distinta

"Yo soy el Eterno; y os sacaré de bajo de los trabajos forzados de Egipto, y os salvaré de su servicio, y os redimiré con brazo tendido y con juicios y grandes castigos. Y os tomaré por mi pueblo, y seré para vosotros, Di-s" (Shemot 6:6-7).


Al inicio de Parashat VaErá, Dios presenta su promesa hacia los hijos de Israel sumidos en la esclavitud. El Talmud vincula estas cuatro promesas (Arvaá Leshonot shel Gueulá) con las cuatro copas que bebemos en la noche del Seder de Pesaj (TJ Pesajim 10, 1).

Ocurre algo sumamente interesante con este particular precepto. Un conocido principio halájico, afirma que las mujeres están eximididas de aquellos preceptos que solo pueden cumplirse en el marco de un tiempo determinado (mitzvot asé shehazman graman). No obstante, ésto no es aplicable a las cuatro copas que rememoran la salida de Egipto. La razón de esta excepción –afirma el Talmud- es que las mujeres fueron parte de aquel milagro (Pesajim 108a).

La mujeres fueron un factor clave de la redención de los hijos de Israel de la esclavitud. Ya afirman nuestros sabios que "por mérito de las mujeres virtusas fueron redimidos nuestros antepasados de Egipto" (Ialkut Shimoni, Salmo 68). Y el liderazgo femenino de aquella generación estuvo en manos de Miriam, hermana mayor de Moshé.

Nos cuenta el Midrash que Miriam, desde pequeña, supo aportar una mirada distinta ante la desazón de los hijos de Israel. Amram, su padre, era un hombre importante en su generación y cuando escuchó que los hijos varones debían ser arrojados al río Nilo (Shemot 1:22), perdió el deseo de traer nueva vida al mundo y decidió dar el divorcio a su mujer. El Talmud nos cuenta, que todos los hombres de su generación siguieron su ejemplo y divorciaron a sus mujeres.

Le dijo Miriam a su padre: ‘Tu decreto es más duro que el del faraón, ya que el faraón no decretó sino sobre los hijos varones y tú has decretado sobre los varones y sobre las mujeres; el faraón no decretó sino respecto a este mundo, y tú has decretado respecto a este mundo y respecto al mundo venidero; el faraón es un malvado, y tal vez su decreto se cumpla, tal vez no se cumpla; tú -que eres justo- de seguro se cumplirá tu decreto. Amrám se levantó entonces e hizo retornar a su esposa. Todos los hombres de su generación hicieron lo mismo (Sotá 12a).

¿Qué viene a enseñarnos este Midrash?

Posiblemente sea una muestra más de la actitud de Israel en tiempos de crisis y desesperanza. Quienes analizan livianamente el fenómeno del terrorismo palestino, afirman -de manera casi axiomática- que un pueblo sumido en la desesperanza caerá en la "tentación" de recurrir al terror. Los sabios de Israel aportan aquí un nuevo ejemplo -uno más entre cientos- que dicha aseveración es falsa. Miriam no sólo que no convirtió la desazón en terror, sino que la transformó en vida.

Moshé fue hijo de Amram e Iojeved. Pero nadie se equivocaría al decir que vio la luz del mundo gracias a su hermana. Como prólogo al nacimiento de Moshé, nos cuenta la Torá que "fue un varón de la casa de Leví, y tomó (por mujer) una hija de Leví" (Shemot 2, 1) "¿Adónde fue?", se pregnta el Talmud. Dice Rabí Iehudá hijo de Zvina: "Fue trás el consejo de su hija" (Sotá, ibid). A muy temprana edad, Miriam supo hacer entender a su padre que su elección era errada y sólo haría potenciar la desazón.

El pueblo judío se ha caído mil veces y otras mil se ha vuelto a levantar. Muchas veces lo hemos hecho desde la ruinas, allí donde otros hubieran caído en el más profundo de los abismos. Supimos analizar los hechos, hacer un examen de conciencia, enmendar errores y transformar las crisis en oportunidades. Tal vez sea por eso que nadie ha podido aun vencer nuestro espíritu. Hace casi dos mil años que el Templo de Jerusalem fue destruído, y aun hoy -dos mil años después- nos seguimos preguntando en qué nos habremos equivocado.

Aun esperamos que nuestros vecinos -ante sus propias crisis- comiencen a formularse preguntas similares...


domingo, diciembre 16, 2018

Parashat VaIejí

Dos mujeres

La muerte de nuestra matriarca Leá, resulta ser uno de los grandes misterios de Sefer Bereshit.


La Torá no nos detalla lo que ocurrió al momento de su fallecimiento ni tampoco sabemos que es lo que sintió Iaakov a la hora de su muerte ni cuál fue el tenor de su funeral.

De hecho, sabemos del fallecimiento de Leá solo a posteriori. En nuestra Parashá, a la hora de su muerte, Iaakov pide a sus hijos ser enterrado en la cueva de Majpelá.

"Allí enterraron a Abraham y a Sará su mujer, allí enterraron a Itzjak y a Rivká su mujer; y allí enterré a Leá" (VaIejí 49, 31).

Llama poderosamente la atención que Iaakov no diga "y allí enterré a Leá mi mujer". Sí dirá que Sará fue "mujer" de su abuelo Abraham. También afirmará que su madre fue "mujer" de su padre. Sin embargo, Leá no es –aparentemente- merecedora de ese título.

¿Qué es lo que está pasando aquí?

La escritora israelí Noia Saguiv, sostiene que desde el momento de la creación de la mujer al inicio de Sefer Bereshit, su primera función fue la de ser pareja de Adam.

"Y dijo el Eterno, Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda para él...Y dijo el hombre: Esta vez es hueso de mis huesos, y carne de mi carne; a esta se llamará mujer (ishá) que del varón (ish) ella fue tomada" (Bereshit 2, 18; 2, 23).

Sólo más tarde, cuando hombre y mujer asimilan su mortalidad, Adam llama a su mujer "Javá", "madre de todo lo viviente (Jai)" (Bereshit 3, 20), haciendo esta vez hincapié -ya no en la "Ishá" -la pareja sexual- sino en "Javá" que es la faceta materna y reproductiva de la mujer.

El midrash y los comentaristas bíblicos nos cuentan que en tiempos del diluvio ambas funciones femeninas estaban claramente divididas en la piel de mujeres diferentes. 

