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miércoles, diciembre 28, 2016

Parashat Miketz (Shabat Januká) 5777

Renaciendo de las cenizas

Januká tiene una particularidad que la distingue del resto de las festividades de Israel: ninguna otra fiesta en el calendario hebreo es celebrada en dos meses diferentes. Los primeros días de Januká son celebrados en mes de Kislev, mientras que los últimos coinciden con los primeros días del mes de Tevet.

¿Qué puede enseñarnos ésto?

En el imaginario judío, el Rosh Jodesh –inicio del mes- representa la idea de renovación. De hecho, éso es lo que ocurre con la luna. Hacia el final del mes va decreciendo hasta desaparecer por completo, y luego vuelve a renacer y a crecer progresivamente hasta recuperar su forma. 

Januká es una festividad que encierra un mensaje similar.

En arameo existe una expresión que dice "MiBira Amikta LeIgra Rama" (desde el fondo del pozo hasta lo alto del techo). En días del milagro de Januká una negra sombra se cernía sobre el pueblo judío. A punto estuvimos de desaparecer como pueblo, olvidar nuestra Torá y perder nuestra identidad asimilándonos con otra nacíon. Sin embargo, con la ayuda de Di-s y con el coraje de los Jashmonaim, se encendió un destello de esperanza y finalmente logramos recuperar la soberanía nacional y reinagurar el Templo de Jerusalem profanado por las huestes de Antiojus Epifanes.

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El Talmud trae en el Tratado de Shabat las leyes del encendido de las velas de Januká. Dicho precepto, establecido por nuestros Rabinos, está regulado por una amplia gama de leyes. El Talmud nos cuenta cuántas velas se deben encender, en qué horario de debe practicar el ritual, en dónde se coloca la vela etc.

Entre dichas leyes se nos enseña -en nombre de Rabí Tanjum- que la vela de Januká no puede colocarse por encima de los veinte codos de altura (aproximadamente diez metros). Inmediatamente después –en nombre del mismo Rabí Tanjum- el Talmud trae un midrash sobre Iosef, cuya historia comenzó en Parashat VaIeshev y continúa en la Parashá de esta semana. 

Pregunta Rabí Tanjum: ¿Por qué respecto del pozo al que fue arrojado Iosef se nos dice: "Y el pozo estaba vacío, no tenía agua" (Bereshit 37, 24). Si estaba vacío...¡obviamente no tenía agua! Rabí Tanjum explica que la aclaración es necesaria, dado que el pozo no tenía agua, pero sí tenía serpientes y escorpiones.

¿Qué relación tiene la vela de Januká con el pozo de Iosef? ¿Por qué razón el Talmud trae en nombre de Rabí Tanjum dos comentarios tan disímiles?

Podríamos justificar dicho detalle argumentando que el texto talmúdico no es lineal. Muchas veces, la Guemará se desarrolla de manera asociativa, y dos o más comentarios bien pueden estar vinculados por el nombre del Rabino disertante, Rabí Tanjum en este caso.

Sin embargo, prefiero hacer una lectura diferente. La vida de Iosef se  desarrolló de manera similar a la historia de Januká: comenzó en el fondo del pozo y terminó en lo alto del techo.

De esclavo a virrey de Egipto.
De la fosa al palacio del faraón.
De la angustia a la esperanza.

El hecho de que la festividad de Januká esté dividida en dos meses diferentes sugiere una idea similar. Y posiblemente este mensaje de esperanza pueda ser trasladado a cada uno de los ámbitos de nuestra vida, tanto en lo colectivo como en lo personal: detrás de las nubes más grises y atemorizantes, siempre se esconde el sol en todo su esplendor. Y aun  cuando la luna desaparezca por unos instantes, siempre volverá a renacer.


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