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miércoles, diciembre 23, 2009

Parashat VaIgash 5770

Abominables Pastores

En el centro de la mesa del seder de Pesaj, se encuentra el maror (la lechuga).

La lechuga, además de ser amarga y recordarnos la amargura de la esclavitud en Mitzraim, tiene una particularidad: si palpamos el borde de las veremos que es blanda, pero luego se endurece al llegar al tallo.

El camino de los hijos de Israel en Mitzraim siguió el mismo camino de la lechuga. Los hijos de Iaakov fueron recibidos en Egipto como huéspedes de estado. VeEtná Lajem Et Tuv Eretz Mitzraim VeIjlu Et Jelev HaAretz (Bereshit 45, 18) "Daré a vosotros la mejor tierra de Egipto para que comáis la gordura de la tierra". Unas cuantas décadas después, esos "huéspedes de estado" se transformarían en esclavos del faraón.

De igual forma que ocurre con la lechuga, en un principio se trató de una realidad "blanda" que condujo finalmente a la "dureza" de la servidumbre.

Esa tierra –‘la mejor tierra’ al decir del faraón- fue la tierra de Goshen. Aquella tierra era sin duda un buen lugar, un sitio fértil en donde no faltaría la comida. Pero también es cierto que la tierra de Goshen estaba algo alejada de la ‘acción’. Ese territorio se alojaba en ‘los suburbios’ del imperio y estaba alejada de la mayoría de las ciudades egipcias.

¿Por qué les fue asignado a los hebreos un lugar tan alejado?

La Torá nos dice: Ki Toavat Mitzraim Kol Roé Tzon (Bereshit 46, 34). Los pastores de ovejas eran una abominación para los egipcios.

Abraham Ibn Ezra explica que los egipcios eran por entonces vegetarianos y no iban a permitir de ninguna manera que un hombre coma productos animales en su entorno.

Los hijos de Israel eran apreciados en Egipto, pero su ocupación no lo era tanto.

Unas cuantas décadas después, esos mismos egipcios que se desvelaban por la integridad de las bestias estaban arrojando a los niños hebreos al Nilo.

Aquello no era abominable…

Al leer el comentario de Ibn Ezra vino a mi mente la imagen del nazismo.

Una de las más grande paradojas de la historia es que el régimen nazi fue uno de los precursores de las políticas de estado a favor de la ecología y del medio ambiente.

En 1933 el nazismo aprueba la Ley de Protección de los Animales. Un año después se aprueba la Ley del Reich de la Caza y en 1935 entrará en vigor la Ley de Protección de la Naturaleza.

Por entonces, aun nadie imaginaba que debía aprobarse una "Ley de Protección contra el Nazismo". A mediados de los años 30, el mundo ignoraba que ese régimen tan proclive al amor por la naturaleza protagonizaría el capítulo más funesto en la historia de la humanidad.

Lastimar la naturaleza era abominable (¡y sin duda lo es!)…El problema es que para el nezismo, los crematorios no lo eran...Y el mismo Hitler –Imaj Shemó- era vegetariano.

Muchas veces esta clase de desvelo, posee un lado oscuro.

Eso es lo que ocurría con los egipcios y su "sensibilidad" y "humanismo". Los pastores eran abominables, pero una vida humana valía centavos…


lunes, diciembre 07, 2009

Januka

¿Eliminar o Iluminar?

Todos sabemos que el fuego posee dos características: la capacidad de iluminar y la capacidad de eliminar.

Además de ser contagioso, el fuego tiene la extraña cualidad de quemar y dar luz al mismo tiempo y en el mismo lugar y eso lo transforma en un elemento misterioso, casi mágico...

El poder de quemar, comienza con mucho y termina con nada, en cenizas. El poder de dar luz, por el contrario, es lo opuesto. Es algo que crece: más velas, mayor luz.

En tiempos de Januká, los Jashmonaim utilizaron ambos poderes: eliminaron e iluminaron. Estamos hablando de una gesta en la que hubo sangre y muerte y que finalizó con la reinaguración del Templo y el milagroso encendido de su Menorá. Se eliminó y se iluminó.

¿Con qué nos quedamos nosotros?

Existe en el Talmud, una disputa entre la Escuela de Shamai y la Escuela de Hilel acerca de cómo debían encenderse las velas en Januká.

Para la escuela de Shamai, el encendido de las velas era en escala descendente: el primer día de la festividad se encendían ocho velas, el segundo se encendían siete y así sucesivamente hasta encender una vela en el último día de la festividad.

Para la escuela de Hilel, costumbre que seguimos nosotros, las velas se encendían en sentido ascendente: una vela el primer día, y ocho velas en la última jornada.

Supongo que en el transfondo de esta disputa también se halla sugerida la doble capacidad del fuego.

Al igual que el fuego cuando quema, el mensaje de Beit Shamai es que el aspecto fundamental de la festividad radica en hacer extinguir el mal del mundo hasta que quede reducido a cenizas. Por ello las velas se encienden en escala descendente.

Para la Escuela de Hilel, el mensaje es otro. No hay mejor manera de derrotar la osuridad, que encendiendo luz. No se puede matar a la oscuridad, pero cuando se enciende luz, la oscuridad huye...Por ello las velas se encienden en escala ascendente.

El mensaje de Januká, es que aun cuando ciertos problemas deben ser solucionados por la fuerza, el problema no estará enteramente resuelto si luego no se arroja luz sobre él.

El mensaje de Januká, es que más vale iluminar que eliminar y que las tragedias siempre son una ocasión para elaborar respuestas creativas, respuestas que arrojen luz sobre las sombras.

miércoles, noviembre 25, 2009

Parashat VaIetzé 5770

Agradeciendo

La Torá nos cuenta esta semana acerca del nacimiento de las doce tribus de Israel.

La historia es más o menos conocida. Iaakov tuvo dos mujeres (Lea y Rajel) y dos concubinas (Zilpá y Bilá) que lo agraciaron con trece hijos. La primera en dar a luz fue Leá y al parir su cuarto hijo nos cuenta la Parashá: "Y concibió más, y parió un hijo, y dijo: ‘Esta vez agradeceré (Odé) al Eterno’, y llamó su nombre Iehudá" (Bereshit 29, 35).

Lea se muestra como una mujer agradecida, y dicha cualidad es digna de destacarse; su cuarto hijo –Iehudá- lleva en su nombre la raíz de la palabra Todá (Gracias).

Sin embargo cabe preguntarse...¿por qué esperó a que nazca su cuarto hijo para agradecer a Di-s? ¿Por qué no le agradeció cuando nació Reuvén, Shimón y Leví (sus primeros tres hijos)?

El Midrash nos cuenta que que Leá hizo un inteligente cálculo. ‘Doce tribus saldrán de Iaakov’, pensó. ‘Si Iaakov tiene cuatro mujeres, a cada una le corresponderán tres tribus...’. Cuando vio Leá que Di-s agregó un cuarto hijo a la porción de tres tribus que le correspondía, entonces dijo: ‘Esta vez agradeceré a Di-s’ (Tanjuma, VeIetzé).

Lea no es aquí sólo una mujer agradecida; es una mujer que sabe hace una lectura correcta de las bendiciones que llegan a su vida y dice ‘Gracias’ por ello.

La tradición judía nos enseña a ser agradecidos. La primer palabra que el judío debe decir al momento de levantarse es Modé Aní...(Te agradezco, Di-s viviente, que piadosamente has hecho regresar el alma a mi cuerpo).

La tradición judía nos impone que ante todo, antes de lavarnos las manos, cepillarnos los dientes, digamos ‘Gracias’. Nos impone que la palabra ‘Gracias’ sea la primera en salir de nuestra boca por las mañanas. Incluso, si me pidieran que resumiera en una frase la esencia del judaísmo, diría que el judaísmo es el ejercicio permanente de la gratitud y el reconocimiento de que tal vez no seamos tan merecedores de las muchas bendiciones que llegan a nuestras vidas.

