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jueves, agosto 31, 2006

Parashat Ki Tetze 5766

El Examen Ya Empezó

La Parashá de esta semana, Parashat Ki Tetzé, menciona uno de los preceptos más incomprensibles de toda la Torá, la Halajá de la Iefat Toar, de la mujer bonita que fue tomada como prisionera en el campo de batalla.

¿Qué pasaba si algún hombre judío se enamoraba de aquella bella prisionera? La Torá permite el matrimonio del judío con esta mujer idólatra, pero le hace esperar un poco para el ansiado LeJaim. La mujer era ingresada a casa del hombre, debía afeitarse su cabeza, debía dejar crecer sus uñas, cambiarse su vestido de cautiverio y llorar a su padre y a su madre durante treinta días.

Para reiniciar su vida, la mujer debía tomarse treinta días. Debía examinar su pasado, su idolatría (representada aquí por su padre y por su madre, quienes la educaron por ese camino) y recién allí ingresar en el pueblo judío.

El Zohar, piedra basal de la mística judía, vincula estos treinta días de llanto e introspección de la mujer cautiva con el mes de Elul, el mes previo a Rosh HaShaná que dedicamos justamente a ello, a revisar nuestro interior y echar una mirada a nuestro pasado para darle una vuelta de tuerca y enderezar lo que está torcido en nuestras vidas.

Nuestra tradición enseña que no se puede llegar a la sinagoga el día de Rosh HaShaná sin haber hecho los deberes. Es como el examen psicométrico para entrar a la universdad, aquí en Israel. Hace falta una preparación previa, estudio y reflexión.

No podemos sentarnos en el banco ante la hoja en blanco porque las preguntas son difíciles de responder y si no ejercitamos en casa, difícilmente ese examen pueda dar buenos frutos.

No se puede llegar al Beit HaKneset en Rosh HaShaná y decir: ‘¡Que suene el shofar!’. Jamás dará resultados...Sólo podrá tener éxito quien se confronta seriamente con sus errores, quien sabe mirar al pasado y quien no se avergüenza al examinarse.

Quien se toma ese mes, como la mujer Iefat Toar de la Parashá, para mirar atrás y reconocer los aspectos de su vida que estaban errados, porque los frutos de su nueva vida nacerán justamente de los errores y de las grietas que tenía su pasado. Así también, los frutos de nuestro nuevo año que iniciaremos en pocas semanas, nacerán como producto de aquellas grietas que durante Elul estaremos examinando y corrigiendo. El tiempo del examen ya comenzó.

martes, agosto 15, 2006

Parashat Ree 5766

Un pie en cada mundo

No sé si alguna vez les tocó alquilar un departamento para vacaciones a través de una foto. Uno llega a la inmobiliaria, observa la foto, y el departamento es lindo, coqueto, amplio. Y de repente, uno pregunta: ‘¿Es caluroso por las noches?’, y el de la inmobiliaria –hombre honesto- le dice: ‘Le soy franco, nunca estuve ahí; sólo lo conozco por foto’.

Y ante la imposibilidad de acercarse al lugar en pleno año laboral para alquilar con las pruebas a la vista, uno decide alquilar por foto.

Al cabo de unos meses, cuando uno abre la puerta de aquel pequeño palacio, observa que la tela de araña más pequeña tiene el tamaño de un cubrecama, que la pared está llena de humedad y que el calor que hace por las noches pronto va a transformar el recreo vacacional en un verdadero infierno.

Al año siguiente, uno ya aprendió que es complicado comprar algo cuando el vendedor no sabe lo que está vendiendo.

En Parashat Reé, Moshé, despliega la ‘mercadería’ sobre un imaginario mostrador y le dice al pueblo de Israel:

‘Mira, hoy doy ante ustedes, bendición y maldición. La bendición, si escuchan a los mandamientos del Eterno…y la maldición, si no escuchan los mandamientos del Eterno…’ (Devarim 11, 26-28).

