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jueves, junio 21, 2012

Parashat Koraj 5772

Dos reyes y una corona

Parashat Koraj es una de mis secciones favoritas. Supongo que será porque tiene un mensaje muy actual y demuestra, por sobre todas las cosas, que la especulación política y la demogogia existen desde que el mundo es mundo.

La disputa de Koraj y su asamblea, descrita al detalle en nuestra sección, es -en realidad- una maniobra perversa producto de las apetencias políticas de un hombre peligroso. Koraj encabeza una rebelión popular contra el liderazgo de Moshé y Aharón presentando argumentos que en apariencia tienen un transfondo "democrático".

"Y congregáronse contra Moshé y contra Aharón, y dijéronles: ¡Basta para vosotros! Porque toda la comunidad, todos ellos son santos, y entre ellos está el Eterno. ¿Por qué os encumbráis sobre la congregación del Eterno?" (BeMidbar 16, 3). Sin embargo, el objetivo de Koraj es sembrar la semilla de la anarquía en el seno del pueblo. Frases del estilo "Todos somos santos", no pueden ser otra cosa que una manipulación populista de un hombre que entiende la naturaleza de los ánimos populares. Koraj es un gran demagogo que sabe explotar y capitalizar la incertidumbre del pueblo en pos de sus propios intereses.

En la lectura de la Tora de la semana pasada, recordamos el decreto que sufrieran nuestros antepasados de vagar cuarenta años por el desierto. Toda aquella generación había sido condenada a vagar durante cuatro décadas caminando a ningún lado y Koraj intuyó que era un excelente momento para socavar el liderazgo de Moisés.

Pero el punto principal de esta historia es que todos los argumentos de Koraj están basados en una mentira. Koraj está convencido de que Moshé debe compartir el liderazgo con él. Pero democracia no es sólo una cuestión de igualdad, sino también el reconocimiento de la autoridad del gobernante.

Permítaseme sugerir una comparación: Cualquier persona que ha aprendido a conducir en una Academia de manejo, conoce lo que es un auto de Doble Comando. En esos autos la persona que va sentada al lado del conductor tiene también la posibilidad de acelerar el auto y de frenarlo. Sin embargo, incluso en un sistema tan complejo, existe algo en esos vehículos que no es doble: ¡el volante! Sólo una persona puede decidir si ha de girar a la derecha o a la izquierda. Dos conductores no pueden manejar el vehículo al mismo tiempo.

Una regla halájica muy conocida establece que "dos voces no pueden escucharse juntas" ("Trei Kalei La Mishtamaei"). Por ese motivo, por ejemplo, dos personas no tienen permitido leer de la Torá al mismo tiempo. En lo que refiere a políticas de gobiernos ocurre algo similar. Un gobrenante puede pedir consejos y asesorarse con colaboradores (o incluso, con opositores) pero a la hora de ejecutar un decisión sólo deberá escucharse una voz. Un líder puede compartirlo todo...a excepción del volante.

Rabí Shimon ben Pazi señala en el Talmud (Julín 60b) una aparente contradicción entre dos partes de un mismo versículo en el libro de Bereshit (1, 16). Un versículo dice: ‘E hizo Dios las dos grandes lumbreras’, e inmediatamente después está escrito: ‘La lumbrera mayor...y la lumbrera menor’.

Si las dos eran ‘grandes’...¿por qué una es la ‘mayor’ y otra es la ‘menor’?

Se nos cuenta una leyenda que explica esta contradicción:

Al principio, nos cuenta la Guemará, el sol y la luna tenían apriencia y tamaño similar. Pero un día, presa de los celos, vino la luna ante el sillar divino y dijo: ‘¡Soberano del mundo!...¿pueden dos reyes utilizar la misma corona?’. Fue entonces que Di-s le ordenó a la luna empequeñerserce y cambiar su apariencia.

Koraj cometió un error similar al error de la luna. Sólo uno puede llevar la corona.

jueves, junio 14, 2012

Parashat Shelaj Lejá 5772

Sin Atajos

Los hijos de Israel se encuentran en las puertas de la Tierra de Israel.

La misma Torá nos da la pauta de cuán corto era el camino restante. En tan sólo cuarenta días, los espías (meraglim) enviados a recorer la Tierra, fueron, "espiaron", cosecharon el fruto de la Tierra, y regresaron al campamento.

