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jueves, abril 12, 2007

Parashat Sheminí 5767

Desfile de Modelos

'Y fue en el octavo día, que llamó Moshé a Aharón y a sus hijos, y a los ancianos de Israel. Y dijo a Aharón: ‘Toma para ti un becerro, por expiación, y un carnero por holocausto, sin defectos, y ofrécelos delante del Eterno’ (VaIkrá 9, 1-3)

En la vida, ser un ejemplo no es una elección, sino que depende de la función que desempeñamos en nuestra sociedad o en nuestro grupo. En realidad, todos, en mayor o menor medida, somos imitadores e imitados. Casi que es una ley de la naturaleza...

Parashat Sheminí, la porción de la Torá que leemos esta semana, aborda en sus primeros versículos esta temática. Aharón, hermano mayor de Moshé, es convocado para acercarse al altar de sacrificios y -según parece- tenía miedo y vergüenza. Parte del pueblo -cuentan nuestros sabios- comenzó en aquel momento a difamarlo: ‘Han visto a Aharón’, decían. ‘Ayer sirvió al becerro de oro; hoy quiere servir a Di-s…’.

Aharón se sentía impotente; advirtió súbitamente que había perdido credibilidad. Su corazón latía con fuerza y todo su ser estaba atemorizado. ¿Cómo dar lustre, nuevamente, a su imagen? ¿Cómo hacer para recuperar el prestigio perdido?

Aharón era un modelo, y casi que no lo sabía…Su permisividad en el episodio del becerro lo transformó en un anti-líder, preso de la burla popular.

Y es la misma Torá la que le da la enseñanza, a él y a nosotros. ‘Toma para ti un becerro, por expiación y un carnero por holocausto, sin defectos, y ofrécelos delante del Eterno. Y a los hijos de Israel háblales diciendo: Tomad un macho cabrío por expiación y un cordero de edad de un año, sin defectos, por holocausto’.

‘Primero -dice Dios a Aharón- expiarás tú; luego expiará el pueblo. Debes demostrarle a Israel, que tiene un líder con la humanidad suficiente para reconocer sus errores y -sólo allí- recuperarás la autoridad para exigirles rectitud y honestidad. Debes marchar al frente del pueblo también a la hora de la autocrítica; ellos también te tomarán como ejemplo cuando limpies tus transgresiones en público’.

Ya lo dijo alguna vez Raban Iojanán ben Zakai: Bienaventurada es aquella generación cuyos líderes son lo suficientemente hombres como para admitir sus pecados. Esos son los modelos a imitar.