Carta desde Ashkelon
David y Goliat
Rabino Gustavo Surazski
El sur de Israel llega
desde ayer a la noche hasta la ciudad de Jedera. Increíble. A nadie se le
ocurriría en EEUU decir que el Estado de Massachusetts es un estado sureño, ni
ubicar al sur argentino en la provincia de Córdoba. El sur de Argentina es
Usuahia; el norteamericano es el Estado de Florida. En Israel, el sur debiera
ser el Negev. Sin embargo, en Israel, "Sur" no es una definición que
remita a cordenadas geográficas. Es una linea que se va corriendo con los años
y que desde ayer se ubica a unos 90
km de la frontera norte con el Líbano.
Sin embargo, Hamás no
sólo logró que los libros de geografía queden caducos. También ha logrado dejar
caducos a organismos internacionales como la ONU y a gran parte de la prensa
internacional vocera de la causa palestina.
A la larga, la cruda
pelea entre Israel y los palestinos es una lucha por la narrativa.
Hoy, la narrativa
israelí es prácticamente ignorada por la opinión pública internacional. De
acuerdo a ésta, el pueblo judío habitó la tierra de Israel desde tiempos
bíblicos y luego de haber sido expulsado por los romanos en el año 70 e.c.
continuó soñando con regresar a la tierra de sus antepasados. La creación del
Estado de Israel en el año 1948 fue la expresión política de la autodeterminación
del pueblo hebreo. La semilla del moderno Estado de Israel no brotó en los
campos de exterminio. Israel fue fundada a pesar de Auschwitz, no debido a
Auschwitz. El Primer Congreso Sionista se llevo a cabo medio siglo antes del
Holocausto. Y la nostalgia por Jerusalem ya aparece mencionada en el libro de
los Salmos.
Esta narrativa sucumbió
en la guerra de los Seis Días (1967). Hasta entonces, Israel era visto en gran
parte del mundo como un ejemplo vivo de reparación histórica. Un pueblo que
logró levantarse de las cenizas de Auschwitz y construír un Estado propio en
circunstancias adversas y hóstiles. Un pueblo débil pero perseverante.
Todo cambió desde
aquella determinante guerra. Israel –a los ojos de gran parte del mundo- pasó a
ser un Estado fuerte y decidido, para algunos; opresor e imperialista, para
otros. En aquella guerra, Israel pasó justificadamente al ataque y el atacante suele
tener pésima prensa. La opinión pública progresista e izquierdista gusta
identificarse -casi automáticamente- con aquel bando que es percibido como débil.
Israel, a sus ojos, dejó de ser David y pasó a ser Goliat.
La otra narrativa
sostiene que Israel es un estado racista que expulsó a los palestinos de sus tierras y de sus casas. Que la lucha armada
palestina tiene como fin liberar los territorios palestinos ocupados. A menudo,
la narrativa palestina se "enriquece" de otros elementos que son un
insulto a la inteligencia. Como que el Templo de Jerusalem nunca existió, y que
el vínculo histórico de los judíos con su capital es inexistente. Se llegó a
escuchar alguna vez que los palestinos eran descendientes directos de los
jebuseos...
La prensa compró parte
de esta narrativa; otra parte -por fortuna, y por el momento- quedó descartada.
Queda claro que una
prensa que informa desprovista de agenda ideológica es una prensa técnica y
aburrida. Y dado que el principal objetivo de la prensa es vender –no informar-
resulta funcional a esta causa presentar ante la sociedad un modelo de
conflicto binario, donde hay buenos y malos, fuertes y débiles, opresores y
oprimidos...un David y un Goliat. Ésto transforma al conflicto
israelí-palestino en una burda película de Hollywood, donde no hay matices
entre el blanco y el negro, entre la maldad suprema y la bondad absoluta.
Yo no creo que Israel
haya dejado de ser David; ocurre que la fragilidad de Israel ya no es militar. Israel
tiene un ejército fuerte, pero su inmenso poderío militar nunca podrá ser
puesto al servicio de su causa. Israel, no se defiende del Hamás con lo que tiene,
sino con lo que puede. Como David, tiene un sólo tiro, no más que eso. Y,
al igual que al hijo de Ishai, se le exige precisión y evitar los daños
colaterales.
Hamás, por su parte, nunca
dejó de ser Goliat. Su poderío militar es ínfimo al lado del poderío israelí,
pero no tiene ni escrúpulos ni las manos atadas. Ésto le da a su relativamente
escaso poder una enorme efectividad y a su narrativa un aura de epopeya y de
heroísmo libertario.
La prensa occidental
pro-palestina quedó caduca porque respalda una narrativa que hace agua por
donde se la mire. Si Israel es un Estado racista...¿cómo es posible que le siga
pagando el sueldo a la diputada Janin Zuavi que justificó el asesinato de los
tres adolescentes israelíes en el mes de Junio pasado? Si los territorios están
ocupados desde 1967...¿por qué la Organización para la Liberación de Palestina
(OLP) nació tres años antes en 1964? Si la intención es expulsar a los judíos
de los territorios ocupados...¿por qué los que arrojan cohetes viven en tierras
abandonadas por Israel desde el 2005? Si la Autoridad Palestina quiere llevar
conversaciones de paz con Israel...¿cómo puede compartir el gobierno con un
grupo armado que llama a la aniquilación de Israel desde su carta fundacional?
¿Cómo convivir con la
idea de que el agresor es en realidad el agredido? ¿O qué el débil es el fuerte
y el fuerte es el débil? El modelo binario se información no tolera preguntas molestas
de este tipo.
El mundo mira de
costado; en el mejor caso calla, en el peor otorga.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario