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jueves, diciembre 18, 2008

Parashat VaIeshev 5769

Elogio a la Envidia

Hoy hablaré de un sentimiento humano que aflora incluso en los más nobles corazones, y que todos –absolutamente todos- hemos sentido en alguna oportunidad: Hablo de la envidia.

¿Es la envidia algo malo en sí mismo?
¿Hay una envidia buena y una envidia mala?

Nuestros sabios –así debiera entenderlo- suponen que sí. En dos lugares diferentes del Talmud, se observan dos posiciones claramente diferentes respecto de la envidia y sus derivaciones. En el Tratado de Baba Batra (21a) se nos dice: ‘Kinat Sofrim Tarvé Jojmá’ (La Envidia entre los sabios, incrementará la sabiduría). Allí el Talmud nos dice que se puede despedir de su trabajo a un maestro de niños, si se encontrara alguno mejor que él. El Talmud supone allí que el temor de aquel sabio a no ser humillado por su par, incrementará sus ansias de estudio y a superación.

Mientras tanto, en el capítulo cuarto de Pirkei Avot, se nos dice: HaKina VeHaTaavá VeHaKavod Motziín Et HaAdam Min HaOlam (La envidia, la codicia y la ambición comprometen la existencia del hombre).

La envidia es la "estrella" de nuestra Parashá, Parashat VaIeshev.

Iosef era el hijo preferido de su padre. Sólo a él Iaakov había regalado una túnica a listones, actitud que hizo montar en cólera a todos sus hermanos. Y agregado a ello, Iosef contaba a sus hermanos sus sueños, en los cuales éstos le rendían pleitesía y se arrodillaban delante suyo.

Sin embargo deseo referirme a otra envidia que encuentra su espacio en nuestra Parashá.

En el capítulo 40 del libro de Bereshit se narra la historia de Iosef en la prisión junto al jefe de los escanciadores del faraón y el jefe de los panaderos.

Iosef se hallaba injustamente en prisión, acusado de algo que no había cometido, y Di-s coloca en su camino a estos dos súbditos del faraón quienes buscaban con desesperación alguien que interprete sus sueños.

Sus sueños eran bien parecidos. El jefe de los escanciadores –tal era su oficio, el de servir bebidas- había soñado con una vid que contenía tres ramas. La vid floreció, maduraron sus racimos, y el jefe de las bebidas tomaba las uvas, las exprimía en el vaso del faraón y lo colocaba en manos del monarca.

Iosef le dijo: "Las tres ramas, son tres días. En el término de tres días el faraón te sacará de la cárcel y te devolverá a tu puesto".

El jefe de los panaderos, al apreciar las habilidades de Iosef, también aportó su relato.

"He soñado con tres canastos perforados sobre mi cabeza. Y en el canasto superior se hallaban todos los manjares de panadería del faraón, y un pajarito los comía del canasto que estaba sobre mi cabeza".

Iosef le dijo: "En tres días, el faraón te sacará de aquí y te colgará de un árbol".

El sentimiento de la envidia entrará en escena a la luz del comentario de RaSHI al versículo 6 de dicho capítulo. Allí dice RaSHI que cada uno había soñado con su sueño y con la interpretación del sueño de su compañero.

Ni uno ni el otro, sabía la interpretación de su propio sueño. Pero el jefe de los escanciadores conocía su sueño –y a la vez- sabía que el jefe de los panaderos iría a ser colgado, mientras que éste sabía también su sueño, y que el jefe de los escanciadores iría a ser retornado a su puesto.

¿Por qué iban a levantarse atribulados los dos?
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En realidad sólo el jefe de los escanciadores debería haberse levantado atribulado al ver que su compañero iría a ser colgado. Pero el jefe de los panaderos...¿por qué debería estar atribulado si sabía que el jefe de los escanciadores iría a ser retornado a su puesto?

Esto es envidia gratuita. Es la envidia que compromete la existencia de hombre, a la que se refiere Pirkei Avot. Es la envidia improductiva, que no motiva el crecimiento ni la superación. Es la envidia vana y estéril.

Una bella historia que he escuchado hace ya algunos años, puede graficar claramente esta clase de envidia. Se cuenta que Di-s se le apareció por la noche a un hombre y le dijo: ‘Puedes pedir todo cuánto desee tu corazón y te será concedido. Pero debes saber que aquello que tu recibas, también lo recibirá tu vecino...pero por partida doble’.

Lenta y paulatinamente, la envidia comenzó a carcomer el corazón de aquel hombre, al apreciar que su vecino se beneficiaba doblemente con sus propios deseos.

Atribulado ante tal situación, elevó un último pedido. Sabía que cada deseo suyo tendría doble eco en su compañero, entonces pidió que le sea sacado un ojo.

Atendamos los móviles de nuestras envidias. No toda envidia nos hace sentir miserables. Escuchemos sus ecos, sus miedos, sus deseos.

Kinat Sofrim Tarve Jojmá. La envidia entre los sabios incrementa la sabiduría. La envidia sana, nos hace crecer; nos hace superarnos.

La envidia estéril compromete nuestra existencia.


miércoles, diciembre 03, 2008

Parashat VaIshlaj 5769

Miedo a matar, miedo a morir

Después de veintiún años de separación Iaakov está nuevamente a unos pocos kilómetros de Esav.

El aire puede cortarse con tijera. Iaakov se entera enseguida que Esav viene hacia él....¡Pero no sólo! Su hermano camina acompañado por cuatrocientos hombres. Iaakov tragó saliva. Un escalofrío comenzó a recorrer su cuerpo de cabeza a pies...Y tuvo miedo, y se angustió...

‘Y temió Iaakov mucho y se angustió’ (Bereshit 32, 8), nos dice la Torá.

Si preguntáramos por los motivos del miedo de Iaakov, la respuesta sería unánime y casi obvia. ¿Cómo no habrá de temer viendo que Esav y sus hombres podían matarlo?’. Pero si leemos el versículo detenidamente, veremos que Iaakov no tenía UN miedo; tenía DOS. Por un lado miedo: ‘VaIrá Iaakov Meod’ (Y temió Iaakov mucho). Por el otro angustia: ‘VaItzer Lo’ (Y se angustió).

RaSHI, nos trae la voz del Midrash (Bereshit Rabá 76, 2) y nos dice: ‘Temía ser matado, y se angustió por si matase él a otros’ (RaSHI a Bereshit 32, 8). Iaakov -nos dice RaSHI- tenía miedo de convertirse en lo que jamás quiso ser. La espada nunca fue su amiga...Esa había sido la bendición a Esav a quien su padre había dicho "Vivirás de tu espada" (ver Bereshit 27, 40).

Iaakov sabía que la espada no era SU asunto. Ese era el terreno de su hermano. Y temió invadir el terreno de la violencia física....que no era el suyo. Temió mucho morir...Pero tanto como morir, temió mucho y se angustió solo por el hecho de pensar en matar. Iaakov sabía que no estaba ‘programado’ para ello.

