Golpeando la puerta
de los cielos
Rabino Gustavo
Surazski
Se cuenta que en
una oportunidad -en tiempos de sequía- un Rabino congregó un minián para
rezar por la caída de lluvias.
Al cabo de unos
minutos, alguien susurró al oído del Rabino que una gran parte de los
participantes en el minián eran conocidos ladrones.
"No importa...",
dijo el Rabino.
"Si las
puertas de la misericordia no se abren, ya tenemos "expertos" que las abrirán a la fuerza".
....
Uno de los motivos
más recurrentes en la oración de Iom Ha-Kipurim es el concepto de
"Puerta".
La lista es larga:
"Avinu
Malkenu, abre las puertas del cielo ante nuestras plegarias",
diremos al cabo de cada oración.
"Las puertas
del palacio, abrénos rapidamente", diremos antes de la Kedushá en Neilá.
"Abrenos una puerta,
al momento en que la puerta de cierra", diremos luego al inicio de las Selijot.
Pero no
necesitaremos de "expertos" para abrir esas puertas.
Porque el Soberano
de todo, con su infinita piedad, nos brinda año a año este regalo Celestial
llamado Iom HaKipurim.
El escritor
argentino Alejandro Dolina dijo en una ocasión que las puertas –al abrirse y
cerrarse- tienen la naturaleza única de poder mutar de estado.
De hecho, dice
Dolina, una puerta que nunca se abre no es una "puerta" sino una
pared. Y una puerta que nunca se cierra, no es una "puerta" sino un
agujero...
Esto es el que
transforma a Iom HaKipurim en el día más sagrado del año.
Creemos que este
día es "Et Ratzón" (Un Tiempo oportuno para la plegaria). Un
día en el cual las puertas del cielo se abren de par en par a fin de que
podamos examinarnos y reconciliarnos con la chispa divina que anida en nuestros
corazones. Y al cabo del ayuno, volverán a cerrarse.
Ni pared, ni
agujero...¡Puertas!
En ese sentido, Iom
HaKipurim es el día en el que Cielo y tierra se reúnen.
No olvidemos que
según la tradición talmúdica, Iom HaKipurim es el día en el que las segundas
Tablas son traídas por Moshé y Di-s perdona finalmente el pecado del becerro de
oro (Baba Batra 121a).
...
De acuerdo a la
Torá, el Cielo y la tierra se aproximaron en dos ocasiones.
La primera de las
veces, fue durante la generación de la torre de Babel hacia el final de
Parashat Noaj. La segunda vez ocurrió en el sueño de la escalera de Iaakov al
principio de Parashat VaIetzé.
Respecto a la torre
de Babel, nos cuenta la Torá que cada varón dijo a su compañero:
"Edifiquémonos ciudad y torre, y que su cima llegue a los cielos"
(Bereshit 11, 4).
Respecto a Iaakov,
las Escrituras nos enseñan que en su sueño aparecía una escalera que estaba
apoyada en tierra y cuya "cima llegaba a los cielos" (Bereshit
28, 12).
No obstante, existe
una diferencia crucial respecto al lugar de las puertas celestiales.
El Prof. Avigdor
Shinán, enseña que el sueño de Iaakov propone una alternativa a la antiquísima
creencia babilónica de que las puertas de los dioses se encontraban en el cielo
(Ese es, de hecho, la etimología de la palabra Bab-El o Babylon: Puerta de
los dioses).
Los babilonios
creían que sólo se podía llegar a los dioses yendo hacia arriba y que la puerta
de los dioses se hallaba en el firmamento. La historia de la tore de Babel,
narra el intento fallido de la humanidad por lograr este cometido.
Iaakov, por su
parte, llega a la conclusión opuesta.
Luego de despertar
de su sueño dice: "Cierto, el Eterno está en este lugar, y yo no lo
sabía...no es esto sino la casa de Dios, y esta es la puerta de los cielos"
(Bereshit 28, 16-17). La Torá no sólo nos enseña que cielo y tierra se pueden
juntar, sino también que la puerta del cielo se halla en "este
lugar".
Eso es precisamente
los que intentaremos hacer en las veinticinco horas más sagradas del año
hebreo.
Iaalé Tajanunenu....que suba
nuestra súplica
Iaalé Kolenu....que suba
nuestra voz.
Con nuestras
plegarias, aquí en la tierra, construiremos una escalera que ligue a la tierra
con el cielo.
La puerta del cielo
estará acá abajo...En las relaciones inter-personales, y en el vínculo que
creamos con nuestros prójimos a fin de cumplir con el propósito con el que
fuimos creados hace 5777 años.
Y de la misma
manera en que las puertas del cielo se abren en estos días, Iom HaKipurim nos
invita a "forzar" aquellas puertas terrenales que se encuentran
frente a nosotros y que no nos animamos a cruzar.
Porque no siempre
tenemos el coraje y los recurson anímicos para hacerlo.
....
En una tierra en
cruda guerra, había un rey que causaba espanto... Siempre que capturaba
prisioneros, no los mataba, sino que los llevaba a una gran sala, oscura y de
fuertes muros de piedra, en la que había un grupo de arqueros de su
ejército.
Sobre uno de
los lados de esa terrorífica sala, estaban reunidos los arqueros, y
sobre la otra pared, había, cerrada con una tranca, una puerta de pesadas
y atormentadoras hojas, sobre la cual había dibujada aterradoras imágenes.
En esta sala el rey
les ordenaba a los prisioneros formar un círculo, y dirigiéndoles la
palabra les decía: "Ustedes podrán elegir entre morir en forma rápida y
segura, flechados por mis arqueros, o pasar por aquella pesada puerta, la
que por mí mismo será trancada, una vez que hayan pasado".
Todos escogían
ser muertos en forma rápida, por los arqueros del rey.
Al finalizar la guerra, un soldado que por mucho tiempo había servido al rey, dirigiéndose a su soberano, le dijo: "Señor, ¿le puedo hacer una pregunta? ¿Qué cosa hay detrás de tan asustadora y temida puerta?".
"¡¡¡Vaya y vea
por usted mismo!!!", le respondió el rey.
El
valiente soldado, entonces, abre temerosamente la puerta y a medida que lo
hizo, los rayos fueron entrando y aclarando el ambiente.
Finalmente descubrió,
absolutamente incrédulo y sorprendido, que la terrorífica puerta se abría sobre
un camino que conducía a su libertad....
....
¿Cuántas puertas no
abrimos por miedo al cambio?
Para muchos puede
ser, por miedo al fracaso, o a volar más alto sin "red de seguridad"
a nuestros pies.
"Yo abriré una
puerta", parece decir Dios en Iom HaKipurim ¿¿¿Y qué hay de ustedes...???".
La pregunta acerca
de qué puertas deseamos abrir en el transcurso de año entrante debe ser parte
constitutiva de nuestro examen personal de Iom HaKipurim.
Las puertas del
cielo se cerrarán al cabo de veinticnco horas de ayuno y plegaria, pero allí –frente
nuestro- quedarán otras puertas clamando por la llave que pueda franquearlas.
Y si no hay llave,
lo haremos como "expertos"...¡por la fuerza!
Porque solo cruzando
esas puertas, tendremos el envión necesario para nuestro crecimiento, como
seres humanos, como judíos y como comunidad.
"Haznos
regresar a Ti, Dios, y regresaremos. Renueva nuestros días como antaño".
Guemar Jatimá Tová
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