La Mala Lengua
Es sumamente conocido aquel relato midráshico en el que se nos cuenta una anécdota de Rabán Gamliel y su sirviente Tavi.
‘Ve y tráeme lo mejor que encuentres en el mercado’, le dijo el Rabino.
Fue Tavi y le trajo una lengua.
‘Ahora tráeme lo peor que encuentres en el mercado’. Fue Tavi y le trajo una lengua.
‘¿Cómo puede ser –le preguntó Rabán Gamliel- que cuando te pido lo mejor del mercado me traigas una lengua, y cuando te pido lo peor, también me traigas una lengua?’.
‘Nada mejor que una buena lengua’, le respondió Tavi. ‘Pero…nada peor que una mala’ (VaIkrá Rabá 33, 1).
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Parashat Metzorá, trata de las diferentes manchas de la piel.
Ya nuestros Sabios sugirieron que estas manchas pueden ser producto de la mala lengua (del Lashón HaRá) en un claro juego de palabras entre el término "Metzorá" y la expresión "Motzí Shem Ra".
Lo que Tavi insinúa en este relato es que las palabras que pronunciamos a diario tienen -para bien o para mal- un poder transformador.
Nada mejor que una buena lengua como decía Tavi.
Una buena lengua puede transmitir amor, puede hacer reír, puede traer consuelo al que sufre, o bien, pronunciar Divrei Torá y acercar a la gente a la tradición de Israel.
Pero…nada peor que una mala. La mala lengua puede lastimar, puede ensuciar la reputación de una persona, puede hacer llorar, o bien, puede arruinar una relación para siempre.
La mala lengua es como las flechas, dice el Midrash. No sólo por su poder mortífero, sino porque una vez que se arroja la flecha no tiene posibilidad de regresar (Midrash Tehilim).
Cuidar la lengua se cuenta entre las mitzvot más difíciles de cumplir para todo judío. Observar meticulosamente el Shabat es bien fácil. Limpiar la casa de jametz antes de Pesaj, es un juego de niños al lado de este precepto.
Los preceptos ‘rituales’ son la capa externa del judaísmo…El Lashón HaRá está bien adentro, más cerca del corazón. Si el judío limpiara su lengua de la misma forma que limpia su casa antes de Pesaj, posiblemente el mashiaj llegaría mañana a la noche.
Para entender el lugar que ocupa esta Mitzvá en nuestra tradición, pensemos en la Amidá misma que rezamos cada día.
Allí pedimos por salud, por justicia, por sustento, por paz, por la reunión de las diásporas. Pero…¿Cómo empieza la Amidá?
Ad-nai Sfatai Tiftaj Ufi Iaguid Tehilateja.
Di-s –pedimos- abre mis labios, así mi boca pronuncia Tu alabanza.
¿Y cómo concluye la Amidá?
E-lohai Netzor Leshoní MeRa USfatai MiDaver Mirma.
Di-s mío –suplicamos- preserva mi lengua de la calumnia y mis labios de la mentira.
Sabían nuestros Rabinos al fijar el texto de la Amidá que no existe epidemia en el mundo de la magnitud del Lashón HaRá (la mala lengua).
Y aún cuando en nuestras oraciones diarias supliquemos por valores supremos como la paz, la justicia y el salud, nuestros Rabinos eligieron que todas estos pedidos estén enmarcados por el pedido expreso de paz, salud y justicia…¡para nuestras lenguas!
Ya que empecé contando la parte conocida del Midrash acerca de Rabán Gamliel y su sirviente, deseo concluir con la parte menos conocida; la continuación de este relato.
Se nos cuenta allí que Rabí Iehudá HaNasí había preparado un banquete para sus alumnos, para el cual sirvió lenguas. Sin embargo, sirvió algunas lenguas tiernas y suaves y otras duras y ásperas. Los alumnos empezaron a elegir, comiendo las tiernas y dejando las duras en el plato.
Al verlos Rabí, entendió que llegó el momento de la lección. Los miró fijo a los ojos y les dijo: ‘Así como hoy eligieron las lenguas suaves y abandonaron las ásperas…¡Hagan lo mismo con sus propias lenguas!
Pesaj está ya a la vuelta de la esquina. Sabemos que Pesaj viene de la palabra ‘Pasaj’ (saltear) porque el Malaj HaMavet salteó en aquella noche de redención la casa de los hijos de Israel.
Sin embargo, alguna vez alguna vez remarcó Rabí Itzjak Luria (el ARIZaL) que la palabra hebrea "Pesaj" está compuesta por otros dos vocablos hebreos: Pe + Saj (Boca que Habla).
Allí, en la noche del Seder, nuestras lenguas y nuestro poder de palabra desempeñarán un papel fundamental. Contaremos y cantaremos. Alabaremos y rememoraremos el Éxodo tal como lo hacemos año trás año.
Quiera Di-s inspirarnos para trasladar ese espíritu de pureza al resto de los días del año ayudándonos a limpiar también el jametz que muy a menudo se posa en nuestras lenguas.