Todo se recicla
Nuestros Sabios enseñan
reiteradas veces acerca de la importancia del "reciclado" de mitzvot.
Existen varios ejemplos que confirman este principio.
El etrog, por
ejemplo, no se tira a la basura cuando finaliza Sukot sino que es rallado y se
utiliza como especie aromática en la Havdalá. Con el lulav seco, por
ejemplo, suele encenderse el fuego para quemar el jametz antes de Pesaj.
Dice el Talmud: "Dado que –a través suyo- se ha cumplido un precepto, pues
que se cumpla otro" (véase, por ejemplo, Shabat 117b).
Se trata de un idea
sumamente poderosa, sobre todo en tiempos donde solemos reciclar prácticamente
todo lo que está a nuestro alcance: botellas, papeles, maderas y plásticos. Ya
JaZaL nos han enseñado hace cientos de años que también las mitzvot se
pueden reciclar.
Sin embargo nuestros
Sabios van más allá ¡Incluso las letras de la Torá –nos enseñan- se deben
reciclar! Un ejemplo claro se puede ver en nuestra Parashá, Parashat Shelaj
lejá.
Al inicio de nuestra
sección, nos cuenta la Torá que Moshé decide cambiar el nombre de Hoshea bin
Nun de la tribu de Efraim, uno de los doce espías que fue a visitar la Tierra
Prometida. "Y llamó Moshé a Hoshea bin Nun, Ieoshúa" (BeMidvar 13,
16).
¿Por qué justamente
Ieoshúa? ¿Por qué agregarle la letra Iud al inicio del nombre?
El Talmud Ierushalmi
(Sanhedrín 2:6) nos cuenta que dicha letra Iud, fue la letra que "se
cayó" del nombre del nombre Sarai (שרי), cuando
nuestra matriarca pasó a llamarse Sará (שרה).
Vino la letra Iud
a quejarse delante del sillar divino al ver que perdió su porción en el nombre
de semejante mujer virtuosa. Di-s consoló a la letra Iud diciéndole que en el
futuro pasaría a formar parte del nombre de otro tzadik y fue así que se
sumó al nombre de Hoshea transformándolo en Ieoshúa.
Ahora bien...¿cuál es
el vínculo entre Ieoshúa y nuestra matriarca Sará?
Sará fue la primera
hebrea enterrada en la Tierra Prometida. Dejó su casa y su tierra –pagando los
costos que dicha decisión conllevó- y decidió establecerse en la Tierra
señalada por Di-s, y morir allí. Ieoshúa, al momento de la partida de los
espías a la Tierra Prometida, recibe la Iud de nuestra matriarca y
entiende que todo aquel que lastima el honor de la Tierra de Israel –tal como
hicieron diez de sus compañeros- está hiriendo el honor de Sará.
Ieoshua, el
destinatario de aquella pequeña Iud caída, supo hacer honor a nuestra
matriarca Sará, tal como el mismo Moshé había implorado al cambiarle el nombre:
"Que el Eterno te salve del (mal) consejo de los espías" (RaSHI a 13,
16).
Nada se descarta; todo
se recicla.
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