Cuando uno respira el clima por la calles en este convulsionado Medio Oriente observa que ciertas ‘fantasías’ ya no son solo patrimonio de fanáticos fundamentalistas. ¿¡Cuántos son lo que dicen que para finalizar el conflicto del Medio Oriente ‘hay que matarlos a todos’!? ¡Cuántas veces –para ser honestos- lo pensamos aun sin verbalizarlo?

Y éso también da miedo. Un miedo no menor al que provocan los cohetes kasamim que caen sobre nuestra región. Un nuevo miedo que va sumado a ese primer miedo de Iaakov. Me refiero al segundo miedo de Iaakov. Tenemos miedo en convertirnos en Esav. Y eso también asusta...y angustia.

Recuerdo la historia de aquel viejo profeta que llegó hasta una aldea en la cual la violencia y la criminalidad abundaban por doquier. El viejo profeta comenzó a gritar, pero nada allí cambió. Y siguió gritando, día a día...

‘Viejo tonto’, le dijo uno. ‘¿Por qué no te vas de aquí? ¿No ves que nadie te escucha ni nadie jamás te ha escuchado?’.

‘Te equivocas’, le dijo el profeta. ‘Cuando llegué aquí yo gritaba para cambiarlos a ustedes; ahora grito para que ustedes no me cambien a mí’.

Rezamos, sufrimos y lloramos para que esta situación de violencia, lágrimas y sangre pueda cambiar. Para que algún día podamos vivir juntos, uno al lado del otro, sin muerte y sin dolor. Sigamos rezando para que ese día llegue...No callemos nuestras voces. Pero agreguemos a este un nuevo grito, el grito del profeta. Recemos también para que esta situación no nos cambie a nosotros y para que no dejemos de ser quienes somos.
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jueves, noviembre 27, 2008

Parashat Toldot 5769

Herederos de la voz

Cuando pienso en sorpresas de la naturaleza y caprichos de la genética me viene en mente el nacimiento de Iaakov y Esav…

¿Cómo dos mellizos pueden ser tan diferentes?

El uno, Esav, peludo. El otro, Iaakov, lampiño.
El uno, Esav, hombre de campo y de caza. El otro, Iaakov, hombre de hogar y familia.
El uno, Esav, habla a través de sus manos. El otro, Iaakov, habla a través de su voz.

El nacimiento de estos mellizos representa mucho más que el nacimiento de dos personas: marca para la tradición de Israel el nacimiento de dos maneras de confrontarse con la vida: por medio de la fuerza y la violencia o por medio de la palabra y la comunicación.

Uno puede ser Esav también como padre o como esposo y puede ser Iaakov como maestro o como nación.

Hay países que heredaron la espada de Esav y otros que son herederos de la voz de Iaakov.

El poder abruma e infunde respeto, es cierto.
Pero la palabra es la que siempre perdura y vence. Nada puede contra la calidez de una palabra apropiada.

El célebre fabulista Esopo alguna vez sintetizó esta idea a través de una parábola…

El sol y el viento discutían para ver quién era el más fuerte. El viento decía: ‘¿Ves aquel anciano envuelto en una capa? Te apuesto a que le haré quitar la capa más rápido que tú’.
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Se ocultó el sol tras una nube y comenzó a soplar el viento, cada vez con más fuerza, hasta ser casi un ciclón, pero cuanto más soplaba tanto más se envolvía el hombre en la capa.
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Por fin el viento se calmó y se declaró vencido y entonces salió el sol y sonrió cálidamente sobre el anciano.

No pasó mucho tiempo hasta que el anciano, acalorado por la tibieza del sol, se quitó la capa. El sol demostró entonces al viento que la suavidad y el amor de los abrazos sonmás poderosos que la furia y la fuerza.

Esta fábula de Esopo nos hace notar una gran paradoja: no existe en el mundo debilidad más grande que la fuerza sin miramientos, sin responsabilidades y sin contemplar las consecuencias.

La suavidad, el amor, la palabra y la tolerancia son fuertes aun cuando parezcan –a simple vista- frágiles y delicados.

HaKol Kol Iaakov VeHaIadaim Idei Esav
La voz es la voz de Iaakov, pero las manos son las manos de Esav.

Esta fue la expresión de desconcierto de nuestro patriarca Itzjak al notar, en la oscuridad de su ceguera, que aquel que estaba pidiendo bendición no le resultaba conocido…

Iaakov, cubierto con la piel de cabrito ante su padre ciego, se había transformado en un ser híbrido carente de identidad: Mantenía su propia voz, pero tomaba prestadas las manos de su hermano.

Somos un pueblo que a lo largo de las generaciones nos caracterizamos sólo por nuestra voz como dignos descendientes de Iaakov.

Es cierto que el pueblo judío vive una de las etapas más favorables de los últimos dos mil años. Vivimos en un estado propio, ya no de prestado, que nos protege y nos ha completado como nación.

Pero, al mismo tiempo, estamos viviendo una de las crisis de identidad más grandes de los últimos dos mil años. El pueblo judío se mira al espejo y mira una sociedad el la que algunos llevan la bandera de la voz de Iaakov, pero otros hacen culto de las manos de Esav.

Durante dos mil años hemos escrito libros. Hoy seguimos escribiéndolos y exportamos ciencia…pero también exportamos armas…

Es bueno –diría imprescindible- tener un estado fuerte y estar cuidados por el ejército más poderoso del Medio Oriente. Pero debemos recordar siempre que esas manos de Esav las tomamos prestadas para resguardar la voz de Iaakov.


Tal vez a menudo nos veamos obligados a actuar –al decir de Esopo- con la virulencia del viento. Pero debemos tener en el claro, que a la larga, deberemos actuar con el calor del sol, que el auténtico roshem, que el género humano debe tener de nosotros tiene que ver con nuestra el impacto de nuestra voz y no con la fuerza de nuestras manos. Somos herederos de la voz.

domingo, septiembre 28, 2008

Aseret Iemei Teshuvá 5769

B"H
Curriculums y Biografías
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Si nos dejamos llevar por la estadísticas, el ayuno de Iom Ha-Kipurim es –por lejos- la mitzvá más cuidada por los judíos a lo largo y a lo ancho del planeta. Solo una cuestión de imperiosa necesidad logra hacer que la gran mayoría de los judíos dejen de ayunar en este día, aun cuando el resto de los días del año esten alejado de las tradiciones de Israel.
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Por años me he preguntado acerca del magnetismo que ejerce esta mitzvá…¿Qué tendrá tan de especial que ha sido elevada por encima de todos los preceptos?¿Por qué un judío estaría dispuesto a abandonar sistemáticamente las seiscientos trece mitzvot…menos el ayuno de Iom Ha-Kipurim?
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¿Por qué –si van a elegir sólo una- no elegir otra? Alguna mitzvá menos dolorosa, como la siempre conmovedora Havdalá o el encendido de las velas de Januká.
¿Por qué es esta la única mitzvá que ingresa en el curriculum de la gran mayoría de los judíos del globo?
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Los invito a pensar en la diferencia que existe entre un curriculum y una biografía.
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El curriculum es perfecto, es "marketinero". Allí sólo incluímos aquellos aspectos de nuestras vidas que –creemos- merecerían ser destacados y podrían darnos algún rédito. Nadie escribirá jamás sus fracasos, despidos o frustraciones en un curriculum. Pero la biografía, por el contrario, lo incluye todo. Lo destacado y aquello que quisiéramos ocultar.
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Un curriculum es sintético. Pero una biografía, por su parte, abunda en detalles.
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Un curriculum es obra de nuestras propias manos. Una biografía, si pretende alguna objetividad, debe ser obra de mano de otros.
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Di-s en estos días del año no lee nuestro curriculum; lee nuestra biografía…Allí estará todo; nada podrá ocultarse. Los fracasos no se podrán disfrazar de éxitos, ni se podrán inflar las cifras de nuestros logros…
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En nuestro curriculum bien podria parecer:
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5758 – Ayuno en Iom Kipur.
5759 – Ayuno en Iom Kipur
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5768 – Ayuno en Iom Kipur.
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Pero en este día no es nuestro curriculum lo que cuenta. En este día debiéramos sentirnos cual si estuviéramos parados frente a un espejo que nos devolverá –tal vez- la imagen que no quisiéramos ver…la imagen de nuestra biografía y no la farsa de un curriculum armado a pedir de nuestro paladar.
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La pregunta no es si ayunamos del 5758 al 5768. La pregunta es cuánto repercutió ese ayuno en nuestras vidas.Cuánto nos esmeramos para incorporar ese ayuno a nuestro ‘sistema’. Cuánto nos ayudó a cambiar. Ayunar y no abrir el corazón a la teshuvá es como apretar el acelerador a fondo teniendo el auto en punto muerto.
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Es como aquel que se sumerge en las aguas purificadoras de la mikve con un animal impuro aprisionado en su mano (Tovel Ve-Sheretz Be-Iadó)...
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El profeta Ishaiahu nos dirá desdes las lineas de la Haftará:
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Hen BeIom Tzomjem Timtzeu Jefetz…"En el día de vuestro ayuno vais trás vuestros negocios".
Hen LeRiv Umatza Tatzumu Uleakot BeEgrof Resha…"He aquí que ayunáis para seguir peleando y discutiendo, para herir con el puño de la maldad".
HaLaZé Tikra Tzom..."¿¡A esto llamáis ayuno!?".
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"El ayuno que Yo he elegido para ustedes, es para compartir tu pan con el que tiene hambre, y para que traigas a los pobres que rechazaste a tu casa".
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¿Qué significa todo ésto? ¿Que el ayuno no vale?No. ¡Jas VeShalom!
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Significa que el ayuno es parte de un contexto y una biografía. El ayuno tiene un día después que los curriculums por lo general olvidan y callan…Pero las biografías no mienten...
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HaLaZé Tikra Tzom. ¿¡A esto llamáis ayuno!?¿Ayunáis para no cambiar? ¿Para que el día después sea igual al día anterior?
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Iom HaKipurim, el día más sagrado y solemne del año, es el tiempo que Di-s nos ha regalado para delinear los últimos trazos de nuestra biografía...Con sinceridad, compromiso y convicción…porque las biografías no mienten…
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viernes, julio 18, 2008

Parashat Pinjás 5768

Y haréis subir mis huesos de aquí...

A la bendita memoria de Eldad Reguev Z"L y Udi Goldwasser Z"L


El cambio de nombres en la "Oración por los Soldados en Cautiverio" nos ha dejado esta semana un espacio díficil de llenar. La esperanza, aun en su mínima expresión, se hizo añicos en el mísmisimo segundo en el que aquellos dos ataúdes negros fueron mostrados a las cámaras. También nuestro corazón se vio teñido de negro en estos últimos días.

Leemos esta semana Parashat Pinjás en la cual se menciona la historia de las hijas de Tzlofjad. Un corto tiempo después de la revuelta de Koraj, se nos cuenta que cinco mujeres se acercan a Moshé y le piden una porción en la Tierra de Israel. Según la legislación bíblica, solo un hijo varón puede heredar a su padre. Sin embargo, y dado que Tzlofjad no tenía hijos varones, sus hijas lucharon por el derecho de herencia. Moshé, sin saber como reaccionar ante semejante pedido, consulta con Di-s quien le ordena atender el reclamo de las jóvenes.

Cuando la Torá presenta a la cinco de hijas de Tzlofjad, lo hace de una forma bastante peculiar: "Y acercáronse las hijas de Tzlofjad, hijo de Jefer, hijo de Guilad, hijo de Majir, hijo de Mensahé, de las familias de Mensashé hijo de Iosef" (BeMidvar 27, 1).

Tal vez hubiese sido suficiente informarnos que las mujeres eran de la tribu de Menashé. ¿Por que razón se menciona su linaje hasta llegar a la figura de Iosef?

RaSHI, el más grande comenterista bíblico, se pregunta: "¿Acaso no se nos ha dicho ya "hijo de Menashé"? Ocurre que se nos quiere decir: Así como Iosef amó a la Tierra (de Israel)...también sus hijas amaron a la Tierra (de Israel)".

¿Y de dónde sabemos que Iosef amó a la Tierra de Israel? De aquello que se nos ha dicho: "Acordar, acordárase Di-s de vosotros, y haréis subir mis huesos de aquí" (Bereshit 50, 25). Iosef hizo prometer a los hijos de Israel que al finalizar la esclavitud egipcia llevarían sus huesos con ellos rumbo a la Tierra de Israel.

La Torá nos cuenta que fue Moshé Rabenu el responsable de cargar los huesos de Iosef en el desierto. Sin embargo, de acuerdo a nuestros Sabios, dicha operación no fue para nada sencilla dado que los egipcios no querían liberar el féretro de Iosef. Sabían ellos que al momento de hacerlo, los hijos de Isarel habrían cumplido su promesa para con Iosef y podrían abandonar su tierra. Por esa razón escondieron el féretro de Iosef en la profundidad del palacio del Faráon e, incluso, dos perros de oro fueron ubicados por los brujos egipcios en dicha bóveda. Según nos cuenta el midrash dichos animales ladrarían a lo ancho y a lo largo de Egipto al ver ingresar allí a algún intruso (Shemot Rabá 20, 19).

Y aun así, se cuenta en nuestras fuentes, Moshé dio vuelta el mundo para traer aquel féretro de regreso a la Tierra de Israel. Cierto es que Iosef murió en su ancianidad y que la historia de sus restos es bien diferente a la historia de los soldados llevados esta semana a su último reposo. Sin embargo, aun con sus diferencias, ambas historias tienen un factor común: aquellos que expresan su amor por la Tierra de Israel, deben ser devueltos a casa...aun despues de su muerte. La actitud de Moshé no es más que la expresión de este deber moral.

