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jueves, octubre 30, 2014

Parashat Lej Lejá 5775

Dios, luces y sombras

Cuando el escritor portugués José Saramago presentó su libro "Caín" en 2009 generó un revuelo en la prensa mundial. Declaró entonces que la Biblia es "un libro de malas costumbres" y que "el Dios de la Biblia no es de fiar, es mala persona y vengativo".

De acuerdo a la novela de Saramago, el deseo real de Caín fue matar a Dios, dado que Éste le había dado la espalda. Al no poder lograrlo, decidió asesinar a su hermano...

"La humanidad sería distinta sin la Biblia. Seguramente mejor", concluyó Saramago.

Los argumentos de Saramago no son nuevos. Son muchos los que sostienen que el mundo se vería mucho mejor sin religiones.

Es cierto que las religiones han sido causantes de odio y derramamiento de sangre a lo largo de la historia. Pero no menos cierto es que la religiones –cuando fueron interpretadas correctamente- han sido motor de un un infinito caudal de amor y muestras de entrega por parte de sus fieles (Por desgracia, la mayoría de la humanidad posee suficiente "religión" para odiar, pero no la suficiente para amar).

Volviendo al judaísmo y a la Biblia hebrea, cabe de todos modos hacer un aclaración: Los judíos no leemos la Torá sino a través de sus comentaristas.

Ciertos pasajes de la Torá escrita –en su máxima literalidad- pueden ser extremadamennte severos. Pero los judíos no leemos la Torá de manera literal. Los comentaristas de cada generación han sido los responsables de encontrar la Voz divina en el Texto a fin de que éste conserve su relevancia con el trancurso de los siglos.

Saramago no es el primero en "asustarse" al leer literalmente la Torá. Ésto ha pasado por siglos, incluso en el seno del pueblo judío. Los éxegetas bíblicos vienen confrontándose con la literalidad de la Torá desde tiempos remotos. Autoridades rabínicas de renombre, que forman parte de la columna vertebral de nuestro pueblo, han sabido interpretar la letra escrita con creatividad y originalidad a fin de que ésta refleje el sistema de valores reinante en cada lugar y generación.

En Parashat Lej Lejá, Dios se dirige a Abraham y le anuncia el cambio de su nombre.

"No será llamado más tu nombre Abram, y será tu nombre Abraham (אברהם)" (Bereshit 17, 5). Algunos versículos más tarde, Di-s también anunciará el cambio de nombre de su esposa Sará: "A Sarai tu mujer, no llamarás su nombre Sarai, porque Sará (שרה) es su nombre" (17, 15).  

De acuerdo al Talmud, el cambio de nombre de nuestros patriarca y de su esposa repercutirá sobre sus destinos. Prueba de ello es que luego del cambio, Abraham y Sará gozarán de la bendición de la paternidad, algo que les estaba vedado como pareja hasta entonces (Rosh HaShaná 16b).   

Sin embargo, es posible que estos nuevos nombres representen una auténtica revolución teológica.

Por primera vez Dios, por propia Voluntad, decide tomar una de las letras de su Sagrado Nombre (la letra ה') y añadirla al nombre de dos mortales.

Dios, a través de dicha alteración, le anuncia el mundo que Él desea apegarse a lo bueno y a aquellos que tienen atributos nobles, tal fue el caso de Abraham y Sará. A aquellos que riegan el mundo de sangre y violencia en nombre de Dios y de la religión –cualquier religión- Dios les dará indefectiblemente la espalda.

Existe un poderosísmo comentario rabínico referido a la creación de la luz y de la oscuridad.

Al ser éstas creadas -en el primer día de la creación- nos anuncia la Torá: "Y llamó Dios a la luz ‘Día’, y a la oscuridad llamó ‘Noche’" (Bereshit 1, 5).

Preguntan nuestros sabios en el Midrash: ¿Por qué dice "Y llamó Dios a la luz 'Día'" "y a la oscuridad llamó 'Noche'? ¿Acaso no debiera decir "y a la oscuridad llamó Dios 'Noche'"? ¿Dónde está Dios cuando crea la oscuridad?

Concluyen nuestros Sabios: EIN HAKADOSH BARUJ HU MEIAJED SHEMO AL HARAA (Jamás unirá Dios Su Nombre con el mal), por ello al hablar de la oscuridad Dios prefiere alejarse y hacerse a un lado (Bereshit Rabá 3, 6).

Los comentaristas bíblicos enseñan que la milenaria tensión existente entre bien y mal, paz y discordia o bien entre luz y oscuridad, Dios nunca será un mero espectador. Dios –a la luz de nuestros Sabios- dista de ser un Ser cruel, vengativo y sediento de sangre, como afirma Saramago.

Dios nunca mira de costado.
Dios no es neutral.

Siempre se apegará a lo bueno, tal como añadió Su esencia al nombre de nuestro patriarca Abraham y de nuestra matriarca Sará.


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