Tal vez sea por eso que nos dice el Midrash: LeAtid Lavo, Kol HaKorbanot Betelin, VeKorban Toda Einó Vatel; Kol HaTefilot Betelot, HaHodaá Einá Betela (En la postrimería de los días todos los sacrificios habrán de ser cancelados, menos el sacrificio de acción de gracias (el Korván Todá); todas las oraciones van a ser canceladas, menos la oración de gracias (la Hodaá) (VaIkrá Rabá 9, 7).

Algo muy parecido ocurre con la Tefilá. Cuando en la repetición de la Tefilá de Shajarit, el oficiante llega a la decimoséptima bendición (la Hodaá, la bendición de agradecimiento), la congregación lee en voz baja el Modim DeRabanán, una versión diferente de dicha bendición reservada sólo para la comunidad.

¿Por qué? ¿Por qué no puede el oficiante representar a la congregación en esta bendición de la misma forma que lo hace en las demás?

Nos enseña Rabí David Abudarham que se puede nombrar un representante para cualquier oración. Puede buscar siempre un emisario para que rece por su salud, por su bienestar o por su fortuna.

Pero no se puede nombrar a un representante para decir ‘Gracias’. Cada uno debe agradecer por por su cuenta.
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lunes, noviembre 16, 2009

Parashat Toldot 5770

Cada Cosa en su Lugar

Cuando analizamos la personalidad de Esav, el hijo mayor de nuestro patriarca Itzjak, nos encontraremos con un personaje que pasó sus días privilegiando los aspectos accesorios de su vida.

Fue él quien antepuso siempre su trabajo como cazador al cuidado de su familia. Vivía en el campo, afuera de su casa, mientras que su hermano Iaakov era un Ish Tam Ioshev Ohalim (Un hombre simple, morador de tiendas) (Bereshit 25, 27). Fue Esav quien antepuso lo inmediato y accesorio a lo principal e imperecedero cuando cambio un plato de lentejas por su derecho de primogenitura.

Solemos pensar que Itzjak bendice a Iaakov en lugar de Esav porque Iaakov birló la bendición a su hermano. Es cierto. Pero también es cierto que la bendición difícilmente pueda caer sobre aquel que sistemáticamente antepone aspectos secundarios de su vida a lo central y fundamental.

Es cierto que a menudo ciertas bendiciones recaen sobre nosotros sin que lo busquemos. (También -vale decir- que a menudo hay maldiciones que vienen sobre nosotros sin que lo merezcamos).

Pero no menos cierto es que somos nosotros, con nuestra capacidad de amar y nuestra forma de encarar la vida, quienes nos acercamos a las bendiciones...o nos alejamos de ellas.

En la Ley Judía hay un caso gráfico al respecto, vinculado al universo de las bendiciones.

Cuando uno come bananas, por ejemplo, dice la berajá Boré Prí HaAdamá.
Cuando uno come crema, dice la berajá SheHaKol Nihié BiDvaró.

Ahora...¿Qué ocurre si nosotros comemos banana con crema? ¿Qué bendición decimos? ¿Boré Prí HaAdamá o SheHakol?
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La respuesta es Boré Prí HaAdamá, porque la bendición debe recaer sobre el Ikar (sobre lo principal) y no sobre lo Tafel (lo secundario). La crema acompaña a la banana, y no al revés.

Igualmente, podríamos decir que aquellas personas que privilegian en sus vidas el Ikar (lo principal) sobre lo Tafel (lo accesorio) son más propensas a la bendición.

Pensemos entonces: ¿Cuál es el Ikar de nuestra vida?

¿Nuestros hijos, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros sueños, nuestra salud, nuestra pareja?

Pues entonces que vayan primero, si es que no queremos ser como Esav. El resto siempre encontrará su lugar...

lunes, noviembre 02, 2009

Parashat VaIerá 5770

B"H
Espejismos de Justicia
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Esta semana leemos en la Torá acerca de la destrucción de Sedom y Amorá. Al hablar de estas ciudades, solemos pensar que en estos lugares la justicia estaba ausente. Y no es cierto. Eran ciudades con muchas leyes, y la gente no le daba la espalda a SU LEY....
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¿Qué es entonces lo que enojaba tanto a Di-s? ¿Por qué destruir dos ciudades con gente tan obediente?
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Se nos cuenta, por ejemplo, que había una ley en Sedom que prohibía darle pan a la gente pobre. Aquel que diera pan a los pobres sería quemado en el fuego. Cuando un pobre se allegaba a ellos, no le daban pan sino tan sólo monedas...y cada uno escribía su nombre sobre ella. Cuando el pobre moría, cada uno venía y recuperaba su moneda.
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Sedom era un lugar muy "civilizado"…pero faltaba el temor a Di-s. Y sin temor a Di-s, poco sentido tenían las leyes...
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El Rabino Yissocher Frand explica esta idea a través de un ejemplo bien gráfico. El respeto a las leyes no siempre asegura armonía social. En plena Noche de los Cristales Rotos en la Alemania nazi, un niño ingresó corriendo a su jeder y a los gritos informó al Rabino que su casa se estaba incendiando. El Rabino salió corriendo del aula y telefoneó al Departamento de Bomberos para informar del incendio. ‘No podemos hacer nada’, le dijo el Jefe de Bomberos. ‘Apagar ESE incendio es ilegal’.
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Alemania seguía siendo un país de leyes, como siempre. Ocurría que por entonces era ILEGAL apagar incendios en casas de judíos.
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Bajo ese aspecto, en la Alemania de Hitler ocurría lo mismo que en Sedom: La gente respetaba las leyes a rajatabla. Pero sin temor a Di-s, las leyes no sirven para nada.
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Tal vez sea por eso que Di-s dice a Abraham después del episodio de la Akeidá (Bereshit 22, 12): ‘Ahora sé que eres temeroso de Di-s’. ¿Por qué Di-s elige esa expresión? ¿Por que no decirle: ‘Ahora se que eres obediente’ o ‘Ahora conozco tu sumisión’?
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Porque hay mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.
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La gente de Sedom era obediente, la gente de Hitler era sumisa...
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Pero lo de Abraham era diferente. Abraham fue el primero en ser temeroso del Cielo.

lunes, octubre 12, 2009

Parashat Bereshit 5770

Bajos instintos

Mi padre suele decir que todos los conflictos existentes en nuestro mundo comenzaron aquel día en el que un hombre se levantó por la mañana y dijo: "¡Ésto es mío!".
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Esta aseveración no es una declaración comunista en contra de la propiedad privada, sino –mas bien- una referencia a uno de los instintos fundamentales inherentes a la raza humana. Un niño alcanza este conocimiento en una edad cercana al año y medio, cuando es capaz de defender sus juguetes y su "propiedad privada" con sudor y -sobre todo- con muchas lágrimas.

En la Torá, este fenómeno ve la luz en el contexto de la fascinante historia de Caín y Abel. Este relato, ubicado en el cuarto capítulo de Sefer Bereshit, adolece de detalles fundamentales que dificultan su entera comprensión. Allí no se nos cuenta lo ocurrido entre Caín y Abel en los instantes previos al crimen, ni tampoco la motivación que tuvo Caín a la hora de asesinar a su hermano. Tampoco se nos explica la forma en la que los hermanos comprendieron que sólo la ofrenda de Abel había sido grata a los ojos de Di-s.
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Entre los detalles faltantes en el relato, quisiera mencionar uno muy llamativo. El asesinato propiamente dicho ocure en el versículo octavo de dicho capítulo: "Y dijo Caín a Abel, su hermano; y fue estando en el campo que levantóse Caín contra Abel su hermano, y lo mató" (Bereshit 4, 8).
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Este versículo ha intrigado a los Sabios de Israel, ya que en ningún momento se explicita el contenido del diálogo entre los hermanos. El Midrash completa lo que el relato bíblico calla, y ofrece el detalle de la conversación entre Caín y Abel en los minutos previos al crimen.

¿Por qué se estaban peleando? [¿Por qué razón se inició el incidente?]. Dijeron: ‘Ven y dividámosnos el mundo’. Uno tomó las tierras y el otro tomó los bienes muebles [Y acordaron que ninguno de ellos reclamaría los bienes del otro].

