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martes, mayo 07, 2013

Parashat BeMidvar 5777

Un honorable cargo

Parashat Bemidbar, que leemos esta semana, describe en sus últimos versículos el transporte del tabernáculo y sus utensilios.

Entre otros detalles, se nos relata acerca del particular rol de Eleazar, hijo de Aarón HaCohen, a la hora de dicha tarea.

Eleazar era el jefe máximo de la tribu de Leví. No obstante notamos que su participación en la carga del mishkán distaba de ser simbólica.

De acuerdo con la Parashá, Eleazar debía cargar con el incienso de la especias (su peso era de 365 mané, que serán aproximadamente 180 kg de nuestros días), con el aceite para el encendido anual del candelabro (eran 183 log, aproximadamente 60 litros) y, como si fuera poco, también cargaba con la ofrenda perpetua.

Jamás lograremos entender cómo un simple mortal podía llevar a cuestas semejante carga.

RaSHI en su comentario al Talmud (Shabbat 92a) cuenta que Eleazar llevaba el aceite con su mano izquierda, el incienso en su regazo y la ofrenda perpetua sobre su hombro.

De todos modos, suena una carga muy pesada...E insluso cuando el RaMbaN dice que Eleazar era "fuerte y valiente como Iaakov Avinu" (comentario a BeMidvar 4, 16), sostengo que el particular rol de Eleazar requiere un análisis más exhaustivo.

A fin de ahondar en este punto deseo formular dos preguntas y proponer una respuesta para ambas.

La primera pregunta que quiero plantear es por qué no delegó Eleazar su tarea en otras personas. Finalmente éso es generalmente lo que hacen reyes, generales y todo dignatario que se sitúan en las más altas esferas del poder.

La segunda pregunta tiene que ver con la sensaciones de Eleazar al realizar dicha tarea. ¿Acaso no sentía alguna cuota de humillación al sentir el sudor en su frente?

Responderé a estas preguntas con una historia personal.

En mis primeros años de Rabinato, serví en una congregación que requería de mí una alta participación en tareas domésticas. Rápidamente me encontré acomodando sillas, barriendo pisos, cortando verduras y sirviendo refrescos.

Fue entonces que decidí visitar a mi maestro, Dany Fainstein, a quien le transmití mis pesares. Dany estaba ocupado y me atendió en su oficina por un par de minutos. Sólo me dijo que, en los años 60', cuando el Rabino Marshall Meyer Z"L fundó la Comunidad Bet El, todos los viernes -antes del Kabalat Shabat- entraba al baño y revisaba que no faltase papel higiénico para los congregantes.

También yo, cuando veo a los congregantes y dirigentes de mi actual congregación, acomodando sillas, sirviendo la mesa y barriendo los pisos, pienso: ¡Cuánto más fácil sería si tuviéramos algún empleado que hiciera la tarea por todos nosotros!

Seguramente sería más fácil...pero no sería lo mismo.
Porque lo que hacemos en nuestras kehilot no es servicio, sino "sagrado servicio" (Avodat HaKodesh).

El midrash nos cuenta que Ieoshúa bin Nun fue designado como conductor del pueblo de Israel a su ingreso a la Tierra Prometida no sólo por sus cualidades natas de liderazgo. JaZaL nos cuentan que Ieoshúa fue merecedor del cargo por haber asistido a Moshé Rabenu acomodando bancos y extendiendo las esterillas en el piso de su tienda (BeMidvar Rabá 21, 14).

....

¿De dónde provenía la fuerza de Eleazar, entonces?
¿Acaso gozaba de ayuda celestial?

Me parece que la respuesta es más sencilla.
Lo que para algunos es una pesada carga, para otros es un honorable cargo.

Y cuando se alcanza a comprender que ciertas tareas revisten un carácter sagrado, las limitaciones físicas pasan a ser una mera anécdota.



1 comentario:

  1. Muchas Gracias Gustavo!

    Mi esposa Helen me llamó la atención a este comentario porque le recordó una anécdota de cuando ocupé la presidencia de la comunidad.
    Durante una Bat mitzvá en Minjá de Shabat Shuva, un señor se sentó y rompió uno de los asientos de madera. Al otro día era Kol Nidrei, y TODOS los asientos de la sinagoga estaban reservados. Además, identifiqué que ese lugar estaba reservado para un socio que en aquel año cumplió 90 años!
    Le pedí a la guardia que me esperen 1 hora, salí a comprar herramientas, tornillos, etc. Me tiré abajo del asiento y lo reparé. Mi esposa y los chicos no podían creer lo que veían, y quedó como una pícara anécdota y enseñanza. El que más aprendí de la experiencia, fui yo.

    Yasher Koaj, y GRACIAS!
    David Raij (NCI de Montevideo)

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