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miércoles, marzo 29, 2006

Parashat VaIkra 5766

Ajustando el Dial 

La Parashá de esta semana comienza diciendo: Y llamó a Moshé y habló Di-s a él desde la tienda del plazo diciendo. A lo largo de los años, muchos jóvenes (y también adultos) me han preguntado: ‘¿Y por qué Di-s hablaba con Moshé y no habla ahora conmigo?’.

A mi humilde entender, la pregunta carece de sentido. Di-s no habló con Moshé por ser "Moshé", sino que –por el contrario- Moshé fue "Moshé" porque logró escuchar a Di-s. Lo cual es bastante diferente.

Todos tenemos ese potencial, aun cuando no hubo ni habrá profeta como Moshé. Y si bien dicen nuestros Sabios que "con la muerte de los últimos profetas, Jagai, Makaji y Zejariá se interrumpió la profecía en Israel" (Sanhedrín 11a) lo cierto es que esto ocurrió no porque
 Di-s haya dejado de hablar, sino porque Israel perdió la capacidad de escuchar.

Imaginemos la forma en la que funciona una radio. Las ondas radiales ‘flotarán’ por el aire por doquier. Pero si no tenemos receptor o nos falta batería o ubicamos el dial en la posición incorrecta, jamás podremos transformar esas ondas en música y palabras. Exactamente lo mismo ocurre con Di-s. Su mensaje allí está y siempre está. Tal vez los que fallamos somos nosotros.

Leemos esta semana Parashat VaIkrá, la sección que inaugura el tercer libro de la Torá que lleva justamente el mismo nombre: Sefer VaIkrá.
El midrash nos dice que Di-s no llamó a Moshé en voz baja (¡Moshé, Moshé!), sino que la Voz de Di-s fue poderosísima, incluso podría haber roto los árboles con Su potencia (Tanjuma, Vaikrá 1). Y, aun así, el único que escuchó esa Voz fue Moshé.

A menudo miramos el mundo y nos preguntamos: ¿Está Di-s presente?
¿Es este el mundo que Di-s quiere? Vemos pobreza, desolación, guerras y violencia. ¿Y Di-s? ¿Dónde está?

Si no percibiemos la presencia de Di-s no es porque se fue; es porque nuestro proyecto de humanidad no coincide en lo más mínimo con el Suyo. 
Porque nos habla y no podemos escucharlo.

Leemos en el Salmo 29, que cantamos cada Kabalat Shabat: Kol Adonai BaKoaj (La voz de Di-s engendra la fuerza), Kol Adonai Shover Arazim (La voz de Di-s quiebra los cedros), Kol Adonai Iajil Midvar (La voz de Dios hizo temblar el desierto).

No hay Voz más fuerte en este mundo que la Voz de Di-s; tal vez lo que fallan son nuestros receptores.


sábado, marzo 18, 2006

Parashat VaIakhel-Pekudei - Shabat HaJodesh 5766

El Día Después

El inicio de Parashat VaIakhel, nos muestra a Moshé convocando a todo el pueblo para anunciar la importancia del Shabat y detalles para la construcción del Mishkán.

RaSHI nos agrega, al inicio de la Parashá, un dato interesante que el Texto calla. Nos cuenta que la convocatoria de Moshé fue al día siguiente de Iom HaKipurim.

Sin dudas, hubiera sido más fácil para Moshé hacerlo un día antes, en la santidad de Iom HaKipurim. Ese día, todo el pueblo ya estaba convocado viendo como Moshé bajaba del Monte Sinaí con las segundas Tablas. Ya hemos dicho la semana pasada que aquel Iom HaKipurim fue el primer Gran Perdón de Di-s en la historia del pueblo de Israel. Sin dudas, era un día más que apto para establecer pautas de conducta en el pueblo. Israel acababa de apreciar la bondad de Di-s y seguramente estaba más que predispuesto para escuchar Sus ordenanzas.

