Lucha en Dos Frentes
Nos encontramos en el capítulo 32 del libro de Bereshit. ‘Y quedó Iaakov a solas, y luchó un varón con él hasta el amanecer’. Iaakov lucha con este varón, lo vence, y su nombre deja de ser Iaakov y pasa a ser Israel.
Ahora...¿quién era este hombre que molestó a Iaakov durante toda esa noche? ¿Era un ladrón que quiso asaltarlo? ¿Fue este hombre de frente y le empezó a pegar o empezaron discutiendo y terminaron ‘boxeando’?
La Torá calla y no brinda muchos detalles al respecto.
Sin embargo la Guemará en el Tratado de Julin nos brinda dos interesantes conclusiones respecto a la identidad de este hombre. Rabí Shmuel bar Najmani, nos dice allí que Iaakov peleó contra un Oved Kojavim, un idólatra. Rab Shmuel bar Aja, nos dice que Iaakov peleó contra un Talmid Jajam, un alumno erudito en Torá.
¿Cómo puede entenderse semejante discrepancia? Se está hablando del día y la noche…
El varón idólatra representa a los impulsos asimilatorios; a aquellos elementos de nuestro entorno que nos empujan a abandonar la senda de la Torá. El alumno erudito en Torá -por su parte- representa a la tradición de Israel; a aquellos elementos que nos estimulan a aferrarnos al interminable manantial de sabiduría y espiritualidad que emana de nuestra Torá.
Y -aunque resulte paradójico- también nosotros luchamos con ambos varones al mismo tiempo. Intentamos vencer al varón idólatra, a los impulsos asimilatorios y nos llenamos la boca hablando de nuestro afán por derrotar a la asimilación, y por otro lado luchamos contra el varón erudito en Torá…A menudo invertimos energías en proyectos de judaísmo light, vacíos de Torá.
La lucha contra ambos resulta vana y estéril. La victoria de uno representará -necesariamente- la derrota del otro; no podrán vencer los dos…
No bastan los discursos huecos sobre el hemshej o sobre el goldene keit para vencer al varón gentil. Si no nos agrupamos en derredor de aquellos valores que emanan del Talmid Jajam, su derrota será un hecho y ya no habrá tiempo de llorar.
El varón idólatra nos asecha. Y el varón erudito en Torá, observa impávido la escena.
¡Dejenme que los ayude! ¡Si se acercan a mí, vencemos seguro!
Pero no...Preferimos seguir en la lucha vana y pelear contra los dos. Hoy una cachetada a éste, mañana un golpe a aquel otro…
Quiera Di-s abrir nuestros ojos y hacernos entender la falta de sentido de esta doble lucha.
Nos encontramos en el capítulo 32 del libro de Bereshit. ‘Y quedó Iaakov a solas, y luchó un varón con él hasta el amanecer’. Iaakov lucha con este varón, lo vence, y su nombre deja de ser Iaakov y pasa a ser Israel.
Ahora...¿quién era este hombre que molestó a Iaakov durante toda esa noche? ¿Era un ladrón que quiso asaltarlo? ¿Fue este hombre de frente y le empezó a pegar o empezaron discutiendo y terminaron ‘boxeando’?
La Torá calla y no brinda muchos detalles al respecto.
Sin embargo la Guemará en el Tratado de Julin nos brinda dos interesantes conclusiones respecto a la identidad de este hombre. Rabí Shmuel bar Najmani, nos dice allí que Iaakov peleó contra un Oved Kojavim, un idólatra. Rab Shmuel bar Aja, nos dice que Iaakov peleó contra un Talmid Jajam, un alumno erudito en Torá.
¿Cómo puede entenderse semejante discrepancia? Se está hablando del día y la noche…
El varón idólatra representa a los impulsos asimilatorios; a aquellos elementos de nuestro entorno que nos empujan a abandonar la senda de la Torá. El alumno erudito en Torá -por su parte- representa a la tradición de Israel; a aquellos elementos que nos estimulan a aferrarnos al interminable manantial de sabiduría y espiritualidad que emana de nuestra Torá.
Y -aunque resulte paradójico- también nosotros luchamos con ambos varones al mismo tiempo. Intentamos vencer al varón idólatra, a los impulsos asimilatorios y nos llenamos la boca hablando de nuestro afán por derrotar a la asimilación, y por otro lado luchamos contra el varón erudito en Torá…A menudo invertimos energías en proyectos de judaísmo light, vacíos de Torá.
La lucha contra ambos resulta vana y estéril. La victoria de uno representará -necesariamente- la derrota del otro; no podrán vencer los dos…
No bastan los discursos huecos sobre el hemshej o sobre el goldene keit para vencer al varón gentil. Si no nos agrupamos en derredor de aquellos valores que emanan del Talmid Jajam, su derrota será un hecho y ya no habrá tiempo de llorar.
El varón idólatra nos asecha. Y el varón erudito en Torá, observa impávido la escena.
¡Dejenme que los ayude! ¡Si se acercan a mí, vencemos seguro!
Pero no...Preferimos seguir en la lucha vana y pelear contra los dos. Hoy una cachetada a éste, mañana un golpe a aquel otro…
Quiera Di-s abrir nuestros ojos y hacernos entender la falta de sentido de esta doble lucha.