No siempre existe
consenso entre los comentaristas acerca del orden cronológico de los eventos
acontecidos en la Torá.
Una de estas disputas
clásicas, está referida a Parashat Koraj, dado que nuestra Parashá no especifica la fecha de la revuelta
emprendida contra Moshé y Aharón.
Según Ibn Ezra, la
rebelión de Koraj aconteció inmediatamente después del pecado del becerro,
"cuando los primogénitos fueron reemplazados y los levitas diferenciados
(del resto de las tribus)" (Ibn Ezra, comentario a BeMidvar 16, 1).
Otros -como el RaMbaN-
sostienen que este episodio aconteció "en el desierto de Parán, en Kadesh
Barnea, luego del suceso de los espías" (RaMbaN, comentario a BeMidvar 16,
1).
La lógica de Ibn Ezra y
del RaMbaN es diferente.
Ibn Ezra hace hincapié en
la naturaleza de la revolución de Koraj. Dado que esta fue una disputa encabezada
por levitas (Koraj) y reuvenitas (Datán y Aviram) –Reuvén fue el
hijo primogénito de Iaakov Avinu- es lógico pensar que esto haya ocurrido al
modificarse las jerarquías de los hijos de Israel. Si los primogénitos dejaban
de ser los elegidos del pueblo...¿quién debiera reemplazarlos? ¿Los levitas -que
no pecaron con el becerro- o acaso la tribu primogénita de Iaakov?
El RaMbaN, por su
parte, hace hincapié en la naturaleza de la reacción divina. Algo cambia
en la acitud de Dios después del pecado de los espías. Despúes de haber
decretado los cuarenta años en el desierto, Dios finalmente entiende la
naturaleza de la generación de desierto, un pueblo de corazón extraviado,
desconocedores de Su senda (ver Tehilim 95, 10). Su paciencia se acabó y no
deja lugar a dobles interpretaciones. El que no cree en la elección de la tribu
de Leví, en la profecía de Moshé y en el sacerdocio de Aharón, no cree en Dios.
El modelo parental de Dios cambia de la raíz. Dios pone límites y el maltrato
de aquella generación hacia Dios, recibe respuestas inequívocas.
....
Escuché hace unas
semanas una disertación del escritor anglo-americano Simón Sinek acerca de la
generación "Y", o generación del milenio (millennials).
Se suele definir así a
aquellos adultos jóvenes nacidos a partir de la primera mitad de los ochenta y
hacia el final de los noventa. Según Sinek, se trata de una generación con una
alta dósis de narcisimo y egocentrismo. Muchos de sus miembros tienen
tendencias depresivas y poseen baja autoestima. Sinek entiende que esto ocurre
como consecuencia del contexto y la forma en la que esta generación fue criada.
Sus padres les eneseñaron que eran especiales y que todo lo que se propongan lo
irían a conseguir con sólo quererlo. Pero, al entrar en el mundo laboral, se
dan contra la pared y la autoestima se
les va al piso.
Algunos de los millennials
fueron recibidos en clases avanzadas no porque lo merecieran, sino porque sus
padres fueron a rogarle al director. Otros recibieron buenas notas, sólo porque
los maestros no se quisieron enfrentar con los padres. Hay niños que recibieron
medallas aun cuando llegaron últimos en una competencia.
Estos jóvenes –dice
Sinek- se graduaron, salen al mercado laboral e inmediatamente comprenden que
no son tan especiales como creían, que sus madres no podrán conseguirles el
ansiado ascenso, que en la vida real nadie les dará una medalla por llegar
últimos, y que nada se puede conseguir
con solo quererlo. Como si esto no fuera
poco, haber crecido en el apogeo de la Era de la Información -donde la conexión
constante es moneda corriente- ha transformado a los millennials en
seres especialmente impacientes.
Resulta interesante
analizar la cantidad de coincidencias que existen entre la generación
"Y" y la generación del desierto. De esclavos, aquella generación pasó
a ser -en un abrir y cerrar de ojos- una generación de millennials.
La conducta de aquella
generación se puede también explicar a la luz del contexto en el cual fue
criada por la mano divina. Dios los rescata de Egipto, los hace sentir
especiales y los rodea de milagros y regalos celestiales. El mán les vino
del cielo, el pozo de Miriam los acompañó y les proveyó agua. Sin embargo, de
tantos milagros que recibieron, no pudieron apreciar ninguno. Y aquella
generación, por obra de este contexto, se transformaría en rebelde, impaciente y se creerá merecedora de
todo...como la generación de los millennials.
Dios educará a la
generación siguiente de manera distinta. Estudiarán la Torá durante la travesía
del desierto y comprenderán que Dios da y exige en idéntica medida. Asimilarán
que la elección del pueblo conlleva responsabilidad, no beneficios. Que en la
tierra prometida el cielo dará lluvias y la tierra dará frutos, solo por
merecimiento. Nadie les dará medallas por salir últimos. En la tierra prometida
habrá una dosis mayor de esfuerzo y una dosis menor de milagros.
El RaMbaN apunta a esto
cuando ubica a la revuelta de Koraj después del pecado de los espías. El cambio
se ha iniciado. Evidentemente, Dios también aprende a ser Padre.
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