La Torá nos cuenta que Lemej hijo de Metushael tomó dos mujeres, Ada y Tzila (Bereshit 4, 19). Dice el midrash que "los hombres de la generación del diluvio actuaban de este modo: Cada uno de ellos tomaba dos (mujeres), una para la procreación y la otra para el placer sexual" (Bereshit Raba 23:2). 

Si analizamos la dinámica entre Iaakov y sus dos mujeres, veremos que este hábito tuvo también sus "coletazos" en la era post-diluviana. 

Para Iaakov, Lea era tan sólo una procreadora, una "Javá"; su "Ishá" (mujer), era Rajel. 

Sólo hay que leer entrelineas, para confirmar que esto no es una mera presunción. Cuando en Parashat VaIgash se habla acerca de la descendencia de Iaakov, la Torá nos dice: "Estos son los hijos de Leá, que parió para Iaakov en Padam Aram..Hijos de Rajel, mujer de Iaakov, Iosef y Biniamín" (Bereshit 46, 15; 46, 19). La única "mujer" a los ojos de Iaakov fue Rajel. Leá fue para él una mera paridora. Se sentía "odiada" por su marido (Bereshit 30, 33). No era "mujer" de Iaakov sino mas bien hija de Laván. 

Noia Sagiv dice que Iaakov tuvo a su lado una "Javá" y una "Ishá". La Ishá, Rajel, ideal a sus ojos. Aquella por la cual era capaz de volar hasta el cielo para bajar de allí una estrella. La mujer cercana a su corazón pero inalcanzable en la vida, aquella que nunca termina de coresponder a Iaakov por el amor que este siente hacia ella. Tan inalzanzable fue, que será enterrada en el camino, sóla siendo la única de las matriarcas (y también de los patriarcas) que no fuera sepultada en la cueva de Majpelá (Bereshit 35, 19-20) 

La segunda, Leá es la que lleva el auto al taller. La que saca la basura a la mañana. La que se le quema el bizcochuelo en el horno. La que va del trabajo a hacer compras y se le caen las bolsas por el camino. La que se acuerda de todos los cumpleaños y los aniversarios. La que se despierta a la mañana despeinada y sin maquillar. La que prepara la vianda de los hijos antes de salir a la escuela. La que se queda al lado de su esposo por la noche mirando una película y hace fuerza por mantener los ojos abiertos. 

Con esa mujer, la más real de las mujeres, fue Iaakov sepultado finalmente.

domingo, noviembre 25, 2018

Parashat VaIeshev

Hakuna matata

En 1994 los estudios Disney sacaron a la luz el film "El rey león", sin duda alguna uno de sus productos más logrados y afamados.

La película narra la historia de Simba, un cachorro de león heredero del trono en la sabana. Su tío Scar, un ser malvado y despiadado, decide asesinar a Mufasa, el rey - padre de Zimba- y quedarse con el cetro. Scar hace creer a Simba que él ha sido el culpable de la muerte de su padre y éste -presa del miedo- emprende la huída y sale al exilio en búsqueda de un nuevo porvenir.

Allí en el exilio, y luego de conocer a Timon y Pumba, Simba adquiere una nueva filosofía de vida, Hakuna Matata, que en idioma suajili vendría a significar algo así como "No hay problema" o "No te angusties".

Finalmente, y luego de reencontrarse con Nala, una antigua amiga de la infancia, Simba decide regresar a la sabana a fin de recobrar el trono y poner orden en el caos que había causado su tío Scar, usurpador del trono de su padre.

Se suele decir que la película está inspirada en la obra Hamlet de Shakespeare. No obstante, el Rabino Benny Lau hace una formidable comparación entre la historia de Iosef, que comienza en nuestra Parashá, y la célebre película de Disney.

...

En el capítulo 39 del libro de Bereshit, la Torá narra la historia de Iosef y la mujer de Potifar. Luego de haber sido vendido por sus hermanos, Iosef llega a Egipto en donde es vendido como esclavo a Potifar, un encumbrado oficial del faraón. Allí en el exilio, al modo de Simba de "El rey león", Iosef comenzará una nueva etapa lejos de su hogar.

Lentamente. Iosef comienza a posicionarse en casa del oficial egipcio. RaSHI indica que al adquirir poder, Iosef comenzó a entregarse a los placeres corporales. Comezó a degustar manjares, a beber y a arreglarse el pelo, algo que ya le gustaba hacer de más joven (véase comentario de RaSHI a 39, 6). Alguién en el oído le habrá susurrado un Hakuna matata, e Iosef comienza a rehacer y reencarrilar su vida. Rápidamente se transforma en la mano derecha de Potifar y éste lo deja a cargo de su casa.

Un día, Potifar dejó su casa e Iosef permaneció en ella junto a la mujer del oficial. Ésta, atraída por la presencia del joven hebreo, decide seducirlo y le suplica que se acueste con ella.

Posiblemente ése sea el punto de inflexión en la historia de Iosef. Dice el Talmud en el tratado de Sotá (36b):

En ese momento se le "apareció" el rostro de su padre Iaakov reflejado en la ventana. Le dijo: "Iosef, tus hermanos –y tú entre ellos- serán inscriptos en un futuro sobre las fiedras del efod. ¿Quisieras que tu nombre sea borrado de allí?

Este midrash también recuerda una escena de "El rey león":

Simba aun sentía culpa por la muerte de su padre. No obstante Nala –aquella leona amiga de su infancia- intenta convencerlo para que regrese a su reino. Simba se niega rotundamente.

Rafiki, un mandril sabio, dice a Simba que Mufasa aun está "vivo" y lo lleva a un lago aledaño. Frente a ese espejo de agua, Simba ve reflejado el rostro de su padre Mufasa quien lo intima a recobrar el cetro perdido en manos de Scar. "Simba, me has olvidado", dice Mufasa. "Olvidaste quién eres y así me olvidaste a mí". En dicho punto, Simba comprende que  no puede más huir de su pasado y comprende cuál es la auténtica razón de su vida.

Iosef reacciona de manera similar ante el acoso de la mujer. De manera concisa y tajante, Iosef le explicará el por qué de su negativa:

"He aquí mi señor no sabe conmigo lo que en la casa hay, y todo lo que hay en ella entregó en mi mano. No hay más importante que yo en esta casa, y no vedó de mí ninguna cosa, salvo a tí, porque eres tú eres su mujer. ¿Y cómo podría haría esta gran maldad, pecando ante Di-s?" (Bereshit 39, 8-9). 