Sin embrago, Moshé decidió esperar un día. Evidentemente, habrá confiado mucho en su poder de convocatoria; reunir a todo el pueblo de Israel al día siguiente de Iom HaKipurim debe contarse entre los desafíos más difíciles para todo líder judío. El pueblo cansado y agotado por el largo ayuno y por la intensidad del día más sagrado del año, seguramente se hubiera negado a la convocatoria de cualquier otro líder. Sin embargo Moshé lo logró. Al día siguiente de Iom HaKipurim tuvo a toda la congregación delante suyo para seguir enseñándole, como lo venía haciendo.

Deseo suponer que este comentario de RaSHI desea enseñarnos algo más que un detalle horario. Posiblemente, RaSHI nos quiera enseñar que el verdadero desafío de un líder es congregar a la gente al día siguiente de Iom HaKipurim. No es un mérito convocar a la gente en aquellas oportunidades en que viene sóla; en Iom HaKipurim la gente viene sin que se la llame. Sin embargo, al día siguiente de Iom HaKipurim la convocatoria es dificultosa, y hay que invertir energías en esa convocatoria…El líder no debe esperar que la gente venga, sino que debe salir a buscarla cuando no viene.

Pero, al mismo tiempo, el mensaje de RaSHI bien puede ser una invitación a los judíos de nuestra generación a fin de vivir cada convocatoria con el mismo compromiso y con la misma devoción con los que se vive el día de Iom HaKipurim y trasladar parte del espíritu de este día al resto de los días del año.

martes, marzo 14, 2006

Parashat Ki Tisa - Shabat Pará 5766

El Gran Pecado y el Gran Perdón

Parashat Ki Tisa es la sección de la Torá que relata el tristemente célebre episodio del Becerro de Oro que desembocó en la ira de Moshé y el quiebre de las primeras tablas de la Ley.

Tenemos siempre dos opciones cuando nos confrontamos con este suceso. La primera es ‘cargar las tintas’ sobre los hijos de Israel. Es cierto...esta es la Parashá del gran pecado. De hecho es la primera vez que los judíos cayeron en el gran pecado de decir: ‘Yo soy judío a mi manera. ¿Quién necesita a la Torá? Si Moshé no baja con la Torá...hagamos a un becerro que reemplace a Moshé y nos guíe en esta travesía’.

Sin embargo, prefiero no ver a Parashat Ki Tisá como la Parashá del Gran Pecado; prefiero verla como la Parashá del Gran Perdón. Es cierto que esta Parashá habla mal de Israel. Pero no menos cierto es que –al mismo tiempo- nos presenta al atributo de misericordia de Di-s (Midat HaRajamim) en su máxima expresión.

Di-s no eligió al pueblo de Israel por ser perfecto, sino que lo eligió a pesar de su imperfección. Di-s no necesita de un pueblo perfecto, ni de humanos perfectos; para la perfección está El. Di-s necesita de un pueblo y de seres humanos que puedan aspirar a la superación. Quizá haya sido por ello que Di-s perdona finalmente al pueblo. Consideraba que esas ansias de superación seguían latentes en Israel, a pesar del triste traspié del becerro.

Moshé volvió a subir al monte el primero de Elul para bajar cuarenta días después con las segundas tablas en sus manos. Aquel día en el que regresó del monte era 10 de Tishrei, que quedaría marcado a fuego en nuestro calendario como Iom HaKipurim, el día de la expiación y del perdón de Di-s.

De acuerdo al Talmud (Berajot 8b) Moshé colocó esas segundas tablas en el Arón junto a los restos de las primeras que él mismo había partido de cara al becerro.

¿Quién necesitaba a esas tablas hechas añicos en el Arón HaKodesh? ¿Por qué tenían que yacer junto a las tablas completas?

Deseo suponer que las tablas destrozadas representan el Gran Pecado...Pero las tablas enteras, representan el Gran Perdón. Juntas expresan la posibilidad de enmendar nuestros errores. Nuestros pecados pueden ser enormes, pero esas tablas juntas testimonian el hecho de que un hombre o un pueblo pueden equivocarse, pero Di-s perdona si se invoca con sinceridad Su perdón.