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domingo, enero 22, 2017

Parashat VaErá 5777

Como perro y gato

Una vieja teoría afirma que los líderes pueden dividirse en dos grandes grupos: el grupo de los gatos, y el grupo de los perros.

Ciertos dirigentes expresan un liderazgo con ribetes caninos. Son cálidos, impulsivos, apasionados y necesitan vivir rodeados de personas. Sin embargo otros, desarrollan liderazgos "gatunos". El gato –a diferencia del perro- es una criatura solitaria, independiente, y tímida.
     
Un perro, amén que su dueño sea Juan Perez o el mismísimo presidente de los EEUU, siempre lamerá a su amo cuando este regrese a su hogar. Los gatos son diferentes: distantes y reservados.

Bajo esta óptica, podemos disponernos a analizar el liderzago de Moshé y de Aharón, quienes en nuestra Parashá se paran frente al faraón de Egipto para exigir la salida de los hijos de Israel hacia la libertad. Basta con analizar el texto bíblico y las fuentes rabínicas para entender rápidamente que el "perro" en esta historia es Aharón, y el "gato" es Moshé.

Aharón desarrolló un liderazgo "canino". Aun cuando intervino en algunos de los capítulos más controversiales de las Escrituras (el episodio del becerro de oro y la murmuración acerca de la mujer cushita que había tomado Moshé, por ejemplo), JaZaL definen a Aharón como un amante de la paz y de sus semejantes, quien perseguía la paz y acercaba a las criaturas a la Torá (Avot 1, 12). 

Todo Israel amaba a Aharón...posiblemente más que a Moshé. Incluso cuando la Torá narra su fallecimiento, está escrito: "Y lloró a Aharón durante treinta días toda la casa de Israel" (BeMidvar 20, 29). No obstante, cuando al final de Sefer Devarim se nos narra la muerte de Moshé, dice la Torá: "Y lloraron los hijos de Israel" (Devarim 34:8).

Dice Avot deRabí Natán que Moshé solía hablar severamente a sus congéneres y era fiel a la justicia absoluta. Aharón, en tanto, no solía reprender a sus congéneres. Por ello a uno lo lloró "toda la casa de Israel", y al otro "los hijos de Israel", sólo los hombres (véase Avot deRabí Natán 12). Mientras que Moshé reprendía a los descarriados, Aharón perseguía la paz y oficiaba de mediador ante matrimonios en crisis.

El Midrash, va incluso más allá:

"¡Cuántos miles hay en Israel que se llaman Aharón!, pues de no ser por Aharón esos niños no habrían venido al mundo (ya que reconciliaba a los matrimonios en crisis)" (Avot deRabí Natán 12).

Con el nombre "Moshé" ocurrió algo muy extraño.

Casi no han habido personajes judíos que se llamaron "Moshé" luego de su muerte. No hay ningún tanaíta llamado Moshé. El RaMbaM (Rabí Moshé ben Maimón), dos mil quinientos años luego de la muerte de Moshé (!), fue el primer judío de renombre que llevó el nombre "Moshé".

De hecho cuando se dice –en referencia al RaMbaM- que "de Moshé a Moshé no hubo como Moshé", no se trata sólo de un elogio a la figura del notable sabio cordobés, sino de una verdad histórica: por miles de años no hubo judíos que se llamaron "Moshé".

De todos modos, y aun cuando desarrollaron dos estilos muy diferentes de liderazgo, Moshé y Aharón tenían un peso similar.

Éso es lo que dice RaSHI al referirse a ambos:

"En ciertos lugares (en la Torá) Aharón es mencionado antes que Moshé, y en otros lugares Moshé es mencionado antes que Aharón. Esto te enseña que ambos tenían un peso idéntico (RaSHI a Shemot 6, 26).

RaSHI nos dice en otra palabras, que ambos son valorados de igual forma. Sin embargo -y de la misma manera- podemos afirmar que el uno complementaba al otro.

Moshé y Aharón -en tanto estaban juntos- conformaban una combinación sólida y compacta porque lograban llevar a cabo una gestión global. La ausencia de alguno de los dos, hubiera deteriorado seriamente la calidad del liderazgo, transformándolo en una conducción parcial y limitada.

La actividad  de Moshé no estaba sujeta a estrictas normas rituales. La de Aharón, como Sumo Sacerdote, estaba regulada por meticulosas reglamentaciones.

Aharón era el encargado de encender las luminarias del candelabro. Moshé, el encargado de encender ‘la chispa’ en el corazón de cada israelita.

Moshé, sin Aharón, era mudo pero Aharón sin Moshé...¡era sordo!

Dice el Midrash Tanjuma que todos los hermanos en las Escrituras se odiaron entre ellos. Cain odió a Hevel...Ishmael odió a Itzjak...Esav odió a Iaakov...las tribus odiaron a Iosef. Sin embargo respecto a Moshé y Aharón esta dicho Hine Ma Tov Uma Naim Shevet Ajim Gam Iajad (Cuán bueno y agradable es que los hermanos vivan juntos) (Tehilim 133, 1).

Moshé y Aharón se querían el uno al otro y en aquel momento en el que Moshé tomó para sí el liderazgo y Aharón el sacerdocio no se odiaron sino que se alegró cada uno por la grandeza adquirida por el otro (Tanjuma, Shemot 27).

Posiblemente, entre los innumerables milagros mencionado en el libro de Shemot, este sea uno de los más extraordinarios y uno de los menos destacados: por primera vez desde la creación del mundo, dos hermanos logran convivir con sus respectivas singularidades, sin celos ni traiciones.

Tal vez no sea tan malo –entonces- llevarse como perro y gato.


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