Uno dijo: ‘¡La tierra sobre la que estás parado me pertenece!’. El otro dijo: ‘¡Lo que estás vistiendo, me pertenece!’.

Uno dijo: ‘¡Sácate la ropa!’. El otro dijo: ‘¡Elévate por el aire [para no pisar su tierra]!’.

Por ello, ‘levantóse Caín contra Hevel su hermano, y lo mató’ (Bereshit Raba 22:7).
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Los Sabios de Israel nos enseñan que el contexto del incidente está relacionado con el apego a la propiedad privada. Aquella fue la primera vez en la que un hombre se levantó y dijo implícitamente: "¡Ésto es mío!".
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Esta declaración implícita abrió la puerta a un sinnúmero de conflictos fraternales a lo largo de la historia de la humanidad. ¿Acaso ésto podría haberse evitado?
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Creo que la respuesta es negativa. Este incidente, como ya he dicho, es sólo una expresión de uno de los más básicos instintos inherentes al ser humano. Y este instinto no podrá jamás ser neutralizado en su totalidad. De no haber ocurrido con Caín y Abel, hubiera ocurrido tiempo después (posiblemente, no mucho tiempo después) y en el seno de alguna otra familia.
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Pero aun cuando la Torá no pretende neutralizar este instinto, nos enseña a convivir con él de manera armónica.
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Nuestros sabios en Pirkei Avot (5, 13) nos enseñan que existen cuatro categorías entre los hombres. El que dice lo mío es mío, y lo tuyo es tuyo, es el hombre de caracter mediocre (algunos creen que este fue el defecto de los habitantes de Sedom). El que dice: lo mío es tuyo y lo tuyo es mío, es el ignorante. El que dice: lo mío es tuyo y lo tuyo es tuyo, es el piadoso. Finalmente, el que dice lo tuyo es mío y lo mío es mío, es el malvado.

La primera categoría es descrita como propia de los hombres mediocres. A primera vista, pareciera ser ésta una declaración políticamente correcta. Yo me ocupo de lo mío, tú te ocupas de lo tuyo. Ni lo mío es de tu incumbencia, ni lo tuyo es de la mía. En apariencia, quien diga ésto, no está pecando ni de envidia ni de codicia. Sin embargo –tal como dijera alguna vez el Rab. Abraham Twerski- sería impropio creer que este rezonamiento es legítimo, por no codiciar el hombre los bienes de su prójimo (lo tuyo es tuyo). Por el contrario: su falta de estímulo por pensar en el prójimo (lo mío es mío), puede terminar destruyendo su alma, erosionando también seriamente el tejido social.

Es por ello que la Mishná agrega que éste fue el defecto de los habitantes de Sedom (y muy posiblemente, también haya sido el defecto del propio Caín quien acuñaría una frase que se trasnformaría con las generaciones en el lema de la indiferencia social: "¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?").

La segunda categoría (lo mío es tuyo y lo tuyo es mío), es la de los hombres ignorantes. Ésta es la categoría de los necios que creen poder neutralizar este instinto humano con frases rimbombantes y ostentosas. Para quienes pertenecen a esta segunda categoría la propiedad privada no existe. Todo pertenece a todos (lo mio es tuyo, y lo tuyo es mío) y posiblemente –al final- nada pertenezca a nadie. Un niño de un año y medio, ya sabe que este razonamiento es impracticable.
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En cuanto a la cuarta categoría, no es necesario abundar en palabras. La persona que dice "lo tuyo es mío y lo mío es mío" bien merecido tiene el mote de malvado. Sólo una persona con corazón de piedra, puede manifestar semejante desprecio por los bienes ajenos.

De acuerdo a Pikei Avot, la persona piadosa es aquella que pertenece a la tercera categoría (lo mío es tuyo y lo tuyo es tuyo).

JaZaL no quieren enseñarnos con ésto que el hombre debe entregar todo su patrimonio a los demás. Lo que nos enseñan es que aquel que lleva adelante una vida de entrega se elevará por encima de aquel instinto.

Es cierto que un niño de un año y medio ya sabe delimitar su territorio y comprende cuál es su propiedad privada. Pero no menos cierto, es que ese mismo niño sabe sonreír cuando decide dar de lo suyo a los demás.

JaZaL nos enseñan que –aun cuando el instinto nos empuje hacia otra dirección- bien vale conservar siempre esta virtud de entrega. Quien lo logre será fuente de luz y habrá de desparramarla por el mundo.

lunes, septiembre 07, 2009

Parashat Nitzavim 5769

No está en los cielos

Existe una gran diferencia entre la sensación que nos embarga en los días de Pesaj, al inicio de la primavera y las sensaciones que experimentamos en estos días de fiesta que se avecinan, al asomar el otoño en hemisferio norte.

Cuando llega Pesaj, uno comienza a experimentar deseos de ponerse en contacto con la tierra.

La naturaleza nos invita. Las flores comienzan a cubrir la tierra, el verde de las montañas nos llama y la brisa de la primavera nos llama a ‘conquistar la tierra’ con nuestros pies.

Cuando –seis meses después- llegan los Iamim Noraim, ya no es la tierra la que queremos conquistar. En esta época del año, nos ocupamos –más bien- del otro extremo de la escalera de Iaakov; cuando llega jodesh Elul, es el cielo el que queremos tocar.

Son tiempos de mucha rujaniut (espiritualidad), en los que muchas cosas se mueven en nuestro interior al son de las melodías de los Iamim Noraim que lentamente comienzan a sonar...

Y lentamente nos iremos vistiendo de ángeles, hasta llegar al día de Iom Kipur en el que alejados de todos nuestros placeres corporales, volamos como ángeles al servicio de Dios.

Y previo a los estos celestiales jaguim, leemos Parashat Nitazvim.
Siempre -todos los años- Parashat Nitzavim es la sección que se lee el Shabat anterior a Rosh HaShaná.

Y en ella aparece un pasuk con tono de advertencia:
Lo BaShamaim Hi (No está en los cielos).

‘No te quedes en el Cielo’, parece advertirnos la Torá previo a este retiro espiritual de diez días que se inicia con Rosh HaShaná.

Existe en hebreo la expresión Ieridá LeTzorej Aliá.
En la vida existen momentos de crecimiento, momentos de meseta y momentos de depresión, en todos los órdenes de la vida.

Pero cuando una depresión es sucedida por un gran crecimiento, a éso se lo llama Ieridá LeTzorej Aliá (Descenso imprescindible para un posterior ascenso).

Se cae –es cierto- pero para subir aun más alto de lo que estábamos. La caída no es otra cosa que el impulso necesario para seguir creciendo.

Si me permiten, deseo patentar hoy una nueva expresión.
Los Iamim Noraim, no son otra cosa que una Aliá LeTzorej Ieridá (Ascenso imprescindible para un posterior descenso).

Subimos al Cielo por diez días, o –al menos- intentamos tocarlo con nuestras manos.
Pero en realidad subimos para poder después pisar mejor sobre la tierra.

Lo BaShamaim Hi, nos dice la Torá.
No está en los Cielos.

Aprendan a bajar…No se queden ahí.

La Torá nos cuenta al inicio de Parashat VaIetzé que los ángeles del sueño de Iaakov subían y bajaban por aquella ya mítica escalera.

Si son ángeles –preguntan los comentaristas - ¡debieran bajar y luego subir! No al revés.
¿Qué nos quiere enseñar la Torá a través de esta aparente contradicción?

Tal vez nos quiera enseñar que ese es el camino a seguir: Tocar el Cielo, pero para regresar a la tierra.

Aprendan de los ángeles, nos dice la Torá.
Lo BaShamaim Hi.

Cuenta una historia que el célebre Sherlock Holmes y el Dr.Watson se fueron de camping.

Después de una buena cena y una botella de vino se despidieron y se fueron a dormir.
Horas más tarde, Holmes se despertó y codeó a su amigo.


