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sábado, octubre 29, 2005

Parashat Noaj 5766

El Arca de Noaj: ¿Salvación o Prueba?

Nuestros sabios jajamim nos cuentan que Noaj no construyó el arca de un día para el otro, sino que demoró varios años en construirla. Así, aquella generación lo vería trabajar, le preguntaría por los motivos de semejante emprendimiento náutico y tendría tiempo para hacer teshuvá.

Noaj podría haber anunciado con megáfono que el mundo iba a ser destruido. Sin embargo no lo hizo. Durante todos esos años, Noaj durmió tranquilo. Permaneció construyendo el arca, encerrado en sí mismo, y sin importarle la suerte de aquella generación...

Cuando uno analiza la manera en la que Noaj fue salvado del diluvio, no puede dejar de preguntarse si eso era en realidad una salvación o una prueba.

Nosotros conocemos bien a Di-s cuando se enoja. Sedom y Amorá, serán destrudas por una lluvia de fuego y azufre en cuestión de horas, no en cuestión de meses...

¿Por qué no utilizó otro método más ‘cómodo’ para salvar Noaj? ¿Por qué Di-s lo obliga a doce meses de encierro entre jirafas, jabalíes y cebras, casi sin luz y sin aire? Más que una salvación, eso parecía una auténtica prisión...

Ocurre que Di-s, además de salvar a Noaj lo estaba probando. No lo premió con unos meses de crucero por el mundo sino que lo condenó a reflexionar sobre aquel ego que no le permitió prevenir a sus congéneres de la destrucción vendría sobre el mundo...

Noaj y sus hijos, según el Midrash, estuvieron doce meses sin dormir. Cada animal tenía su horario para comer. Algunos de mañana, otros de tarde, otros de noche. Di-s lo condenó de esta forma a ejercitar la clemencia y la piedad...

Paradójicamente, quien había dormido tranquilo durante años cuando la suerte de la humanidad estaba en juego, no pudo dormir durante un año cuando estaba en juego la suerte de las bestias...

Al cabo de un año, Noaj había aprendido la lección.
Noaj ya podía ser el padre del nuevo hombre y de la nueva civilización.

viernes, octubre 28, 2005

Parashat Bereshit 5766

A la espera del 'Hineni'

Cuando analizamos el relato de la Creación, y observamos las conductas de las primeras generaciones, notaremos que el hombre nació evadiendo responsabilidades.

Adam, habiendo ya comido del fruto prohibido, oyó la voz de Di-s que le preguntaba: ‘¿Acaso has comido del árbol?’. El hombre no admitió culpas: ‘La mujer me diste me dio de ese fruto’.
Tampoco la mujer aceptó cargos: ‘Fue la serpiente’, dijo. ‘Ella me sedujo y comí’.

Cain acababa de asesinar a su hermano Abel y oyó la voz de Di-s que le dijo: ‘¿Dónde está tu hermano?’. Y Cain -bien educado por sus padres a la hora de evadir responsabilidades- dijo: ‘¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?’.

Esta insensibilidad por la vida del otro continuará en Parashat Noaj, la sección de la Torá que leeremos la semana próxima.


Toda una generación iba a ser borrada de la faz de la tierra. Sólo Noaj y los suyos quedarían libres de cargos.


Sin embargo Noaj, hombre justo y probo a los ojos de Di-s, evitó interceder por aquellos que estaban condenados.

La Torre de Babel es otro claro ejemplo. Se dice que si un ladrillo caía desde lo alto, todos lloraban. En cambio, si el que caía era un hombre, el accidente era visto con indiferencia.

Según parece, Di-s estaba buscando desde el mismo momento de la Creación, a aquel hombre que pudiera ser portador de Su palabra y de Su mensaje. Dios le pregunta al primer hombre ‘Aieka’ (¿Dónde estás?) y sólo recibirá respuesta veinte generaciones después, con el nacimiento de Abraham Avinu, el primero en responder ‘Hinení’ (Aquí estoy). El primer hombre en sentirse un auténtico guardián de su hermano.


Adam fue sin dudas el primer hombre...Pero el primer mentsch fue Abraham Avinu.
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