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viernes, febrero 23, 2018

Parashat Tetzavé 5778

A la cama con Dios 

"Y tú, acerca a ti a Aharón tu hermano...para servirme" (Éxodo 28: 1).

Parashat Tetzavé tiene la particularidad de ser la única sección entre los últimos cuatro libros de la Torá que no menciona a Moshé.

Posiblemente, esto tenga que ver con la naturaleza de la Parashá que se dedica casi con exclusividad a los sacerdotes. La Torá, asi pareciera, aboga por la separación de los "poderes". Los sacerdotes no participan del canto de los levitas (Aharón tampoco es mencionado en Shirat HaIam) y Moshé no participa en Parashat Tetzavé, dedicada con exclusividad a los sacerdotes, aquellos que se ocupan del culto de Israel.

Hace unos años escuché al Rabino Brad Artson decir que el Dios "personal" es una invención judía, pero por alguna razón los judíos fuimos abandonando la idea y comenzamos a asociarla con la fe cristiana.

No cabe duda alguna que la existencia de un Dios personal se origina en la Torá.

Cuando Iaakov huye de su hermano Esav dice: "Dios de mi padre Abraham y Dios de mi padre Itzjak, el Eterno que me dijo: Torna a tu tierra y a tu parentela y haré bien contigo" (Génesis 32:10).

La oración de Iaakov encontró eco varias generaciones más tarde en la fórmula que da inicio a la Amidá (Dios nuestros y Dios de nuestros padres, Dios de Abraham, Dios de Itzjak y Dios de Iaakov) la cual a su vez está basada en el episodio de la zarza ardiente (Shemot 3, 6). Es decir, que además de haber un Padre celestial, hay un Dios personal para cada patriarca y para cada uno de nosotros.

La mayoría de las religiones del mundo, cuando hablan de oración, no se refieren a abrir el sidur en la página 172, sino a una plegaria más personal y más espontánea.

El RaMbaM sostiene en la introducción a Hiljot Tefilá que ni el número de oraciones diarias ni su fórmula, es un imperativo de la Torá. La esencia del precepto es que el hombre debe rezar a Dios cada día de acuerdo a sus capacidades. Quien tiene buena dicción abundará en la plegaria, y quien no la tenga lo hará de acuerdo a sus limitaciones y cuando pueda. Es decir, que el precepto bíblico no establece ni fórmula ni horarios, sino que la oración fue, en su origen, una expresión espontanea del corazón que sólo seguía una matriz común (se abría con una alabanza, se intercalaba un pedido y se concluía con una alabanza). Sólo luego del exilio de Babilonia, cuando los dispersos perdieron el dominio del idioma, Ezrá y su tribunal establecieron la fórmula y el número de oraciones diarias.

....

Cuando hablamos de una conexión personal con Dios, podemos enfocarnos en el inicio de Parashat Tetzavé. Dios le ordena Moshé que acerque a Aharón y a sus hijos para que lo sirvan.

La lectura es clara.

Dios elige a Aharón y a sus hijos para que sirvan en el santuario y estén cerca Suyo en sus actividades cotidianas. Esta será una conexión íntima que encontrará su punto cúlmine en el día de Iom HaKipurim cuando el Sumo Sacerdote, ingresaba al Kodesh HaKodashim en el Beit HaMikdash a reunirse a solas con Dios. De hecho esa es la idea con la que concluye la Parashá:

"Y expiará Aharón...una vez al año...por vuestras generaciones, Santidad de santidades es él, para el Eterno" (Shemot 30, 10).

La intimidad entre Dios y los sacerdotes es la razón de la multiplicidad de preceptos destinados a estos, mucho de los cuales son mencionados en nuestra Parashá. Pero estas normativas se multiplicarán cuando lleguemos al libro de VaIkrá.

Allí no sólo se hablará de los vestidos sacerdotales, sino también del orden de los sacrificios y de normas de pureza e impureza. El libro de VaIkrá (Levítico) es -de hecho- llamado "Torat Kohanim" (Las normas de los sacerdotes) por el Talmud (Menajot 45a).

¿Por qué una quinta parte de la Torá se dedica a los sacerdotes?

A mi entender esto sólo se puede explicar a la luz de la naturaleza del vínculo personal que estos mantenían con Dios.

Una relación íntima requiere una amplia especificación de expectativas.