‘Watson, mira el cielo y dime qué ves’.
Watson meditó solo un instante y contestó: ‘Veo millones y millones de estrellas’.
‘¿Y eso que te dice?’, preguntó Holmes.
Watson reflexionó un par de minutos y respondió:

Astronómicamente, me dice que hay millones de galaxias y potencialmentebillones de planetas...
Astrológicamente, veo que Saturno está en Leo...
Cronológicamente, deduzco que son aproximadamente las tres y diez...
Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y que somos pequeños e insignificantes...
Meteorológicamente, intuyo que tendremos un hermoso dia mañana...

‘¿Y a usted que le dice Sherlock?’, preguntó Watson.

El detective encendió su primer pipa del dia y respondió con calma: ‘Muy bien no sé qué me dice…Pero hay algo que sí se: ¡Nos robaron la carpa!’.

Lo BaShamaim Hi.No se queden en el cielo; sólo estamos allí de prestado.
Miremos para abajo, que es aquí donde nos reclaman…


martes, septiembre 01, 2009

Parashat Ki Tavó 5769

Maldita Abundancia

Imaginen que pertenecen a la generación del desierto y desean abrir una pequeña empresa para satisfacer las necesidades de aquella multitud. Cuarenta años con un público cautivo y seiscientos mil clientes juntos no son cosa para despreciar. Pensemos algunas alternativas:

Venta de agua mineral. No sirve. Un pozo de agua acompañaba a Israel durante toda la travesía del desierto.
Venta de pan y alimentos varios. Tampoco sirve. El pan caía del cielo.
Una agencia de seguridad para la larga caminata. Innecesario. Una columna de nube y otra de fuego los guiaba y los cuidaba como nadie.
Venta y remiendo de calzado y ropa. Sin sentido. Ya lo dice la Parashá de esta semana: ‘No se estropeó vuestro vestido de sobre vosotros, y tu zapato no se estropeó de sobre tus pies’ (Devarim 29, 4).

¿Qué le faltaba a la generación del desierto? Nada. De manera que pocas iniciativas comerciales podrían haber tenido algún éxito…Todo esto en realidad tenía un objetivo. Formar a todo un pueblo en el espíritu de la Torá, para que puedan estudiar aquella Ley que habían recibido en el Monte Sinaí e ingresar a la Tierra Prometida como un pueblo santo.

Cuando uno piensa en lo ventajosa que fue la travesía del desierto, entiende porque aquella generación era tan quejosa y dura de entender. La abundancia excesiva es una auténtica maldición sobre todo cuando se deja a Di-s de lado.

En nuestra Parashá el pueblo de Israel se encuentra en las estepas de Moab preparado para la conquista. Y es aquí -frente al río Iarden- que se renueva el pacto que ya se hiciera en el desierto.

¿Por qué era necesario un segundo pacto? En el desierto, la conducción del pueblo era milagrosa y sobrenatural. Al ingreso a la Tierra Prometida, esto cambiaría. Allí se entraría con la ayuda de una conducción natural y terrenal: se iría a conquistar la Tierra por medio de la espada, y conseguirá el pan, como el resto de la humanidad, con el sudor de su frente.

Di-s sabe que aquella vieja generación estuvo rodeada de tantos milagros que jamás pudo apreciar ninguno. Ahora…las reglas del juego cambian, y el pacto se renueva con la esperanza de que aquella nueva generación pueda comprender más y mejor...


martes, agosto 18, 2009

Parashat Shoftim 5769

Justicia en la batalla

Parashat Shoftim, contiene entre sus lineas una significativa cantidad de leyes referidas a la organización del estado y de la justicia.

Los temas se van sucediendo con una rapidez asombrosa. Se comienza hablando del establecimiento de Tribunales de justicia, luego se hablará del respeto a los veredictos de los Batei Din y de allí se pasará a definir el cargo del rey y las limitaciones de su función.

Sin embargo, después de abundar en detalles acerca de estas leyes, la Torá cambiará de rumbo y pasará a hablar de la guerra.

"Cuando salgas a guerrear contra tus enemigos, y vieres caballos y carros, un pueblo más numeroso que tú, no les temas, pues el Eterno, tu Di-s, (está) contigo, el que te hizo salir de la tierra de Egipto" (Devarim 20, 1).

El político y periodista francés Georges Clemenceau dijo alguna vez que ‘la guerra es un asunto demasiado grave para confiárselo a los militares’. Tal vez por eso, la Torá considera imprescindible establecer los límites a un acto que –por definición- pareciera no tenerlos.

La Torá se encarga de decirnos que la guerra no es el juego del ‘vale todo’. Existen normas éticas a la hora de la batalla y ciertas barreras que no deben ser traspasadas. La victoria no debe cegar los ojos del hombre y autorizarlo a cometer abusos escudándose en la inmunidad que brinda su condición de vencedor -o bien- en el anonimato que otorga el combate. La guerra -aunque parezca mentira- también tiene reglas y la Torá se encarga de mencionarlas.

RaSHI tiene un interesantísimo comentario acerca de esta sucesión temática entre justicia y guerra. ¿Por qué la guerra sucede a la justicia? ¿Qué tiene que ver un tema con el otro?

Dice RaSHI: El texto vincula la salida de la guerra a la justicia para decirte...si haces justicia, de seguro que vencerás al salir a la batalla.
Este comentario de RaSHI, no hace más que poner bajo la lupa uno de los temas más candentes de nuestra realidad israelí: los límites de la guerra. ¿Cómo hacer para empuñar armas en defensa propia y mantener la altura moral que emana de nuestra tradición? ¿Cómo hacer para defender nuestra integridad física sin perder integridad espiritual?

Y lo más complejo: ¿Cómo discriminar entre la crítica antisemita y judeofóbica que lastima a Israel de la crítica legítima que habla de abusos de poder entre nuestros soldados que denigran a otros seres humanos por el sólo hecho de vivir detrás de una línea verde?

Israel tiene desde hace más de medio siglo un desafío que le fue ajeno durante casi dos milenios: ¿cómo hacer la guerra sin dejar de ser quién es? ¿Cómo seguir siendo Iaakov y no transformarnos en Esav? ¿Cómo entender que la espada es un medio y no un fin? ¿Cómo defender una causa justa de manera justa?

Tal vez el inicio de Parashat Shoftim haga hincapié en este último punto.

Parashat Shoftim, contiene entre sus primeras líneas uno de los psukim más conocidos de toda la Torá: Tzedek, Tzedek Tirdof (Justicia, Justicia perseguirás).

¿Por qué este imperativo de buscar justicia contiene dos veces la palabra ‘Tzedek' (Justicia)? ¿No bastaba con decir Tzedek Tirdof?

Dice Rabí Simja Bunem de Pshisja: "Incluso a la justicia, la debes perseguir por medio de la justicia".

Las causas justas se defienden transitando caminos justos y acertados. Los objetivos santos –como es defender nuestra tierra- se alcanzan utilizando métodos santos.

RaSHI –en su comentario a la Torá- no está diciendo solamente que hacer justicia te garantiza una victoria. RaSHI –al menos así lo entiendo yo- también quiere decirnos que si ganas una guerra olvidándote de la justicia, en realidad perdiste.
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martes, agosto 11, 2009

Parashat Reé 5769

Abriendo la mano

Si hubiere entre tí mendigo...abrir, abrirás tu mano a él (Devarim 15:7-8)


Cincuenta y cuatro mitzvot son mencionadas en Parashat Reé, entre ellas varios preceptos referidos a la Tzedaká. Respecto a esta mitzvá, se nos cuenta en el Tratado de Baba Batra (10a) una historia por demás curiosa.

Rav Papa, unos de los más reconocidos sabios de Babilonia, estaba subiendo la escalera y -súbitamente- ésta se rompió poniendo en peligro su vida. Le dijo Jía bar Rav Mi-Difti: ‘¿Acaso vino un pobre a tí, y no le diste sustento?’.

La conclusión de Jía bar Rav Mi-Difti resulta sorprendente: ¿Qué relación hay entre una escalera rota y la miztvá de Tzedaká?