En esas situaciones las preguntas pueden no tener fin. Es posible que todas las especulaciones y sensaciones que escuchamos y vivimos por estos días tengan su costado de razón. Sensaciones que cobraron expresión a través de frases como: "Vivos por vivos y muertos por muertos". O la pregunta acerca de si el precio a pagar no era demasiado alto. O el dolor al ver que de este lado se lloraba y del otro se celebraba.

Y aun así, con todas dichas especulaciones y sensaciones, las familias Reguev y Goldwasser tienen un lugar en el cual llorar a sus seres amados.

Nuestros sabios enseñan que el corazón finalmente olvida a los muertos (Pesajim 54b). Desde ya que esto no significa que uno olvida a los seres queridos cuando parten de nuestro lado. El significado de este concepto es que, de acuerdo al plan divino, el profundo dolor que experimentamos ante estas perdidas se va debilitando con el correr del tiempo y nuestro corazón nos impide vivir dicha pena a diario. Este proceso al que la psicología moderna llama "Elaboración del duelo" es el que le permite al ser humano regresar a la rutina y convivir con la pérdida.

El hecho de que asignemos una parcela de tierra a nuestros seres amados es sin duda parte esencial de este proceso.

El tiempo siempre hace lo suyo, aun en los momentos más duros. El primer hombre halló consuelo luego de la muerte de su hijo Abel (véase Avot DeRabí Natán 14). Itzjak se vio confortado luego de la muerte de su madre Sará (Bereshit 24, 67) y también el espíritu de Iehudá reposó luego de la muerte de su mujer Bat Shúa (Bereshit 38, 12).

Es sumamente interesante el hecho de que la Torá recuerde un ejemplo en el cual ese proceso no pudo completarse. Y justamente ese ejemplo trata de un hombre que desconocía el real paradero de su amado. Se trata de Iaakov Avinu, padre de Iosef, el mismo a quien Moshé cargó sobre sus hombros en el desierto. Cuando los hermanos de Iosef vendieron al joven como esclavo fueron y contaron a su padre que una bestia lo había devorado. La Torá nos cuenta las sensaciones que experimentó Iaakov en ese momento: "Y desgarró Iaakov sus vestidos, y puso bolsa en sus lomos, y desolóse por su hijo muchos días. Y levantáronse todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo, y no quiso consolarse" (Bereshit 37, 34). ¿Cómo va a querer consolarse un padre viendo que lo único que quedó de su hijo es una túnica o un vehículo blindado manchado de sangre?

Iehi Zijram shel Eldad ben Tova Reguev VeUdi ben Malka Goldwasser Baruj VeIanuju Al Mishkavam BeShalom.


lunes, junio 16, 2008

Parashat Shelaj Lejá 5768

El Puente "Caleb"

Solo dos porciones en la Torá contienen en su título la palabra "Lejá". La primera de ellas es   (Vé para tí) -que nos cuenta acerca de Abraham Avinu y de su llegada a la tierra de Canaán- y la segunda es Shelaj Lejá ("Envía para tí"), en la que se nos habla de los doce representantes enviados a la Tierra Prometida para informar al pueblo sobre el estado de situación en Eretz Israel. Quisiera construir hoy un puente virtual entre el Lej Lejá de Abraham Avinu y el Shelaj Lejá de Moshe Rabenu. Estamos hablando en realidad de dos olas migratorias muy diferentes en su naturaleza.

Abraham no llegó sólo a la tierra de Canaán; fue acompañado por su esposa, su sobrino y "las almas que habían hecho en Jarán". Se trataba allí de una inmigración colmada de idealismo -con una profunda carga teológica- cuyo objetivo era difundir la palabra y la voluntad de Di-s en la nueva Tierra. El relato de los espías es totalmente diferente; el idealismo está ausente en esta segunda historia. A los espías les falta el coraje de Abraham. Ellos quieren ver, visitar, comparar, calcular y sólo entonces decidir.

La aliá de Abraham Avinu tiene mucho más que ver con la llegada de los primeros pioneros que llegaron a la Tierra de Israel a finales del siglo diecinueve que soñaban con arrancarle frutos al desierto y secar pantanos sin importar los costos.

Nuestra llegada a Israel tiene mucho más que ver con Parashat Shelaj Lejá.

Pertenecemos a una generación en la que –además de pensar en el aporte que podemos brindarle a esta tierra- queremos saber también cuánto "provecho" podemos sacarle a ella. Exactamente como los meraglim, que querían venir a espiar la tierra para ver qué tal era.

RaSHI aporta un ejemplo interesante que nos ayuda a construir el puente vurtual entre ambas secciones.

En los primeros párrafos de nuestra Parashá se nos dice que los espías "subieron por el sur, y llegó hasta Jevrón" (BeMidbar 13, 22).

Es sumamente extraño que la Torá comienza hablando en plurar (subieron) y finaliza hablando en singular (y llegó). ¿Por qué?


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RaSHI dice: "Sólo Caleb fue allí, y se postró frente a la Tumba de nuestros patriarcas (en Jevrón)".

Es interesante el ejemplo de RaSHI. Mientras los meraglim suben a Israel y comienzan a recolectar información militar y económica, Caleb llega a Israel y va a visitar el Kever Avot en Jevrón.

Mientras los meraglim miran a Israel bajo la lupa de la conveniencia, Caleb la mira bajo la lupa de la pertenencia.

Mientras los meraglim llegan a Israel y se vinculan sólo con su futuro, Caleb llega a Israel y antes de vincularse con su futuro, se vincula con su pasado.

Conocemos el final de la historia. Sólo dos de los doce enviados –Caleb e Ieoshúa-cumplieron con su misión. Los diez espías restantes, trajeron consigo un mensaje distorsionado, cargado de subjetividad y pesimismo.

‘...Llegamos a la tierra que nos enviaste -dijeron a Moshé- y también ella mana leche y miel; y éste es su fruto. Pero es fuerte el pueblo que habita en el país...No podremos subir contra el pueblo porque es más fuerte que nosotros...’.

Por alguna razón, estos enviados quedaron en la historia rotulados por la palabra meraglim, y no por la palabra shakranim (mentirosos). Ocurre que no había mentira en lo que decían; vieron lo que quisieron ver.

Por esa razón, no es casual, que al final de la Parashá se menciona el precepto de los tzitzit

"Y no os desviaréis tras de vuestro corazón y tras de vuestros ojos" (BeMidvar 15, 39), se nos dice allí.

¿Por qué razón dice allí "tras de vuestro corazón y tras de vuestros ojos"?

Porque en general los ojos tienen ese problema: ven aquello que el corazón quiere que vean.

El corazón condiciona a los ojos. Los ojos de aquellos espías que difamaron contra la tierra de Israel no hicieron otra cosa que confirmar lo que su corazón ya había decidido hacía tiempo: esa tierra no era para ellos, ni la sentían propia.

