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jueves, junio 14, 2012

Parashat Shelaj Lejá 5772

Sin Atajos

Los hijos de Israel se encuentran en las puertas de la Tierra de Israel.

La misma Torá nos da la pauta de cuán corto era el camino restante. En tan sólo cuarenta días, los espías (meraglim) enviados a recorer la Tierra, fueron, "espiaron", cosecharon el fruto de la Tierra, y regresaron al campamento.

En términos del mundo antiguo, sin los medios de comunicación con los que contamos hoy día, cuarenta días no parece mucho tiempo.

De todos modos, sabemos lo que ocurrió con aquel corto camino.

Aquellos cuarenta días se convirtieron en cuarenta años y aquel paseo de los meraglim terminó convirtiéndose en una auténtica pesadilla para la generación del desierto. Y mientras que Caleb y Ieoshúa dijeron: "Subir, subiremos, y la heredaremos; que poder, podremos con ella" (BeMidvar 13, 30), los diez espías restantes dijeron al unísono: "La tierra por la que pasamos para explorarla, es tierra que devora a sus habitantes" (BeMidvar 13, 32).

¿Qué es lo que viene a enseñarnos el relato de los espías?

Permítanme compartir con ustedes una historia de afamado escriotor israelí Shmuel Iosef Agnon llamada "La cabra", publicada por primera vez en el año 1925.

La historia trata de un anciano que sufría del corazón y al que le fuera recetado beber leche de cabra.

El anciano –que vivía en Polonia- siguió el consejo del médico y fue a comprar una cabra en la feria. La cabra, de tanto en tanto, desaparecería y, cuando regresaba –cuenta Agnón- tenía sus ubres llenas de una leche más dulce que la miel.

El anciano deseaba saber a dónde desaparecía la cabra. Su hijo decidió atar una cuerda a la cola del animal, asió la cuerda con sus manos y fue trás sus pasos.

La cabra ingresó en una cueva, y el hijo de aquel anciano caminaba atrás suyo. Y así continuaron su marcha –tal vez un día o dos- y salieron por el otro extremo de la cueva en un lugar de montes y colinas. Preguntó el joven a los lugareños acerca del lugar y se le dijo que se encontraba en la inmediaciones de la ciudad de Tzfat.

El joven descansó un rato y quisó regresar a su casa para traer a su padre a la Tierra de Israel. Sin embargo, comprendió que no alcanzaría a regresar a casa ya que el Shabat estaba a punto de ingresar.

Escribió el hombre una nota a su padre que decía: "He llegado felizmente a la Tierra de Israel y desde la ciudad santa de Tzfat, que me embriaga con su santidad, te escribo. No preguntes como he llegado aquí. Toma la cuerda atada a la cola de la cabra y ve trás ella. Así llegarás seguro a la Tierra de Israel".

Colocó la nota trás la oreja del animal. "Cuando la cabra llegue a lo de mi padre –pensó- éste acariciará su frente. La cabra sacudirá su cabeza y la nota caerá al suelo. Mi padre leerá la nota y vendrá trás de mí".

La cabra ingresó nuevamente a la cueva y llegó hasta lo del anciano. Sin embargo, la nota no cayó al suelo...

El anciano, viendo que el animal había regresado sin su hijo, supuso que éste había sido devorado por alguna fiera salvaje. Dado que la cabra le recordaba la tragedia, decidió llamar al matarife para que sacrifique al animal. Sólo allí encontró la nota enrollada trás la oreja de la cabra. Pero ya era tarde...
 
Nunca nadie pudo encontrar la entrada a dicha cueva. Desde aquel día –cuenta Agnón- el camino corto a la Tierra de Israel permanece oculto a nuestros ojos.

Desde tiempos bíblicos, muchos judíos han buscado "atajos" para llegar a la Tierra de Israel.

Muchos de esos judíos nacieron en los países de la diáspora. Otros –sin embargo- nacieron en la mismísima Tierra de Israel.

Buscar "atajos" a la Tierra de Israel, significa pensar en el modo en el que pensaron diez de los doce meraglim. Estos judíos no piensan qué pueden aportarle a Israel, sino –mas bien- qué puede Israel aportarle a ellos.

Según Agnón, el camino corto a la Tierra de Israel desapareció aquel día en que el anciano decidiera sacrificar a aquella cabra. Según la Torá, el camino corto a la Tierra de Israel desapareció cuando los meraglim regresaron al campamento de Israel y provocaron el vano llanto de aquella generación.

El mensaje, es idéntico.
JaZaL enseñaron que la Tierra de Israel sólo puede ser adquirida por medio de las aflicciones (Brajot 5a).

Yo lo diré de otra manera, inspirado en el relato de Agnón y en la historia de los meraglim: No existen "atajos" para alcanzar la Tierra de Israel.

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