Parashat Jukat contiene en sus lineas el episodio de Moshé y la roca que terminó marcando la suerte del Profeta.
El pueblo de Israel llevaba cuarenta años vagando por el desierto y estaba sediento e irritado. La impaciencia del pueblo terminó irritando a Moshé. Y le dijo Di-s a Moshé: ‘Toma la vara y reúne a la comunidad, tú y Aharón tu hermano, y hablaréis a la roca ante sus ojos y dará agua’.
Moshé tomó la vara en sus manos y con la misma impaciencia que tenía el pueblo golpeó la roca dos veces antes de ver agua fluyendo de ella. Moshé debía tan sólo hablarle; sin embargo la golpeó -no una- sino dos veces. Este error resultó fatal; el decreto de Moshé ya estaba sellado…
Lo que ocurrió a Moshé en pequeña escala nos suele ocurrir a menudo. Pensemos cuando compramos un nuevo electrodoméstico para casa. Después de tanto ahorrar, moneda tras moneda, finalmente lo tenemos. Morimos por estrenarlo. Pero al abrirlo, nos encontramos con un cuadernillo forrado en nylon y una etiqueta que dice: LEÁSE AQUÍ ANTES DE USAR. El hombre paciente, seguramente lo hará. El impaciente dejará el cuadernillo de lado, lo archivará en un cajón y en poco menos de dos minutos, posiblemente, tenga su nuevo electrodoméstico inutilizable.
La impaciencia de Moshé provocó algo más grave que la rotura de un simple smartphone. La roca, el bastón y el agua cambiaron radicalmente su vida y la vida de Israel. Hay errores y aciertos en nuestras vidas que también terminan archivados en un cajón. Pero hay otros de los cuales no hay retorno y nos terminan marcando para siempre.
Posiblemente este sea el episodio más conmovedor de la Torá. Di-s le comunica a Moshé Su decisión de no permitirle ingresar a la Tierra, tal como Moshé lo había soñado. Moshé rezará y suplicará y, sin embargo, no entrará. Di-s entiende que Moshé ya era uno más de ellos. La impaciencia del pueblo y la impaciencia de Moshé eran ya una misma cosa.
No hay peor remedio para un pueblo desesperado, que un líder impaciente. Iesohúa, aquel que pudo confrontarse a los diez espías que blasfemaron contra la tierra y no estuvo condicionado por lo que dijo el resto, sería el sucesor.