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lunes, abril 23, 2007

Parashat Ajarei Mot - Kedoshim 5767

La Otra Cara del Poder

Y habló Di-s a Moshé, después de morir los dos hijos de Aharón (VaIkrá 16, 1)

El Midrash no es muy contemplativo con Nadav y Avihu hijos de Aharón. 

La Torá nos cuenta que habiendo acercado un fuego extraño sobre el altar, murieron en confusas circunstancias. Pero además nos comentan nuestros Sabios que ambos miraban a su padre y a su tío con envidia y deseaban reemplazarlos en la conducción del pueblo. '¿Cuándo se morirán estos dos viejos?', decía Nadav a Avihu. Les dijo el Santo Bendito: ‘Veremos quién entierra a quién’. (VaIkrá Rabá 20). 

Los hijos de Aharón vivieron poco tiempo más. Intentaron apresurar el mañana, y el mañana nunca llegó; sus sueños de poder murieron con ellos. Ahora, el mensaje es para su padre...Aquel que controla el culto de Israel debe ser modelo de conductas y actitudes. El poder es algo más que un dulce caramelo. 

Parashat Ajarei Mot, describe detalladamente el ritual del Día del Perdón, día de la expiación de los pecados y de la purificación del alma. Era Aharón, el Sumo Sacerdote, quien tenía sobre sus espaldas la pesada carga de expiar por los pecados de Israel. Sin embargo, el mensaje de la Torá es contundente.

Leemos en Vaikrá 16, 6: "Y ofrecerá Aharón el novillo de la expiación...y expiará por él y por su casa". Primero debía expiar por él, debía reconocer sus fallas y quedar limpio de pecado. Debía mostrarse vulnerable y adquirir la autoridad moral que debe poseer un líder para expiar por las falencias de su pueblo.

Aharón debía ser el primero entre los puros de Israel. El poder no es una luz verde para adquirir honores y beneficios. No es tan solo el privilegio de caminar frente al pueblo, tal como soñaban Nadav y Avihu. El poder es ante todo responsabilidad y, a menudo, sinsabores y privaciones.

En estos tiempos donde abundan por doquier los liderazgos soberbios y corruptos, carentes de toda autoridad moral, quiera Di-s iluminar a nuestros dirigentes, a todos aquellos que conducen nuestros destinos y nuestros sueños, para transformarlos en fuentes de luz a la hora de señalar rumbos y enseñar caminos.

jueves, abril 12, 2007

Parashat Sheminí 5767

Desfile de Modelos

'Y fue en el octavo día, que llamó Moshé a Aharón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. Y dijo a Aharón: ‘Toma para ti un becerro, por expiación, y un carnero por holocausto, sin defectos, y ofrécelos delante del Eterno’ (VaIkrá 9, 1-3)

En la vida, ser un ejemplo no es una elección, sino que depende de la función que desempeñamos en nuestra sociedad o en nuestro grupo. En realidad, todos, en mayor o menor medida, somos imitadores e imitados. Casi que es una ley de la naturaleza...

Parashat Sheminí, la porción de la Torá que leemos esta semana, aborda en sus primeros versículos esta temática. Aharón, hermano mayor de Moshé, es convocado para acercarse al altar de sacrificios y -según parece- tenía miedo y vergüenza. Parte del pueblo -cuentan nuestros sabios- comenzó en aquel momento a difamarlo: ‘Han visto a Aharón’, decían. ‘Ayer sirvió al becerro de oro; hoy quiere servir a Di-s…’.

Aharón se sentía impotente; advirtió súbitamente que había perdido credibilidad. Su corazón latía con fuerza y todo su ser estaba atemorizado. ¿Cómo dar lustre, nuevamente, a su imagen? ¿Cómo hacer para recuperar el prestigio perdido?

Aharón era un modelo, y casi que no lo sabía…Su permisividad en el episodio del becerro lo transformó en un anti-líder, preso de la burla popular.

Y es la misma Torá la que le da la enseñanza, a él y a nosotros. ‘Toma para ti un becerro, por expiación y un carnero por holocausto, sin defectos, y ofrécelos delante del Eterno. Y a los hijos de Israel háblales diciendo: Tomad un macho cabrío por expiación y un cordero de edad de un año, sin defectos, por holocausto’.