Hubiéramos esperado que Iosef haga hincapié sobre lo inmoral de su propuesta, o ponga el acento sobre su depravación moral. No obstante, contra lo esperado, Iosef hace hincapié en que su propuesta lo llevaría a la transgresión ante Di-s.

¡Es formidable! Frente a esta mujer adúltera que desea engañar a su marido y ha barrido con toda barrera moral, Iosef se detiene...¡y le habla de teología! El haber visto el rostro de su padre, le recordó también a Iosef cuál era el propósito de su vida. Frente a esa mujer, Iosef redescubre sus raíces y demuestra que cuando éstas son profundas ningún viento –por fuerte que sea- podrá arrancarlas de su lugar.

Pero sobre todo Iosef entiende –al igual que Simba en "El rey león"- que el pasado es parte constitutiva de nuestra existencia y que no se puede huir de él. Hakuna Matata es una filosofía simpática. Sin embargo, reniega del pasado; invita a vivir nada más que el efímero presente.

Iosef comprende súbitamente que del pasado se aprende; se construye un nuevo camino sobre las fallas, los tropiezos y los desaciertos del ayer. Aquel Iosef que pasó sus primeros años concentrado en sus propios sueños, comienza a ocuparse de los sueños de los demás. Y lo hace con el Di-s de su padre Iaakov en mente y en su boca.

Éso es lo que ocurre cuando se logra reconocer nuestras raíces y entender el propósito de la propia existencia. Frente a aquella mujer, Iosef logró volver a ser lo que siempre fue: el hijo de Iaakov Avinu.



domingo, noviembre 18, 2018

Parashat VaIshlaj

Pragmatismo

Una de las instituciones centrales en la sinagoga desde los tiempos de Ezra y hasta los tiempos de JaZaL era el meturgueman, quien se ubicaba junto al lector de la Torá y traducía uno por uno los versículos bíblicos.

El arameo fue por varios siglos el idioma dominante en el Medio Oriente, y la Tierra de Israel no fue la excepción. Es por eso que la lectura ritual de la Torá y las Haftarot requerían de una traducción al idioma utilizado por las masas.

Gran parte del Talmud está redactado en idioma arameo y la liturgia judía contiene destacadas oraciones en dicha lengua. El Kadish, el Kol Nidrei y el Ha-Lajma Ha-Ania  en la Hagadá de Pesaj son solo tres ejemplos.

No obstante, JaZaL ofrecen en la mishná un listado de pasajes bíblicos que deben ser leídos sin traducción (Mishná Meguilá 4, 10 y la guemará a continuación). Se trata, sin excepción, de pasajes problemáticos que pueden ser malinterpretados por la congregación, o bien presentan a nuestros antepasados de manera desfavorable. Entre ellos se menciona –por ejemplo- el pasaje de Reuvén y Bilha, concubina de Iaakov (Bereshit 35, 22) o el episodio de Amnón y Tamar, en el libro de Shmuel (Shmuel II 13).

Llama la atención que entre dichos episodios "censurados" por nuestros Sabios no se mencione el episodio de Diná que es mencionado en nuestra Parashá; este episodio presenta a Leví y a Shimón de manera poco halagüeña. Por lo visto, JazaL entendieron que dicha historia contiene un mensaje que debe ser leído, traducido –y sobre todas las cosas- comprendido.

Dina fue la única hija mujer de Iaakov y su mujer Leá. Luego de haber permanecido por largos años en lo de Laván el arameo, nos cuenta la Torá que Iaakov vuelve a establecerse en la tierra de Cnaan.

Un día, Dina salió de su hogar y Shjem ben Jamor el jiveo, uno de los hombres fuertes de la región, raptó a la joven, la violó y la humilló. Luego, quedó perdidamente enamorado de ella.

Shjem solicita a su padre Jamor que intervenga para tomar a Dina como esposa. Mientras tanto Iaakov ya había escuchado acerca de lo sucedido y –atónito- no sabe como reaccionar.

Jamor, el padre del violador, sorprende a todos con sus capacidades diplomáticas. Propone a Iaakov y a sus hijos un acuerdo.

"Y habló Jamor con ellos diciendo: Shjem, mi hijo, desea con toda su alma a vuestra hija; dadla ahora a él por mujer y emparentad con nosotros; vuestra hijas daréis a nosotros y a nuestras hijas tomaréis vosotros" (Bereshit 34, 8).

Jamor quiere seducir a Iaakov y a sus hijos. Sabía que les estaba proponiendo sellar un pacto atractivo. Además les proponía tomar posesión de la tierra.

Sin embargo, los hijos de Iaakov tenían planes diferentes. Ellos le respondieron que sólo podrían avanzar con el pacto si los hijos de Jamor aceptaran circuncidarse. Para sorpresa del lector –y posiblemente para sorpresa de los hijos de Iaakov- los hijos de Jamor conceden a su pedido y convencen a todos sus hombres a practicarse la intervención.

Al cabo de tres días, cuando éstos aún estaban doloridos, Shimón y Leví liberan a Dina en un operativo relámpago, pasando por la espada a Jamor, a Shjem y a todos sus hombres.

El intercambio entre Iaakov y sus dos hijos al final del capítulo se asemeja a una charla entre sordos. Mientras Iaakov les dice: "Me turbasteis para hacerme aborrecible entre los moradores de la tierra" (Bereshit 34, 30) , éstos se justifican diciendo: "¿Acaso como prostituta hará a nuestra hermana?" (34, 31).

Iaakov reprende a Shimón y a Leví no porque ellos hayan llevado adelante una represalia ilegítima e injusta, sino por el miedo a que su accionar despierte acciones en su contra.

Iaakov es un pragmático y ello debe saberse. Es por éso que nuestros Sabios no han agregado este pasaje a la lista de historias "censuradas". Dicho pragmatismo debe leerse, traducirse y comprenderse.

Porque en el Medio Oriente, tanto hoy como ayer, no alcanza con tener la razón...También hay que ser inteligente.


martes, noviembre 06, 2018

Parashat Toldot

Decepción paterna

Parashat Toldot relata en sus primeras lineas el nacimiento de Iaakov y Esav.

El embarazo de nuestra matriarca Rivká –de acuerdo a la Torá- no fue sencillo. Los mellizos pelearon en el vientre materno durante gran parte de la gestación.

