Di-s vino a casa
Parashat Trumá, trata sobre la
construcción del Mishkán y sus utensilios. De hecho, éste será el tema
dominante en la segunda mitad del libro de Shemot.
Uno de los versículos que mejor grafican
el espíritu de este precepto es mencionado en las primeras lineas de nuestra
Parashá: "Y me harán un santuario y moraré entre ellos" (Shemot 25,
8).
El Rabino Iaakov Chinitz Z"L
hace un interesante paralelismo entre este versículo y un segundo pasuk que
aparece en el libro de Devarim en el que el mismo concepto es mencionado en
forma inversa. Allí se nos dice: "Pues el Eterno, tu Di-s, anda entre tus
campamentos...y será tu campamento santo" (Devarim 23, 15).
La pregunta aquí es cuál es la "causa"
y cuál la "consecuencia". ¿Acaso la construcción del mishkán va
a atraer a Di-s hacia el campamento de Israel, o acaso la presencia de Di-s en
el campamento de Israel transforma en sagrada a dicha morada?
Si nos guiamos por el versículo de
nuestra Parashá, debiéramos aseverar que es la construcción la que atrae la
presencia divina. "Si me hacen un Santuario –dice Di-s- tendré una morada
y viviré entre ustedes". Y también hacia el final del libro de Shemot,
podemos apreciar que ésta es la dirección: "Y levantó Moshé el
tabernáculo...Y cubrió la nube la tienda del plazo, y la Gloria del Eterno
llenó el tabernáculo" (Shemot 40, 18-34). Sólo cuando el tabernáculo
estuvo listo, la presencia divina descendió y llenó el tabernáculo de
contenido.
Sin embargo, debo confesar que me
siento más cercano al versículo de Devarim. El hombre –ante todo- encuentra a
Di-s, y este encuentro confiere santidad al espacio. Y cuando esta experiencia
religiosa es intensa, el hombre buscará
construir una morada para Di-s -un Santuario, un Templo o una sinagoga- para
que ésta contenga la presencia divina.
Los edificios debieran ser
consecuencia del encuentro con Di-s; no su causa. La construcción de santuarios
no necesariamente conduce a este experiencia.
...
Se cuenta de un judío injustamente
excomulgado por su comunidad al que se le prohibió el ingreso a la sinagoga.
El judío sufrió la condena y
elevando una plegaria dijo: "Di-s mío, mis hermanos me han prohibido el
ingreso a Tu casa". Y en dicho momento, una poderosa voz emergió de lo
alto y le dijo: "¡¡Tampoco mis hijos me dejan entrar allí!!".
Una sinagoga bien puede estar colmada
de gente y -sin embargo- la presencia de Di-s permanece afuera.
....
Más allá del versículo mencionado en
Devarim, existe otra historia en la Torá en la cual se ve plasmada esta idea.
Al inicio de Parashat VaIetzé
encontramos el célebre sueño de la escalera de Iaakov.
Iaakov huía de su hermano Esav
saliendo de Beer Shevá y dirigiéndose a Jarán.
Súbitamente, le ocurrió algo que
suele ocurrirle a los caminantes (algo que no necesariamente debiera ser una
experiencia religiosa). La noche cae e Iaakov siente que debe encontrar un
lugar para dormir.
No obstante, esta experiencia
profana, terminó transformándose en una de las experiencias religiosas más
intensas relatadas en la Torá. Iaakov comienza a recolectar de las piedras del
lugar, queda dormido y sueña con ángeles ascendiendo y descendiendo por una
esclarea y ve la presencia de Di-s sobre ella.
Lo interesante, es la reacción de
Iaakov al despertar de su sueño:
"Y madrugó Iaakov, por la
mañana y tomó la piedra que puso a su cabecera, y púsola por estela y vertió
aceite sobre su ápice...e hizo Iaakov un voto, diciendo: "Si estuviere
Di-s conmigo y me cuidare en este camino en que yo ando...y tornare en paz a
casa de mi padre, será el Eterno para mí por Di-s. Y la piedra ésta que puse
por estela, será la casa de Di-s" (Bereshit 28:18-22).
Iaakov no tuvo un sueño al haber
ingresado a un santuario. Ocurre aquí exactamente lo contrario: El sueño y la
intensidad de aquella experiencia religiosa transforman un lugar profano en
sagrado y lo elevan por encima del resto de los lugares de la faz de la tierra.
En dicho lugar, finalmente, terminó
construyéndose el Templo de Jerusalem, la casa de Di-s, tal como dijo Iaakov. Y
todo había comenzado con un sueño.
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