Que pase el que sigue
La periodista e
intelectual española Pilar Rahola cuenta en uno de sus escritos que los mineros,
hasta bien entrado el siglo veinte, solían utilizar canarios en las
profundidades de la tierra. Sabiendo que las aves son más sensibles que el
hombre a los gases venenosos, los mineros podían huír de las minas a toda
velocidad si veían que los canarios se asfixiaban. Rahola sostiene, que el
pueblo judío y el Estado de Israel, son los "canarios" del mundo,
expuestos -antes que ningún otro- a los embates del terrorismo internacional.
Pocos días después de
los terribles atentados del 11 se setiembre del 2001, la cadena CNN entrevistó
a Efraim Sné, por entonces Ministro de Transporte israelí. Se le preguntó si
los atentados en EEUU cambiarían los procedimientos de seguridad en el
Aeropuerto Ben Gurión. Sné respondió de manera lacónica: "Nada va a
cambiar".
Sné no pecaba de
negligente. Por el contrario, los rígidos controles en la terminal hebrea (y los
de cada vuelo que viaja hacia Israel) estaban vigentes desde hacía varias décadas.
Hoy quien aborda un avión en Nueva York o en cualquier otro aeropuerto
americano, debiera saber que el "canario" de la seguridad
aeroportaria fue Israel.
Otro ejemplo. Los
aviones civiles israelíes disponen de sistemas antimisiles en sus fuselajes,
como consecuencia del fallido atentado contra
una aeronave de la empresa Arkia en Noviembre del 2002 en Mombasa (Kenia).
Cuando hace dos semanas un avión de Malaysia Airlines fue derribado por un
misil tierra-aire en cielo ucraniano, seguramente más de uno habrá entendido
nuevamente la parábola del canario de Rahola. No me caben dudas que en pocos
años –sino meses- los sistemas antimisiles vendrán integrados a toda la aviación
comercial.
"Que pase el que
sigue", no pretende ser una bravuconada, ni una invitación a pelear.
Significa que detrás de Israel, vendrá alguien. Será inevitable. Lo que ocurre
en Gaza por estos días se víncula con el conflicto israelí-palestino sólo
tangencialmente. Si hacemos zoom out, veremos que esta última escalada
en Israel y en Gaza se enmarca dentro del plan de la Jihad mundial en su
lucha contra los valores occidentales. Israel para ellos es el "Pequeño
Satán"; EEUU, el "Gran Satán". Europa –cuando se despierte-
descubrirá que es el "Satán Mediano". Ésto se inicia en Gaza pero
alguien camina detrás del canario.
Quien –por éstos días-
está atento a los instructivos del Pikud Ha-Oref, el Comando de Retaguardia
israelí, conoce prácticamente de memoria el mapa con los radios de alcance de
los misiles del Hamás. Se trata de un croquis con áreas concéntricas: quince
segundos para buscar resguardo en Sderot, treinta segundos en Ashkelon, cuarenta
y cinco segundos en Ashdod y un minuto en Beer Sheva...
Por estos días, alguien
está dibujando un nuevo mapa. Y si no lo dibuja, tal vez lo esté soñando en sus
peores pesadillas. Tal vez los números no sean tan precisos ni tengan
resolución en segundos, pero países como Egipto, Jordania, y varios otros de Europa,
comienzan a entender que la Jihad –como una gigantesca ola de tsunami-
va por ellos.
Tal vez sean dos años
para Egipto, Jordania y Arabia Saudita. Diez años para Francia y Holanda. Otros
tantos para Inglaterra. Los áreas concéntricas de alcance, como en el croquis
del Comando israelí, se acortarán, extenderán o desaparecerán en función de las
condiciones en las que concluya este nuevo conflicto entre Israel y el Hamás.
Los tiempos que corren
exigen un liderazgo maduro y valiente. Un liderazgo con visión, que sepa
separar la paja del trigo, y que entienda –y haga entender a sus pueblos- que
bregar por el bienestar palestino y justificar al Hamás son dos causas
irreconciliables. No se puede proteger al rebaño y –al mismo tiempo-
alimentar a los lobos. Nada bueno puede salir del Hamás.
....
Al inicio del libro de
Devarim (Deuteronimio), que leemos en nuestras sinagogas esta semana, veremos
que no hay nada nuevo bajo el sol. Moshé rememora días antes de su muerte los
sinsabores de la travesía de cuarenta años por el desierto.
La gran tragedia de la
generación del desierto fue el abismo que separaba a la dirigencia del pueblo del ánimo popular.
Moshé soñaba con la
Tierra de Israel; su pueblo quería regresar a Egipto.
Moshé bregaba por la
Torá; su pueblo bailaba alrededor del becerro.
Moshé miraba hacia adelante;
su pueblo miraba hacia atrás.
Moshé no logró ver
coronada su colosal obra; tal vez por éso su vida tenga tantos ribetes
trágicos. Sin embargo, su visión triunfó con el paso de los siglos. El pueblo
hebreo finalmente se aglutinó alrededor del mensaje divino que él mismo recibiera
en Sinaí, y transformó a la tierra de Abraham, Itzjak e Iaakov en su hogar
nacional.
Si Moshé, arquetipo del
profeta, no logró zanjar en vida este abismo entre su visión y la de su pueblo...¿qué podemos esperar de Abdelfatah Al-Sisi, presidente de Egipto o de
otros mortales que lideran el destino de Europa?
Claramente ellos entienden
el peligro que se avecina; ven venir la ola del tsunami. Pero...¿cómo
pretender que tengan actitudes más decididas frente al terrorismo del Hamás
cuando gran parte de sus pueblos consumen basura propagandística de Al
Jazeera y sus acólitos?
....
Cuando una rana cae en
una olla de agua hirviendo huye despavorida. Pero si se coloca a la misma rana
dentro de una olla con agua a temperatura ambiente, y se eleva progresivamente
la temperatura del agua, la rana finalmente terminará cocida.
¿Por qué la rana no se
escapa?
Ante todo, porque no
advierte que está en peligro y no tiene capacidad para advertir cambios
progresivos en su entorno. Pero fundamentalmente no escapa, porque cuando
"entiende" que debiera hacerlo, ya no puede huír.
Son muchas las naciones
de Europa que se vienen cocinando a fuego lento desde hace años. En Sudamérica
ocurre lo mismo. Tienen la propaganda de la Jihad mundial enquistada en
vastos sectores de la prensa y de la izquierda "progresista". Su
propaganda se viraliza a través de las redes sociales.
En Medio Oriente, Egipto
ya se cocinó, y –rápido de reflejos- pudo escapar momentáneamente. Arabia
Saudita y comienza a entender que el problema del Medio Oriente no es Israel y
ya comienzan a alzarse voces a favor de la normalización.
Los líderes comienzan a
entender pero los pueblos no siempre comparten su visión. Esa es en parte la
tragedia de nuestra generación, tal como ocurrió con Moshé y la generación del
desierto.
Mientras tanto -por los
pasillos del mundo- seguiremos escuchando "¡Que pase el que sigue!".
Son muchos los que aguardan en la sala de espera.
Gustavo
Surazski, es Rabino de Kehillat Netzach Israel, la comunidad conservadora de
Ashkelon, a pocos kilómetros de la Franja de Gaza.