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miércoles, abril 04, 2007

Shabat Jol HaMoed Pesaj 5767

B"H
Cuatro Hijos, Cuatro Padres

En la antigüedad, previo a la era de los handys y los TE celulares, se elaboraba una estrategia sumamente práctica cuando dos ejércitos salían a batallar.

El comandante de las fuerzas, se ubicaba a resguardo a unos cuantos kilómetros de distancia de las fuerzas enemigas, y disponía centinelas en linea, uno al lado del otro, para poder hacer llegar sus órdenes hasta el último de sus soldados, aquel que se encuentra frente a las fuerzas enemigas.

Pero si esta estrategia no se desarrollaba correctamente, si algún soldado se distanciaba de su compañero más de la cuenta, si algún otro centinela abandonaba la formación, entonces el mensaje se perdía por el camino, y la batalla se perdía.

Hace ya varios milenios que el pueblo judío se halla en una situación similar.

Lo Ejad Bilvad Amad Aleinu Lejalotenu, Ela SheBeJol Dor VaDor Omdim Aleinu Lejaloteinu, VeHaKadosh Baruj Hu Matzileinu MiIadam.
"No fue uno, solamente, el que se levantó para exterminarnos, sino que en cada generación alguien se levanta para hacerlo, y el Santo Bendito nos salva de sus manos".

Así nos cuenta la Hagadá de Pesaj...

Sin embargo, no siempre batallamos con nuestros cuerpos. De hecho, muchas veces, y paralelamente a las batallas físicas, el pueblo judío ha emprendido batallas por su espíritu.

Y esa es la batalla más dura; esa es la batalla en la que estamos hoy...

Acerca de cuatro hijos nos habla la Torá: uno sabio, uno malvado, uno simple y uno que o sabe preguntar.

En Pesaj, estos cuatro hijos ‘se sientan’ en la misma mesa, en uno de los pasajes más profundos y conmovedores que contiene la Hagadá que leímos hace un para de días.

No imagino a estos niños como hijos de un mismo padre. Si bien es cierto que los hijos no son (¡ni deben ser!) "clones" de sus padres, no imagino a un padre que tenga al mismo tiempo un hijo sabio y uno que no sepa preguntar.

Imagino que detrás de cada hijo hay un padre diferente y una manera diferente de transmitir el mensaje y encender la chispa. Deberíamos agregar en la Hagadá a los padres de estos hijos.

Hay cuatro clases de padres:

El padre responsable que motiva las preguntas. Aquel para quien la educación judía es parte indelegable de su función. Otros podrán ayudarlo, pero nadie reemplazarlo. Es aquel que enciende el fuego con sus propias manos.

El padre malvado es aquel que piensa que su hijo debe saberlo todo. Que no le permite las dudas, que vive criticándolo y exigiéndolo. Un padre así, piensa que la vela debe arder por cuenta propia.

El padre simple es aquel que cree que no debe ser parte de la educación; para eso están las escuelas, los maestros, los Rabinos. Que la vela la enciendan los otros.

Por último, el padre que no sabe enseñar. No sabe siquiera que la vela debe arder. Si su fuego no enciende esa vela, ese hijo ya no tendrá fuego para encender en su propia descendencia. Esto es similar a la parábola de los centinelas...el mensaje se perderá en el camino.

El más pequeño de la casa podrá preguntar Ma Nishtaná (¿En qué se diferencia esta noche del resto de las noches?).

El tema no es la pregunta; es la respuesta y la manera en la cual se enciende ese fuego de transmisión y vivencias que encierra la noche del seder.

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Shabat Jol HaMoed Pesaj 5766 – Un Ejercicio de Sensibilidad