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lunes, septiembre 07, 2009

Parashat Nitzavim 5769

No está en los cielos

Existe una gran diferencia entre la sensación que nos embarga en los días de Pesaj, al inicio de la primavera y las sensaciones que experimentamos en estos días de fiesta que se avecinan, al asomar el otoño en hemisferio norte.

Cuando llega Pesaj, uno comienza a experimentar deseos de ponerse en contacto con la tierra.

La naturaleza nos invita. Las flores comienzan a cubrir la tierra, el verde de las montañas nos llama y la brisa de la primavera nos llama a ‘conquistar la tierra’ con nuestros pies.

Cuando –seis meses después- llegan los Iamim Noraim, ya no es la tierra la que queremos conquistar. En esta época del año, nos ocupamos –más bien- del otro extremo de la escalera de Iaakov; cuando llega jodesh Elul, es el cielo el que queremos tocar.

Son tiempos de mucha rujaniut (espiritualidad), en los que muchas cosas se mueven en nuestro interior al son de las melodías de los Iamim Noraim que lentamente comienzan a sonar...

Y lentamente nos iremos vistiendo de ángeles, hasta llegar al día de Iom Kipur en el que alejados de todos nuestros placeres corporales, volamos como ángeles al servicio de Dios.

Y previo a los estos celestiales jaguim, leemos Parashat Nitazvim.
Siempre -todos los años- Parashat Nitzavim es la sección que se lee el Shabat anterior a Rosh HaShaná.

Y en ella aparece un pasuk con tono de advertencia:
Lo BaShamaim Hi (No está en los cielos).

‘No te quedes en el Cielo’, parece advertirnos la Torá previo a este retiro espiritual de diez días que se inicia con Rosh HaShaná.

Existe en hebreo la expresión Ieridá LeTzorej Aliá.
En la vida existen momentos de crecimiento, momentos de meseta y momentos de depresión, en todos los órdenes de la vida.

Pero cuando una depresión es sucedida por un gran crecimiento, a éso se lo llama Ieridá LeTzorej Aliá (Descenso imprescindible para un posterior ascenso).

Se cae –es cierto- pero para subir aun más alto de lo que estábamos. La caída no es otra cosa que el impulso necesario para seguir creciendo.

Si me permiten, deseo patentar hoy una nueva expresión.
Los Iamim Noraim, no son otra cosa que una Aliá LeTzorej Ieridá (Ascenso imprescindible para un posterior descenso).

Subimos al Cielo por diez días, o –al menos- intentamos tocarlo con nuestras manos.
Pero en realidad subimos para poder después pisar mejor sobre la tierra.

Lo BaShamaim Hi, nos dice la Torá.
No está en los Cielos.

Aprendan a bajar…No se queden ahí.

La Torá nos cuenta al inicio de Parashat VaIetzé que los ángeles del sueño de Iaakov subían y bajaban por aquella ya mítica escalera.

Si son ángeles –preguntan los comentaristas - ¡debieran bajar y luego subir! No al revés.
¿Qué nos quiere enseñar la Torá a través de esta aparente contradicción?

Tal vez nos quiera enseñar que ese es el camino a seguir: Tocar el Cielo, pero para regresar a la tierra.

Aprendan de los ángeles, nos dice la Torá.
Lo BaShamaim Hi.

Cuenta una historia que el célebre Sherlock Holmes y el Dr.Watson se fueron de camping.

Después de una buena cena y una botella de vino se despidieron y se fueron a dormir.
Horas más tarde, Holmes se despertó y codeó a su amigo.


‘Watson, mira el cielo y dime qué ves’.
Watson meditó solo un instante y contestó: ‘Veo millones y millones de estrellas’.
‘¿Y eso que te dice?’, preguntó Holmes.
Watson reflexionó un par de minutos y respondió:

Astronómicamente, me dice que hay millones de galaxias y potencialmentebillones de planetas...
Astrológicamente, veo que Saturno está en Leo...
Cronológicamente, deduzco que son aproximadamente las tres y diez...
Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que somos pequeños e insignificantes...
Meteorológicamente, intuyo que tendremos un hermoso dia mañana...

‘¿Y a usted que le dice Sherlock?’, preguntó Watson.

El detective encendió su primer pipa del dia y respondió con calma: ‘Muy bien no sé qué me dice…Pero hay algo que sí se: ¡Nos robaron la carpa!’.

Lo BaShamaim Hi.No se queden en el cielo; sólo estamos allí de prestado.
Miremos para abajo, que es aquí donde nos reclaman…


martes, septiembre 01, 2009

Parashat Ki Tavó 5769

Maldita Abundancia

Imaginen que pertenecen a la generación del desierto y desean abrir una pequeña empresa para satisfacer las necesidades de aquella multitud. Cuarenta años con un público cautivo y seiscientos mil clientes juntos no son cosa para despreciar. Pensemos algunas alternativas:

Venta de agua mineral. No sirve. Un pozo de agua acompañaba a Israel durante toda la travesía del desierto.
Venta de pan y alimentos varios. Tampoco sirve. El pan caía del cielo.
Una agencia de seguridad para la larga caminata. Innecesario. Una columna de nube y otra de fuego los guiaba y los cuidaba como nadie.
Venta y remiendo de calzado y ropa. Sin sentido. Ya lo dice la Parashá de esta semana: ‘No se estropeó vuestro vestido de sobre vosotros, y tu zapato no se estropeó de sobre tus pies’ (Devarim 29, 4).

¿Qué le faltaba a la generación del desierto? Nada. De manera que pocas iniciativas comerciales podrían haber tenido algún éxito…Todo esto en realidad tenía un objetivo. Formar a todo un pueblo en el espíritu de la Torá, para que puedan estudiar aquella Ley que habían recibido en el Monte Sinaí e ingresar a la Tierra Prometida como un pueblo santo.

Cuando uno piensa en lo ventajosa que fue la travesía del desierto, entiende porque aquella generación era tan quejosa y dura de entender. La abundancia excesiva es una auténtica maldición sobre todo cuando se deja a Di-s de lado.

En nuestra Parashá el pueblo de Israel se encuentra en las estepas de Moab preparado para la conquista. Y es aquí -frente al río Iarden- que se renueva el pacto que ya se hiciera en el desierto.

¿Por qué era necesario un segundo pacto? En el desierto, la conducción del pueblo era milagrosa y sobrenatural. Al ingreso a la Tierra Prometida, esto cambiaría. Allí se entraría con la ayuda de una conducción natural y terrenal: se iría a conquistar la Tierra por medio de la espada, y conseguirá el pan, como el resto de la humanidad, con el sudor de su frente.

Di-s sabe que aquella vieja generación estuvo rodeada de tantos milagros que jamás pudo apreciar ninguno. Ahora…las reglas del juego cambian, y el pacto se renueva con la esperanza de que aquella nueva generación pueda comprender más y mejor...