Los últimos versículos de Parashat BaHaalotjá narran el pecado y el
castigo de Miriam a cosecuencia de sus palabras hacia su hermano, Moshé.
"Y hablaron Miriam y Aharón contra Moshé por causa de la mujer
cushita (negra) que tomó, porque mujer cushita tomó...Y la nube se apartó de
sobre la tienda, y he aquí que Miriam estaba leprosa como la nieve" BeMidvar 12, 1-10).
Nuestros Sabios han hablado reiteradamente sobre la conección entre el
vocablo hebreo "Metzorá" (Leproso) y el concepto "MoTZi shem
RA" (Calumniador). Ambos conceptos se ven vínculados de manera evidente en
este relato. A causa de su calumnia, Miriam se vio atacada por la lepra.
La Torá, sin ninguna duda, aborda de manera crítica la conducta de Miriam.
Por miles de años, los comentaristas bíblicos se confrontan con este
relato sin saber a ciencia cierta qué es lo dijo Miriam acerca de aquella mujer
cushita.
¿Acaso no quisiera usted saber qué es lo que dijo Miriam acerca de
aquella mujer?
¿Ha visto? Por miles de años hemos criticado a Miriam y a sus modos,
pero en realidad nos parecemos bastante a ella. También nosotros queremos
saber. También nosotros somos curiosos o –lo que es peor- chismosos e
indiscretos.
De todos modos, existe en este relato de Miriam y la mujer cushita un
detalle que no quisiera pasar por alto.
Hace unas semanas, escuché de boca del periodista israeli Iaakov (Iaki) Leví un
interesante abordaje a esta sección.
Miriam habla de aquella mujer negra (cushita), y como
consecuencia de ello se vuelve blanca "como la nieve".
Negra, blanca...El constraste se hace más que evidente.
En la cultura occidental, existe una clara tendencia a vincular al
blanco con atributos positivos como
pureza, bondad e inocencia.
Sin embargo –se sabe- el blanco no es un color. El blanco es la
sumatoria de todos los colores. El blanco, por definición, es complejidad.
El idioma hebreo y la tradición judía han asignado a este complejo
matiz, una connotación ambigua.
El blanco es, por ejemplo, pureza y ausencia de pecado. Dice el profeta
Ishaiahu: "Aunque vuestros pecados sean como
la grana, tornaránse tan blancos como
la nieve" (Ishaiahu 1, 18). Pero, por otro lado, el blanco es impuerza y
pecado como en
el caso de Miriam.
El blanco es el color de las novias.
Pero también, el color de las mortajas del muerto.
El blanco nos despierta sentimientos de bondad y ternura. Sin embargo,
la encarnación del mal en la Hagadá de Pesaj
está concentrada en la figura de Labán el arameo, no en la del faraón.
Así leemos en la noche del Seder:
"Ve y aprende lo que intentó hacer Labán el arameo a Iaakov nuestro
patriarca. Mientras que el faraón no había decretado (hacer el mal) a los
varones, Labán pretendió destruir a todos".
Labán, en hebreo, es "Blanco".
El lingüista israelí Abshalom Kor sostiene que la palabra
"Labán" tiene el don de representar ideas opuestas.
Existen otros ejemplos en el idioma hebreo.
"Amit" (עמית),
significa compañero.
"Imut" (עימות),
significa enfrentamiento.
"Geulá" (גאולה)
significa redención.
"Megoal" (מגואל),
significa contaminado.
"Shajor" (שחור),
significa negro.
"Shajar" (שחר),
significa amanecer.
Este abordaje de Abshalom Kor trae a mi mente el reconocido poema "El sur también existe" del autor
uruguayo Mario Benedetti
Con su hábil pluma, Benedetti caracteriza al norte con los opresores y
al sur con los oprimidos. Al norte con la soberbia, y al sur con la humildad.
Al norte con la abundancia y al sur con la escasez.
Sin embargo, su definición no es geográfica. El mismo Benedetti lo
aclaro en más de una ocasión. "Hay nociones del
llamado eje sur en el hemisferio Norte y hay filiales del eje norte en las naciones del hemisferio Sur".
En todo Norte, hay algún Sur. Y en todo Sur, algún Norte. El norte
geográfico contiene nociones de sensibilidad, y el sur geográfico contiene,
tristemente, elementos de opresión.
Lo que a simple vista se presenta como
una aseveración esquemática y simple (malos y buenos, norte y sur o blanco y
negro), súbitamente se transforma en una realidad compleja, de múltiples
matices.
....
El hecho de que Miriam se volvió blanca como la nieve representa otro sobrado ejemplo
de la compleja personalidad de los héroes del TaNaJ, y –por qué no- del alma
humana.
Porque como
ya lo he dicho, el blanco no es un color sino la sumatoria de todos ellos.
El Blanco es complejidad por definición, así como el alma humana lo es.
Es poco aconsejable –y posiblemente, simplista- dividir al mundo en
categorías de malo y bueno, norte y sur o blanco y negro. El ser humano es una criatura de múltiples matices, que anida en su
corazón a lo noble y a lo mezquino, al dolor y al placer, a la luz y a las
sombras.
El rey Shlomó ya lo ha dicho en Kohelet:
"Porque no hay sobre la tierra un hombre justo que haga el bien y
no peque" (Kohelet 7, 20).
Así que no debemos "autoflagelarnos" por querer saber los
detalles del
chisme de Miriam.
Está claro que no es correcto. Ser chismoso no es ninguna gran virtud.
Pero -finalmente- también nosotros somos mortales.
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