Muchos siglos después de aquel singular hecho, Rabí Eliahu, el Gaón de Vilna respondió a este interrogante: ‘Los signos de cantilación’ de las palabras ‘abrir, abrirás’ son ‘Dargá-Tevir’ que significan ‘escalera rota’.

.....

Nos hallamos en vísperas del mes de Elul, tiempo en el cual incrementaremos nuestras Tefilot, nuestra Teshuvá y nuestra Tzedaká.

A lo largo de las generaciones, las fuentes hebreas han vínculado al precepto de la Tzedaká con la prolongación de los días del hombre. Se nos dice, por ejemplo, que "la Teshuvá, la Tefilá y la Tzedaká atenúan la severidad del veredicto divino" y en el libro de Mishlei se va incluso más lejos cuando se nos enseña que "la Tzedaká salva de la muerte" (Mishlei 10, 2).

¿Qué significa todo ésto?

Hemos conocido a muchos malvados a quienes la vida les ha sonreído y suben escaleras sin inconveniente alguno, mientras que otros hombres piadosos y justos han vivido vidas de infortunio.

¿Cómo debemos interpretar todos estos pasajes?

Permítanme compartir con ustedes una historia real.

Natan Strauss, un conocido filántropo judeo-americano, visitaba Israel (por entonces Palestina) junto a su hermano mayor Isidor en el año 1912. La leyenda cuenta que el impacto emocional que recibió Natan Strauss fue mayúsculo: solo vio en Palestina pobreza, sufrimiento y enfermedad y decidió que era hora de ayudar.

Según cuentan sus biógrafos, Natan Strauss donó dos terceras partes de su fortuna para diferentes proyectos en Eretz Israel: hospitales y centros de asistencias a los necesitados fueron sólo algunas de sus obras.

Una calle en el centro de Jerusalem, lleva su nombre e incluso una bellísima ciudad en Israel que perpetúa su memoria: la ciudad de Natania.

La historia cuenta que que en aquella oportunida Natán Strauss había llegado a Israel de paso, en el marco de unas vacaciones a Europa que estaba emprendiendo con su hermano. Pero era hora de regresar; su hermano insistía con la fecha: el 10 de abril de 1912 tenían que estar en el puerto inglés de Southampton para tomar el barco de regreso a EEUU.

Natan Strauss –cuenta la historia- prefirió quedarse en Tierra Santa; el panorama en Palestina era demasiado lúgubre como para que él regresara. Ese 10 de abril de 1912, su hermano Isidor llegó hasta ese puerto inglés y junto con su mujer subió al barco que los esperaba para regresar a casa. Dicho barco quedaría incorporado a una de las páginas más lúgubres de la historia del siglo XX. Su nombre era el TITANIC.

Natan Strauss se quedó en Palestina...

Desconozco como funciona el ajedrez celestial. A menudo resulta tranquilizante y reconfortante el pensar que existe relación entre el precepto de Tzedaká, el estado de las escaleras en Babilonia y la ubicación de los icebergs en el océano.

Los caminos de Di-s -ya se nos ha enseñado- son ocultos a los ojos del hombre.

Lo que sí estoy convencido es que dichos actos de benevolencia, como los mencionados en la biografía de Natán Strauss, son los que le dan a nuestra vida un halo de inmortalidad.

Quiera Di-s que a partir de este mes de Elul que se inicia, podamos llevar a cabo una vida de entrega y de buenas obras.
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lunes, agosto 03, 2009

Parashat Ekev 5769

Extranjeros

Parashat Ekev menciona una de los preceptos más difundidos de la Torá. No estoy refiriéndome al kashrut, ni a las leyes de pureza familiar ni al cuidado del Shabat. La Torá, en nuestra Parashá, menciona una vez más el imperativo de amar al extranjero.

"Hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al extranjero dándole pan y vestido. Y amaréis al extranjero, pues extranjeros fuistéis en la tierra de Egipto" (Devarim 10, 18).

Este precepto es recordado no solamente aquí, sino que aparece formulado de diferentes formas treinta y seis veces a lo largo del texto bíblico.

Ya la Guemará se pregunta (Baba Metzía 59b): ¿Por qué razón la Torá nos advierte treinta y seis veces respecto a este precepto?

Nos responde Rabí Natán: "No menciones tu (propio) defecto a tu compañero". Rabí Natán nos enseña que si un judío se burla, humilla y maltrata a un extranjero, de hecho está tranformándose en el principal destinatario de su propio maltrato. El "defecto" del cual se burla, es su propio "defecto". También el judío ha sabido ser extranjero en tierra ajena.

Cuando un hombre llega a la conlusión de que su propio antepasado sufrió humillaciones, el grado de empatía hacia los desprotegidos se potencia. Si uno comprende que su propio padre lidió con la sociedad para encontrar refugio y abrigo, entonces el modo de ver al mundo cambia drásticamente.

Hace unos años cuando visité por primera vez Israel me llené de asombro al ver que versículos biblícos como "Mi-Pnei Seiva Takum Ve-Hadarta Pnei Zaken" ("Delante de las canas te pararás y honrarás el rostro del anciano") (VaIkrá 19, 32) estaban integrados a la señalizacion del transporte público de pasajeros. La idea de incorporar un versículo escrito hace miles de años en un vehículo del siglo veinte me agradó sobremanera.

Tal vez hoy, cuando muchos aun se niegan a dar respuesta al sufrimiento de los refugiados de Darfour y cuando los trabajadores extranjeros (y muchas veces también los olim jasdashim) reciben un trato humillante e indignante por ciertos sectores de nuestra sociedad, cabría integrar a la señalización urbana versículos al estilo de "Ve-Ahavtem Et Ha-Guer" ("Y amaréis al extranjero"), para no olvidar que también nosotros fuimos extranjeros en la tierra de Egipto.
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martes, julio 28, 2009

Parashat VaEtjanán 5769

Equilibrio auditivo
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La Parashá de esta semana contiene uno de los pilares fundamentales de la fe judía: el Shemá Israel (Oye Israel). Es por ello que hoy deseo referirme a la centralidad del sentido de la audición en la religión judía.

Los judíos tenemos nuestra vida colmada de recordatorios visuales y auditivos. Estre los visuales, podemos citar –entre otros- a los tefilin, a la mezuzá, a los tzitzit, a las velas de Januká. Entre los auditivos, tal vez como ejemplo destacado, podemos mencionar al shofar. Estos recordatorios cumplen la misma función que cumple una brújula en alta mar. Son aquellos que nos marcan el camino y nos recuerdan quiénes somos y hacia dónde vamos.

Sin embargo los judíos siempre confiamos más en nuestro oído que en nuestros ojos. Se escucha para transmitir, y cuando el oído falla, el pueblo judío camina por la cornisa.

Un ejemplo muy gráfico aparece en el libro de BeMidvar. Allí se nos cuenta acerca de las señales de las que disponían los hijos de Israel durante su marcha por el desierto. Una nube les marcaba el sitio en el cual debían acampar y dos trompetas de plata labradas ayudaban a convocar a la comunidad a la hora de partir. (ver BeMidvar 9:22-10:2)

El Rabino W. Gunther Plaut comenta este pasaje bíblico: La nube era un recordatorio visual mientras que las trompetas eran un recordatorio auditivo de la presencia de Di-s. De algún modo, el instinto judío nunca confió en el testimonio de sus ojos. Moshé ejecutó señales, y éstas pudieron ser copiadas; sus palabras no. En el Sinaí, el énfasis no estaba tanto en lo que el pueblo veía como en lo que el pueblo escuchaba. La verdadera llave para entrar al mundo del judaísmo no es Reé (Mira) sino Shemá (Oye). La nube se fue, pero el sonido del Shofar queda.

En cierto modo, parece decir el Rabino, si el pueblo judío pierde la capacidad de escuchar se queda sordo… ¡pero también se queda ciego! Allí se pierde la brújula.

No por casualidad, el centro del equilibrio humano está cerca de los oídos. Y el idioma hebreo, con su habitual sabiduría, también nos enseña al respecto: La palabra ‘Equilibrio’ se dice en hebreo ‘Izun’, palabra que contiene la misma raíz lingüística que la palabra ‘Ozen’ (Oreja).