Caleb es el único que entiende que esa Tierra podía tener defectos y problemas, pero tenía algo que ninguna otra tierra tenía: era propia. Era la tierra que Di-s le había prometido a aquellos que estaban sepultados en Jebrón.

"Subir subiremos y la heredaremos; que poder, pódremos con ella" (BeMidvar 13, 31).

Caleb es el verdadero puente entre el Israel ideal y el Israel real, entre el Lej Lejá de Abraham y el Shlaj Lejá de nuestra sección.



domingo, mayo 11, 2008

Parashat BeJukotai 5768

Sueños de Paz

Nos dice la Guemará que "un sueño que no es interpretado es similar a una carta que no es leída" (Berajot 55a).

Mucho antes que venga Freud y profundice en su teoría de la interpretación de los sueños, el Talmud comprende que todo sueño tiene un propósito, o –al menos- un sentido.

Los sueños son algo más que el entretenimiento de nuestra mente durante la noche o durante las benditas siestas del Shabat por la tarde. Un sueño no viene porque sí, un sueño tiene una historia por detrás.

El acontecimiento que durante el día nos perturbó, nos emocionó, nos asustó a la noche reaparecerá disfrazado, camuflado y nos llenará de nuevas preguntas. Y eso es lo que debe interpretarse...

El Talmud nos cuenta que el pobre rey David, jamás tuvo en su vida un buen sueño (Berajot 55b). Es tan placentero tener un lindo sueño, que tener un mal sueño es casi una maldición.

Pero si dijimos que todo sueño tiene una historia por detrás, entenderemos por qué el Talmud infiere que David jamás soñó algo lindo. Todos sus años de reinado estuvo en guerra, rodeado de muerte, estrategias militares, sangre...¡¿Cómo iba a tener un buen sueño?!

Si hasta Di-s le anuncia que no podrá construir el Templo en Jerusalem sino que lo construirá su hijo...

No se puede tener un buen sueño en circunstancia semejantes...

Leemos esta semana Parashat BeJukotai, una dura sección que contiene una severa admonición de Dios para el caso de que no sean respetadas sus leyes.

Tan severa es esta porción que cuando se lee en la Torá, se suele leer en voz baja, por el miedo que provoca.

Sin embargo, antes de esta sección de reprensión la Torá presenta la bendición que Di-s derramará sobre Su pueblo en caso de que éste sí escuche y respete Sus palabras.

Y allí se nos dice: VeNatatí Shalom BaAretz Ushjavtem VeEin Majarid (Y daré paz en la tierra y se recostarán y nadie estremecerá (26:6)

En apariencia este versículo es redundante, ya que si Di-s habrá de darnos la paz, de seguro nadie estremecerá.

Pero tal como ocurre siempre con la Torá, este versículo sólo es redundante en apariencia.

Existen dos clases de paz. Una de ellas es la paz de las armas, cuando un pueblo permanece armado, preparado y dispuesto a rechazar a cualquier enemigo que se les acerque.

La segunda paz, es cuando no hay enemigo.
La paz de las armas no da descanso desde hace sesenta años a Israel, y la otra paz aún es una quimera pero está allí, en la Parashá de está semana, y nos ayuda a mantener la esperanza de que algún día llegará esa paz que permita cerrar los ojos por las noches y tener dulces sueños. 

jueves, abril 03, 2008

Parashat Metzorá 5768

La Mala Lengua

Es sumamente conocido aquel relato midráshico en el que se nos cuenta una anécdota de Rabán Gamliel y su sirviente Tavi.

‘Ve y tráeme lo mejor que encuentres en el mercado’, le dijo el Rabino.

Fue Tavi y le trajo una lengua.

‘Ahora tráeme lo peor que encuentres en el mercado’. Fue Tavi y le trajo una lengua.

‘¿Cómo puede ser –le preguntó Rabán Gamliel- que cuando te pido lo mejor del mercado me traigas una lengua, y cuando te pido lo peor, también me traigas una lengua?’.

‘Nada mejor que una buena lengua’, le respondió Tavi. ‘Pero…nada peor que una mala’ (VaIkrá Rabá 33, 1).

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Parashat Metzorá, trata de las diferentes manchas de la piel.

Ya nuestros Sabios sugirieron que estas manchas pueden ser producto de la mala lengua (del Lashón HaRá) en un claro juego de palabras entre el término "Metzorá" y la expresión "Motzí Shem Ra".

Lo que Tavi insinúa en este relato es que las palabras que pronunciamos a diario tienen -para bien o para mal- un poder transformador. 

Nada mejor que una buena lengua como decía Tavi. 

Una buena lengua puede transmitir amor, puede hacer reír, puede traer consuelo al que sufre, o bien, pronunciar Divrei Torá y acercar a la gente a la tradición de Israel.

Pero…nada peor que una mala. La mala lengua puede lastimar, puede ensuciar la reputación de una persona, puede hacer llorar, o bien, puede arruinar una relación para siempre.

La mala lengua es como las flechas, dice el Midrash. No sólo por su poder mortífero, sino porque una vez que se arroja la flecha no tiene posibilidad de regresar (Midrash Tehilim).

Cuidar la lengua se cuenta entre las mitzvot más difíciles de cumplir para todo judío. Observar meticulosamente el Shabat es bien fácil. Limpiar la casa de jametz antes de Pesaj, es un juego de niños al lado de este precepto.

Los preceptos ‘rituales’ son la capa externa del judaísmo…El Lashón HaRá está bien adentro, más cerca del corazón. Si el judío limpiara su lengua de la misma forma que limpia su casa antes de Pesaj, posiblemente el mashiaj llegaría mañana a la noche.

Para entender el lugar que ocupa esta Mitzvá en nuestra tradición, pensemos en la Amidá misma que rezamos cada día.

Allí pedimos por salud, por justicia, por sustento, por paz, por la reunión de las diásporas. Pero…¿Cómo empieza la Amidá?

Ad-nai Sfatai Tiftaj Ufi Iaguid Tehilateja.

Di-s –pedimos- abre mis labios, así mi boca pronuncia Tu alabanza.

¿Y cómo concluye la Amidá?

E-lohai Netzor Leshoní MeRa USfatai MiDaver Mirma.
Di-s mío –suplicamos- preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira.

Sabían nuestros Rabinos al fijar el texto de la Amidá que no existe epidemia en el mundo de la magnitud del Lashón HaRá (la mala lengua).

Y aún cuando en nuestras oraciones diarias supliquemos por valores supremos como la paz, la justicia y el salud, nuestros Rabinos eligieron que todas estos pedidos estén enmarcados por el pedido expreso de paz, salud y justicia…¡para nuestras lenguas!

Ya que empecé contando la parte conocida del Midrash acerca de Rabán Gamliel y su sirviente, deseo concluir con la parte menos conocida; la continuación de este relato.

