Buscar este blog

miércoles, octubre 31, 2018

Parashat Jaiei Sara

Mira quién corre....

El capítulo veinticuatro de Sefer Bereshit nos relata el viaje de Eliezer hacia la tierra de Abraham en busca de una mujer para Itzjak.

Dijo Abraham a Eliezer, su siervo: ‘No tomes mujer para mi hijo, de las hijas del cananita...sino que a mi tierra y a mi parentela irás y tomarás mujer para mi hijo’ (Bereshit 24, 3-4).

Al llegar Eliezer al final de su camino, la Torá nos muestra a tres personajes diferentes que corren para cumplir con su cometido.

El primero de ellos es el propio Eliezer, quien corre al encuentro de Rivka para asegurarse de haber encontrado a la mujer indicada para el hijo de su señor (Bereshit 24, 17). La segunda que corre en este capítulo es nuestra matriarca Rivka quien se apresura para anunciar en casa de su madre la llegada de Eliezer y su pedido de hospedaje (Bereshit 24, 28). El tercero es Laban, hermano de Rivká, quien corre hacia Eliezer obnubilado por el aro y las alhajas que este estaba trayendo (Bereshit 24, 29).

Todos tuvieron idéntica reacción; sin embargo podemos ver que el móvil fue diferente en cada uno de los casos. Están quienes corren -como Eliezer- cuando advierten que la descendencia de Abraham corre peligro; cuando observan que la promesa divina de multiplicar a Su pueblo está condicionada por factores externos. Son los que corren y ‘se juegan’ por el destino del pueblo judío.

Están quienes corren -como Rivká- para cumplir una ‘mitzvá’; para transformar a su vida en entrega y compromiso por la suerte de aquellos que no tienen dónde dormir o qué comer. Por último, están quienes sólo corren -como Labán- trás el dinero y el brillo del oro; quienes llevan adelante una existencia mediocre y vacía de toda espiritualidad. Si ves a alguno corriendo por la vida no des importancia a la rapidez de sus piernas; miralo a los ojos y sabrás el por qué de su apuro.

Sabrás si su urgencia tiene que ver con la entrega de Eliezer y Rivká o con la miseria de Laván.

sábado, octubre 27, 2018

Parashat VaIerá

Espejismos de Justicia

Rabino Gustavo Surazski

Esta semana leemos en la Torá acerca de la destrucción de Sedom y Amorá.

Al hablar de estas ciudades, solemos pensar que en estos lugares la justicia estaba ausente. Y no es cierto. Eran ciudades con muchas leyes, y la gente no le daba la espalda a SU LEY....

¿Qué es entonces lo que enojaba tanto a Dios? ¿Por qué destruir dos ciudades con gente tan obediente?

Se nos cuenta, por ejemplo, que había una ley en Sedom que prohibía darle pan a la gente pobre. Aquel que diera pan a los pobres sería quemado en el fuego. Cuando un pobre se allegaba a ellos, no le daban pan sino tan sólo monedas...y cada uno escribía su nombre sobre ella. Cuando el pobre moría, cada uno venía y recuperaba su moneda.

Sedom era un lugar muy "civilizado"…pero faltaba el temor a Dios. Y sin temor a Dios, poco sentido tenían las leyes...

Cuando leo la historia de Sedom y Amorá me viene a la mente lo que varias generaciones más tarde ocurrirá en la tierra de Egipto.

La Torá nos cuenta que cuando los hijos de Israel descendieron a Egipto, el faraón de Egipto los ubicó en la tierra de Goshen, en los suburbios del imperio.

¿Por qué fueron los hebreos a habitar ese lugar tan alejado?
La Torá nos dice: Ki Toavat Mitzraim Kol Roé Tzon (Bereshit 46, 34).
Los pastores de ovejas eran una abominación para los egipcios.

Abraham Ibn Ezra explica que los egipcios eran por entonces vegetarianos y no iban a permitir de ninguna manera que un hombre coma carne en su entorno.

Los hijos de Israel eran apreciados en Egipto…Su ocupación no tanto.
Para los Egiptos era abominable que un hombre juegue con la vida de un animal.