El nacimiento –finalmente- generó una dinámica familiar particular: Itzjak Avinu se liga afectivamente a Esav –el mayor de los hermanos- mientras que Rivká muestra una marcada preferencia por Iaakov.

"Y quiso Itzjak a Esav, pues caza (había) en su boca; y Rivká quiere a Iaakov" (Bereshit 25, 28)

Rabí Ishaia Haleví Hurvitz  explica este versículo de manera sumamente original:

El amor de Itzjak hacia Esav dependía de un factor externo. Nuestros sabios dicen al respecto: ‘El amor interesado fenece cuando el interés ya no existe’ (Avot 5, 17). Cuando desaparece la razón del amor, éste muere y se transforma en parte constitutiva del pasado.

Por ello, la Torá dice: ‘Y quiso Itzjak a Esav’. Habla en tiempo pasado porque este amor dependía de la caza que había en su boca; era un amor pasajero y momentáneo.

Frente a ésto, el amor de Rivká a Iaakov nunca murió porque no dependía de causa alguna. Por ello, está escrito en tiempo presente: ‘Y Rivká quiere a Iaakov’. Ella quiere a Iaakov en todo momento, porque su amor no depende de factores materiales. Un amor independiente de intereses externos, dura hasta la eternidad.

...

Existe un episodio en la biografía de Esav que suele pasarse por alto cuando se analiza el vínculo de éste con sus padres y hermano. Hacia el final del capítulo 26 del libro de Bereshit, nos cuenta la Torá:

"Y era Esav de edad de cuarenta años y tomó por mujer a Iehudit hija de Beri el jiteo, y a Basmat hija de Eilon el jiteo. Y fueron pesadumbre para Itzjak y para Rivká" (Bereshit 26, 34-35).

Resulta imposible comprender en profundidad el episodio narrado a continuación –la bendición de Itzjak a Iaakov- si no se toman en cuenta estos dos versículos.

Cuando Itzjak se dispone a bendecir a Esav, su predisposición era negativa. Las mujeres elegidas por Esav –al decir de Rabí Ishaia Haleví Hurvitz- fueron el punto en el cual el amor de Itzjak hacia su hijo feneció. Su decepción fue suprema.

Habitualmente, cuando se analiza el célebre ardid de Iaakov al recibir la bendición paterna- solemos imaginar a Itzjak como un frágil anciano ciego engañado por su hijo.

La historia es conocida. Rivká, sabiendo que Itzjak se aprontaba a bendecir a Esav, propone a Iaakov una artimaña: vestir una piel de cabrito para aparentar ser su hermano y tomar la bendición de Iztjak.

Itzjak entiende rapidamente que algo extraño ocurre ante sus deteriorados ojos. Decide pues pesquisar a Iaakov, utilizando los restantes sentidos que funcionaban corecctamente.  

El Gaón Rabí Ionatan Eibshitz de Praga solía decir:

Cuando un hombre pierde la visión, debe explotar al máximo sus cuatro sentidos restantes para compensar su carencia.

Sobre Itzjak Avinu leemos: ‘y oscureciéronse sus ojos de ver’ (Bereshit 27, 1). Y dado que había perdido la visión, incrementó el accionar de sus restantes sentidos para reconocer con sus manos a su hijo Esav. Primeramente obró a través del tacto diciendo: ‘Acércate, por favor, y te palparé, mi hijo’(Bereshit 27, 21). Luego puso atención en su oído y dijo: ‘La voz es la voz de Iaakov’ (Bereshit 27, 22). En tercer lugar se ayudó con su gusto mientras decía: ‘Acerca a mí y comeré’(Bereshit 27, 25). Por último, utilizó su olfato: ‘y olió el olor de sus vestidos’ (Bereshit 27, 27).

Hoy día, se sabe que los no videntes desarrollan capacidades auditivas, táctiles e  intuitivas en un grado muy superior a las personas videntes. Un no vidente puede palpar una moneda y reconocer su valor.

¿Cómo pensar realmente que Iaakov logró engañar a Iztjak?
¿Acaso una persona ciega no sabe que la piel de cabrito tiene otra textura que la piel y el pelo humano?

Hoy día se sabe que una persona no-vidente no necesita apreciar los colores para distinguir entre el sabor de un vino blanco semi-seco y el de un vino tinto cabernet sauvignon...

¿Cómo creer que Itzjak no pudo distinguir entre el sabor de la comida que solía prepararle Esav, de la comida que sirvió Iaakov preparada por Rivká?

Resulta inimaginable creer que Iaakov logró engañar a su padre.
Itzjak, a mi humilde opinión, sabía quién estaba parado delante suyo y –a raíz de decepción sufrida al ver las mujeres escogidas por Esav - decide bendecir al más joven de los mellizos.

Esav es el primero de los descendientes de Abraham, que toma mujeres cnaanitas como esposas. No sólo su padre, Itzjak, miraba de mal modo esta elección. Leímos en Parashat Jaiei Sará que Abraham Avinu advirtió a su siervo Eliezer de no tomar mujer para Itzjak de la hija del cnaanita enviandolo a Aram Naaraim (ver Bereshit 24, 3-4). 

Al inicio del capítulo veintiocho, Itzjak sellará su bendición a Iaakov, enviándolo a Padán Aram y advirtiéndole también a él de no tomar mujeres cnaanitas. El viaje a casa de Betuel también lo pondría a salvo de la venganza y de la espada de su hermano.

Esav, al escuchar el consejo paterno, y viendo que las cnaanitas eran malas a ojos de su padre, decide enmendar su elección tomando a Majalat hija de Ishmael como esposa (Bereshit 28, 9).

Lo cual demuestra que Esav no solo era apresurado para elegir, sino también lento para reaccionar...

miércoles, octubre 31, 2018

Parashat Jaiei Sara

Mira quién corre....

El capítulo veinticuatro de Sefer Bereshit nos relata el viaje de Eliezer hacia la tierra de Abraham en busca de una mujer para Itzjak.

Dijo Abraham a Eliezer, su siervo: ‘No tomes mujer para mi hijo, de las hijas del cananita...sino que a mi tierra y a mi parentela irás y tomarás mujer para mi hijo’ (Bereshit 24, 3-4).

Al llegar Eliezer al final de su camino, la Torá nos muestra a tres personajes diferentes que corren para cumplir con su cometido.