Se nos cuenta allí que Rabí Iehudá HaNasí había preparado un banquete para sus alumnos, para el cual sirvió lenguas. Sin embargo, sirvió algunas lenguas tiernas y suaves y otras duras y ásperas. Los alumnos empezaron a elegir, comiendo las tiernas y dejando las duras en el plato.

Al verlos Rabí, entendió que llegó el momento de la lección. Los miró fijo a los ojos y les dijo: ‘Así como hoy eligieron las lenguas suaves y abandonaron las ásperas…¡Hagan lo mismo con sus propias lenguas!

Pesaj está ya a la vuelta de la esquina. Sabemos que Pesaj viene de la palabra ‘Pasaj’ (saltear) porque el Malaj HaMavet salteó en aquella noche de redención la casa de los hijos de Israel.

Sin embargo, alguna vez alguna vez remarcó Rabí Itzjak Luria (el ARIZaL) que la palabra hebrea "Pesaj" está compuesta por otros dos vocablos hebreos: Pe + Saj (Boca que Habla).

Allí, en la noche del Seder, nuestras lenguas y nuestro poder de palabra desempeñarán un papel fundamental. Contaremos y cantaremos. Alabaremos y rememoraremos el Éxodo tal como lo hacemos año trás año.

Quiera Di-s inspirarnos para trasladar ese espíritu de pureza al resto de los días del año ayudándonos a limpiar también el jametz que muy a menudo se posa en nuestras lenguas.


miércoles, febrero 13, 2008

Parashat Tetzavé 5768

Un Vestido y un Amor

A la memoria de mi amigo Ari Korob Z"L. Tihie Nishmato Tzrurá Bitzror Hajaim

Parashat Tetzavé relata con lujo de detalles la vestimenta que solía vestir el Cohen Gadol a la hora de servir a Di-s.
Eran ocho las prendas que cubrían su cuerpo y sólo debía vestirlas –enseñan nuestros sabios- a la hora de cumplir su sagrada función.

La indumentaria del Cohen Gadol no era un mero protocolo.

Un médico que olvida su delantal en su casa seguirá por siempre siendo médico y lo mismo ocurrirá con un juez y su túnica o un policía y su gorra. Sin embargo, cuando el Talmud regula la obligatoriedad del uso de la indumentaria por parte del Cohen Gadol lo hace de manera terminante y lacónica: BiZman SheBigdeihem Aleihem, Kehunatam Aleihem; Ein Bigdeihem Aleihem Ein Kehunatam Aleihem (En tanto sus vestimentas están sobre ellos, están investidos con el sacerdocio; si sus vestimentas no están sobre ellos, no están investidos con el sacerdocio) (Zevajim 17b).

¿Acaso la idumentaria sacrdotal tenía algún ingrediente mágico o sobrenatural?

Nuestros sabios enseñan que las diferentes prendas del Cohen Gadol expíaban por diferentes pecados de los hijos de Israel. Por esa razón resultaba indispensable que cada una de sus prendas estén sobre su piel al momento de su sagrado servicio.

Sin embargo deseo proponer otra lectura a este dictamen rabínico.

La Torá nos enseña que el Sumo Sacerdote debía llevar sobre su frente una diadema de oro (Tzitz HaZahav) con el nombre de Di-s grabado en ella y en su pecho –en el Joshen- debía llevar grabado los nombre de los hijos de Israel.

Di-s debía estar en su cabeza y el pueblo de Israel en su corazón.

Un pintor puede ser un gran artista aun cuando domine mejor el oleo que la acuarela. Quien se dedica a las letras puede ser un gran literato aun cuando se destaque en la novela más que en el arte de la poesía.

Pero ciertas funciones –como la de Sumo Sacerdote- no toleran dicha parcialidad. Un agente de Di-s no puede descuidar ninguno de los dos aspectos.

El pensamiento en Di-s y la atención por sus semejantes deben fundirse en dicha función. El Cielo y la tierra deben hacerse uno en la persona del Cohen Gadol.

Ari Z"L pertenecía a esa clase de personas.

Sin temor a equivocarme puedo decir que Ariel vivió su vida con Di-s en su pensamientos y el pueblo de Israel en su corazón. Y podía cultivar ambos aspectos con idéntica pasión. Se podía conversar con él por horas sobre religión y teología, y a la vez admirarse por su compromiso inclaudicable hacia am israel y hacia quien necesite su ayuda.

En todo lugar que pisaba Ari Z"L hacía nefashot y amistades.
Fue un gran amigo y un gran maestro, un gran hijo y un gran hermano y -aun cuando no compartí con él en Argentina los últimos años- descuento que fue un excelente padre para Lauti, Meirab y Naama y un excelente compañero para Irene.

Tenía un sentido de humor exquisto y profundo. No le importaba ir en contra de la corriente ni ser el único hincha de Atlanta a diez cuadras a la redonda. Tenía ideas claras y sabía como llevarlas a la práctica. Sabía hablar cuado era preciso y callar cuando las palabras sobraban...como ahora.

Ari...¡te voy a extrañar mucho! En algún momento nos volveremos a encontrar y cuando eso ocurra ya no va a hacer falta que hablemos por TE para pensar juntos nuestra Drashá de Shabat por la noche. ¡Yo iré a tu kehilá!

Tu amigo.

Gusti.

Ashkelon (Israel)

7 de Adar I 5768

lunes, febrero 11, 2008

Parashat Tetzavé 5768

Todo entra por los Ojos

Vivimos en la era de la imagen.

Aun cuando muchas veces hablamos de imágenes vacías, prácticamente ningún empresario descuida hoy –por ejemplo- los aspectos exteriores y muchas veces superficiales de su producción comercial.

Tal vez les ocurrió alguna vez de reconocer una nueva golosina en algún cartel publicitario de la calle. La foto del bombón es grande; el manjar apetecible. Se lo ve enorme y se reconoce cada una de las almendras que tiene en su interior. Uno va corriendo al kiosko, y cuando cree que necesitará poco más que una grúa para llevar el manjar de regreso a casa, el kiosquero le da un diminuto bombón con más papel que golosina...

Ni hablar de la imagen de los políticos. Dentadura nueva para las campañas, implantes capilares, figuras atléticas, amantes de las pasiones populares para dejar de ser lo que son y transformarse en aquello que la gente quisiera que sean.

Nuestra Parashá se ocupa esta semana del cuidado de la imagen. En Parashat Tetzavé, Di-s describe con lujos de detalles la vestimenta adecuada que debía lucir Aharón, el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote). Un vestido lujoso con oro y piedras preciosas; "maase joshev" (un vestido artesanal) tal como lo describe la Torá.

Aharón, el Sumo Sacerdote, es definido por nuestros sabios como ‘ohev shalom verodef shalom, ohev et habriot umekarvan laTorá’ (amante de la paz y perseguidor de la paz, amante de las criaturas, a quienes acercaba a la Torá) (Avot 1, 12). ¿Acaso necesitaba de semejantes vestimentas para ejercer su rol? ¿Acaso Di-s necesitaba que se vista tan lujosamente para servirlo? ¿No bastaban con sus virtudes?

