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jueves, junio 24, 2010

Parashat Balak 5770

El Síndrome Balak

Hace algunos años, recién llegado a Israel, pregunté a un olé vatik acerca del proceso de klita y de aclimatación al país.

Recordaré siempre lo que me dijo: "El proceso es simple; tiene tres etapas".

"La primera etapa es cuando –recién llegado- te enojas con la Sojnut".

"La segunda etapa, comienza alrededor del tercer año: es cuando comienzas a enojarte con el gobierno".

"La tercera etapa, es la última. Es cuando comienzas a enojarte con los vicios de los olim jadashim, que van llegando al país". Y entonces finalizó y me dijo: "Cuando llegues a esa etapa, es porque tu klitá terminó".

Aun cuando no estoy seguro que los plazos mencionados en esta parábola sean del todo correctos, lo que sin duda es cierto es que tenemos una formidable capacidad para quejarnos y mostrar insatisfacción por las cosas que ocurren en nuestra sociedad.

Que la gente aquí es muy ruidosa.
Que la Sojnut no cumple lo prometido.
Que la gente no conoce los buenos modales.
Que el gobierno de aquí se parece al gobierno de allí.

Son todos argumentos que tienen una pizca de verdad, pero que están empapados de un síndrome muy israelí, al que me gusta llamar el "Síndrome Balak".

¿Qué es el "Síndrome Balak"?

Balak ben Tzipor era rey de Moab y había contratado a Bilam ben Beor, a fin de maldecir a Israel. Balak sabía que Bilam tenía un poder muy especial: aquel a quien bendecía era bendito y aquel a quién maldecía era maldito.

La Torá nos cuenta que Balak lleva a Bilam a la punta de un cerro para que pronuncie la esperada maldición que acabe con la gracia de los hijos de Israel. Pero ocurrió lo inesperado; cuando de boca de Bilam debían salir palabras de maldición, sólo salieron perlas, elogios y bendiciones para los hijos de Israel.

Desorientado Balak por la ‘falta de oficio’ de su contratado decide subirlo a otro cerro para que vea desde allí a Israel.

‘Y le dijo Balak: Ven conmigo a otro lugar del cual podrás verlo. Pero sólo su extremo verás y maldícelo para mí desde allí’ (BeMidvar 23, 13).

Balak, que seguramente conocía perfectamente la topografía del lugar, decide subir al brujo a un lugar desde el cual sólo puede observar un extremo del pueblo.

¿Por qué?

Ese es el Síndrome Balak. Si algo es malo, TODO es malo.
Los defectos de una parte se transforman en defectos del conjunto.
Balak necesitaba conseguir la maldición de Bilam. Para hacerlo, lo mejor era que Bilam viera sólo una sección del pueblo. Que invalide a un pueblo entero por tener aspectos defectuosos.

El "Síndrome Balak" nos envenena.

Nosotros tenemos ese mismo síndrome cuando miramos solo aquellos aspectos de esta sociedad que nos lastiman y nos duelen.

Pero además del "Síndrome Balak" existe el "Síndrome Bilam", no menos peligroso. Bilam, de acuerdo a nuestros sabios, era ciego de un ojo. Ese síndrome también nos envenena.

Nada mejor –para maldecir- que ver solo una parte del pueblo con el único ojo del que disponemos.

Di-s nos regaló dos ojos no sólo porque es estético. Lo hizo porque sólo con dos ojos, podemos tener una mirada profunda de tres dimensiones.

Es peligroso ver el mundo "a la Bilam". Es peligroso mirarlo desde donde lo mira Balak.

Y es cierto que la gente aquí a menudo es muy ruidosa.
Que la Sojnut alguna promesa no cumplió.
Que algunos no conocen los buenos modales.
Que el gobierno de aquí por momentos se parece al gobierno de allí.

Pero eso es solo una parte de la historia. Esa es la mirada de un solo ojo.

