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jueves, marzo 06, 2014

Parashat VaIkrá 5774

VaIkrá vs. Bereshit

Hace algunos años, cuando nació mi segunda hija, regalé a su celosa hermana mayor una serie de DVDs sobre historias del libro de Bereshit. Para mí era una excelente excusa para compartir tiempo con ella (y aplacar su creciente celosía) pero para ella fue mucho más que eso…

Maaián, mi hija mayor, estaba por entonces en plena “Edad de las preguntas” y ni bien comenzó la primera película comenzó a despertarse su curiosidad. “¿Por qué Caín no lo quería a Abel?”, comenzó preguntando. “¿Y por qué Caín tiene las manos llenas de sangre?”, siguió. “Papá –continuó- ¿una persona se muere cuando se lastima en la cabeza?”.

Decidí entonces que esa película no era del todo apta para su edad y opté por elegir al azar otro disco de la serie: la atrapante historia de José y sus hermanos. También allí comenzaron las preguntas casi al instante. “¿Un papá puede querer a un hijo más que a otro?”. “¿Por qué le trajeron a Iaakov esa túnica manchada con sangre?”. “¿Se puede vender a un hermano?”.

Comprendí al instante que estaba tratando con una niña de casi cinco años de edad, que acababa de tener una hermanita, y decidí que lo mejor era detener la película antes que mi criatura se inspire en el libro de Bereshit y decida cortar por lo sano con aquel entrometido bebé.

Nuestros sabios establecieron que los niños deben comenzar a estudiar la Torá a partir del libro de Vaikrá, no a partir de Bereshit..

Vaikrá –el tercer libro de la Torá, que comenzamos a leer esta semana- aparece algo alejado de nuestra cotidianeidad y sus primeros capítulos mencionan las leyes referidas a los sacrificios que otrora se ofrendaran en el Templo de Jerusalén.  Es por ello que han enseñado nuestros Sabios:

Dijo el Santo Bendito: Dado que los niños son puros y los sacrificios (también) son puros…¡pues que vengan los puros [los niños] y se ocupen de los puros [los sacrificios]” (VaIKrá Rabá 7).

Esta disposición rabínica resulta –a nuestros ojos- algo incomprensible. El libro de Vaikrá abunda en prácticas rituales y sus tecnicismos difícilmente logren atrapar la atención de un pequeño. Sumado a esto, es un libro en donde la sangre de los sacrificios derramada sobre el altar del Templo es moneda corriente.

El lector judío adulto tampoco logra identificarse fácilmente con el contenido de Sefer Vaikrá. Si bien –de acuerdo a la enseñanza de los sabios de Israel- los sacrificios habrán de reinstaurarse con el advenimiento de los tiempos mesiánicos, cuesta imaginar al pueblo judío retornando a esta práctica de ofrendas y sangre.

No obstante, el pensador judío Richard Rubinstein ha dicho alguna vez al respecto:

"Allí donde se pida la restauración del sacrificio animal, la gente protestará vehementemente contra esta limitada y controlada destrucción, considerándola inhumana y bárbara. Sin embargo, nunca en la historia ha sido tan grande la sed por lo violento y lo inhumano como lo es hoy entre los 'civilizados'. Una verdadera pornografía de la violencia inunda la literatura, el cine y la televisión. La insensibilidad al sufrimiento humano es hoy mayor que nunca y los carnavales de la muerte han alcanzado proporciones que los antiguos nunca conocieron" (extraído de 'Judaism', vol. 11, Nro. 2.).

Este razonamiento de Rubinstein bien puede aplicarse también al libro de Bereshit. 

Es cierto que el libro de Vaikrá está lleno de prácticas “crueles”; pero el libro de Bereshit no está exento de crueldad. No cabe duda que el libro de Vaikrá está “manchado” de sangre…¿pero qué hay acerca de la sangre con la que está “manchado” el primer libro de la Torá? No estoy hablando aquí de sangre animal derramada sobre el altar del templo. Hablo de un libro “manchado” con sangre fraterna.

A favor del libro de Levítico se podrá argüir que en tiempos del Templo de Jerusalén –al menos- dichas prácticas no eran consideradas crueles. Las ofrendas animales eran el método religioso normativo a través del cual se servía a Di-s. Y este lenguaje religioso estaba en boga no sólo en el seno del pueblo de Israel, sino también en el resto de las naciones del mundo.

Este libro se ocupa –finalmente- de cuestiones esquemáticas y simples. Trata lo prohibido y lo permitido, lo puro y lo impuro,  pero no se sumerge ni incursiona en los intrincados caminos de la mente humana. No existen allí los celos, las traiciones y las peleas del libro de Bereshit. Es por ello que los Sabios de Israel indicaron que el libro de Vaikrá, desprovisto de todas estas miserias humanas, era el libro adecuado para iniciar a los niños en el estudio de la Torá. La sangre del libro de VaIkrá -en su debido contexto- finalmente era el modo en el que nuestros ancestros servían a Di-s-

Sin embargo no se puede ser tan contemplativo con la sangre derramada en el libro de Bereshit. 

El odio hacia un hermano fue, es y será un sentimiento reprobable y censurable. Y cuando ese odio mueve a la acción, como ocurre en Bereshit, el crimen no prescribe con el paso del tiempo.


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