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lunes, junio 11, 2007

Parashat Koraj 5767

Sembrar en Vida

Algún día –por mucho que nos duela asumirlo- ya no pisaremos este mundo. Quedaremos ligados con los lazos de la vida eterna y sólo quedará de nosotros el buen o el mal nombre que supimos construir. Quedará el recuerdo de nuestra entrega a Di-s y al prójimo y el ejemplo para los que vengan detrás nuestro.

Somos -en definitiva- artífices del recuerdo que dejaremos luego de nuestra partida; no todos vamos a abandonar este mundo con idéntico prestigio.

¿Cómo es posible evaluar desde nuestra fragilidad humana la reputación de aquel que ya no está y que abandona este mundo? ¿En qué momento podemos decir: Aquel fue un gran maestro, aquel otro, un gran padre, un gran líder o una gran persona? ¿Existe algún parámetro o criterio de evaluación?

Es complicado. Pero Parashat Koraj nos invita a reflexionar al respecto.

Cuando el liderazgo de la tribu de Leví fue cuestionado por el pueblo, Di-s dice: ‘Habla a los hijos de Israel, y toma de ellos una vara por cada casa paterna...y el nombre de Aharón escribirás sobre la vara de Leví...Y será que del varón que yo eligiere, su vara florecerá’ (17,17-20).

La señal iba a ser el florecimiento de la vara. La vara de la tribu elegida iría a dar flores, brotes y frutos.

¿Por qué? ¿Qué quiere mostrarnos esta señal? La vara podría haber levantado vuelo, o podría haberse transformado en oro puro. ¿Por qué justamente da flores?

Alguna vez hice esta pregunta a mi maestro el Rabino Manes Kogan y él me respondió que Di-s aprecia de manera muy especial a aquellos que logran dar frutos, ya sea como líderes, como padres, como amigos.

Las virtudes de un gran líder –por ejemplo- son generalmente valoradas después de su muerte. La figura de Moshé -por ejemplo- cobra exacta dimensión, cuando el pueblo de Israel comprende que puede sobrevivir sin su presencia.

Los grandes líderes diseñan estructuras que permanecen inconmovibles luego de su desaparición física. Sus proyectos jamás estarán sostenidos sólo por su carisma e imagen. Moshé morirá pero el pueblo permanecerá vivo.

Lo mismo ocurre con nosotros. Podemos pasar la vida, construyendo tan sólo para nosotros o bien, podemos crear estructuras y soñar proyectos que puedan trascender nuestra existencia terrenal…y dar frutos.

Quiera Di-s sembrar en nuestros corazones esta semilla de grandeza.