Si abrimos el otro ojo y miramos el cuadro completo nos habremos curado del "Síndrome Balak" y del "Síndrome Bilam".

miércoles, junio 16, 2010

Parashat Jukat 5770

B"H
Los protocolos de los Sabios de Estambul


Parashat Jukat relata la súbita muerte de Aharón el Sumo Sacerdote y hermano mayor de Moshé. Su deceso, no sólo dejó un espacio difícil de llenar en cuanto a su liderazgo, sino que –de acuerdo a nuestros Sabios- dejó al pueblo de Israel literalmente indefenso.

El Talmud nos cuenta que por mérito de Aharón las nubes de Gloria acompañaban a los hijos de Israel durante su marcha en el desierto y los protegían de peligros externos (Talmud de Babilonia, Taanit 9a). Estas nubes, según se nos cuenta, tenían un efecto disuasivo. Pero al morir Aharón, esas nubes se retiraron e Israel quedó expuesto a los embates de sus enemigos. Ésto resulta más que evidente por la forma en que se desarrollan los acontecimientos. Nos dice la Torá: "Y vio toda la comunidad que murió Aharón" (BeMidvar 20, 29) e, inmediatamente después, "Y oyo el cananeo, rey de Arad, morador del sur...y peleó con Israel" (21, 1).

¿Qué es lo que oyo el cananeo? Dice el Talmud: "Escuchó que murió Aharón y que se retiraron las nubes de gloria y entendió que tenía permiso para luchar contra Israel" (Taanit, ibid.). La Torá nos cuenta que Israel repelió el ataque con la anuencia divina y la victoria militar fue aplastante

Sin embargo, este episodio no amedrentó a los enemigos. Hacia el final de la Parashá se nos cuenta que dos nuevos reyes quieren torcer el brazo de los hijos de Israel por la vía armada. El primero es Sijón, rey de los emoreos, y el segundo será Og rey de Bashán junto con sus respectivos ejércitos (BaMidvar 21, 21-25; 21, 33-35). Sus tierras son conquistadas y en ellas –de acuerdo al libro de Ieoshúa- se establecerán las tríbus de Gad, Reuvén y media tribu de Menashé (véase Ieoshúa 1, 12-18).

Habiendo llegado a la conclusión de que Di-s no abandonará a Israel en la batalla, los enemigos de Israel comienzan a ser elaborar sofisticados y originales métodos en su afanosa búsqueda de destrucción. En la Parashá de la próxima semana, veremos que Balak rey Moav ya no enfrentará a Israel por medio de su ejército sino que lo hará a través de un hechicero llamado Bilam, quien tenía el poder de la maldición en su boca. El rey moabita no pudo prever que Di-s iría a poner en boca de Bilaam bendición en lugar de maldición.

Mas original y destructivo resultó el método utilizado por los midianitas que enviaron a una prostituta al campamento de Israel para pervertir la moral de los israelitas (BeMidvar 25, 6-9). Aquella mujer se llamaba Cozbi, y era hija de Tzur, uno de los reyes midianitas. Tan grande era el odio profesado por Midián que no dudaron en degradar a una hija de la realeza para pervertir sexualmente a Israel. Se sabe, desde entonces, que el odio por Israel no conoce límites.

En el plan midianita se puede adivinar una clara intención. No es necesario movilizar la maquinaria militar para derrotar a Israel. Israel –en la mezquina lógica de sus adversarios- se autodestruirá por obra de su propia depravación. El estratagema de Midián fue tristemente efectivo. La ira divina produjo veinticuatro mil bajas entre los hijos de Israel.

Tanto en tiempos bíblicos como en nuestros días, los enemigos de Israel buscarán nuevos y originales caminos para provocar la destrucción de nuestro pueblo. Ayer fue un hechicero o una prostituta midianita; hoy, bien puede ser un convoy de ayuda "humanitaria" para vulnerar el bloqueo israelí y egipcio a la Franja de Gaza.

