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martes, octubre 10, 2017

Sukot 5778

Un racimo de virtudes y defectos

Rabino Gustavo Surazski

Un conocidísimo Midrash (VaIkrá Rabá 30, 12) enseña que las cuatro especies de la festividad de Sukot recuerdan cuatro clases diferentes de judíos:

El Etrog, que posee sabor y fragancia, reperesenta a los judíos que tienen Torá y buenas obras. El Lulav, con sabor (los dátiles) y sin fragancia, simboliza a los judíos que tienen Torá pero están desprovistos de buenas acciones. El Hadás, con fragancia y sin sabor, remite a los judíos con buenas obras y sin Torá. Mientras que la Aravá, que no posee ninguno de los dos atributos, representa a los judíos que no tienen ni Torá ni maasim tovim.

En Sukot juntamos a las cuatro especies en un único racimo y "los unos expían por los otros".

En cierto modo, este midrash contiene un mensaje críptico. ¿Quién necesita a las aravot? ¿Para qué juntarnos con judíos que no tienen atributo bueno alguno? ¿Qué tienen estos para "ofrecernos"?

Posiblemente este midrash nos proporcione un mensaje moralizador de suma relevancia.

El Rab Kuk, solía decir que así como el vino no puede existir sin sedimentos, tampoco el mundo puede existir sin transgresores. Y si nos dejamos guíar por la sabiduría del hebreo, veremos que el vocablo TZiBUR (Congregación) está compuesto por las iniciales de las palabras TZadikim(Justos), Beinoniim (hombres comunes), y Reshaim (malvados). Dichas tres iniciales están ligadas por la letra vav, dando la pauta de que toda congregación debe es heterogénea en su esencia.

En la noche de Iom HaKipurim se acostumbra a leer un misterioso preludio al Kol Nidrei:

"Con la aprobación del Omnipresente, y con la aprobación de la congregación, en la Asamblea celestial y en la asamblea terrena, nos es lícito rezar con los transgresores".

Muchas son las explicaciones que se le han dado a este curioso párrafo.

Hay quienes ligan esta invocación a tiempos de la Inquisición, en los cuales muchos judíos se vieron obligados a ocultar su origen. Según se cree, los criptojudios organizaban rezos comunales en Iom HaKipurim y por medio de esta invocación pedían a Di-s que sus plegarias sean escuchadas, aun cuando a lo largo del año se vieron obligados a transgredir la ley judía.

(Esta explicación es de dudosa veracidad, dado que que esta fórmula aparece por primera vez en un libro de oraciones ashkenazí del siglo 13, previo a la expulsión de los judíos de España).

No obstante, el motivo real de este pasaje no es el tema que me compete hoy.

Lo relevante es el mensaje que se desprende de dicho preludio: una congregación religiosa debe tener sus puertas abiertas a todo el pueblo de Israel, sin distinción de clases sociales ni de niveles de observancia.

Esta idea se halla sugerida también en el pasaje de la Torá que habla de los ingredientes que conformaban el incienso que se ofrecía en el Tabernáculo y, luego, en el Templo de Jerusalem.

Según la tradición talmúdica, el incienso estaba compuesto por once ingredientes diferentes. Diez de las especias, emitían un aroma agradable (¡se nos enseña que el aroma del incienso llegaba hasta Jericó!). Sin embargo, uno de los ingredientes del incienso –el gálbano o Jelbená, en hebreo- desprendía un olor diferente y –por cierto- bastante desagradable.

Enseña la Guemará en nombre de Rabí Shimón Jasidá:

"Todo ayuno comunal en el que no toman parte los transgresores de Israel, no es un ayuno (valido), dado que el gálbano emitía mal olor, y (aun así) las Escrituras lo contabilizaron entre los ingredientes del incienso" (Kritut 6b).

Éste es, de hecho, un motivo recurrente en la tradición judía.

El gálbano del incienso, recuerda el caso de las aravot de nuestra festividad. Ellas también son partes del TziBuR. ¡Tal vez seamos nosotros lo que tengamos algo para ofrecerle a ellas! Finalmente, también el hijo malvado se sienta con nosotros  a la mesa del Seder...

Es por éso que cada integrante del pueblo de Israel resulta indispensable. De otra manera, el TZiBuR está incompleto.

Tal como enseñara alguna vez el Rabino Harold Kushner: 

Una congregación que reciba solamente santos, sería equiparable a un hospital que reciba sólo gente sana.



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