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martes, septiembre 26, 2006

Parashat Haazinu-Shabat Shuva 5767

B"H
¿Dónde está la ruta?

Este Shabat recibe el nombre de Shabat Shuvá: el Shabat del retorno. Es el profeta Oshea quien nos llama a regresar en este Shabat previo a Iom HaKipurim.

Ahora…¿sabemos realmente dónde queremos retornar? ¿Sabemos dónde esta esa ruta a la que hace mención el profeta?

Escucharemos en este Shabat: ‘¡Shuva Israel! (Retorna Israel)’.
Pero...¿qué tal si estamos perdidos? ¿Qué tal si nadie nos sabe orientar acerca de cómo regresar?

Aprendemos en este Shabat, que el retorno es difícil cuando uno está desorientado. Es imposible regresar de memoria, cuando uno no sabe bien donde está parado.

A menudo, cuando tomamos el auto y emprendemos un largo viaje necesitamos de un mapa. Otras veces uno sabe cómo llegar de memoria. Uno no necesita de un mapa para llegar de casa al trabajo o de casa a la escuela; es un viaje de todos los días...

Pero hay ciertos viajes en donde hay que estar bien atentos. Debemos prestar atención a los carteles del camino y si nos confundimos en alguno y nos desviamos de la ruta, deberemos prestar atención a aquellos carteles que nos llevan de regreso a la ruta.

El ejercicio de la Teshuvá no es sencillo. Tenemos que hacer un balance, estudiarnos, ubicar nuestros puntos frágiles e intentar superarlos.

No es un trabajo fácil, es lento. Es una labor que comienza con el mes de Elul y termina al cabo de cuarenta días. Es una ruta con varias estaciones: el mes de Elul, Rosh HaShaná, los diez días de Teshuvá, Iom HaKipurim. Es similar a una escalera con varios escalones.

En Iom HaKipurim podremos devorar el majzor y decir de memoria las cinco tefilot del día. Podremos agujerear nuestros pechos por los golpes de nuestros puños. Pero si permanecimos indiferentes durante todos estos días, seremos como aquel que viaja de memoria por una ruta inhóspita, sin mapa y sin brújula. Correremos serios riesgos de perdernos.

Para despertarnos de ese posible letargo, el profeta Oshea nos llama en este Shabat y nos dice: ‘Shuva Israel Ad Adonai Eloheja Ki Kashalta BeAvoneja’ (Retorna, Israel, al Eterno tu Dios porque tropezaste en tu iniquidad’). ¡Retorna Israel! ¡Despierta Israel! Faltan pocos días para el gran examen...

martes, septiembre 19, 2006

Rosh HaShaná 5767

B"H
No estamos solos

Recuerdo la primera vez que experimenté alguna sensación de soledad. Habré tenido seis años cuando pedí a mis padres que me revelen mi firma. En mi ingenuidad supuse que todo chico venía con una firma desde su vientre materno, pero mis padres me vacunaron contra la inocencia y me dijeron: ‘La firma, Gustavo, es algo tuyo...Nosotros no la conocemos’.

Hay momentos decisivos en la vida, en los que cada hombre se queda solo; y no porque no tenga quien lo acompañe, sino porque hay momentos que deben ser vividos en la intimidad…

Los Iamim Noraim son días en los que estamos solos. Curioso...porque la sinagoga está colmada.
Y a la hora de reconocer nuestros desaciertos y exteriorizar nuestra confesión en estos Iamim Noraim, sólo hallaremos consuelo al saber que aquel que está parado a nuestro lado, también se halla tan sólo como nosotros.

Nuestra sentencia estará sellada al final de estos días, pero Di-s no se sentirá sólo a la hora de elegir Su firma. Somos nosotros los que contribuiremos en esta rúbrica, tal como dijera Rabí Itzjak en el Tratado de Rosh HaShaná: Cuatro cosas cancelan la sentencia del hombre y éstas son: La tzedaká, la tefilá, el cambio del nombre y el cambio de conducta.

Esa firma -la de arriba, la que sellará la sentencia- también es algo nuestro, y nadie nos la puede enseñar. También tendremos que descubrirla en la intimidad; sólo nosotros la conocemos...

En estos días estaremos solos, y por éso es que seremos tantos. Vendremos a hacernos compañía en nuestra soledad. Pocas culpas –tal como dijera en una oportunidad el pensador judío Richard Rubinstein- son tan arduas de soportar como el sentimiento de que el individuo, en su transgresión, se halla totalmente aislado de sus pares.

El extraño que pase por la puerta de una sinagoga en estos días y observe tanta gente congregada, preguntará: ‘¿Qué es lo que están celebrando?’. Y la respuesta es sencilla: estamos compartiendo nuestro fracaso y -si se quiere- estamos celebrándolo. Porque sólo la persona que se sabe fracasada tiene posibilidad de reevaluar sus conductas y modificarlas.

No estamos en estos días juntos porque sí. Estamos reunidos porque queremos sentirnos acompañados en nuestro intento por nuestra renovación ética y por nuestra purificación. Estamos reunidos porque nuestra debilidad o nuestra pecaminosidad no puede expiarse en soledad. Estamos reunidos no porque hemos triunfado, sino porque hemos fracasado.