El odio a Israel siempre produjo pactos políticos inesperados. Uno de ellos fue la coalición de Midián y Moab a fin de planificar la ofensiva contra Israel. El Midrash los compara a dos perros pendencieros, que se dejan de lado sus peleas para vencer al lobo (véase Tanjuma Balak 3). El lejano espectador sentado en alguna butaca del siglo veintiuno posiblemente no sepa que el odio entre estos dos pueblos era ancestral y su reunión a fin de destruir a Israel resultó sorprendente y –al mismo tiempo- patética. Problamente en mil años, cuando se analice la página de la historia que estamos escribiendo en nuestros días, pocos analistas detengan su atención en la patética defensa de Abu Mazen, presidente de la autoridad palestina, por la suerte del bloqueo destinado a debilitar al Hamas, quien lo expulsara a fuerza de balas de la franja de Gaza en el 2007.

Respecto a dicho bloqueo ocurre algo –al menos- curioso. Cuando la prensa pública anti-israelí analiza los móviles del Hamás para lanzar sus cohetes contra el territorio israelí, encoje sus hombros y dice "¿Y qué quieren que hagan? ¡No tienen alternativa!". Cuando analizan la negativa de Hamás por permitir visitas médicas al soldado israelí Guilad Shalit, cautivo desde Junio del 2006, dirán: "¡Lógico! Si permiten visitas se descubrirá el lugar de su confinamiento...".

¿Y acaso Israel tiene alternativa a este bloqueo? La alternativa militar no será mejor vista por dicha prensa. Retirar las colonias judías de la Franja de Gaza pareció ser una buena idea, pero tampoco funcionó. Firmar un tratado de paz será una quimera, en tanto Hamás no reconozca el derecho de autodeterminación del pueblo judío en las fronteras del 67'. El suicidio tampoco entra en los calculos de nadie. Y mientras tanto la psicótica y surrealista narrativa del Hamás y sus acólitos sigue sumando adeptos entre la izquierda adelantada del mundo occidental.

Esta narrativa sostiene que el sionismo es racismo y que el hogar natural de los judíos es Europa (demás está decir que el trato que se les dio a los judíos cuando estaban en "su hogar" no alcanzó los standares de hospitalidad y buenos modos requeridos, sobre todo entre los años 1933-1945). Quien "compra" dichos postulados, lo hace imbuído de un profundo sentimiento antisemita. Como afirmaron las cabecillas del buque Marvi Marmara cuando fueron llamados a detener su marcha por la marina israelí: "¡Vuelvan a Auschwitz!", respondieron por radio.

En los años posteriores al Holocausto, ser antisemita se transformó en algo retrogrado. No obstante –a no engañarse- el antisemita siempre estuvo al asecho, agazapado y esperando la oportunidad para dar el zarapazo. Al judío (en su fina retórica ya no hablarán de judíos, sino de israelíes) ya no hay que "limpiarlo" por "judío", sino por criminal de guerra, usurpador de tierras ajenas y aliado del imperio. Y esta narrativa también comienza a sumar adeptos en el mundo "civilizado".

Desde el año 48', fecha del establecimiento del Estado de Israel, se han sucedido un sinfin de guerras y escaladas que han costado cerca de sesenta mil vidas entre los vecinos países árabes, siendo apróximadamente un diez por ciento de éstos palestinos. El número es espeluznante, y cualquier habitante de este mundo que corra sangre por sus venas, no podrá sino horrorirarse ante semejante número de víctimas. Pero no menos cierto es que desde entonces y hasta la fecha han muerto más de trece millones de árabes y musulmanes por mano de sus propios hermanos o por obra de potencias extranjeras ocupantes. Ésto ha ocurrido en Argelia, en Sudán, en Afganistán (por parte de la ex URSS), en Somalía, en Bangladesh, en Indonesia, en Irak, en Jordania y en un sinfin de conflictos armados y guerras civiles (mientras escribo estas lineas, leo que se reportan dos mil muertos por choques étnicos en Kirguistan).

