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domingo, mayo 27, 2007

Parashat BeHaalotjá 5767

Profecía peligrosa

Moshé estaba agotado. Aquel pueblo impaciente y disgustado estaba consumiendo la poca fuerza vital que aún le quedaba.

Di-s le propone reunir setenta ancianos, anunciándole que aquellos lo ayudarían a llevar la carga de aquella generación. Y tomando de la capacidad profética que alimentaba el corazón de Moshé, Di-s dota a estos ancianos de los mismos dones espirituales del maestro.

¿A qué se parecía Moshé en este momento?, pregunta RaSHI.

A una vela que iba encendiendo un candelabro. Todas las velas tomaban fuego de ella, y ella no perdía fuerza…(RaSHi a BeMidbar 11, 17). Aun con su fatiga a cuestas, el espíritu de Moshé logró dotar de dones proféticos a setenta ancianos de Israel.

Sin embargo, dos de aquellos ancianos –Eldad y Meidad- se ‘salieron del libreto’ y permanecieron profetizando en el campamento en lugar de dirigirse a la Tienda del Plazo de acuerdo al plan convenido.

RaSHI nos cuenta el contenido de su profecía. Eldad y Meidad profetizaban que Moshé iría a morir en el desierto y que Ieoshúa ingresaría a Israel a la Tierra Prometida (RaSHI a BeMidbar 11, 28). Y la Torá nos cuenta que Ieoshúa, al enterarse de aquella profecía, se dirige a Moshé y pide prisión para aquellos profetas descarriados.

Ieoshúa bien podría haber callado. Él era el ‘favorecido’ en aquella profecía de Eldad y Medad. No obstante, reaccionó con la evidente intención de resguardar a su maestro. Aquella profecía -suponía Ieoshúa- era peligrosa. Estaba lastimando aun más el delicado equilibrio anímico del maestro y, al mismo tiempo, anunciaba al pueblo que la labor del líder quedaría inconclusa.

Y Moshé, por su parte, responde a Ieoshúa con grandeza. A pesar de que aquellos hombres estaban profetizando su propia muerte Moshé reacciona con coraje y entereza: ‘¿Celas tú por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo del Eterno fuese profeta, para que el Eterno pusiese Su epíritu sobre ellos!’ (BeMidbar 11, 29). ‘No te preocupes, Ieoshúa’, parece decir Moshé. Es preberible estar rodeado de profetas que preanuncien tu muerte, y no de un pueblo mediocre y superficial que te garantice vida eterna.

Este episodio, tal vez como pocos relatos en la Torá, contribuye a engrandecer en gran medida los atributos humanos de Moshé y de Ieoshúa quienes, carentes de todo egoísmo, saben dejar a un lado su beneficio personal.