Unas cuantas décadas después, esos mismos egipcios que amaban tanto a los animales estaban arrojando a los niños hebreos al Nilo.

Eso no era abominable…

Cuando leía este comentario de Ibn Ezra vino a mi mente la imagen del nazismo.
Una de las más grande paradojas de la historia es que el régimen nazi fue uno de los precursores de las políticas de estado a favor de la ecología y del medio ambiente.

En 1933 el nazismo aprueba la Ley de Protección de los Animales.
Un año después se aprueba la Ley del Reich de la Caza
y en 1935 entrará en vigor la Ley de Protección de la Naturaleza.

El mundo aun no sabía que debía aprobar una Ley de Protección contra el Nazismo, ignorando que ese régimen tan proclive al amor por la naturaleza protagonizaría el capítulo más funesto en la historia de la humanidad.

Lastimar la naturaleza era abominable…Las cámaras de gas no….

El Rabino Yissocher Frand explica esta idea a través de un ejemplo bien gráfico.

El respeto a las leyes no siempre asegura armonía social.

En plena Noche de los Cristales Rotos en la Alemania nazi, un niño ingresó corriendo a su jeder y a los gritos informó al Rabino que su casa se estaba incendiando.

El Rabino salió corriendo del aula y telefoneó al Departamento de Bomberos para informar del incendio.

‘No podemos hacer nada’, le dijo el Jefe de Bomberos. ‘Apagar ESE incendio es ilegal’.

Alemania seguía siendo un país de leyes, como siempre. Ocurría que por entonces era ILEGAL apagar incendios en casas de judíos.

Bajo ese aspecto, en la Alemania de Hitler ocurría lo mismo que en Sedom: La gente respetaba las leyes a rajatabla. Pero sin temor a Dios, las leyes no sirven para nada.

Tal vez sea por eso que Dios dice a Abraham al cabo de las diez pruebas a la que fuera sometido (Bereshit 22, 12): ‘Ahora sé que eres temeroso de Di-s’.

¿Por qué Dios elige esa expresión?
¿Por que no decirle: ‘Ahora se que eres obediente’ o ‘Ahora conozco tu sumisión’?

Posiblemente, porque hay mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.

Existe mucha gente obediente y sumisa en el mundo, pero obedece y se somete ante estos espejismos de justicia.

La gente de Sedom era obediente, la de Egipto denostaba a los pastores, la gente de Hitler era sumisa...

Pero lo de Abraham era diferente.
Abraham fue el primero en ser temeroso del Cielo.




jueves, octubre 18, 2018

Parashat Lej lejá

No hay edad para el cambio

Setenta y cinco años tenía Abraham al salir de casa de su padre. Setenta y cinco años vivió Abraham equivocado. Escuchó el llamado de Dios y partió. ‘Y dijo el Eterno a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa paterna, a la tierra que te señalaré’.

¿Qué sabemos de los setenta y cinco primeros años de Abraham?

Poco y nada. El Midrash nos cuenta que era comerciante. Teraj, su papá, moldeaba ídolos para cultos paganos. En una ocasión salió su papá, y dejó a Abraham a cargo del negocio. Abraham tomó un palo y destrozó todas la estatuas de su padre. Todas, menos una; y en sus manos puso el palo.

Su padre regresó, y al ver el desastre en su comercio, preguntó horrorizado a su hijo: ‘¿Quién hizo ésto?’.

"¡No sabes lo que pasó cuando saliste!", dijo Abraham. "Las estatuas comenzaron a pelearse. Todas querían comer primero de las ofrendas. Una decía ‘¡Primera, yo!’ otra ‘¡No, primero yo!’. La más grande de todas, tomó un palo en la mano y destrozó a todas sus compañeras".

"¿Crees que soy tonto?", dijo Teraj a su hijo. "¿Cómo voy a creer éso?".

"No escuchen tus oídos lo que está diciendo tu boca", dijo Abraham (Bereshit Rabá 38, 13).

Abraham comprende que setenta y cinco años son muchos, pero que eso no lo inhibe para actuar.