Los números son aterradores. Vivimos en un mundo donde -tristemente- millones de personas mueren por década en luchas por porciones de tierra, por antagonismos religiosos o, bien, empujados por el odio fundamentalista. Quien critica a Israel no es antisemita; quien aísla malintencionadamente a Israel de este aterrador contexto mundial, sí lo es.

Las críticas del primer ministro turco Erdugan apuntan a Israel, pero no caben dudas que están destinadas al consumo interno. Israel es "presa" cómoda para cualquier líder mundial de tendencias populistas, como Erdugan. Criticarlo no supone riesgo alguno, pero el aplauso es fácil y el rédito político –al menos en Turquía- es enorme.

En algún sótano oscuro, algún grupo de expertos del odio se está encargando de avivar estas brasas antisemitas que parecían consumidas desde el fin del Holocausto. Yo imagino ese cuartel bajo alguna oficina gubernamental en Estambul o en Teherán.

Puedo imaginarme la mesa larga y la pantalla gigante de fondo para escuchar la opinión de algun "experto" ausente por compromisos asumidos con anterioridad. Seguramente alrededor de esa mesa están sentados grupos antagónicos unidos por el "común enemigo", tal como ocurriera en tiempos bíblicos con Midián y Moab.
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Ya se sabe, no hay nada nuevo bajo el sol...

Rabino Gustavo Surazski
Kehillat Netzach Israel
Ashkelon, Israel

miércoles, junio 09, 2010

Parashat Koraj 5770

Maldito Carisma

Vivimos en la cultura del rating, una cultura donde los números mandan.

Fácilmente podemos equivocarnos y decir que el programa más visto, el que tiene 40 puntos de rating, es el mejor programa de la TV, podemos decir que el artista que más discos vende es el artista del momento, o decir que el político que más gente convoca es el que más beneficios le puede reportar a una sociedad.

También ocurre con los seres humanos. Con suma facilidad solemos fascinarnos con el carisma de ciertos personajes, sin atender al mensaje que se esconde detrás de sus palabras.

Afirmar que el carisma de un personaje es por sí sólo una señal de su calidad, puede llegar a ser tan ridículo como afirmar que una radio es buena sólo porque tiene una antena de largo alcance.
Hemos conocido miserables carismáticos, seres de largo alcance, que fascinaron a las masas –a millones- con su dialéctica. Hitler, Mussolini y tantos otros, son sólo ejemplos que la historia nos brinda de esta clase de personajes. Y a su vez, hemos conocido hombres nobles y virtuosos, que han sido vapuleados y burlados por la gente sólo por el hecho de no tener carisma.

Parashat Koraj, nos presenta a uno de estos miserables carismáticos.

‘Koraj era un hombre inteligente’, nos dice el Midrash. No sólo eso. Se nos dice que Koraj tenía condiciones para ser el sucesor de Moshé.

Sin embargo –lo sabemos- un hombre inteligente puede ser sumamente peligroso cuando sus móviles no son nobles.

Motivado por la envidia, las ansias de poder, la demagogia y el populismo, Koraj aprovecha el descontento del pueblo para cuestionar la autoridad de Moshé y de Aharón.

Y comenzó a arrojar leña al fuego...Y las multitudes lo aclamaban...Los encandilaba con sus palabras. Era un agitador…¡pero todos los escuchaban! Y Moshé, portador de un mensaje auténtico, era ignorado…

Mientras que los humanos nos dejamos encandilar por las luces exteriores, Di-s atiende al corazón del hombre.

El hombre suele valorar a su prójimo por lo que ve. Di-s valora al hombre por lo que es. No le importa cuánto "venden" nuestras palabras ni a cuántos logran seducir. Importa el mensaje...

Sólo nosotros, humanos, con nuestra visión mezquina, podemos quedarnos con el envase. Pero lo que cuenta…lo importante, es lo de adentro, la auténtica diferencia entre Moshé y Koraj.