Cuando uno vive en un edificio de departamentos, las expectativas que uno tiene respecto a sus vecinos no son muchas... Nos bastará con que no hagan ruido después de las diez de la noche, no nos ocupen nuestro lugar en el estacionamiento y no nos dejen la basura en el pasillo. Cuando hablamos de aquellos que comparten con nosotros la misma casa, el nivel de expectativas ya irá en ascenso. Querremos que no se levante la voz en la casa y que reine el respeto, que no nos dejen el aire acondicionado encendido cuando no es necesario y tampoco toallas mojadas en el piso del baño. Podríamos agregar muchas más: Que se levanten los platos sucios de la mesa, que se coma con la boca cerrada, y no se juegue con el smartphone despues de las 8 de la noche. Pero cuando hablamos de la expectativas que tenemos acerca de la persona con la que compartimos la cama, ya se trata de otra cosa...

La abundancia de normas que regulan la vida de los Kohanim, se fundamentan en la intimidad de su vínculo con el Soberano del mundo. Ellos son los que compartían el cuarto con Dios.

Pero no olvidemos, que el pueblo judío –como tal- también es definido por Dios como "un reino de sacerdotes y una nación santa" (Shemot 19, 6). Es decir, que las expectativas de Dios hacia los sacerdotes se extienden -en el programa de Dios- a la sociedad judía en su conjunto.

También nosotros tenemos la misión de no decepcionarlo.


martes, febrero 06, 2018

Parashat Mishpatim 5778

Los pies sobre la tierra

La falta de una letra en cualquier libro de cuentos, resulta ser un simple problema de tipeo. Sin embargo, cuando nos adentramos en el universo de la Torá, no ocurre lo mismo. Cada letra allí es imprescindible. Si alguna no está, la Torá se desploma y pierde su carácter sagrado (Salvando las distancias, ocurre lo mismo con los e-mails: si les falta una letra, se pierden por el camino). 

Hoy quiero referirme a esa minúscula letra vav que da inicio a nuestra Parashá y que, si faltase, posiblemente alteraría el significado de toda la Torá. 

VeEle HaMishpatim Asher Tasim Lifneihem.
Y esta son las leyes que habrás de poner ante ellos (Shemot 21, 1).

'Ve' significa en hebreo ‘Y’.

RaSHI se pregunta por qué la Parashá comienza diciendo ‘VeEle HaMishpatim’ (Y estas son la leyes). ¿Por qué no dice directamente ‘Ele HaMishpatim’ (‘Estas son las leyes’ sin la letra ‘Y’)? Y dice: Ma HaRishonim MiSinai Af Elu MiSinai.

Asi como las primeras leyes, aquellas que leímos la semana pasada y que trataban del vínculo del hombre con Dios provienen del Cielo, así también las leyes de esta Parashá, que hablan del vínculo entre el hombre y su prójimo, provienen del Cielo.

Esta semana hablamos de cuestiones mucho más terrenales. Nos ocupamos de ver cuál es la visión judía acerca de los huérfanos, las viudas, los extranjeros. Hablamos de robos y delitos económicos. Hablamos del respeto hacia los padres y hacia los líderes del pueblo.

Esa letra vav es un puente entre ambas Parashiot. A quien le falte esa vav en su vida estará fallando severamente en su observancia.

Muchos son los judíos que dicen: ‘Yo no necesito creer en Dios para ser buena persona. Yo no robo, yo no miento...Con eso alcanza...¿O no?’. Y la verdad es que no es poca cosa…

Pero no es eso de lo que se trata la Torá. Las leyes entre el hombre y Dios provienen del Cielo. Pero también provienen del Cielo las leyes de justicia social, correcta ciudadanía y Derej Eretz. El judaísmo -al menos el mío- no hace distinción alguna entre ética y religión. Dios es la fuente de toda ética. La ética es hija de Dios, no un pariente lejano...

Por otro lado, otros judíos –tal como hablábamos la semana pasada- agotan su judaísmo en Dios y en el Cielo y se olvidan de mirar hacia abajo. El judaísmo es un cóctel perfecto entre Cielo y Tierra. Por momentos se nos pide mirar hacia arriba, pensar en Dios, rezar, cuidar Su Shabat. Pero por momentos se nos pide mirar hacia abajo: visitar enfermos, ayudar al hambriento, consolar al doliente.


Algo similar ocurrió al final de Parashat Itró que leímos la semana pasada. Luego de haber apreciado la revelación divina en Sinaí, de haber visto la palabra de Dios y al monte humeante, la Parashá concluye con las leyes del altar (mizveaj), el punto de encuentro entre el hombre y Dios a través de las ofrendas. 

"Altar de tierra harás para mí" (Shemot 20, 24). 

Dice RaSHI: 

"Que (el altar) esté conectado a la tierra, y no sea construído sobre columnas"

Evidentemente, sólo se puede servir a Dios y conectarse con él, cuando se está conectado con la tierra.

De eso se trata –casi nada- esa minúscula letra vav que da inicio a nuestra Parashá. Si ella faltara, también la Torá se perdería por el camino