El equilibrio y el futuro del pueblo de Israel residen en mantener la milenaria capacidad de ejercitar el Shemá, para escuchar, transmitir y enseñar a aquel eslabón que viene detrás nuestro.

lunes, julio 20, 2009

Parashat Devarim 5769

Volver a empezar

Esta semana estamos comenzando con la lectura del quinto libro de la Torá leyendo Parashat Devarim.

La Parashá comienza hablando de aquellos doce hombres –los meraglim- que habían ido a espiar la Tierra Prometida. Al regresar -se nos cuenta- aquellos emisarios difamaron a la tierra y atemorizaron al pueblo sumiéndolo en la desesperanza y en el llanto.

Aquella noche, según el Talmud, era Tisha BeAv. Di-s, viendo al pueblo llorar vanamente, enfureció: condenó a los hijos de Israel a vagar durante cuarenta años en el desierto, y repudió a aquella generación decretando que no iría a ingresar a la Tierra que había prometido a Abraham, Itzjak e Iaakov.

Algunos cientos de años después, en ese mismo día, el Primer Templo de Ierushalaim era destruído, y la ciudad de Jerusalén quedó arrasada, producto -entre otras cosas- de la degeneración social del propio pueblo de Israel.

‘¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad que estaba llena de gente!’ (Eijá 1, 1), se lamentaba por entonces el profeta Irmiahu ante tamaña destrucción.

Al abrir el rollo de Eijá, algo nos llama poderosamente la atención. Los versículos del libro van siguiendo el orden del alef bet (el abecedario hebreo), siendo éste el único libro del TaNaJ que respeta este modelo.
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¿¡Cómo es posible que ante semejante catástrofe el profeta decida lamentarse prolijamente siguiendo el orden del alfabeto?!

El contraste entre la magnitud del drama, y la armonía y prolijidad del canto, transforma al cuadro en grotesco.


¿Cómo es posible que el profeta haya tenido la cabeza fresca para lamentarse en rima y según el orden del abecedario?

Tal vez lo que el profeta nos enseña, es que en situaciones de semejante crisis, no queda otra alternativa que empezar nuevamente desde cero, o sea desde el elemental alef bet (no será casual tampoco, el hecho que conmemoremos la destrucción de los Templos de Jerusalén en el mes de Av, mes compuesto por las primeras dos letras del alfabeto hebreo (la alef y la bet).

Hay un ejemplo bien cotidiano que puede describir a la perfección esta idea.

Pensemos en la batería recargable de un teléfono móvil. Para recargar la batería, siempre es preferible que está esté vacía del todo. Si se la recarga reiteradamente, cuando ésta tiene la carga hasta la mitad, la batería se termina estropeando.

Pienso hasta que punto esto es similar al mensaje del profeta Irmiahu en el libro de Eijá.

De la misma manera para optimizar el uso de la batería de un teléfono móvil es preferible que ésta quede en cero y no por la mitad, el profeta nos enseña que muchas veces es más sencillo construir de la nada, a partir de lo elemental del alef bet, que reconstruir algo que está mitad sano y mitad roto, mitad lleno y mitad vacío.

Pensemos en nuestras propias crisis personales.

¿Cuántas son las veces que cometemos un error tras otro en ciertas areas de nuestra vida? Pero seguimos tropezando, metidos dentro de un tornado del cual no podemos salir, hasta que un día decimos: ‘¡Hasta aquí llegué! Repartamos la baraja de nuevo’.

Cuando en el primer capítulo de Sefer Irmiahu Dios se le presenta al profeta, le dice:

‘He aquí que en este día te he puesto sobre las naciones y sobre los reinos, para desarraigar y arrancar, y destruir y derribar, y construir, y plantar’ (Irmiahu 1, 10).

Llama la atención el orden de los verbos. ¡Para construir, primero hubo que derribar! ¡Para plantar, primero hubo que arrancar!

Ciertas veces la única receta es volver a empezar.

domingo, julio 05, 2009

Parashat Pinjás 5769

Haciendo un Sacrificio

Cuando un Sofer STaM quiere evaluar el "estado de salud" de un determinado Sefer Torá una de las primeras acciones que toma es dirigirse a Parashat Pinjás. Siviéndonos de la parábola médica podríamos afirmar que Parashat Pinjás es el lugar por el cual se le toma la presión al Sefer...

Si uno recorre con la vista cualquier Sefer Torá va a apreciar que la porción más maltrecha siempre será Parashat Pinjás. La razón es simple; es la porción más leída del año. El maftir de cada festividad y de cada Rosh Jodesh pertenece a esta sección. Mientras que la mayoría de las secciones de la Torá son leídas tan sólo una vez al año, Pinjás es leída más de veinte veces lo cual provoca una lógico desgaste en su escritura.

¿Cuál es la relación de esta Parashá con Pesaj, Shavuot, Sukot, los Rashei Jodashim y con todas las fiestas de Israel?

En su sección final, Parashat Pinjás contiene un listado de todos los sacrificios públicos que se realizaban en el Santuario durante los días ordinarios y los días de fiestas. Cientos y cientos de animales eran traídos al Beit HaMikdash a lo largo del año a modo de sacrificios públicos.

Sin embargo, hoy no deseo hablar del modo en que se realizaban estas ofrendas. Deseo referirme a otro aspecto que atañe a la cuestión y que es de suma relevancia.

¿Quién solventaba estos sacrificios públicos? (¡Un novillo cuesta mucha plata hoy y costaba mucho entonces!). ¿Quién era el responsable de proveer esos animales al Templo?

La respuesta es: TODOS. Todo el pueblo de Israel era partícipe del sagrado servicio del Beit HaMikdash.

El Talmud nos cuenta que a partir del 15 de Adar se ubicaban puestos a lo largo y a lo ancho del país para reclamar los fondos (el medio shekel) necesarios para solventar los gastos generales y los sacrificios públicos que se ofrendaban en el Beit HaMikdash (Meguilá 29b). RaSHI en su comentario al Talmud nos cuenta que las autoridades tenían poder coercitivo para embargar los bienes de aquellos que se negaban a participar de la Avodat HaKodesh (RaSHI ibid.).

Esto merece una reflexión: Ser parte del Avodat HaKodesh (que en nuestros días significa contribuir al mantenimiento de las sinagogas y las instituciones judías a la que asistimos con regularidad) es una responsabilidad indelegable. Hacerse el distraído es una transgresión mayúscula.

Un viejo chiste judío cuenta acerca de un joven que quería ingresar a la sinagoga en Rosh HaShaná para pedirle las llaves de su casa a su padre que estaba rezando adentro.

Sin embargo el joven no había ‘comprado’ su sitial para las Altas Fiestas. Cuando quiere ingresar, el guardián le pide su ‘entrada’ y el joven le dice no la tenía y que sólo deseaba ingresar unos minutos para pedirle las llaves a su padre y volver a su casa.

El guardián miró al joven y le dijo:

‘Está bien, puedes entrar. ¡Pero que no te pezque rezando!’.

Entendámoslo bien: Cuando compramos un ‘sitial’ en las Fiestas no estamos comprando una platea para rezar. Cuando abonamos nuestra membresía anual a la sinagoga, no estamos comprando un servicio. Cuando ‘pagamos’ el Bar Mitzvá de nuestros hijos, no estamos ‘comprando’ minutos ‘de aire’ en los cuales nuestros hijos serán actores de una ceremonia religiosa.

Cuando compramos un sitial para los Jaguim, pagamos nuestra membresía a la sinagoga o abonamos un Bar Mitzvá para nuestros hijos estamos siendo parte de la Avodat HaKodesh. Y esto es algo indelegable, si asistimos a una congregación religiosa.


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Un Beit Kneset no es un prestador de servicios. Servicios nos da la empresa de electricidad o el servidor de internet. Sostener un Beit HaKneset es Avodat HaKodesh. Es comparable a los sacrificios públicos que menciona Parashat Pinjás.