De hecho, los grandes sucesos de la vida de Abraham ocurrieron después de los setenta y cinco años. A los setenta y cinco años se va de su casa y se establece en la Tierra de Israel. A los ochenta y seis años, nace su primer hijo (Ishmael). A los noventa y nueve años, cambia su nombre, y abraza la fe judía practicándose el brit milá. Y a los cien años, nace su hijo Itzjak.

¿Qué hizo Abraham antes de los setenta y cinco? Sabemos poco. Lo que sí sabemos es que la vida -la auténtica y provechosa vida de Abraham- comenzó allí, en ese punto en el que mucha gente dice ‘Ya no tengo más fuerzas’. 


En ese punto, Dios llama a Abraham y le dice: ‘Si creías no tener más fuerzas, Yo te llamo, te confío la formación de un pueblo de quien serás su padre, y te demostraré que tenes muchas más fuerzas de las que creías tener. Mañana a la mañana no te vas a levantar para ir al negocio de tu papá a vender ídolos de barro en los que no crees...Lej, Lejá...¡Vete de aquí!. Junta fuerzas y sal de tu vida en busca de un nuevo rumbo. Yo estoy contigo’.

Leí en una oportunidad, acerca de los premios Nobel y de su orígenes. Alfred Nobel, un químico sueco, amasó fortunas fabricando explosivos y vendiendo la fórmula a diferentes gobiernos para fabricar armamentos.

Ya de grande, el hermano de Nobel murió, y por un error periodístico se público la necrólogica de Alfred, que por la mañana tomó el diario y se enteró que...¡había muerto! Sin embargo, tuvo una oportunidad única; logró leer aquello por lo que sería recordado a la hora de su muerte.

Fue tal su costernación al ver que pasaría a la historia y sería recordaddo por ser un mercader de la muerte, que tomó toda su fortuna y la usó para crear la fundación que premia los mayores logros en diversos campos útiles para la humanidad.

Y en realidad, es por eso –por los premios- y no por los explosivos que se lo recuerda al día de hoy. Fue en los últimos años de su vida, que Nobel le imprimió un nuevo rumbo a la existencia.

No seamos ingenuos. Hay ciertas veces en la vida que es difícil volver a empezar. La edad nos limita para ciertas cosas, a todos, niños, jóvenes y ancianos. Uno va creciendo y ciertas cosas ya son difíciles de cambiar. Para convivir con ello, también es necesario ser fuerte.

Quiera Dios darnos la fuerza para cambiar lo modificable, y para aprender a convivir con aquello que no lo es.


miércoles, octubre 10, 2018

Parashat Noaj

Pensando en el Vino

Al leer los primeros versículos de Parashat Noaj, llama poderosamente la atención que tratándose Noaj de un hombre probo e íntegro no haya sido desigando como padre del pueblo de Israel.

"Noaj, hombre justo e íntegro era en sus generaciones", nos dice la Torá al inicio de la Parashá (Bereshit 6, 9) ¿Acaso se necesita más que eso?

Los comentaristas se han encargado de responder a este interrogante sugiriendo que Noaj encaró el diluvio con una gran cuota de egoísmo. Se cuenta en el Zohar que al salir Noaj del arca y ver al mundo en ruinas comenzó a llorar y a implorar a Di-s:

¡Soberano del mundo! ¿Acaso no eres llamado piadoso? ¡Tendrías que haberte apiadado de tus criaturas!

Le dijo el Santo Bendito: ¿¡Ahora me lo dices!? ¡Por qué no lo hiciste cuando avertí que traería el diluvio!? Seguramente, al saberte a salvo en el arca no se te ocurrió pensar en el funesto destino del mundo... (Midrash HaNeelam, Noaj).

Sin embargo deseo hoy proponer otra respuesta para este interrogante, que está relacionada con la actitud de Naoj al finalizar el diluvio.

Al salir Noaj del arca, nos cuenta la Parashá: "Y empezó Noaj, (ser) hombre de la tierra (labrador), y a plantar una viña. Y bebió del vino y emborrachóse" (9:20-21)

Los sabios de Israel interpretan que la palabra "VaIajel" no proviene del verbo "LeHatjil" (Empezar) sino de la palabra "Jol" (Ordinario). De esta manera sugieren que Noaj se transformó en un ser ordinario al decidir comenzar esta nueva etapa de su vida plantando una viña. Podría haber plantado un higuera o un olivo y sin embargo comenzó plantando algo que terminó siendo su perdición y lo ubicó (a él y a sus tres hijos) frente a un complejo cuadro familiar de impredecibles consecuencias (véase Bereshit 9, 20-27).