¿Por qué Di-s no le dice Aharón: "Aharón...Yo se bien quién eres. Ningún vestido por lujoso u ordinario que sea va a hacer cambiar Mi opinión sobre tí. Vístete como quieras que para Mí estará bien"?

¿Para qué tanto oro, diamante, zafiro, onix? ¿Para agradar a quién? ¿¿A Di-s??

No. Di-s no era el destinatario del mensaje que expersaba dicho ropaje, sino el pueblo de Israel. Ciertas funciones -como la de Sumo Sacerdote- o bien ciertas circunstancias -como el Shabat, por ejemplo- exigen de una vestimenta adecuada, no porque a Di-s le importe, sino porque estaremos expresando a través de nuestra ropa la forma en que nos vinculamos con dicha función o dicha circunstancia.

A nadie le agradaría que yo venga a dirigir una tefilá en Shabat vestido con jogging y zapatillas , no porque eso me transforme en una mala persona, sino porque estaría transmitiendo a mi congregación que para mí una tefilá de Shabat no se diferencia de un partido de fútbol.

Algo similar ocurría con el Sumo Sacerdote y sus vestimentas.

"No corresponde venir a rezar en Shabat a la sinagoga con la misma ropa con la que se va a bailar", les dije muchas veces a algunos jóvenes. "No corresponde venir a la sinagoga en Shabat con la misma ropa con la que se va al club", les dije muchas veces a algunos adultos.

¿Y que tiene que ver la ropa con lo que yo sienta por Di-s?, me preguntaban.

"En absoluto nada", les respondía...¿Pero quién dijo que uno se viste para agradar a Di-s?" (Cuando Adam y Eva andaban desnudos por el paraíso llegó un momento en que se cosieron hojas de higuera no para agradar a Di-s, sino porque sentían vergüenza de andar desnudos).

Di-s, quien lee los corazones de todo mortal, no necesita de nuestra imagen exterior para valorarnos, pero bien sabe que el hombre también se expresa a través de sus ropas, no porque sea superficial y frívolo, sino porque es humano.


lunes, febrero 04, 2008

Parashat Trumá 5768

Construyendo una Sinagoga

Hay un aspecto muy interesante en esta Parashá que hace algún tiempo me hizo notar un joven a quien estaba preparando para su Bar Mitzvá.

‘¿Y de dónde sacó Israel la madera para la construcción del mishkán?’, me preguntó.

Uno puede imaginar de dónde sacó Israel el oro para el mishkán. Ya la Torá (Bereshit 15, 14) nos dice que la salida de Egipto sería ‘BiRejush Gadol’ (Con gran riqueza y fortuna).

Uno puede imaginar de dónde provenían las cortinas del mishkán. Ya la Torá (Shemot 12, 38), nos cuenta que salimos de Egipto con 'Mikné Kaved Meod' (Con grandes rebaños).

Pero...¿dónde habían árboles en el desierto para la construcción del mishkán?

El Midrash (Tanjuma, Trumá) nos enseña que Iaakov Avinu las había sembrado cuando tiempo atrás, en los tiempos de hambruna para la tierra de Cnaan, descendió con sus hijos a Egipto en busca de comida.

Entonces les dijo a sus hijos: Cuando en el futuro sean ustedes redimidos de este lugar y Di-s les pida construir un mishkán...¿de dónde sacarán la madera?

Vayan y siembren cedros desde ahora, así cuando se les pida la construcción del mishkán, los cedros estarán a punto.

¿Qué nos quiere enseñar el midrash?
Iaakov jamás iría a conocer el mishkán, ni siquiera sus hijos habrían de conocerlo...

El Midrash nos enseña que construir no es sólo martillar y apilar ladrillos. Construir es soñar para adelante, planificar, tener un horizonte. Construir ha sido siempre para el pueblo judío un acto trans-generacional. Un movimiento continuo. Una actitud, más que un acto.


Se cuenta que un hombre golpeaba fuertemente una roca, con rostro duro, transpirado.

Alguien le preguntó: ‘¿Cuál es su trabajo?’.

‘¿No lo ve? Picapedrero’. Y agregó con pesadumbre: ‘Estoy en prisión y me obligan a hacer esto. ¿Le parece que puedo estar contento?’.


Un segundo hombre golpeaba fuertemente una roca, con rostro duro, transpirado. 

Alguien le preguntó: ‘¿Cuál es su trabajo?’.

‘¿No lo ve? Picapedrero’. Y agregó con pesadumbre: ‘Mi abuelo rompía piedras, mi padre hacía lo mismo, yo no puedo defraudar a mi familia. ¿Le parece que puedo estar contento?’.

Un tercer hombre golpeaba fuertemente una roca, transpirado, con rostro alegre, distendido.

Alguien le preguntó: ‘¿Cuál es su trabajo?’.

‘¡¡¡Estoy construyendo un Beit HaKneset!!!’, respondió.

Parashat Trumá es entonces mucho más que un Tratado de Arquitectura y Diseño de Interiores.


Es el mapa de ruta en el que los judíos nos hemos visto reflejados por siglos a la hora de emprender nuestras construcciones.

Es esfuerzo, entrega y algunos tropiezos.

Es el llamado –como sugiere esta historia- a ser constructores...no herederos. Y ver la construcción de una sinagoga, no como un yugo, sino como una gesta.

Pero sobre todo, es un elogio a los pioneros, que soñaron y construyeron mirando hacia delante. No hay esfuerzo más bello, ni inversión más redituable que esa.

lunes, enero 28, 2008

Parashat Mishpatim 5768

Una Herramienta para la Trascendencia 

Entre los diversos preceptos que son mencionados en nuestra Parashá, la Torá menciona la prohibición de prestar dinero a interés a nuestras hermanos (Halvahá BeRivit).

"Si prestaras dinero al pobre de entre mi pueblo que habita contigo, no te portarás con él como acreedor y no le impondrás usura" (Shemot 22, 24).

Aun cuando aquí se menciona al "pobre", dicha prohibición no hace distinción alguna en lo que respecta a la situación socio-económica de quien recibe el préstamo.

Rabí Menajem Mendel de Kotzk hace un exquisito juego de palabras respecto a este versículo, basándose en la cercanía lingüistica existente entre el verbo "Lilvot" (prestar) y el verbo "Lelavot" (acompañar).

Dice el Kotzker Rebe: "Si existe un dinero que acompaña (melavé) al hombre, ese es aquel que destinó a la tzedaká y a la manutención del "probre de entre su pueblo".

El Rebe de Kotzk fundamenta su comentario en las palabras de nuestros sabios en Pirkei Avot (6, 9): 

"Cuando el hombre abandona este mundo, no es acompañado ni por la plata, ni por el oro ni por las piedras preciosas ni por las perlas, sino únicamente por la Torá (adquirida en vida) y por las buenas obras (realizadas)".