Y no es lícito, ni es justo, ni es procedente, reclamar sacrificios a nuestras congregaciones, si en nuestro fuero íntimo no estamos dispuestos nosotros a hacer uno.

lunes, junio 22, 2009

Parashat Jukat 5769

Golpe a golpe, verso a verso

Parashat Jukat, habla acerca de la muerte de Miriam, la hermana mayor de Moshé.

‘Y llegaron los hijos de Israel...al desierto de Tzin...y allí murió Miriam, y allí fue enterrada. Y no había agua para la comunidad, y congregáronse contra Moshé y contra Aharón’ (BeMidvar 20, 1-2).

No debiera llamarnos la atención que el pueblo quede sediento al morir Miriam. La figura de Miriam estuvo siempre íntimamente ligada al agua: Ella fue quien coloco al pequeño Moshé en las aguas del Nilo para salvarlo del decreto del faraón; ella fue la primera en tomar el pandero y cantar a Di-s luego del milagroso cruce de las aguas del Mar de los Juncos y, finalmente -durante la travesía del desierto- el pueblo de Israel iba acompañado por un milagroso pozo de agua que acampaba junto a ellos cada vez que acampaban y abastecía de agua a todo Israel.

Nuestros Sabios de bendita memoria nos enseñan que dicho pozo de agua le fue concedido a los hijos de Israel por mérito de Miriam (Taanit 9a). La Tosefta (Suká 3, 3) nos cuenta que el pozo "se detenía" junto a los hijos de Israel en cada uno de sus campamentos y se ubicaba frente a la Tienda del Plazo. Los jefes de las tribus lo rodeaban con sus varas y extraían agua de él por medio de cantos (véase BeMidvar 21, 17-18).

La muerte de Miriam marca entonces la muerte de una forma de extraer agua.

A la luz de estos comentarios rabínicos podemos entender mejor el episodio de Mei Merivá que sucede a la muerte de Miriam y que marcará el punto de inflexión en la vida de Moshé (BeMidvar 20, 1-13). La historia de Mei Merivá nos muestra que las palabras y el canto dejaron de ser efectivos a la hora de extraer agua de la rocas. Luego de la muerte de Miriam, solo los golpes podían hacer aflorar agua. Moshé golpeará la roca y se jamás podrá ingresar a la Tierra con la que tanto soñó.

La Torá no sólo nos ubica frente a dos modelos pedagógicos diametralmente opuestos (la palabra vs. los golpes), sino también frente a dos vías diferentes para la resolución de conflictos: todo desacuerdo se puede resolver por medio de la voz, o –Di-s no lo permita- por medio de la violencia.

El pozo de Miriam se cuenta entre las diez creaciones milagrosas que Di-s creara en la víspera del primer Shabat (Avot 5, 6). Sin embargo, dicho pozo no sólo se define como milagroso por haber vagado en el desierto junto al campamento de Israel. El milagro se hacía aun más visible cuando las multitudes de nuestro pueblo veían que el canto y la voz –¡no los golpes!- eran la auténtica fuente de bendición.

Quiera Di-s iluminar a la humanidad toda, pueda recuperar dicha percepción.

domingo, mayo 10, 2009

Parashat BeHar-BeJukotai 5770

Residentes y Forasteros

Parashat BeHar que leemos esta semana contiene una detallada mención de leyes concernientes a la Shemitá y al Jubileo (Iovel).

Quisiera hoy referirme a uno de los versículos que sirve de fundamento a ambos preceptos. Dice la Torá en nuestra Parashá: "Y la tierra no será vendida a perpetuidad, porque Mía es la tierra, porque forasteros y residentes sois para Mí" (VaIkrá 25, 23).

Este versículo es de difícil comprensión. ¿Cómo debiéramos entender la expresión "forasteros y residentes"? Si alguien es forastero...¿cómo es posible que se lo defina como residente? Si alguien es residente...¡entonces no es forastero!

Muchos fueron lo comentaristas que se refirieron a esta llamativa expresión a lo largo de las generaciones.

Rabí Iaakov Krantz, el célebre Maguid de Duvno, nos regala un muy profunda reflexión al respecto. A su entender, Di-s está diciendo aquí a los hijos de Israel:

"Si ustedes se sienten en este mundo cual forasteros, y asumen que su estancia en este mundo es sólo pasajera...Entonces Yo seré residente entre ustedes, y podran gozar de la presencia de Mi divinidad.

Mas, si ustedes se comportan en este mundo cual residentes, suponen con soberbia que su estancia en este mundo será eterna, y no temen la llegada del día del Juicio, entonces...¡Yo seré el forastero entre ustedes!

Entre nosotros –dice Di-s- siempre uno será residente y el otro será forastero".

El Maguid de Duvno se refiere aquí a dos maneras difrentes de ver el mundo. Los hombres pueden asumir que este mundo es una vivienda transitoria o permanente. De hecho los mortales conviven a diario con ambas sensaciones. Si se analiza la situación racionalmente, el hombre llegará rápidamente a la conclusión de que su vida es efímera y que este mundo es tan solo una morada pasajera. La razón nos indicará que nada podremos llevarnos de este mundo, a excepción de nuestras buenas obras.

No obstante, no siempre el hombre obra en consecuencia y anda por la vida persiguiendo honores, dineros y otras adquisiciones que supone eternas pero que son –en definitiva- fugaces como su propia vida.

El Midrash trae en Kohelet Rabá una interesante parábola al respecto.

Está escrito: ‘Así como salió del seno de la madre, así volverá desnudo como vino’ (Kohelet 5:14).

Erase un zorro que encontró un viñedo que estaba totalmente cerrado. Vio una pequeña abertura, y quiso ingresar a través de ella, pero no podía. ¿Qué hizo? Ayunó tres días hasta que adelgazó y entonces pudo entrar. Comió y engordó considerablemente. Quiso salir. ¡No podía! ¿Qué hizo? Volvió a ayunar varios días hasta que volvió a estar flaco como antes. Cuando salió se dio vuelta, miró al viñedo y dijo: "¡Viñedo, viñedo! ¿Qué bueno que eres y cuán encantadores son tus frutos! Todo lo que hay en tí es precioso, ¿pero qué provecho he tenido de tí? Así como se entra se sale. A esto se parece el mundo... (Kohelet Rabá 5).


Una lectura rápida del midrash puede llevarnos a la errónea conclusión de que el autor del mismo ha sido atacado por el pesimismo y la desesperanza. Sin embargo, una segunda lectura nos llevará a la inevitable conclusión de que el midrash está en lo cierto.

Cuando la Torá dice "Mía es la tierra, porque forasteros y residentes sois para Mí", en realidad nos quiere decir: "No se comporten en este mundo cual dueños de casa. No hay hombre que pueda llevarse de este mundo bien alguno".

Se cuenta que después de la Guerra de los Seis Días, tiempos en los cuales Israel conquistó Jerusalem Oriental de manos jordanas, un magnate judío de bienes raíces adquirió los terrenos de una antigua base militar jordana de la cual solía atacarse a la población israelí en los años previos a la guerra.

El hombre no tenía en claro lo que iría a hacer con dicha propiedad. Por ello dicidió prestar por un tiempo dichos terrenos a una institución educativa israelí.
La ceremonia de inauguración de la nueva sede académica fue sumamente emotiva. Todo el mundo estaba encantado de que el mismo lugar que alguna vez fue un bastión del terror se había convertido en una institución educativa hebrea.

Un general del ejército de Israel fue el orador invitado.

Después de mencionar las virtudes del filántropo y de la institución, finalizó su discurso con la siguiente aseveración: "Imaginen", exclamó. "Sólo hace unas semanas, esta tierra era jordana. Pero ahora -añadió triunfante- ¡esta tierra es nuestra!" De repente, una voz interrumpió al orador. Fue nada menos que el propio filántropo. "Ben-Uzi!" dijo. "Esta tierra no es nuestra...¡Esta tierra es mía!".


Supongo que ese es el mensaje divino al decir "forasteros y residentes sois para Mí". ¿Han venido a heredar la tierra? Sepan que solo sois forateros. ¡La tierra es mía!

domingo, abril 26, 2009

Parashat Ajarei Mot - Kedoshim 5769

El gran hermano y el Gran Padre

Encender la TV por las noches me da un poco de miedo. Cámaras de TV en todos los rincones de una isla, o en las habitaciones de una casa, en la cocina, en el dormitorio, en un bar, en el baño.