¿Qué haríamos nosotros en su lugar? Si ante nuestros ojos viéramos al mundo en ruinas y debiéramos comenzar de cero...¿por dónde empezaríamos?

Algunos comenzarían construyendo una casa, otros tal vez una escuela... ¿En qué pensó Noaj? ¡En el vino!

Vemos que ese orden de prioridades dista de coincidir con la escala de valores de nuestros patriarcas.

¿En qué pensaban ellos?

En encontrar -por ejemplo- una pareja adecuada para sus hijos, no sea que vayan a tomar mujer de entre las hijas de Cnaan (ver Bereshit 24,3; Bereshit 28, 8 donde se habla acerca de Abraham y de Itzjak).

Otro ejemplo interesante tiene que ver con el tercero de nuestros patriarcas. Cuando Iaakov descendió con sus hijos a la tierra de Egipto -inaugurando una nueva etapa en la vida de su familia- se nos cuenta que envió a Iehudá adelante de todos ellos (Bereshit 46, 28). RaSHI nos enseña que Iehudá fue enviado en primer término a fin de establecer un Beit Talmud (una escuela) para los recién llegados (véase RaSHi a Bereshit 46, 28).

Abraham e Itzjak pensaban en la continuidad. Iaakov pensaba en la educación de sus hijos. ¿En qué pensaba Noaj? En los placeres de la bebida.

Un amigo me contó hace un tiempo que visitó la ciudad de Las Vegas en el Estado de Nevada de EEUU y se alojó en un hotel de la zona. Como es sabido, Las Vegas es la capital mundial del juego. Sin embargo, su visita a la ciudad nada tenía que ver con el mundo de la apuestas.

Mi amigo, que había llegado al lugar en viaje de negocios, regresó a su habitación después de una larga jornada de trabajo y quiso abrir la ventana para tomar un poco de aire fresco. Empujó la ventana con fuerza y notó que ésta estaba trabada a punto tal que resultaba imposible abrirla. Llamó entonces a la recepción del hotel y allí se le dijo que en la ciudad de Las Vegas las ventanas de los hoteles permanecen bloquedas por ley. La razón de semejante regla está relacionada -desde ya- con las apuestas. Se le dijo que mucha gente, al haber perdido grandes cantidades de dinero, puede verse tentada a saltar por la ventana al regresar a su habitación.

Resulta insólito pensar que alguien puede poner su dinero en un orden de prioridad superior al de su propia vida. ¿Acaso la gente no sabe que esto es un absurdo? ¿Es realmente necesario que un municipio o un hotel establezca una política tal a fin de salvar la vida de sus clientes?

Algo similar ocurre con las multas a los conductores ebrios. Todos saben que el conducir ebrio resulta peligroso. Y aun así el Estado amenaza a los conductores con fuertes multas en caso de ser atrapados en estado de ebriedad. ¿Por qué? ¿Acaso en peligro a perder la vida no representa suficiente escarmiento? Evidentemente no. Muchos son los que a la hora de subirse al volante piensan más en el "alcohol" que en la "vida".

La elección de un orden de prioridades correcto resulta uno de los más grandes desafíos que enfrenta todo hombre y mujer en su paso por este mundo. Y es la clave para el desarrollo de la vida de hombres, sociedades y naciones.

Desde un punto de vista racional, la ecuación siempre resultará sencilla. Pero a la hora de la verdad, la abrumadora absoluta del genero humano suele encarar la vida pensando en "tiempo presente" en lugar de hacerlo en "tiempo futuro".

Noaj estableció un orden de prioridades errado. Pensó en el vino y olvidó como repercutiría esto en sus hijos, convirtiendo a lo secundario en principal y a lo principal en secundario. Nadie puede ser el padre de una nación de valores eternos en base a semejante orden de prioridades.
.