En términos del mundo antiguo, sin los medios de comunicación con los que contamos hoy día, cuarenta días no parece mucho tiempo.

De todos modos, sabemos lo que ocurrió con aquel corto camino.

Aquellos cuarenta días se convirtieron en cuarenta años y aquel paseo de los meraglim terminó convirtiéndose en una auténtica pesadilla para la generación del desierto. Y mientras que Caleb y Ieoshúa dijeron: "Subir, subiremos, y la heredaremos; que poder, podremos con ella" (BeMidvar 13, 30), los diez espías restantes dijeron al unísono: "La tierra por la que pasamos para explorarla, es tierra que devora a sus habitantes" (BeMidvar 13, 32).

¿Qué es lo que viene a enseñarnos el relato de los espías?

Permítanme compartir con ustedes una historia de afamado escriotor israelí Shmuel Iosef Agnon llamada "La cabra", publicada por primera vez en el año 1925.

La historia trata de un anciano que sufría del corazón y al que le fuera recetado beber leche de cabra.

El anciano –que vivía en Polonia- siguió el consejo del médico y fue a comprar una cabra en la feria. La cabra, de tanto en tanto, desaparecería y, cuando regresaba –cuenta Agnón- tenía sus ubres llenas de una leche más dulce que la miel.

El anciano deseaba saber a dónde desaparecía la cabra. Su hijo decidió atar una cuerda a la cola del animal, asió la cuerda con sus manos y fue trás sus pasos.

La cabra ingresó en una cueva, y el hijo de aquel anciano caminaba atrás suyo. Y así continuaron su marcha –tal vez un día o dos- y salieron por el otro extremo de la cueva en un lugar de montes y colinas. Preguntó el joven a los lugareños acerca del lugar y se le dijo que se encontraba en la inmediaciones de la ciudad de Tzfat.

El joven descansó un rato y quisó regresar a su casa para traer a su padre a la Tierra de Israel. Sin embargo, comprendió que no alcanzaría a regresar a casa ya que el Shabat estaba a punto de ingresar.

Escribió el hombre una nota a su padre que decía: "He llegado felizmente a la Tierra de Israel y desde la ciudad santa de Tzfat, que me embriaga con su santidad, te escribo. No preguntes como he llegado aquí. Toma la cuerda atada a la cola de la cabra y ve trás ella. Así llegarás seguro a la Tierra de Israel".

Colocó la nota trás la oreja del animal. "Cuando la cabra llegue a lo de mi padre –pensó- éste acariciará su frente. La cabra sacudirá su cabeza y la nota caerá al suelo. Mi padre leerá la nota y vendrá trás de mí".

La cabra ingresó nuevamente a la cueva y llegó hasta lo del anciano. Sin embargo, la nota no cayó al suelo...

El anciano, viendo que el animal había regresado sin su hijo, supuso que éste había sido devorado por alguna fiera salvaje. Dado que la cabra le recordaba la tragedia, decidió llamar al matarife para que sacrifique al animal. Sólo allí encontró la nota enrollada trás la oreja de la cabra. Pero ya era tarde...
 
Nunca nadie pudo encontrar la entrada a dicha cueva. Desde aquel día –cuenta Agnón- el camino corto a la Tierra de Israel permanece oculto a nuestros ojos.

Desde tiempos bíblicos, muchos judíos han buscado "atajos" para llegar a la Tierra de Israel.

Muchos de esos judíos nacieron en los países de la diáspora. Otros –sin embargo- nacieron en la mismísima Tierra de Israel.

Buscar "atajos" a la Tierra de Israel, significa pensar en el modo en el que pensaron diez de los doce meraglim. Estos judíos no piensan qué pueden aportarle a Israel, sino –mas bien- qué puede Israel aportarle a ellos.

Según Agnón, el camino corto a la Tierra de Israel desapareció aquel día en que el anciano decidiera sacrificar a aquella cabra. Según la Torá, el camino corto a la Tierra de Israel desapareció cuando los meraglim regresaron al campamento de Israel y provocaron el vano llanto de aquella generación.

El mensaje, es idéntico.
JaZaL enseñaron que la Tierra de Israel sólo puede ser adquirida por medio de las aflicciones (Brajot 5a).

Yo lo diré de otra manera, inspirado en el relato de Agnón y en la historia de los meraglim: No existen "atajos" para alcanzar la Tierra de Israel.