Quiera Di-s guiarnos en esta búsqueda y rubricarnos en el libro de la vida, la paz y el sustento.

domingo, septiembre 10, 2006

Parashat Nitzavim-Vaielej 5766

Iguales

"Todos ustedes están parados frente al Eterno, vuestro Di-s; vuestros jefes, vuestras tribus, vuestros ancianos, y vuestros guradianes, todos los varones de Israel, vuestros niños, vuestras mujeres, y tu forastero que está en vuestros campamentos, desde el que tal vuestros árboles hasta el aguatero’ (Devarim 29, 9-11).

Parashat Nitzavim está hecha a medida de nuestro calendario. Todos los años es leída el Shabat previo al día en el cual todos estaremos parados frente a Di-s: ricos y pobres, intelectuales e iletrados, empresarios y aguateros, jóvenes y ancianos.

BeRosh HaShaná Kol Baei HaOLam Ovrim Lefanav Ki Benei Maron.En Rosh HaShaná toda la humanidad pasa delante Suyo cual escuadrón [que pasa delante de su superior para ser contado].

Todos, absolutamente todos, pasaremos frente a Di-s para ser contados por Él y para ser medidas y pesadas cada una de nuestras acciones. Todos estermos parados delante de Di-s, tal como reza el inicio de Parashat Nitzavim.

Según el Midrash, al comienzo de esta Parashá Di-s dijo: ‘Aun cuando para ustedes algunos sean jefes, otros jueces y otros guardianes, para Mi todos son iguales’ (Ialkut Shimoni).

Rosh HaShaná se parece en cierto modo, a un avión que sufre un desperfecto en pleno vuelo. El miedo iguala a todos, a los de la primera, a los de la clase turista e incluso a los pilotos. Y la razón es que ninguno de ellos sabe qué ocurrirá con su vida.

Quién vivirá y quién morirá, quién gozará de quietud y quién sufrirá por la angustia, quién empobrecerá y quién enriquecerá. Rosh HaShaná democratiza, pule las diferencias que el ser humano -como criatura social que es- genera en esta sociedad.

Estaremos todos aquí, frente a Di-s. Quien ha robado y estafado, estará aquí frente a Di-s. Quien maltrata a su mujer, a su marido a sus padres o a sus hijos, estará aquí frente a Di-s. Quien sistématicamente dá la espalda a Di-s, también –vaya paradoja- estará frente Suyo.

La sinagoga nos abrirá la puerta a todos, porque una sinagoga que reciba solamente a santos -tal como dijera alguna vez el Rabino Harold Kushner- sería similar a un hospital que atiende solamente a gente sana.

Ashivenu Adonai eleja venashuva, jadesh iamenu kekedem.

Elevemos nuestras voces en estos Días Terribles, para poder hallar la senda hacia un arrepentimiento sincero, y hallar compañía en la soledad que nos provocan nuestras transgresiones y que nos embarga en estas fechas.

domingo, septiembre 03, 2006

Parashat Ki Tavo 5766

B"H
Maldita Abundancia

Imaginen que pertenecen a la generación del desierto y desean abrir una pequeña empresa para satisfacer las necesidades de aquella multitud. Cuarenta años con un público cautivo y seiscientos mil clientes juntos no son cosa para despreciar.

Pensemos algunas alternativas:
Venta de agua mineral. No sirve. Un pozo de agua acompañaba a Israel durante toda la travesía del desierto.
Venta de pan y alimentos varios. Tampoco sirve. El pan caía del cielo.
Una agencia de seguridad para la larga caminata. Innecesario. Una columna de nube y otra de fuego los guiaba y los cuidaba como nadie.
Venta y remiendo de calzado y ropa. Sin sentido. Ya lo dice la Parashá de esta semana: ‘No se estropeó vuestro vestido de sobre vosotros, y tu zapato no se estropeó de sobre tus pies’ (Devarim 29, 4).

¿Qué le faltaba a la generación del desierto? Nada. De manera que pocas iniciativas comerciales podrían haber tenido algún éxito…Todo esto en realidad tenía un objetivo. Formar a todo un pueblo en el espíritu de la Torá, para que puedan estudiar aquella Ley que habían recibido en el Monte Sinaí e ingresar a la Tierra Prometida como un pueblo santo.
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Cuando uno piensa en lo ventajosa que fue la travesía del desierto, entiende porque aquella generación era tan quejosa y dura de entender. La abundancia excesiva es una auténtica maldición sobre todo cuando se deja a Di-s de lado.

En nuestra Parashá el pueblo de Israel se encuentra en las estepas de Moab preparado para la conquista. Y es aquí -frente al río Iarden- que se renueva el pacto que ya se hiciera en el desierto.

¿Por qué era necesario un segundo pacto? En el desierto, la conducción del pueblo era milagrosa y sobrenatural. Al ingreso a la Tierra Prometida, esto cambiaría. Allí se entraría con la ayuda de una conducción natural y terrenal: se iría a conquistar la Tierra por medio de la espada, y conseguirá el pan, como el resto de la humanidad, con el sudor de su frente.

Di-s sabe que aquella vieja generación estuvo rodeada de tantos milagros que jamás pudo apreciar ninguno. Ahora…las reglas del juego cambian, y el pacto se renueva con la esperanza de que aquella nueva generación pueda comprender más y mejor...