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miércoles, agosto 17, 2016

Parashat VaEtjanán 5776

El casco o la vida

Parashat Vaetjanán que leemos esta semana –además de enumerar los diez mandamientos- contiene uno de los pasajes centrales de la Torá y –probablemente- el más emblemático de toda la liturgia hebrea.

Estoy hablando del "Shemá Israel" (Devarim 6, 4-9).

En el sidur de oraciones, el Shemá Israel está dividido en tres secciones, dos de las cuales leeremos en las próximas dos semanas (véase Devarim 11, 13-21).

El "VeAhavta" (Amarás al Eterno, tu Dios) contiene valores neurálgicos de la Torá de Israel:                   

El amor a Dios ("Y amarás al Eterno, tu Dios").
El cumplimiento de los preceptos ("Y estarán estas palabras que yo te ordeno hoy, sobre tu corazón").
El estudio de la Torá y su transmisión a las generaciones venideras ("Y las enseñarás a tu hijos, y hablarás de ellas").
Los preceptos de Tefilín y Mezuzá ("Y las atarás por señal sobre tu mano y serán por frontales entre tus ojos y la escribirás sobre las jambas de tu casa...).

Nadie podría dudar de la centralidad de estos valores para la vida del pueblo judío. Sin embargo, si leemos la segunda sección del Shemá que leeremos en Parashat Ekev la semana que viene, veremos que ésta no trae grandes novedades.

También allí se mencionará el amor a Dios ("para amar al Eterno, vuestro Dios, y servirlo con todo vuestro corazón).
El amor por los preceptos ("Y pondréis estas palabras mías sobre vuestro corazón").
La transmisión de la Torá ("y las enseñaréis a vustros hijos para hablar de ellas").
Los preceptos de tefilín y mezuzá: ("y las escribirás sobre las jambas de tu casa, y en tus portales").

El contenido de ambas secciones es en apariencia idéntico. Sin embargo existe entre ellas una diferencia crucial. La segunda sección hace hincapié en un concepto no aparece en la primera: la noción de recompensa y castigo ("si escuchar escucharéis...daré hierba en tu campo, para tus animales y comerás y te saciarás, cuidáos vosotros, que no se desvíe vuestro corazón...y se encenderá la cólera de Eterno en vosotros y cerrará los cielos") . 

Mientras que la primera sección nos ordena a cumplir las mitzvot motivados por el amor desinteresado a Dios, la segunda nos habla de un servicio que acarrea beneficios y perjuicios.

¿Para qué es necesario agregar esta segunda sección si ya se nos ha dicho que la Torá y los preceptos "son nuestra vida y la prolongación de nuestros días"?

Traeré un ejemplo profano para abordar este interrogante.

Un hombre que circula en motocicleta, debe usar casco en su cabeza.

Si le dijéramos: "Debes usar casco, pues este es tu vida y la prolongación de tus días", tal vez nos escuche...pero, muy posiblemente, le resulte  una advertencia algo abstracta.

Pero si le decimos: "Debes usar casco, ya que sino serás multado y tu motocicleta será confiscada", nuestra advertencia encontrará más eco y, de seguro, será más eficiente.

¿Por qué la gente comenzó a abrocharse los cinturones de seguridad hace algunos años?

En los años 70', los autos en Argentina se fabricaban sin ningún sistema de seguridad en la cabina, y tampoco había consciencia de los riesgos que esto acarreaba.

Sin embargo, hacia principios de los 80' comenzó una nueva reglamentación que obligaba a cada auto a instalar cinturones bajo pena de onerosas multas. Originalmente, los automovilistas instalaron dichos sistemas, simplemente por el miedo a la sanción. Tomó muchos años comprender que los cinturones salvaban vidas (¡todavía queda gente que no se ha convencido!).

Posiblemente hoy vivamos un proceso similar con la prohibición de hablar por celular y envíar mensajes de texto durante el manejo. Todos saben la "teoría". Sin embargo, la gran mayoría de las veces, cuidamos nuestras vidas en el camino, fundamentalmente por miedo al patrullero que se esconde detrás del árbol.

¿Acaso perder la vida no es un perjucio suficientemente serio?

Ocurre que, a menudo, una advertencia menor y palpable (multa) es más efectiva que una advertencia infinitamente mayor y abstracta (muerte).

Ese es el objetivo de la segunda sección del Shemá Israel.
Una advertencia concreta que acentúa el tono de la Torá.
El primer paso, a menudo, es la advertencia concreta que abre la puerta al cumplimiento de la norma por su razón suprema.

