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martes, agosto 15, 2006

Parashat Ree 5766

Un pie en cada mundo

No sé si alguna vez les tocó alquilar un departamento para vacaciones a través de una foto. Uno llega a la inmobiliaria, observa la foto, y el departamento es lindo, coqueto, amplio. Y de repente, uno pregunta: ‘¿Es caluroso por las noches?’, y el de la inmobiliaria –hombre honesto- le dice: ‘Le soy franco, nunca estuve ahí; sólo lo conozco por foto’.

Y ante la imposibilidad de acercarse al lugar en pleno año laboral para alquilar con las pruebas a la vista, uno decide alquilar por foto.

Al cabo de unos meses, cuando uno abre la puerta de aquel pequeño palacio, observa que la tela de araña más pequeña tiene el tamaño de un cubrecama, que la pared está llena de humedad y que el calor que hace por las noches pronto va a transformar el recreo vacacional en un verdadero infierno.

Al año siguiente, uno ya aprendió que es complicado comprar algo cuando el vendedor no sabe lo que está vendiendo.

En Parashat Reé, Moshé, despliega la ‘mercadería’ sobre un imaginario mostrador y le dice al pueblo de Israel:

‘Mira, hoy doy ante ustedes, bendición y maldición. La bendición, si escuchan a los mandamientos del Eterno…y la maldición, si no escuchan los mandamientos del Eterno…’ (Devarim 11, 26-28).

Moshé no vende aquí un producto tangible, sino que propone bendición para aquellos que se consagran a Di-s, afirmando que la bendición yace allí y no en la acumulación de placeres mundanos.

Sin embargo, cuando un líder religioso como Moshé exhorta a su congregación a privilegiar la senda espiritual por sobre los placeres terrenales, la gente suele pensar:

‘¿¡Qué sabrá este hombre de placeres terrenales?! ¡Si tuviera una mansión en Beverly Hills no renunciaría tan ligeramente a los placeres mundanos!’.

Pero, tal como dijo alguna vez el Or HaJaim, Moshé puede hablar con autoridad. Tal vez sea por ello que la Parashá se llame Reé.

Moshé está diciendo al pueblo: ‘¡Miren!, ¡Mírenme a mí! Fui príncipe de Egipto y fui criado entre lujos en un verdadero palacio. Pero al mismo tiempo he ascendido a niveles espirituales a los que nadie ha llegado: He hablado durante ciento veinte días con Di-s a la hora de recibir la Torá. Conozco los dos mundos, conozco la mercadería, no la he visto en fotos’. Moshé sabe de qué se trata, sabe que la búsqueda en un árido desierto es mucho más valiosa que cualquier alcoba real. Atendamos su propuesta; él sabe de qué se trata…