El primero de ellos es el propio Eliezer, quien corre al encuentro de Rivka para asegurarse de haber encontrado a la mujer indicada para el hijo de su señor (Bereshit 24, 17). La segunda que corre en este capítulo es nuestra matriarca Rivka quien se apresura para anunciar en casa de su madre la llegada de Eliezer y su pedido de hospedaje (Bereshit 24, 28). El tercero es Laban, hermano de Rivká, quien corre hacia Eliezer obnubilado por el aro y las alhajas que este estaba trayendo (Bereshit 24, 29).

Todos tuvieron idéntica reacción; sin embargo podemos ver que el móvil fue diferente en cada uno de los casos. Están quienes corren -como Eliezer- cuando advierten que la descendencia de Abraham corre peligro; cuando observan que la promesa divina de multiplicar a Su pueblo está condicionada por factores externos. Son los que corren y ‘se juegan’ por el destino del pueblo judío.

Están quienes corren -como Rivká- para cumplir una ‘mitzvá’; para transformar a su vida en entrega y compromiso por la suerte de aquellos que no tienen dónde dormir o qué comer. Por último, están quienes sólo corren -como Labán- trás el dinero y el brillo del oro; quienes llevan adelante una existencia mediocre y vacía de toda espiritualidad. Si ves a alguno corriendo por la vida no des importancia a la rapidez de sus piernas; miralo a los ojos y sabrás el por qué de su apuro.

Sabrás si su urgencia tiene que ver con la entrega de Eliezer y Rivká o con la miseria de Laván.

sábado, octubre 27, 2018

Parashat VaIerá

Espejismos de Justicia

Rabino Gustavo Surazski

Esta semana leemos en la Torá acerca de la destrucción de Sedom y Amorá.

Al hablar de estas ciudades, solemos pensar que en estos lugares la justicia estaba ausente. Y no es cierto. Eran ciudades con muchas leyes, y la gente no le daba la espalda a SU LEY....

¿Qué es entonces lo que enojaba tanto a Dios? ¿Por qué destruir dos ciudades con gente tan obediente?

Se nos cuenta, por ejemplo, que había una ley en Sedom que prohibía darle pan a la gente pobre. Aquel que diera pan a los pobres sería quemado en el fuego. Cuando un pobre se allegaba a ellos, no le daban pan sino tan sólo monedas...y cada uno escribía su nombre sobre ella. Cuando el pobre moría, cada uno venía y recuperaba su moneda.

Sedom era un lugar muy "civilizado"…pero faltaba el temor a Dios. Y sin temor a Dios, poco sentido tenían las leyes...

Cuando leo la historia de Sedom y Amorá me viene a la mente lo que varias generaciones más tarde ocurrirá en la tierra de Egipto.

La Torá nos cuenta que cuando los hijos de Israel descendieron a Egipto, el faraón de Egipto los ubicó en la tierra de Goshen, en los suburbios del imperio.

¿Por qué fueron los hebreos a habitar ese lugar tan alejado?
La Torá nos dice: Ki Toavat Mitzraim Kol Roé Tzon (Bereshit 46, 34).
Los pastores de ovejas eran una abominación para los egipcios.

Abraham Ibn Ezra explica que los egipcios eran por entonces vegetarianos y no iban a permitir de ninguna manera que un hombre coma carne en su entorno.

Los hijos de Israel eran apreciados en Egipto…Su ocupación no tanto.
Para los Egiptos era abominable que un hombre juegue con la vida de un animal.

Unas cuantas décadas después, esos mismos egipcios que amaban tanto a los animales estaban arrojando a los niños hebreos al Nilo.

Eso no era abominable…

Cuando leía este comentario de Ibn Ezra vino a mi mente la imagen del nazismo.
Una de las más grande paradojas de la historia es que el régimen nazi fue uno de los precursores de las políticas de estado a favor de la ecología y del medio ambiente.

En 1933 el nazismo aprueba la Ley de Protección de los Animales.
Un año después se aprueba la Ley del Reich de la Caza
y en 1935 entrará en vigor la Ley de Protección de la Naturaleza.

El mundo aun no sabía que debía aprobar una Ley de Protección contra el Nazismo, ignorando que ese régimen tan proclive al amor por la naturaleza protagonizaría el capítulo más funesto en la historia de la humanidad.

Lastimar la naturaleza era abominable…Las cámaras de gas no….

El Rabino Yissocher Frand explica esta idea a través de un ejemplo bien gráfico.

El respeto a las leyes no siempre asegura armonía social.

En plena Noche de los Cristales Rotos en la Alemania nazi, un niño ingresó corriendo a su jeder y a los gritos informó al Rabino que su casa se estaba incendiando.

El Rabino salió corriendo del aula y telefoneó al Departamento de Bomberos para informar del incendio.

‘No podemos hacer nada’, le dijo el Jefe de Bomberos. ‘Apagar ESE incendio es ilegal’.

Alemania seguía siendo un país de leyes, como siempre. Ocurría que por entonces era ILEGAL apagar incendios en casas de judíos.

Bajo ese aspecto, en la Alemania de Hitler ocurría lo mismo que en Sedom: La gente respetaba las leyes a rajatabla. Pero sin temor a Dios, las leyes no sirven para nada.

Tal vez sea por eso que Dios dice a Abraham al cabo de las diez pruebas a la que fuera sometido (Bereshit 22, 12): ‘Ahora sé que eres temeroso de Di-s’.

¿Por qué Dios elige esa expresión?
¿Por que no decirle: ‘Ahora se que eres obediente’ o ‘Ahora conozco tu sumisión’?

Posiblemente, porque hay mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.

Existe mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.

La gente de Sedom era obediente, la de Egipto denostaba a los pastores, la gente de Hitler era sumisa...

Pero lo de Abraham era diferente.
Abraham fue el primero en ser temeroso del Cielo.




jueves, octubre 18, 2018

Parashat Lej lejá

No hay edad para el cambio

Setenta y cinco años tenía Abraham al salir de casa de su padre. Setenta y cinco años vivió Abraham equivocado. Escuchó el llamado de Dios y partió. ‘Y dijo el Eterno a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa paterna, a la tierra que te señalaré’.

¿Qué sabemos de los setenta y cinco primeros años de Abraham?

Poco y nada. El Midrash nos cuenta que era comerciante. Teraj, su papá, moldeaba ídolos para cultos paganos. En una ocasión salió su papá, y dejó a Abraham a cargo del negocio. Abraham tomó un palo y destrozó todas la estatuas de su padre. Todas, menos una; y en sus manos puso el palo.

