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jueves, julio 20, 2017

Parashat Matot-Masei 5777

Cuando entra el mes de Av...

El historiador inglés Arnold Toynbee definió alguna vez al pueblo judío como "un fósil", cuya obstinada permanencia en el escenario mundial resulta imposible de explicar.

Esta sentencia, que le valió a Toynbee el mote de antisemita, expresa sin duda un característica saliente de nuestro pueblo, que "se niega" a desaparecer de la faz de la tierra a pesar de innumerables presecuciones, matanzas y muestras de odio.

¿Cómo es posible explicar esta cualidad?

Quisiera traer hoy dos historias que bien pueden ayudarnos a responder esta pregunta:

La primera de ellas es una anécdota referente al Rabino Hans Harff Z"L, uno de los pioneros del judaísmo liberal latinoamericano llegados a las costas de Sudamérica en los años previos a la Shoá.

Se cuenta que en los días previos a la Noche de los Cristales Rotos, el Rabino Harff (que por entonces no era Rabino, sino estudiante en el Seminario Teológico de Berlín) estaba sentado con sus compañeros de clase en el patio del Seminario, cuando una pandilla de jóvenes antisemitas pasó por el lugar y comenzó a arrojarles piedras.

El clima en la Alemania de aquellos días ya ebullía y los jóvenes estudiantes permanecieron por largo rato sentados sobre el cesped cabizbajos, desorientados y en silencio.

El Profesor Leo Baeck Z"L, que por entonces era una de las figuras más prominentes del Judaísmo liberal alemán se acercó a sus alumnos, tomó una de las piedras arrojadas sobre ellos y les dijo: "Cuando sean Rabinos, ustedes tendrán el mandato moral de transformar estas piedras de odio en piedras fundacionales de nueva vida judía".

Unos pocos días antes del cierre del Seminario en manos de los nazis en el año 1938, el Prof. Baeck ordenó a aquellos alumnos quienes partieron hacia Sudamérica con aquellas piedras en sus bultos, transformándolas en piedras basales de nuevas sinagogas en el continente americano.

El segundo de los relatos, es un episodio talmúdico citado en el Tratado de de Baba Batra (60b):

Se nos cuenta que cuando el segundo Templo fue destruído, comenzaron a abundar los ascetas en Israel que se privaban de la ingestión de carnes y vinos.

Se les acercó Rabí Ieoshúa y les dijo: ‘Hijos míos...¿por qué razón han dejado de comer carne y de beber vino?’. Le dijeron: ¡¿Acaso comeremos la carne que era ofrendada sobre el altar ahora que los sacrificios fueron anulados?! ¡¿Beberemos del vino que era derramado sobre el altar ahora que dicha práctica fue anulada?!

Les dijo: ‘¡Entonces no deberíamos comer pan, ya que las ofrendas de cereales también fueron anuladas!’.

Dijeron ellos: ‘Tal vez debiéramos arreglarnos con frutas...’.
‘Tampoco frutas -dijo Rabí Ieoshúa- ya que las primicias fueron anuladas’.
‘Tal vez debiéramos arreglarnos con otras frutas’.

Les dijo Rabí Ieoshúa:

‘¡Tampoco bebamos agua, ya que fue cancelado el derramamiento de agua sobre el altar que se hacía en Sukot!’.

Entonces se callaron.

Les dijo: ‘Hijos míos, escuchen lo que les digo: Dejar de guardar duelo resulta imposible; pero guardar un duelo exagerado también resulta imposible ya que no se puede decretar una imposición sobre la comunidad sino cuendo la mayoría de la comunidad va a poder respetarla...Por ello, han dicho nuestros sabios: ‘Cuando un hombre ponga yeso en las paredes de su casa, debe dejar una porción sin enyesar;...Cuando el hombre prepara su comida, debe dejar de lado algún ingrediente;...Y la mujer se coloca todos sus ornamentos, debe dejar de lado alguno de ellos...ya que está dicho: ‘Si te olvidare, oh Jerusalem, olvide mi diestra su habilidad. Adhiérase mi lengua al paladar si no te recordare, si no pusiere a Jerusalen por encima de mi mayor alegría’ (Tehilim 137, 5-6)’.

Si la primera anécdota nos muestra cómo supo el pueblo judío levantarse en tiempos de crisis, este segundo relato nos enseña que mirar al pasado resulta fundamental, pero un pueblo debe aprender a mirar al pasado con un ojo mientras mira al futuro con el otro.

El duelo es imprescindible. Pero también es imprescindible saber continuar.