Si resulta tan claro...¿por que razón la enorme mayoría de la gente corre detrás de bienes materiales y no detrás de buenas obras?

El Jafetz Jaim trae una hermosa parábola que da respuesta a esta pregunta:

Se cuenta acerca de un hombre que decidió abandonar a su familia en tiempos de sinsabores económicos.

Llegó a sus oídos la noticia de que al otro lado del mar existía un isla en la cual las piedras preciosas brotaban de los árboles. 


El hombre no pudo conciliar el sueño hasta el momento de su partida. Sabía que en aquel lugar encontraría diamantes en cada rincón. En pocos segundos podría llenar sus bolsillos con piedras preciosas y regresar a sus casa para asegurarle un buen pasar a los suyos por el resto de sus días.

Al arribar a la isla, el hombre no pudo creer lo que veían sus ojos. Efectivamente, las gemas brotaban de los árboles y el suelo estaba tapizado de diamantes que reflejaban la luz del sol.

Comenzó rápidamente a llenar sus bolsillos con piedras preciosas, hasta que súbitamente fue atacado por el hambre. Ingresó al almacen más cercano, tomó de los mostradores algo de comida y de bebida y se acercó al dueño del comercio a fin de pagar la cuenta. Sacó de sus bolsillos un enorme diamante y dijo: "¿Tienes cambio o prefieres un diamante más pequeño?".

El dueño del almacén sonrío y le dijo: "Tú debes ser uno de esos turistas que llegan a hasta aquí para juntar diamantes...¿¡Con diamantes quieres pagarme!? Los diamantes no tienen ningún valor en nuestra isla. ¡Aquí nada tiene más valor que el shmaltz (grasa de ganso)!".

Al cabo de unos días, el hombre ya había olvidado la razón de su venida. Por las noches el hombre ya no soñaba con diamantes sino con el vulgar shmaltz. A horas de su partida, el hombre pensó que no tenía sentido llevar de regreso a su casa diamantes sin valor. Fue el hombre y vendió todos sus diamantes adquiriendo, a cambio de éstos, un puñado de shmaltz.

Al llegar a su casa su mujer salió a su encuentro. Es de imaginar cuál fue la expresión de su rostro al ver que su marido traía en su equipaje shmaltz en lugar de piedras preciosas.

Dijo el Jafetz Jaim: El hombre viene a este mundo y en lugar de invertir su tiempo en "diamantes", lo invierte en shmaltz".

Tanto el Kotzker Rebe como el Jafetz Jaim sugieren cuál es el verdadero sentido de aquel versículo que dice "La obras de beneficencia (Tzedaká) libra de la muerte" (Mishlei 10, 2).

Dice el Talmud en el tratado de Baba Batra (10ª):

Diez cosas fuertes fueron creadas en el mundo:

El peñasco es fuerte, (pero) el hierro lo raja;
el hierro es fuerte, (pero) el fuego lo ablanda;
el fuego es fuerte, (pero) el agua lo apaga;
el agua es fuerte, (pero) las nubes las transportan;
las nubes son fuertes, (pero) el viento las desparrama;
el viento es fuerte, (pero) el cuerpo lo aguanta;
el cuerpo es fuerte, (pero) el miedo lo doblega;
el miedo es fuerte, (pero) el vino lo desvanece;
el vino es fuerte, (pero) el sueño lo disipa;
y la muerte es (la) más fuerte de todas (estas cosas).
Y las obras de beneficecia (Tzedaká) salvan de la muerte, como está escrito: 'Las obras de beneficencia (tzedaká) salvan de la muerte' (Mishlei, 10, 2).

Las buenas obras no siempre logran extender la vida física de los mortales. Hemos visto a muchos hombres y mujeres justos cuyas vidas concluyeron antes de tiempo. Sin embargo, el Talmud nos dice que la Tzedaká es una herramienta para nuestra trascendencia; la Tzedaká nos libra de la muerte en un estricto sentido espiritual.
Ésos son los bienes que acompañan al hombre al final de sus días, tal como sugiere el Kotzker Rebe.

Que seamos merecedores también nosotros de una vida colmada de buenas obras.


lunes, enero 07, 2008

Parashat Bo 5768

B"H
Cuatro en Uno
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Hace algún tiempo fue nombrada en Israel una comisión destinada a sentar las bases para una Constitución Nacional.

Como es de imaginar, en Israel no resulta fácil consensuar una Carta Magna. Los partidos ultra-ortodoxos pretenden que la Constitución mencione la aspiración de construir el Tercer Beit HaMikdash sobre el Monte del Templo, mientras que partidos de extrema izquierda pretenden que la Constitución anule aquellos símbolos del Estado que no logran representar a las minorías, tal como la bandera o el Himno Nacional (HaTikva).

Hace unos meses escuché a un miembro de dicha comisión decir que al cabo de meses de discusiones sólo se halló consenso en que el nombre del estado debiera ser "Israel".

El observador pasivo que analizara tan pobre resultado al cabo de meses de trabajo bien podría preguntarse cómo logró sobrevivir una sociedad con semejante diversidad de ideas. Y si a ello le agregamos el virtual estado de guerra en el que se halla el Estado de Israel desde el momento de su creación, nuestra supervivencia bien podría definirse como un verdadero milagro.

Tal vez podamos hallar la clave para entender este proceso en nuestra Parashá.

Tal como es sabido, los compartimentos de los tefilin (tanto en la mano como en la cabeza) contienen en su interior cuatro pasajes de la Torá (Kadesh Li Kol Bejor, VeHaia Ki Ieviaja, Shema, VeHaia Im Shamoa) los primeros de los cuales son mencionados hacia el final de Parashat Bo que leemos esta semana (Shemot 13 1-16).

Sin embargo existe una diferencia notable en cuanto al modo en que dichas secciones son escritas en la tefilá de la cabeza y en la tefilá de la mano. Mientras que en la primera los cuatro pasajes son escritos en pergaminos diferentes y ubicados en cuatro compartimentos separados dentro de la caja, las secciones de la tefilá de la mano son escritas en un único pergamino que es enrollado dentro del único compartimento que contiene dicha pieza.

¿Cuál es la razón de dicha diferencia?

Responden los sabios de Israel: Respecto a la cabeza, cuando se trata del universo de los conceptos y de las ideas, las diferencias son siempre esperables. No obstante, cuando se trata de la mano, cuando se llega al universo de lo concreto, las disputas ideológicas deben hacerse a un lado y todos deben unirse en la acción.

Si el observador pasivo preguntara coómo es posible que una sociedad tan fragmentada en sus ideas logró atravesar sesenta años de su historia rodeada de peligros, la respuesta es esta: a la "hora de la verdad", allí cuando el momento lo exigió, el pueblo de Israel ha sabido abandonar sus diferencias ideológicas y hacerse uno tal como ocurre con la Tefilá de la mano.

Quiera Di-s que siempre podamos hacernos uno a la hora de la verdad.
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