Uno mira hacia el techo y se fija si no hay alguna cámara en nuestro propio dormitorio que esté transmitiendo al aire nuestra propia intimidad (E incluso, si queremos escaparnos y salir de casa con el auto, también allí nos estarán vigilando las cámaras y sus benditas multas fotográficas).

¿Cómo preservar la intimidad en un mundo en el que la intimidad ya es compartida por TV?

Un Gran Hermano virtual, que dicta las reglas del juego, que premia, castiga y escucha confesiones está mirando. Él tiene la medida de lo bueno y lo malo. Él tiene licencia para indagar e inquirir. Él es el dueño de la casa.

Pero eso es sólo un juego mediático. Fuera de esa realidad hay otro mundo y otro juego.

En este juego no hay competencia, no hay ganadores ni perdedores...pero Alguien nos vigila también.

Él dicta las reglas del juego, el tiene la medida de lo bueno y lo malo, él tiene licencia para indagar e inquirir. Él es el dueño de este mundo.

Y las reglas de este juego se encuentran mayormente concentradas en la Parashá que leemos está semana. Parashat Kedoshim, una de las secciones más conmovedoras de toda la Torá, aboga por la conducta ética personal y popular. Nos enseña a vivir juntos esta aventura a la que fuimos llamados desde el momento en que vimos la luz de este mundo.

‘Santos seréis, porque santo Soy Yo’, nos dice Di-s al comienzo de la Parashá.

Kedoshim Tihiu Ki Kadosh Ani.

Allí se nos exige compasión hacia los desprotegidos y el desarraigo de toda clase de idolatría, se nos advierte contra la distorsión de la justicia, el robo y el engaño, se nos previene de hacer falsos juramentos, se condena nuestra inacción cuando nuestro prójimo está en peligro, se nos ordena amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, en lo que fue definido por Rabí Akiva como el principio más importante de la Torá.

Pero este juego, es diferente. Nadie puede abandonarlo voluntariamente, ya que en este juego no hubo casting. Nadie nos preguntó siquiera si queríamos jugar ese juego; nuestros padres nos soñaron y nos trajeron a este mundo y a jugar se ha dicho...

Leí en una ocasión la historia de un hombre que murió, y llegó hasta la presencia de un portero que con cara de aburrido le decía:

‘Elige, la puerta a la derecha es el cielo; la otra es el infierno’.

‘¡En serio!', dijo el hombre...¿la elección está en mis manos?’. ¿Acaso no hay juicio? ¿A nadie le importa lo que hice de mi vida?’.

‘¡No señor!’ -respondió el portero- ‘No hay juicio, y elija la puerta rápido que mucha gente está muriendo y viene detrás suyo’. ‘Pero yo quiero confesarme, quiero quedar limpio, quiero estar puro’ -insistió el hombre. ‘No hay tiempo para eso ¡elija una puerta y entre de una buena vez!’.

Queremos ser juzgados. Necesitamos sentir que nuestras conductas son trascendentes, que a Alguien le importan. Necesitamos sentir el rigor de un juicio; necesitamos sentir que Alguien pesa nuestros errores y nuestros aciertos; necesitamos sentir que a Alguien no le resulta indiferente nuestra virtud, nuestro pecado, nuestra humildad o nuestra soberbia. Necesitamos sentir la presencia de Alguien que nos vigile.

Uno de los nombres de Di-s es HAMAKOM, que literalmente significa ‘El Lugar’.

El midrash explica la razón de este nombre. Hu Mekomo Shel Olam, VeEin HaOlam Mekomó. No es Di-s el que esta ubicado en el mundo; el mundo está ubicado en Él...

Nosotros somos los que estamos ubicados en el mundo y somos parte de esta aventura. Las reglas del juego están en Parashat Kedoshim. Sólo se nos pide cumplirlas mientras dure la aventura; el Gran Padre nos mira...

domingo, marzo 22, 2009

Parashat VaIkrá 5769

Cazadores cazados

Parashat VaIkrá comienza con una detallada mención de los diferentes ofrendas animales.

Observamos algo interesante respecto a dichas ofrendas. A la hora de elegir cuales serían los animales que irían a ser ofrendados sobre el altar, Di-s eligió animales "perseguidos" y no animales "predadores". 

El Midrash se refiere a este detalle en VaIkrá Rabá (27, 5) en base a un versículo del libro de Kohelet (3, 15): "VehaElo-him Ivakesh et HaNirdaf" ("Y Di-s prefiere al perseguido").

Dijo Rav Huna en nombre de Rav Iosef: "Di-s prefiere al perseguido" siempre. Si un justo (Tzadik) persiguiera a otro justo "Di-s prefiere al perseguido". Si un malvado (Rashá) persiguiera a un justo, ""Di-s prefiere al perseguido". Si un malvado persiguiera a otro malvado, "Di-s prefiere al perseguido". Y dicho esto, el Midrash sentencia de manera concluyente e inesperada: Aun si un justo persiguiera a un malvado "Di-s prefiere al perseguido".

El Midrash ilustra aquí hasta que punto llega la misericordia de Di-s. El perseguido –afirman nuestros Sabios- despierta una especial atracción en el Cielo.

Los caminos de Di-s están por encima de nuestro humilde entendimiento. El común de los hombres –sugiere el Midrash- jamás se identificará con los malvados, aun cuando éstos sean débiles y perseguidos...

Cuando salimos del terreno de la compasión divina y volvemos a la tierra, pienso cuán parecido suele obrar el mundo, al observar, opinar y condenar a los protagonistas de este conflicto de Oriente Medio (aun cuando cabría analizar quien es el veradero débil en esta historia).

Pero aquí está la trampa. Un terrorista buscado, monitoreado y aniquilado por un ejército de helicópteros, podrá transformarse en perseguido, pero nunca en Tzadik, siquiera a los ojos de Di-s. Siempre será un perseguido de la más baja calaña.

Existe una combinación "Nirdaf-Rashá" (Perseguido-Malvado) tramposa y peligrosa que puede hacer despertar "compasión" por terroristas asesinos de vidas inocentes sólo por el hecho de ser cazados (por una vez en la vida) y no cazadores.

Alguna vez le escuché decir a un diplómático israelí de alto rango que una de las más peligrosas falacias de este conflicto de Medio Oriente es pensar que la debilidad concede derechos, inmunidad. e impunidad. Ni tener el ejército más equipado de la región te transforma neseariamente en "Rashá". Ni tener un ejército de palos y piedras te transforma necesariamente en "Tzadik".

La naturaleza de los países del mundo se da a conocer a tavés de la manera en que se cofrontan con este dilema. Cuando éstos observan, opinan y condenan la actitud de Israel, sabemos rápidamente quien es quien.

Nos cuenta el Midrash que en tiempos de Rabí Jia Rabá encontraron un zarzir en la tierra de Israel, y lo trajeron para mostrarlo al maestro: ‘¿Podemos comerlo?’, preguntaron los alumos a su maestro sin saber si el animal era puro.

El maestro les respondió: ‘Ponedlo en el techo, y conoceremos su especie es cuando otra ave venga y se pose junto a él’.

Fueron y lo depositaron en el techo. Vino un cuervo egipcio y se paró al lado de él.

Dijo Rabí Jia: ‘Es impuro, porque es de la especie del cuervo, como está escrito: ‘y todo cuervo según su especie’ (Bereshit Rabá 65).

También podremos saber quién es quien, cuando analizamos a quién se apaña y a quién se condena, a quién se comprende y a a quién se censura…

Sabemos otra vez en la historia que nuestro destino está sólo en nuestras manos, que nadie nos defenderá mejor que nosotros mismos y que solo nos resta confiar en nuestras fuerzas físicas y espirituales para poder soñar con un mañana mejor y con un mundo que no se rasgue las vestiduras por la suerte de cazadores cazados.
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