‘Primero -dice Dios a Aharón- expiarás tú; luego expiará el pueblo. Debes demostrarle a Israel, que tiene un líder con la humanidad suficiente para reconocer sus errores y -sólo allí- recuperarás la autoridad para exigirles rectitud y honestidad. Debes marchar al frente del pueblo también a la hora de la autocrítica; ellos también te tomarán como ejemplo cuando limpies tus transgresiones en público’.

Ya lo dijo alguna vez Raban Iojanán ben Zakai: Bienaventurada es aquella generación cuyos líderes son lo suficientemente hombres como para admitir sus pecados. Esos son los modelos a imitar.

miércoles, abril 04, 2007

Shabat Jol HaMoed Pesaj 5767

B"H
Cuatro Hijos, Cuatro Padres

En la antigüedad, previo a la era de los handys y los TE celulares, se elaboraba una estrategia sumamente práctica cuando dos ejércitos salían a batallar.

El comandante de las fuerzas, se ubicaba a resguardo a unos cuantos kilómetros de distancia de las fuerzas enemigas, y disponía centinelas en linea, uno al lado del otro, para poder hacer llegar sus órdenes hasta el último de sus soldados, aquel que se encuentra frente a las fuerzas enemigas.

Pero si esta estrategia no se desarrollaba correctamente, si algún soldado se distanciaba de su compañero más de la cuenta, si algún otro centinela abandonaba la formación, entonces el mensaje se perdía por el camino, y la batalla se perdía.

Hace ya varios milenios que el pueblo judío se halla en una situación similar.

Lo Ejad Bilvad Amad Aleinu Lejalotenu, Ela SheBeJol Dor VaDor Omdim Aleinu Lejaloteinu, VeHaKadosh Baruj Hu Matzileinu MiIadam.
"No fue uno, solamente, el que se levantó para exterminarnos, sino que en cada generación alguien se levanta para hacerlo, y el Santo Bendito nos salva de sus manos".

Así nos cuenta la Hagadá de Pesaj...

Sin embargo, no siempre batallamos con nuestros cuerpos. De hecho, muchas veces, y paralelamente a las batallas físicas, el pueblo judío ha emprendido batallas por su espíritu.

Y esa es la batalla más dura; esa es la batalla en la que estamos hoy...

Acerca de cuatro hijos nos habla la Torá: uno sabio, uno malvado, uno simple y uno que o sabe preguntar.

En Pesaj, estos cuatro hijos ‘se sientan’ en la misma mesa, en uno de los pasajes más profundos y conmovedores que contiene la Hagadá que leímos hace un para de días.

No imagino a estos niños como hijos de un mismo padre. Si bien es cierto que los hijos no son (¡ni deben ser!) "clones" de sus padres, no imagino a un padre que tenga al mismo tiempo un hijo sabio y uno que no sepa preguntar.

Imagino que detrás de cada hijo hay un padre diferente y una manera diferente de transmitir el mensaje y encender la chispa. Deberíamos agregar en la Hagadá a los padres de estos hijos.

Hay cuatro clases de padres:

El padre responsable que motiva las preguntas. Aquel para quien la educación judía es parte indelegable de su función. Otros podrán ayudarlo, pero nadie reemplazarlo. Es aquel que enciende el fuego con sus propias manos.

El padre malvado es aquel que piensa que su hijo debe saberlo todo. Que no le permite las dudas, que vive criticándolo y exigiéndolo. Un padre así, piensa que la vela debe arder por cuenta propia.

El padre simple es aquel que cree que no debe ser parte de la educación; para eso están las escuelas, los maestros, los Rabinos. Que la vela la enciendan los otros.

Por último, el padre que no sabe enseñar. No sabe siquiera que la vela debe arder. Si su fuego no enciende esa vela, ese hijo ya no tendrá fuego para encender en su propia descendencia. Esto es similar a la parábola de los centinelas...el mensaje se perderá en el camino.

El más pequeño de la casa podrá preguntar Ma Nishtaná (¿En qué se diferencia esta noche del resto de las noches?).

El tema no es la pregunta; es la respuesta y la manera en la cual se enciende ese fuego de transmisión y vivencias que encierra la noche del seder.

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Shabat Jol HaMoed Pesaj 5766 – Un Ejercicio de Sensibilidad