Kasher...pero apestoso
Me detuve hace unos días a estudiar
el origen de la expresión hebrea Kasher Aval Masriaj (Kasher...pero
apestoso).
Dicha expresión nace de un viejo
chiste en Idish.
En tiempos en que los pañales no
eran descartables, una mujer cometió un error fatal y decidió lavar el pañal de
su bebé en la olla de la sopa.
La mujer fue, entonces, a visitar a
su Rabino a fin de pedir consejo: "¿Es la sopa kasher?", le
preguntó.
"Kasher es", le respondió
el Rabino. "¡Pero apesta!" (Kasher, aval masriaj!).
Dicha expresión describe desde
entonces la conducta de aquel judío que actúa de acuerdo a la ley pero –al mismo
tiempo- olvida el espíritu de la ley. Es lo que el RaMbaN (comentario a VaIkrá
19, 2) llama Naval BiReshut HaTorá (Un infame dentro de los confines de
la Torá).
Existe en nuestra sección semanal un
claro ejemplo de este concepto.
Enseña la Torá en Parashat BeHar:
"Y el varón cuando vendiere
vivienda de ciudad murada, será su rescate hasta cumplirse el año de su venta;
un año será su rescate. Y si no fuere rescatada hasta cumplirse en año entero,
quedará la casa de la ciudad murada a perpetuidad para el comprador, por sus
generaciones; no saldrá en el jubileo" (VaIkrá 25, 29-31).
Supongamos que un hombre necesita de
dinero y decide vender su casa para cancelar una deuda. Según la legislación
bíblica, dicho hombre conserva el derecho a adquirir nuevamente la propiedad -de
manos de quien se la comprara- durante el año posterior a la operación original
(a ésto la Torá llama "rescatar"). Si no lo hiciere -al cabo del año-
la casa pasará definitivamente a manos del comprador.
La lógica detrás de esta ley es
clara. Tenemos aquí dos partes. Por un lado, quien vendió su propiedad, no
porque quiso, sino por necesidad. Por el otro, quien comprara la casa. El uno
se vio urgido a vender su casa; el otro compró la casa en buena ley y tiene
derecho a saber que la casa será definitivamente suya.
Sin embargo la Torá, tomando en
consideración la situación extraordinaria, estipula un plazo en la que dicha
casa permanece en una especie de limbo legal. Le peretence al comprador, pero
el vendedor conserva el derecho a rescatarla durante el año posterior a la
venta.
....
Sin embargo, como ocurre en muchos
casos, fueron muchos los que comenzaron a violar el epíritu de la Ley.
La Mishná (Arajín 9, 4) nos trae un
formidable ejemplo de la expresión Kasher Aval Masriaj.
La Torá sólo habla de una plazo de
un año. No abunda en detalles. La Mishná nos cuenta que los compradores "desaparecían"
de la escena como por arte de magia cuando se acercaba la fecha del rescate.
Ocurría entonces que los vendedores, que habían logrado recuperar el dinero
para "rescatar" la casa, llegaban hasta donde el comprador con el cheque
en mano, y estos súbitamente se habían escondido.
Salían de vacaciones, no atendían el
celular ni respondían WhatsApp...
Era entonces que el plazo se
completaba, y la casa pasaba definitivamente a sus manos. Lo que hacían, era
legal....pero violaba el espíritu de la ley. Kasher Aval Masriaj...
Quien vino a enmendar esta
distorsión fue Hilel el anciano, que estableció una norma por la cual el
vendedor estaba autorizado en el transcurso de dicho año a depositar la suma de
rescate en el Tesoro del Beit HaMikdash, concediéndole ésto el derecho a
retornar a su casa e –incluso- a romper a golpes la puerta de su casa en caso
de que ésta se encuentre cerrada.
Dice el Rabino Mijael Graetz, al analizar
este pasaje:
"La función de cada generación
en el proceso halájico no sólo esta limitada a considerar las transformaciones
sociológicas que se generaron desde el nacimiento de la norma. También cabe
considerar que los sistemas de valores son dinámicos; lo que para una
generación puede ser "bueno", para la otra puede ser "malo".
La aspiración del judaísmo es el Bien; sin embargo con el trancurso de las
generaciones también puede cambiar la noción de lo "bueno" y lo "malo".
Y cuando este sistema de valores se altera, el sistema legal debiera reflejar
dichos cambios".
Porque siempre han habido infames seres que en nombre de la Torá, y dentro de sus confines, violan el espíritu de la Ley. Es misión de cada generación ocuparse de que lo Kasher y lo apestoso nunca marchen de la mano.
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