Su padre regresó, y al ver el desastre en su comercio, preguntó horrorizado a su hijo: ‘¿Quién hizo ésto?’.

"¡No sabes lo que pasó cuando saliste!", dijo Abraham. "Las estatuas comenzaron a pelearse. Todas querían comer primero de las ofrendas. Una decía ‘¡Primera, yo!’ otra ‘¡No, primero yo!’. La más grande de todas, tomó un palo en la mano y destrozó a todas sus compañeras".

"¿Crees que soy tonto?", dijo Teraj a su hijo. "¿Cómo voy a creer éso?".

"No escuchen tus oídos lo que está diciendo tu boca", dijo Abraham (Bereshit Rabá 38, 13).

Abraham comprende que setenta y cinco años son muchos, pero que eso no lo inhibe para actuar.


De hecho, los grandes sucesos de la vida de Abraham ocurrieron después de los setenta y cinco años. A los setenta y cinco años se va de su casa y se establece en la Tierra de Israel. A los ochenta y seis años, nace su primer hijo (Ishmael). A los noventa y nueve años, cambia su nombre, y abraza la fe judía practicándose el brit milá. Y a los cien años, nace su hijo Itzjak.

¿Qué hizo Abraham antes de los setenta y cinco? Sabemos poco. Lo que sí sabemos es que la vida -la auténtica y provechosa vida de Abraham- comenzó allí, en ese punto en el que mucha gente dice ‘Ya no tengo más fuerzas’. 


En ese punto, Dios llama a Abraham y le dice: ‘Si creías no tener más fuerzas, Yo te llamo, te confío la formación de un pueblo de quien serás su padre, y te demostraré que tenes muchas más fuerzas de las que creías tener. Mañana a la mañana no te vas a levantar para ir al negocio de tu papá a vender ídolos de barro en los que no crees...Lej, Lejá...¡Vete de aquí!. Junta fuerzas y sal de tu vida en busca de un nuevo rumbo. Yo estoy contigo’.

Leí en una oportunidad, acerca de los premios Nobel y de su orígenes. Alfred Nobel, un químico sueco, amasó fortunas fabricando explosivos y vendiendo la fórmula a diferentes gobiernos para fabricar armamentos.

Ya de grande, el hermano de Nobel murió, y por un error periodístico se público la necrólogica de Alfred, que por la mañana tomó el diario y se enteró que...¡había muerto! Sin embargo, tuvo una oportunidad única; logró leer aquello por lo que sería recordado a la hora de su muerte.

Fue tal su costernación al ver que pasaría a la historia y sería recordaddo por ser un mercader de la muerte, que tomó toda su fortuna y la usó para crear la fundación que premia los mayores logros en diversos campos útiles para la humanidad.

Y en realidad, es por eso –por los premios- y no por los explosivos que se lo recuerda al día de hoy. Fue en los últimos años de su vida, que Nobel le imprimió un nuevo rumbo a la existencia.

No seamos ingenuos. Hay ciertas veces en la vida que es difícil volver a empezar. La edad nos limita para ciertas cosas, a todos, niños, jóvenes y ancianos. Uno va creciendo y ciertas cosas ya son difíciles de cambiar. Para convivir con ello, también es necesario ser fuerte.

Quiera Dios darnos la fuerza para cambiar lo modificable, y para aprender a convivir con aquello que no lo es.


miércoles, octubre 10, 2018

Parashat Noaj

Pensando en el Vino

Al leer los primeros versículos de Parashat Noaj, llama poderosamente la atención que tratándose Noaj de un hombre probo e íntegro no haya sido desigando como padre del pueblo de Israel.

"Noaj, hombre justo e íntegro era en sus generaciones", nos dice la Torá al inicio de la Parashá (Bereshit 6, 9) ¿Acaso se necesita más que eso?

Los comentaristas se han encargado de responder a este interrogante sugiriendo que Noaj encaró el diluvio con una gran cuota de egoísmo. Se cuenta en el Zohar que al salir Noaj del arca y ver al mundo en ruinas comenzó a llorar y a implorar a Di-s:

¡Soberano del mundo! ¿Acaso no eres llamado piadoso? ¡Tendrías que haberte apiadado de tus criaturas!

Le dijo el Santo Bendito: ¿¡Ahora me lo dices!? ¡Por qué no lo hiciste cuando avertí que traería el diluvio!? Seguramente, al saberte a salvo en el arca no se te ocurrió pensar en el funesto destino del mundo... (Midrash HaNeelam, Noaj).

Sin embargo deseo hoy proponer otra respuesta para este interrogante, que está relacionada con la actitud de Naoj al finalizar el diluvio.

Al salir Noaj del arca, nos cuenta la Parashá: "Y empezó Noaj, (ser) hombre de la tierra (labrador), y a plantar una viña. Y bebió del vino y emborrachóse" (9:20-21)

Los sabios de Israel interpretan que la palabra "VaIajel" no proviene del verbo "LeHatjil" (Empezar) sino de la palabra "Jol" (Ordinario). De esta manera sugieren que Noaj se transformó en un ser ordinario al decidir comenzar esta nueva etapa de su vida plantando una viña. Podría haber plantado un higuera o un olivo y sin embargo comenzó plantando algo que terminó siendo su perdición y lo ubicó (a él y a sus tres hijos) frente a un complejo cuadro familiar de impredecibles consecuencias (véase Bereshit 9, 20-27).

¿Qué haríamos nosotros en su lugar? Si ante nuestros ojos viéramos al mundo en ruinas y debiéramos comenzar de cero...¿por dónde empezaríamos?

Algunos comenzarían construyendo una casa, otros tal vez una escuela... ¿En qué pensó Noaj? ¡En el vino!

Vemos que ese orden de prioridades dista de coincidir con la escala de valores de nuestros patriarcas.

¿En qué pensaban ellos?

En encontrar -por ejemplo- una pareja adecuada para sus hijos, no sea que vayan a tomar mujer de entre las hijas de Cnaan (ver Bereshit 24,3; Bereshit 28, 8 donde se habla acerca de Abraham y de Itzjak).

Otro ejemplo interesante tiene que ver con el tercero de nuestros patriarcas. Cuando Iaakov descendió con sus hijos a la tierra de Egipto -inaugurando una nueva etapa en la vida de su familia- se nos cuenta que envió a Iehudá adelante de todos ellos (Bereshit 46, 28). RaSHI nos enseña que Iehudá fue enviado en primer término a fin de establecer un Beit Talmud (una escuela) para los recién llegados (véase RaSHi a Bereshit 46, 28).

