Sukot, a diferencia del resto de las festividades de peregrinación, no conmemora ningún acontecimiento histórico puntual. En Sukot más bien celebramos el cuidado de Di-s por nuestros antepasados al hacerlos morar en cabañas durante la travesía del desierto.
¿Por qué entonces no celebramos esta festividad en el mes de Nisan? ¿Acaso no dice la Torá: ‘En las cabañas hice habitar a los hijos de Israel cuando los saque de Egipto’?
Tal vez la respuesta sea que sólo quien atravesó la experiencia de los Iamim Noraim, y se apegó a los valores espirituales que emanan de ellos, puede vivir en paz el desapego del confort, salir de su casa y pasar a vivir en una frágil Suká durante siete días.
Sukot está en las antípodas de Pesaj, separadas exactamente por seis meses. Sukot al comienzo del otoño, y Pesaj al comienzo de la primavera.
Sukot, en cierto modo, es el anti-Pesaj. Y no sólo por estar en las antípodas del calendario hebreo. Pesaj es la festividad del confort. Ponemos almohadones como respaldo y comemos recostados; nos tratamos unos a otros como si fuéramos reyes.
Sukot es todo lo contrario. Nos ensuciamos construyendo la Suká con nuestras propias manos, nos mojamos (si llueve), vivimos siete días sin muebles ni vivienda firme y resignamos la intimidad que nos ofrece nuestro hogar.
Sukot es la festividad en la que nos apegamos a las cosas sencillas de la vida y, aun así, ejercitamos la alegría, tal como nos pide la Torá: VeSamajta BeJagueja VeHaita Aj Sameaj. ‘Y te alegrarás en tu festividad y serás feliz’. Sukot nos enseña que no ‘somos’ lo que ‘tenemos’.
Un desafortunado adagio popular dice: ‘El dinero no hace la felicidad; la compra hecha’. Mucha es la gente que vive la vida a la luz de este refrán. Corren afanosamente detrás del confort y los placeres; son esclavos del consumo y la holgura material. Hallan felicidad en ello, pero su felicidad es –a menudo- una mera ilusión óptica. Sukot llega a nosotros cada año con un mensaje opuesto al de aquel adagio. Sukot nos dice: Si logras ser feliz sin dinero y sin confort, entonces eres doblemente feliz. Sukot nos visita cada año con la felicidad en su estado más elemental. Di-s nos conceda la gracia de experimentarla y saberla apreciar.