Enfrentados
En
los versículos finales de nuestra Parashá, la Torá relata el pecado de Baal
Peor.
"Y
se entregó Israel a Baal Peor, y se encendió la ira del Eterno contra
Israel.... Y fueron los que murieron de aquella plaga, veinticuatro mil"
(Be-Midbar 25, 3; 25, 9).
El trágico desenlace de este suceso
resulta sumamente llamativo.
En apariencia, el episodio de Baal
Peor es un apéndice de nuestra Parashá que sirve como introducción a Parashat
Pinjás. Pero si uno analiza la cruda estadística, verá que el pecado de Baal
Peor es inmensamente más grave que el pecado del becerro de oro. En este -nos cuenta la Torá- la ira
de Dios provocó tres mil victimas (Shemot 32, 28), mientras que en Baal Peor, la
ira divina...¡se multiplicó por ocho! (veinticuatro mil).
¿Por
qué es tan grave este episodio?
RaSHI, en su comentario a la Parashá
(comentario a Be-Midbar 25, 3) nos enseña la repugnante forma en la que se servía
a esta antigua deidad: La gente adoraba a Baal Peor defecando delante suyo (ver
también Sanhedrín 60b).
El Rabino Iehuda Amital Z"L
analiza la gravedad de este pecado a la luz de este comentario de RaSHI.
Existe una ideología ostensiblemente
presente en nuestros días –dice el Rabino- que sostiene que todo aquello que es
natural es bueno. Según esta ideología –que en nuestro caso se emparenta
claramente con la idolatría- no tiene nada malo defecar delante de una
estatuilla. ¿Por qué debiera serlo si se trata de algo natural que –finalmente-
iguala a todos los mortales? Y si es natural...¡es bueno!
La
Torá se opone tajantemente a esta ideología. De hecho, ya en los primeros
capítulos de la Torá vemos como Adam y Javá cubren su desnudez luego de probar
del fruto prohibido. ¿Qué
tiene de malo andar desnudo? ¡Finalmente así venimos todos al mundo! ¡Es algo
natural! Sin embargo, el primer acto "humano" de Adam y Javá -después
de la ingestión del fruto- fue la cobertura de su desnudez.
No
en vano, los cabalistas sugieren que la palabra hebrea בראשית
(Bereshit, en el comienzo) contiene las
mismas letras que la palabra ירא בשת (Iré Boshet, la vergüenza que conduce al temor
reverencial a Dios).
El
hombre ha sido creado para elevarse por sobre la naturaleza, no para
reverenciarla. Para enmendar el mundo natural, no para endiosarlo.
Abraham Ieoshúa Heschel en su libro
"El hombre no está solo" dice que "las religiones pueden
clasificarse en tres grupos: las de autosatisfacción, las de autoanulación y
las de mancomunidad. En las primeras, la religiosidad es una búsqueda de
satisfacción de necesidades personales como la salvación o el deseo de
inmortalidad. En las segundas, se hacen a un lado todas las necesidades
personales y el hombre procura dedicar su vida a Dios al precio de anular todo
deseo propio, en la creencia de que el sacrificio humano, o por lo menos la
total abnegación, es la única forma auténtica de servir a Dios. La tercera
forma de religión, si bien desecha la idea de considerar a Dios como medio para
alcanzar fines personales, sostiene que existe una sociedad entre Dios y el
hombre, que las necesidades humanas constituyen la preocupación de Dios y que
los fines divinos deben convertirse en necesidades humanas".
Esto explica en gran forma el
enfrentamiento de la Torá con el culto a Baal Peor que –de acuerdo al esquema hescheliano-
pertenecería a este primer tipo de religiones.
Sin embargo, este antagonismo entre
la Torá y el culto al Baal Peor no está solamente sugerido al inicio de la Torá
(ברשאית, ירא בשת) sino también
al final.
Cuando la Torá habla acerca de la
sepultura de Moshé nos dice que Dios "lo sepultó en el valle, en la tierra
de Moab, frente a Bet-Peor" (Devarim 34, 6).
El profeta, aquel que había visto a
Dios cara a cara, aquel que bajó del monte con la palabra de Dios en sus manos,
es sepultado frente al sitio de este repugnante y "natural" ritual.
Posiblemente, el lugar de sepultura
de Moshé no haga más que confirmar el hecho de que no existe otra fuerza en la
Torá que se ubique más en sus antípodas que el culto a Baal Peor.
Moshé y la Torá de un lado.
Y, enfrente, el Baal Peor y su
repulsivo culto.
Desde Bereshit y hasta Ve-Zot
Ha-Brajá.