Abraham e Itzjak pensaban en la continuidad. Iaakov pensaba en la educación de sus hijos. ¿En qué pensaba Noaj? En los placeres de la bebida.

Un amigo me contó hace un tiempo que visitó la ciudad de Las Vegas en el Estado de Nevada de EEUU y se alojó en un hotel de la zona. Como es sabido, Las Vegas es la capital mundial del juego. Sin embargo, su visita a la ciudad nada tenía que ver con el mundo de la apuestas.

Mi amigo, que había llegado al lugar en viaje de negocios, regresó a su habitación después de una larga jornada de trabajo y quiso abrir la ventana para tomar un poco de aire fresco. Empujó la ventana con fuerza y notó que ésta estaba trabada a punto tal que resultaba imposible abrirla. Llamó entonces a la recepción del hotel y allí se le dijo que en la ciudad de Las Vegas las ventanas de los hoteles permanecen bloquedas por ley. La razón de semejante regla está relacionada -desde ya- con las apuestas. Se le dijo que mucha gente, al haber perdido grandes cantidades de dinero, puede verse tentada a saltar por la ventana al regresar a su habitación.

Resulta insólito pensar que alguien puede poner su dinero en un orden de prioridad superior al de su propia vida. ¿Acaso la gente no sabe que esto es un absurdo? ¿Es realmente necesario que un municipio o un hotel establezca una política tal a fin de salvar la vida de sus clientes?

Algo similar ocurre con las multas a los conductores ebrios. Todos saben que el conducir ebrio resulta peligroso. Y aun así el Estado amenaza a los conductores con fuertes multas en caso de ser atrapados en estado de ebriedad. ¿Por qué? ¿Acaso en peligro a perder la vida no representa suficiente escarmiento? Evidentemente no. Muchos son los que a la hora de subirse al volante piensan más en el "alcohol" que en la "vida".

La elección de un orden de prioridades correcto resulta uno de los más grandes desafíos que enfrenta todo hombre y mujer en su paso por este mundo. Y es la clave para el desarrollo de la vida de hombres, sociedades y naciones.

Desde un punto de vista racional, la ecuación siempre resultará sencilla. Pero a la hora de la verdad, la abrumadora absoluta del genero humano suele encarar la vida pensando en "tiempo presente" en lugar de hacerlo en "tiempo futuro".

Noaj estableció un orden de prioridades errado. Pensó en el vino y olvidó como repercutiría esto en sus hijos, convirtiendo a lo secundario en principal y a lo principal en secundario. Nadie puede ser el padre de una nación de valores eternos en base a semejante orden de prioridades.
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jueves, junio 28, 2018

Parashat Balak 5778

Enfrentados

En los versículos finales de nuestra Parashá, la Torá relata el pecado de Baal Peor.

"Y se entregó Israel a Baal Peor, y se encendió la ira del Eterno contra Israel.... Y fueron los que murieron de aquella plaga, veinticuatro mil" (Be-Midbar 25, 3; 25, 9).

El trágico desenlace de este suceso resulta sumamente llamativo.

En apariencia, el episodio de Baal Peor es un apéndice de nuestra Parashá que sirve como introducción a Parashat Pinjás. Pero si uno analiza la cruda estadística, verá que el pecado de Baal Peor es inmensamente más grave que el pecado del becerro de oro. En este -nos cuenta la Torá- la ira de Dios provocó tres mil victimas (Shemot 32, 28), mientras que en Baal Peor, la ira divina...¡se multiplicó por ocho! (veinticuatro mil).

¿Por qué es tan grave este episodio?

RaSHI, en su comentario a la Parashá (comentario a Be-Midbar 25, 3) nos enseña la repugnante forma en la que se servía a esta antigua deidad: La gente adoraba a Baal Peor defecando delante suyo (ver también Sanhedrín 60b).

El Rabino Iehuda Amital Z"L analiza la gravedad de este pecado a la luz de este comentario de RaSHI.

Existe una ideología ostensiblemente presente en nuestros días –dice el Rabino- que sostiene que todo aquello que es natural es bueno. Según esta ideología –que en nuestro caso se emparenta claramente con la idolatría- no tiene nada malo defecar delante de una estatuilla. ¿Por qué debiera serlo si se trata de algo natural que –finalmente- iguala a todos los mortales? Y si es natural...¡es bueno!

La Torá se opone tajantemente a esta ideología. De hecho, ya en los primeros capítulos de la Torá vemos como Adam y Javá cubren su desnudez luego de probar del fruto prohibido. ¿Qué tiene de malo andar desnudo? ¡Finalmente así venimos todos al mundo! ¡Es algo natural! Sin embargo, el primer acto "humano" de Adam y Javá -después de la ingestión del fruto- fue la cobertura de su desnudez.

No en vano, los cabalistas sugieren que la palabra hebrea בראשית  (Bereshit, en el comienzo) contiene las mismas letras que la palabra ירא בשת (Iré Boshet, la vergüenza que conduce al temor reverencial a Dios).

El hombre ha sido creado para elevarse por sobre la naturaleza, no para reverenciarla. Para enmendar el mundo natural, no para endiosarlo.

Abraham Ieoshúa Heschel en su libro "El hombre no está solo" dice que "las religiones pueden clasificarse en tres grupos: las de autosatisfacción, las de autoanulación y las de mancomunidad. En las primeras, la religiosidad es una búsqueda de satisfacción de necesidades personales como la salvación o el deseo de inmortalidad. En las segundas, se hacen a un lado todas las necesidades personales y el hombre procura dedicar su vida a Dios al precio de anular todo deseo propio, en la creencia de que el sacrificio humano, o por lo menos la total abnegación, es la única forma auténtica de servir a Dios. La tercera forma de religión, si bien desecha la idea de considerar a Dios como medio para alcanzar fines personales, sostiene que existe una sociedad entre Dios y el hombre, que las necesidades humanas constituyen la preocupación de Dios y que los fines divinos deben convertirse en necesidades humanas".

Esto explica en gran forma el enfrentamiento de la Torá con el culto a Baal Peor que –de acuerdo al esquema hescheliano- pertenecería a este primer tipo de religiones.

Sin embargo, este antagonismo entre la Torá y el culto al Baal Peor no está solamente sugerido al inicio de la Torá (ברשאית, ירא בשת) sino también al final.