Moshé no vende aquí un producto tangible, sino que propone bendición para aquellos que se consagran a Di-s, afirmando que la bendición yace allí y no en la acumulación de placeres mundanos.

Sin embargo, cuando un líder religioso como Moshé exhorta a su congregación a privilegiar la senda espiritual por sobre los placeres terrenales, la gente suele pensar:

‘¿¡Qué sabrá este hombre de placeres terrenales?! ¡Si tuviera una mansión en Beverly Hills no renunciaría tan ligeramente a los placeres mundanos!’.

Pero, tal como dijo alguna vez el Or HaJaim, Moshé puede hablar con autoridad. Tal vez sea por ello que la Parashá se llame Reé.

Moshé está diciendo al pueblo: ‘¡Miren!, ¡Mírenme a mí! Fui príncipe de Egipto y fui criado entre lujos en un verdadero palacio. Pero al mismo tiempo he ascendido a niveles espirituales a los que nadie ha llegado: He hablado durante ciento veinte días con Di-s a la hora de recibir la Torá. Conozco los dos mundos, conozco la mercadería, no la he visto en fotos’. Moshé sabe de qué se trata, sabe que la búsqueda en un árido desierto es mucho más valiosa que cualquier alcoba real. Atendamos su propuesta; él sabe de qué se trata…

viernes, agosto 11, 2006

Parashat Ekev 5766

Di-s Olvidado

Cuando Samuel Morse inventó el telégrafo hace más de cien años, las primeras palabras que envió por cable fueron: ‘Ésta es obra de Di-s’. Cuando en el año 1969 Neil Armstrong pisó por primera vez el suelo lunar, dijo: ‘Este es un pequeño paso para un hombre, pero un paso gigantesco para la humanidad’.

El Rabino Harold Kushner nos cuenta esta anécdota en unos de sus libros y nos hace notar quién es el personaje olvidado cuando se trata de las maravillas del siglo 20.

Cuando, preso de la emoción, Neil Armstrong habla de su impresionante logro, olvida a Di-s y pone en el centro de sus palabras al hombre y al género humano.

El hombre contemporáneo ha obligado a Di-s a bajar del pedestal, y –atrevido como jamás lo ha sido en la historia- se ha posicionado como amo y señor de toda la humanidad.

El progreso y el bienestar económicos puedes ser enemigos mortales de la revernecia porque constituyen la celebración del vigor y de la fuerza del hombre.

Y aun cuando creo que Di-s se alegra enormemente viendo al hombre progresar y enriquecerse (por algo nos ha prometido una tierra de leche y miel, trigo y aceites), creo también que Su tristeza es mayúscula cuando observa que este avance lesiona la devoción humana y nos transforma en pequeños seres con corazones irreverentes.

Rabí Simja Búnem de Pshisja, solía decir que el hombre debe tener en sus pantalones dos bolsillos. El uno que diga: ‘Para mí fue creado el mundo’ y el otro que diga: ‘Soy sólo polvo y cenizas’.

Y si durante generaciones el hombre ha temido a Di-s, hoy es Di-s quien teme al hombre y se horroriza con sólo pensar que éste pueda zurcir este segundo bolsillo y gritar a viva voz ‘PARA MI FUE CREADO EL MUNDO’.

Por ello, atendamos al consejo que nos da nuestra Parashá: ‘Cuídate por si olvidas al Eterno, tu Di-s, para no cuidar Sus mandamientos y Sus ordenanzas, y Sus leyes...Quizá comas y te sacies, y buenas casas edifiques y habites...y digas en tu corazón: Mi fuerza y el vigor de mi mano hizo para mí esta riqueza’ (Devarim 8, 11-14).

Porque si bien es cierto que ‘El mundo fue creado para nosotros’, no menos cierto es que ‘No somos sino ‘polvo y ceniza’.