Dos reyes y una corona
Parashat Koraj es una de mis secciones favoritas. Supongo que será porque tiene un mensaje muy actual y demuestra, por sobre todas las cosas, que la especulación política y la demogogia existen desde que el mundo es mundo.
La disputa de Koraj y su asamblea, descrita al detalle en nuestra sección, es -en realidad- una maniobra perversa producto de las apetencias políticas de un hombre peligroso. Koraj encabeza una rebelión popular contra el liderazgo de Moshé y Aharón presentando argumentos que en apariencia tienen un transfondo "democrático".
"Y congregáronse contra Moshé y contra Aharón, y dijéronles: ¡Basta para vosotros! Porque toda la comunidad, todos ellos son santos, y entre ellos está el Eterno. ¿Por qué os encumbráis sobre la congregación del Eterno?" (BeMidbar 16, 3). Sin embargo, el objetivo de Koraj es sembrar la semilla de la anarquía en el seno del pueblo. Frases del estilo "Todos somos santos", no pueden ser otra cosa que una manipulación populista de un hombre que entiende la naturaleza de los ánimos populares. Koraj es un gran demagogo que sabe explotar y capitalizar la incertidumbre del pueblo en pos de sus propios intereses.
En la lectura de la Tora de la semana pasada, recordamos el decreto que sufrieran nuestros antepasados de vagar cuarenta años por el desierto. Toda aquella generación había sido condenada a vagar durante cuatro décadas caminando a ningún lado y Koraj intuyó que era un excelente momento para socavar el liderazgo de Moisés.
Pero el punto principal de esta historia es que todos los argumentos de Koraj están basados en una mentira. Koraj está convencido de que Moshé debe compartir el liderazgo con él. Pero democracia no es sólo una cuestión de igualdad, sino también el reconocimiento de la autoridad del gobernante.
Permítaseme sugerir una comparación: Cualquier persona que ha aprendido a conducir en una Academia de manejo, conoce lo que es un auto de Doble Comando. En esos autos la persona que va sentada al lado del conductor tiene también la posibilidad de acelerar el auto y de frenarlo. Sin embargo, incluso en un sistema tan complejo, existe algo en esos vehículos que no es doble: ¡el volante! Sólo una persona puede decidir si ha de girar a la derecha o a la izquierda. Dos conductores no pueden manejar el vehículo al mismo tiempo.
Una regla halájica muy conocida establece que "dos voces no pueden escucharse juntas" ("Trei Kalei La Mishtamaei"). Por ese motivo, por ejemplo, dos personas no tienen permitido leer de la Torá al mismo tiempo. En lo que refiere a políticas de gobiernos ocurre algo similar. Un gobrenante puede pedir consejos y asesorarse con colaboradores (o incluso, con opositores) pero a la hora de ejecutar un decisión sólo deberá escucharse una voz. Un líder puede compartirlo todo...a excepción del volante.
Rabí Shimon ben Pazi señala en el Talmud (Julín 60b) una aparente contradicción entre dos partes de un mismo versículo en el libro de Bereshit (1, 16). Un versículo dice: ‘E hizo Dios las dos grandes lumbreras’, e inmediatamente después está escrito: ‘La lumbrera mayor...y la lumbrera menor’.
Si las dos eran ‘grandes’...¿por qué una es la ‘mayor’ y otra es la ‘menor’?
Se nos cuenta una leyenda que explica esta contradicción:
Al principio, nos cuenta la Guemará, el sol y la luna tenían apriencia y tamaño similar. Pero un día, presa de los celos, vino la luna ante el sillar divino y dijo: ‘¡Soberano del mundo!...¿pueden dos reyes utilizar la misma corona?’. Fue entonces que Di-s le ordenó a la luna empequeñerserce y cambiar su apariencia.
Koraj cometió un error similar al error de la luna. Sólo uno puede llevar la corona.