Cuando la Torá habla acerca de la sepultura de Moshé nos dice que Dios "lo sepultó en el valle, en la tierra de Moab, frente a Bet-Peor" (Devarim 34, 6).

El profeta, aquel que había visto a Dios cara a cara, aquel que bajó del monte con la palabra de Dios en sus manos, es sepultado frente al sitio de este repugnante y "natural" ritual.

Posiblemente, el lugar de sepultura de Moshé no haga más que confirmar el hecho de que no existe otra fuerza en la Torá que se ubique más en sus antípodas que el culto a Baal Peor.

Moshé y la Torá de un lado.
Y, enfrente, el Baal Peor y su repulsivo culto.

Desde Bereshit y hasta Ve-Zot Ha-Brajá.

jueves, junio 21, 2018

Parashat Jukat 5778


Tres montes, tres faros

Parashat Jukat relata el ascenso de Aharón, el Sumo Sacerdote, al monte Hor y su posterior fallecimiento.

Dijo Dios a Moshé: "Toma a Aarón y a Elazar, su hijo, y hazlos subir a este monte Hor. Y despoja a Aarón de sus vestiduras (sacerdotales) y se las vestirás a Elazar, su hijo; y Aarón será reunido y morirá allí" (BeMidvar 20, 25-26).

El particular nombre de este monte (Hor) -un vocablo casi idéntico a la palabra hebrea Har (Monte o montaña)- despertó la creatividad de los exégetas bíblicos.

RaSHI –basándose en el Midrash- explica la particular forma de este monte. Se trataba de "un monte montado sobre un monte, tal como una manzana pequeña montada sobre una manzana grande. Y aun cuando la nube iba delante suyo[de los hijos de Israel] y aplanaba las montañas, tres montes quedaron intactos: El monte Sinaí para la (entrega de la) Torá, el monte Nevó para la sepultura de Moshé y el monte Hor para la sepultura de Aharón".

El comentario de RaSHI está basado en una antigua tradición midráshica que afirma que la nube que viajaba delante de los hijos de Israel tenía –entre sus múltiples funciones- la capacidad de alisar el terreno para facilitar la marcha de los hijos de Israel (ver Mejilta de Rabí Ishmael 13, 21).

Pero...¿por qué razón la nube dejó intactos justamente a dichos montes?

Posiblemente la respuesta se relacione con la célebre mishná del Tratado de Avot, en nombre de Shimón Ha-Tzadik.

"Shimón el justo fue uno de los sobrevivientes de los Hombres de la Gran Asamblea. Él solía decir: tres son las cosas sobre las que se asienta el mundo:  sobre la Torá, sobre el Servicio (a Dios) y sobre las obras de beneficiencia" (Avot 1, 2).

Rabí Itzjak Iosef Schneersohn enseña que estos tres pilares (Torá, servicio y obras de beneficiencia) se vinculan con los tres patriarcas de Israel.

La figura de Abraham se vincula con las obras de beneficencia dada su cualidad como majnis orjim [1]. La figura de Itzjak se liga al servicio, lo cual se asocia al relato de la ofrenda en la Akedá [2]. La figura de Iaakov remite a la Torá, dado que está dicho que Iaakov era "un hombre sencillo, morador de tiendas" [3].

El Prof. Avigdor Shinam sostiene que Shimón el justo esta trayendo en esta mishná los tres pilares sobre los que se sostiene la humanidad. La Torá representa el aspecto intelectual de la experiencia humana, dado que a través de la misma el hombre amplía sus horizontes y pule su personalidad. El servicio representa el aspecto religioso, a través del cual el hombre se asocia a Dios. Y el tercer pilar, las obras de beneficencia, obligan al hombre a vincularse con su prójimo.

Quisiera aportar una tercera interpretación.

Los tres principios que trae Shimón el justo, explican la particular conducta de la nube en el desierto. Aquellos tres montes representan los mismos tres principios esgrimidos por la Mishná.

El monte Sinaí, representa la Torá, al haber sido el escenario de la entrega de la Ley. El monte Hor, se vincula a la idea de Avódá (servicio divino), por haber sido elegido como la última morada de Aharón, Sumo Sacerdote consagrado al servicio de Dios. Por último, el monte Nevó, que fue testigo de la partida de Moshé, sintetiza la idea de guemilut jasadim (obras de beneficiencia). De acuerdo a la exégesis bíblica, Dios mismo fue quien se encargó de su sepultura (ver RaSHI a Devarim 36, 6).

...

En nuestras clases en el Seminario Rabínico se nos solía preguntar: ¿A qué debiera asemejarse un Rabino? A un Talmid Jajam (Torá), a un Sacerdote (Servicio) o a un Profeta (sensibilidad social y obras de beneficiencia)?

¿El Rabino debe ser combativo, sensible y moralizador como un profeta? ¿Solemne y ritualista como el sacerdote? ¿O, acaso, amante de los textos como el Talmid Jajam?

¿Los congregantes quieren que su Rabino sea emocional, formal o sabio? ¿Generoso, venerable o catedrático? ¿Moralizador, ritualista o estudioso?

Aún no hallé respuesta a este interrogante. Supongo -después de veinte años de Rabinato- que la expectativa de la gente es que su Rabino sea al mismo tiempo portador de la sensibilidad de un profeta, la estampa del sacerdote y la sabiduría de Talmid Jajam. La complejidad de la función rabínica hace que no se sea ninguna de las tres cosas por separado, sino todas juntas, y al mismo tiempo. También la labor rabínica se erige sobre estos tres mismos pilares: Torá, servicio y obras de beneficencia.

Sin embargo, este principio de Shimón el justo, es aplicable a todo judío, no sólo a los Rabinos. El equilibrio entre estos tres pilares (Torá, Avodá y Guemilut Jasadim) es el que asegura un judaísmo balanceado en el que convivan los textos, el estudio, la sensiblidad, la búsqueda de lo correcto, los rituales y las tradiciones milenarias. Torá, Avodá y Guemilut Jasadim.

Estos tres montes, como faros en la noche, quedaron intactos en el desierto dando tesimonio de ello.
  













[1] . Anfitrión. Abraham solía pararse a la puerta de su tienda para buscar caminantes e invitarlos a su hogar (véase RaSHI a Bereshit 18, 1).
[2] . Véase Bereshit cap. 22
[3] . Bereshit 25, 27. La palabra "tienda" se asocial con el studio de la Torá.