Tal como dice el RaMbaM en su Mishné Torá (Hiljot Teshuvá  10, 1):

No debe el hombre decir: Cumplo con los preceptos del Torá, y me ocupo de su sabiduría, con el fin de recibir las bendiciones allí escritas, o para ser merecedor de la vida en el mundo venidero; y me separo de las transgresiones prevenidas por la Torá, para salvarme de las maldiciones escritas en la Torá y para no ser arrancado de la vida en el mundo venidero. No corresponde servir a Dios de esta manera, porque el que sirve de esta forma, lo está haciendo desde el temor y éste no es el rango de los sabios y de los profetas. Y no sirven a Dios de esta forma sino el vulgo... a quienes se los educa para servir (a Dios) desde el temor, hasta tanto se incremente su saber y puedan servirlo desde el amor.

Simplemente porque decir "PONTE CASCO PARA PROLONGAR TUS DÍAS" resulta cierto, pero no siempre funciona. 










miércoles, agosto 10, 2016

Parashat Devarim 5776

Zapatos Rotos

Parashat Devarim es la sección que todos los años leemos el Shabat previo a Tishá BeAv, aniversario de la destrucción de ambos Batei HaMikdash.

El rezo matutino de dicha aciaga fecha, difiere radicalmente de cualquier otra oración que recemos a lo largo del año. No se acostumbra a vestir talit, ni a colocarse tefilín e inscluso se suelen omitir ciertos pasajes de la tefilá matutina que luego serán completados hacia el fin del ayuno.

Entre los pasajes que se excluyen, se halla una de las bendiciones que el judío suele decir al despertarse: Baruj Ata Ad-nai E-lohenu Melej HaOlam She Asa Li Kol Tzorki (Bendito eres Tú, Ad-nai, Di-s nuestro rey del universo, que me ha suministrado todas mis necesidades).

Dichas brajot matutinas tienen su fundamento en el Talmud (Brajot 60b) y, aun cuando en nuestros días se han incorporado al Sidur de oraciones, originalmente eran pronunciadas por el judío al realizar las primeras acciones del día.

Cuando abría los ojos –por ejemplo- decía "Pokeaj Ivrim" (Que restituyes la vista a los desprovistos de ella). Cuando se vestía, decía "Malvish Arumim" (Que concedes vestimenta a los que carecen de ella), y así sucesivamente.

La bendición SheAsa Li Kol Tzorki (Que me ha suministrado todas mis necesidades), era pronunciada, de acuerdo al Talmud, al momento de calzarse. Esa es la razón por la cual se suele omitir en la mañana de Tishá BeAv. Dado que una de las prohibiciones del ayuno es calzar calzado de cuero, la bendición sólo es pronunciada al concluir el día.

De todos modos, lo interesante aquí radica en la fórmula de la bendición.

¿Qué tiene que ver el calzado con "todas mis necesidades"? ¿Por qué no pronunciar dicha bendición al comer pan, por ejemplo? ¿o al beber agua? ¿Por qué justamente se pronuncia dicha bendición al colocarse los zapatos?

La respuesta a dicha pregunta me llegó del modo más inesperado.

En el año 94' visite junto a una delegación de Argentina los campos de concentración en tierra polaca. Juntos a nosotros viajó un sobreviviente de la shoá llamado Kurtz que residía en Uruguay, y que transformó la -de por sí- movilizante experiencia en una vivencia conmovedora e inolvidable.

El día que visitamos el campo de concentración de Aushcwitz, en la víspera de Iom HaShoá del 5754 fue uno de los días más fríos que recuerdo en mi vida. Vestíamos abrigos de invierno, guantes, gorros y orejeras y se me ocurrió preguntarle a Kurtz acerca del uniforme a rayas que solían utilizarse en los campo. Estábamos ya entrando en la primavera polaca y el frío era insoportable. ¿Cómo se podía sobrevivir al invierno?

Insólitamente, Kurtz me respondío que eso no era tan grave. Lo único que era realmente crítico eran los zapatos. Nadie aseguraba que  aquel que tenía un buen par de zapatos iría a sobrevivir, pero de seguro no lo haría quien estaba desprovisto de ellos.

Primo Levi dice en uno de sus escritos, que el más sabio de los prisioneros del campo era aquel que sabía asegurarse un buen par de zapatos que protegiera a su cuerpo del cruel frío invernal y del calor infrnal del verano. El cuerpo logró acostumbrarse a una rebanada de pan y unas pocas cucharas de caldo por día. También al uniforme a rayas, a menudo agujereado y estropeado. Pero aquel que carecía de calzado estaba condenado a muerte en primer término.

Sólo allí logré hallar respuesta a este interrogante. El supremo valor de un buen par de zapatos está condensado en dicha bendición que pronunciamos cada mañana.

Baruj Ata Ad-nai E-lohenu Melej HaOlam She Asa Li Kol Tzorki.
Bendito eres Tú, Ad-nai, Di-s nuestro rey del universo, que me ha suministrado todas mis necesidades.