VaIkrá vs. Bereshit
Hace algunos años, cuando nació mi
segunda hija, regalé a su celosa hermana mayor una serie de DVDs sobre
historias del libro de Bereshit. Para mí era una excelente excusa
para compartir tiempo con ella (y aplacar su creciente celosía) pero para ella
fue mucho más que eso…
Maaián, mi hija mayor, estaba por
entonces en plena “Edad de las preguntas” y ni bien comenzó la primera película
comenzó a despertarse su curiosidad. “¿Por qué Caín no lo quería a Abel?”,
comenzó preguntando. “¿Y por qué Caín tiene las manos llenas de sangre?”,
siguió. “Papá –continuó- ¿una persona se muere cuando se lastima en la
cabeza?”.
Decidí entonces que esa película no
era del todo apta para su edad y opté por elegir al azar otro disco de la
serie: la atrapante historia de José y sus hermanos. También allí comenzaron
las preguntas casi al instante. “¿Un papá puede querer a un hijo más que a
otro?”. “¿Por qué le trajeron a Iaakov esa túnica manchada con sangre?”. “¿Se
puede vender a un hermano?”.
Comprendí al instante que estaba tratando
con una niña de casi cinco años de edad, que acababa de tener una hermanita, y
decidí que lo mejor era detener la película antes que mi criatura se inspire en
el libro de Bereshit y decida cortar por lo sano con aquel entrometido bebé.
Nuestros sabios establecieron que los
niños deben comenzar a estudiar la
Torá a partir del libro de Vaikrá, no a partir de Bereshit..
Vaikrá –el tercer libro de la Torá, que comenzamos a leer esta semana- aparece algo alejado
de nuestra cotidianeidad y sus primeros capítulos mencionan las leyes referidas
a los sacrificios que otrora se ofrendaran en el Templo de Jerusalén. Es por ello que han enseñado nuestros Sabios:
Dijo el Santo Bendito: Dado que los
niños son puros y los sacrificios (también) son puros…¡pues que vengan los
puros [los niños] y se ocupen de los puros [los sacrificios]” (VaIKrá Rabá 7).
Esta disposición rabínica resulta –a
nuestros ojos- algo incomprensible. El libro de Vaikrá abunda en prácticas
rituales y sus tecnicismos difícilmente logren atrapar la atención de un
pequeño. Sumado a esto, es un libro en donde la sangre de los sacrificios
derramada sobre el altar del Templo es moneda corriente.
El lector judío adulto tampoco logra
identificarse fácilmente con el contenido de Sefer Vaikrá. Si bien –de acuerdo
a la enseñanza de los sabios de Israel- los sacrificios habrán de reinstaurarse
con el advenimiento de los tiempos mesiánicos, cuesta imaginar al pueblo judío
retornando a esta práctica de ofrendas y sangre.
No obstante, el pensador judío Richard
Rubinstein ha dicho alguna vez al respecto:
"Allí donde se pida la restauración del
sacrificio animal, la gente protestará vehementemente contra esta limitada y
controlada destrucción, considerándola inhumana y bárbara. Sin embargo, nunca
en la historia ha sido tan grande la sed por lo violento y lo inhumano como lo
es hoy entre los 'civilizados'. Una verdadera pornografía de la violencia
inunda la literatura, el cine y la televisión. La insensibilidad al sufrimiento
humano es hoy mayor que nunca y los carnavales de la muerte han alcanzado
proporciones que los antiguos nunca conocieron" (extraído de 'Judaism', vol. 11, Nro. 2.).
Este razonamiento de Rubinstein bien
puede aplicarse también al libro de Bereshit.
Es cierto que el libro de Vaikrá
está lleno de prácticas “crueles”; pero el libro de Bereshit no está exento de
crueldad. No cabe duda que el libro de Vaikrá está “manchado” de sangre…¿pero
qué hay acerca de la sangre con la que está “manchado” el primer libro de la Torá? No estoy hablando aquí de sangre
animal derramada sobre el altar del templo. Hablo de un libro “manchado” con
sangre fraterna.
A favor del libro de Levítico se podrá
argüir que en tiempos del Templo de Jerusalén –al menos- dichas prácticas no
eran consideradas crueles. Las ofrendas animales eran el método religioso
normativo a través del cual se servía a Di-s. Y este lenguaje religioso estaba
en boga no sólo en el seno del pueblo de Israel, sino también en el resto de
las naciones del mundo.
Este libro se ocupa –finalmente- de cuestiones esquemáticas y simples. Trata lo prohibido y lo permitido, lo puro y lo impuro, pero no se sumerge ni incursiona en los intrincados caminos de la mente humana. No existen allí los celos, las traiciones y las peleas del libro de Bereshit. Es por ello que los Sabios de Israel indicaron que el libro de Vaikrá, desprovisto de todas estas miserias humanas, era el libro adecuado para iniciar a los niños en el estudio de la Torá. La sangre del libro de VaIkrá -en su debido contexto- finalmente era el modo en el que nuestros ancestros servían a Di-s-
Sin embargo no se puede ser tan
contemplativo con la sangre derramada en el libro de Bereshit.
El odio hacia un
hermano fue, es y será un sentimiento reprobable y censurable. Y cuando ese
odio mueve a la acción, como ocurre en Bereshit, el crimen no prescribe con el paso del tiempo.
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