El pueblo judío pudo sobrevivir los vaivenes de la historia cuando comprendió que el pasado debe recordarse, pero jamás uno debe quedarse estancado allí. 

Y si Toynbee tuvo razón, y nosostros somos un "fósil", no será porque nuestros corazón se haya fosilizado sino porque siempre supimos levantarnos de las cenizas transformando cada ruina y cada piedra en el fundamento de una nueva construcción. 


viernes, julio 07, 2017

Parashat Balak 5777

¡Mira quién habla!

El Ma Tovú Ohaleja Iaakov (¡Cuán buenas son tus tiendas, oh Iaakov!) –oración que abre las plegarias matutinas- nace en la sección de la Torá que leeremos esta semana, Parashat Balak.

La historia es más o menos conocida.

Balak, rey de Moav, decide contratar los servicios de un hechicero a fin de maldecir el paso de los hijos de Israel. Di-s permite a este hechicero –llamado Bilam- marchar trás Israel pero le impide maldecirlos poniendo en su boca palabras de bendición. Entre la catarata de elogios que salieron de boca de Bilam, el Ma Tovu es -sin duda- el más célebre a punto tal que fue elegido por nuestros Rabinos para encabezar nuestra liturgia diaria.

¿Por qué darle semejante honor a un hechizero gentil?

Ésto me recuerda una vieja historia judía.

Dos paisanos estaban sentados en un café de Viena. De repente el uno saca de su bolso un conocido diario antisemita y comienza a leerlo ante la mirada atónita de su compañero.

"¿Te volviste loco?", le dijo el otro. "¿Cómo se te ocurre leer un diario que habla pestes de los judíos?".

"Es simple", le respondió. 
"Ocurre que leer este diario me llena de satisfacción y emoción, mientras que cuando leo diarios judíos me vienen ganas de llorar. En el diario judío leo que hay pogroms en Polonia, persecuciones en Checoslovaquia, pintadas antisemitas en Hungría, desgracias en Rumania, árabes atacando judíos en la Tierra de Israel. ¡Desgracias y más desgracias! Sin embargo, abro el diario antisemita y veo que los judíos somos los dueños del mundo, manejamos la prensa mundial y las compañías más exitosas del planeta. No sólo éso; se dice ahí que los líderes del mundo hacen lo que les decimos...¿Qué diario leerías vos?".

....

Muchas veces existe un abismo entre la auto-percepción de un pueblo y la percepción que el mundo tiene de él (a propósito, el gran pecado de los espías no fue el ver gigantes entre los pueblos de Cnaan sino un defecto en su autopercepción. Cuando regresan al campamento dicen ante los hijos de Israel: "Y allí vimos a los gigantes...ya parecíamos ante nuestros ojos como langostas; y así éramos ante sus ojos" (BeMidvar 13, 33).

Aquí, en Parashat Balak, ocurre algo parecido. No sé cuántos son los judíos que podrían elogiar al pueblo de Israel, al modo que lo hace Bilam. Sin duda tenemos notables aspectos positivos como comunidad. Pero quien habita en las entrañas del pueblo de Israel, sabe que junto a estas virtudes se esconden no pocos defectos. ¡Bilam sólo ve virtudes en Israel!

El Midrash dice en nombre de Rabí Aja:

¡Hubiera sido más apropiado que las admoniciones salgan de boca de Bilam y las bendiciones de boca de Moshé! Ocurre que de haberlos maldecido Bilam, Israel habría dicho: "¡Nos maldice quien nos odia!". Y si Moshé los hubiera bendecido, las naciones del mundo habrían dicho: "¡Los bendice quien los ama!". Dijo el Santo Bendito: "¡Que sean amonestados por Moshé, quien los ama, y bendecidos por Bilam, quien los odia!". (Devarim Rabá 1, 4).

La crítica del que odia es previsible y –por ende- carente de valor objetivo (a menudo escuchó a la dirigencia iraní y a la de ciertos países árabes afirmar que en Israel se violan los Derechos Humanos, y suenan como una cofradía de carniceros pronunciándose en pos del vegeterianismo).

En lo que respecta a la bendición del que ama, no cabe duda qué esta es importante, sobre todo si el que bendice es un padre o un maestro. Sin embargo, también ésta carece –en cierta medida- de valor objetivo.

El hecho de que sea el que odia –Bilam- aquel que bendice a Israel, es lo que confiere a su bendición un carácter extraordinario.

Ésto explica la razón por la cual el Ma Tovu fue elegido para encabezar la lturgia diaria de Israel.

La bendición del que odia tiene un valor especial. O como diría aquel viejo cuento: "¿Qué diario leerías vos?".